A requerimiento de mi compañero Marcbranches, (al fin y al cabo sale mas barato que subirle el sueldo), bajo en la siguiente parada de el largo recorrido del tren cinéfilo, que arrancó en Breve encuentro, siguió con Antes de..., y ahora se detiene, como no podía ser de otra manera, en Extraños en un tren.
La película empieza con la cámara siguiendo unos pies que van por una estación, y se cruzan con otros; hasta llegar a un tren, donde tropiezan. Por fin vemos a los propietarios de los zapatos, han coincidido en un vagón y empiezan a hablar para pasar el rato, ya que el trayecto es largo. Después de tomar unas copas empiezan a sincerarse y fanfarronear sobre lo distinta y mejor que sería su vida si desapareciera de ella una persona. Uno es un tenista famoso, Guy, casado con su novia de toda la vida, pero ahora enamorado de la hija de un hombre poderoso. El otro es un niño rico, Bruno, caprichoso y consentido, que odia a su padre. De repente a éste último se le ocurre lo que sería el crimen perfecto: si cada uno matara quien estorba al otro, al no haber motivo, no habría manera de que los descubrieran. Bromean con la idea, están llegando a su destino y se despiden. El problema es cuando, al cabo de unos días, el tenista se entere que han matado a su mujer (un personaje perfectamente retratado en su vulgaridad y monotonía), y venga el desconocido reclamando que cumpla su parte del trato.
A partir de la novela de Patricia Highsmith, Hitchcock consigue escenas realmente memorables, como ese partido de tenis en el que todo el mundo va siguiendo la pelota con la cabeza... a excepción de Bruno, que observa a Guy; la tensión que se produce por el encendedor de Guy, que olvida en el tren en el primer encuentro (el subconsciente, tan traidor como siempre...), el asesinato de la mujer de Guy reflejado en las gafas que han caido al suelo...
Guy (Farley Granger) es un arribista, que ha usado el deporte para ascender socialmente y ahora que ha encontrado a una chica que le puede hacer entrar definitivamente en el mundo que desea; le estorba su mujer, pero en el fondo es un cobarde. De hecho, ni el ni su novia consiguen despertarnos muchas simpatias. Hitch quería otros actores.
Bruno (Robert Walker) es otra cosa; es un psicópata con complejo de Edipo que tiene una cierta fijación sexual con el cuello de las mujeres y se divierte pinchando los globos a los niños. No tiene moral ninguna, y resulta tremendamente atractivo. Uno de los mejores villanos de Hitchock.
Cuando haya acabado todo, Guy habrá solucionado todos sus problemas y por fin estará en condiciones de obtener la posición que desea: con dinero, casado un mujer guapa pero aburrida y cargada de dinero.... en realidad debería darle las gracias al pobre Bruno.
La sirena del tren nos avisa que de nuevo se pone en marcha ; las vias se seguirán cruzando y separando ¿donde nos llevarán esta vez?
2 comentarios:
Estoy totalmente de acuerdo en que el personaje de Bruno resulta muchísimo más atractivo que el de Guy. Para mi es el mejor villano de las películas de Hitchcock, junto al "tío Charlie" que hizo Joseph Cotten en La Sombra de una Duda.
Un saludo, Alicia!
Bienvenida, Marta ! Me alegra verte por aquí! Aunque Hitchock no había pensado en él, la verdad es que Robert Walker está genial.
Publicar un comentario