Un buen amigo mío, durante una copiosa tertulia rodeada de café (el nuestro) y cigarrillos (los de los demás), envalentonado por el agua de vichy y el flan con nata, enarboló una curiosa teoría paracinéfila que se me quedó grabada en el magín, quizás a la espera de un día plasmarla, por ejemplo, en un elitista blog de cine. A colación del más o menos manido tema de la fortuna de
Harrison Ford en la elección de proyectos a finales de los setenta-principios de los ochenta, mi amigo no sólo veía la apuesta sino que la superaba: para él, la suerte de Ford se llevaba consigo la de los actores que trabajaban con él, de tal manera que luego de esa experiencia no salían a flote, o les costaba horrores sacar adelante una carrera digna. Lo que al principio parecía poco menos que un chiste derivado de cierta maldición alrededor de la saga de “
Star Wars”, se convertía en una inquietante certeza a medida que salían nombres a colación. Aún si dejamos aparte a
Mark Hamill y
Carrie Fisher (cuyo malditismo es indudable) (
ver “
Jay y Silent Bob contraatacan”), o la renuncia de
Tom Selleck al papel de Indiana Jones por culpa de “
Magnum”, lo cierto es que podemos encontrar varios ejemplos de carreras embarrancadas después de pasar por las manos de Harrison “el
gafe” Ford. Actor de poco registro pero con pátina de credibilidad, tito Harrison ha hecho de la escasez virtud, y ha sacado petróleo de su sonrisa pícara y torcida. Repasemos la curiosa trayectoria de este ejemplar puro del star system hollywoodiense cuyo ojo clínico (o el de su agente) a la hora de elegir proyectos ha permitido que su carrera esté bastante por encima de sus limitaciones interpretativas.
El caso es que sus inicios no ofrecían la sensación de que nos encontrábamos ante un tipo con suerte. Papelitos en “
El virginiano” y “
Ironside” no ayudaron a su consolidación, y se puso a trabajar de carpintero, alicatando azulejos y atornillando trócolas con compartimentos estancos, con una mano en el martillo y la otra en el manual de
Strasberg.
George Lucas, que en aquella época carecía de papada que le limitara el ojo clínico, lo fichó para su generacional “
American Graffitti”. Su primer golpe de suerte fue que Luquitas lo escogiera para dar la réplica, recitando las líneas de Han Solo, a los actores que se presentaban a los castings para los personajes de Leia y Luke Skywalker; lo hizo tan bien (o los otros aspirantes, incluido
Kurt Russell, tan mal), que Lucas acabó dándole el papel. El resto es historia del cine y de la Humanidad y no daré la barrila respecto a la Santísima Trilogía, excepto que el único actor que la aprovechó de verdad fue Harrison Ford. Poco antes de “
El imperio contraataca” se permite participar de la película de guerra más descarnada, impactante y descorazonadora de la historia, la obra maestrísima “
Apocalypse now”, de ese amiguete de Lucas llamado
Francis Ford Coppola. Entre “El imperio...” y “
El retorno del Jedi”, mientras Mark Hamill hacía “
Uno rojo: división de choque”, tito Harrison cambiaba la historia con un látigo y un sombrero primero (“
En busca del arca perdida”, en la que
Karen Allen sucumbe a la maldición Ford: no levantó cabeza) y con un unicornio de papel (“
Blade runner”). Film este último de cuyo rodaje y primera versión renegó de tal manera que nunca ha querido hablar de ella hasta hace bien poquito, en el megachachidocumental “
Dangerous days”. Encima, desagradecido el tío... Cierra una trilogía ("El retorno del Jedi”), se planta en mitad de otra (“
Indiana Jones y el templo maldito”), y su siguiente film, “
Único testigo”, le vale su hasta ahora única nominación al Oscar, y acaba con las ilusiones de
Kelly McGillis de ser alguien en el mundo del cine, a pesar de “
Top Gun”. Repite con
Peter Weir en “
La costa de los mosquitos”, su primer fracaso desde que ha adquirido el status de galáctico, pero sobrevive (
River Phoenix no) (chiste necrófilo, sí, lo sé...). Después de trabajar con
Polanski &
cía en “
Frenético”, tito Harrison se apunta otro megahit, esta vez en el espinoso ámbito de la comedia: “
Armas de mujer”. Luego de cerrar su segunda tríada histórica con “
Indiana Jones y la última cruzada”, fagocita las carreras de
Brian Dennehy y, ay,
Greta Scacchi en la funcional “
Presunto inocente”. No contento con ello, se arrejunta con la prometedora
Annette Bening en la melosa e inverosímil “
A propósito de Henry”; la siguiente película de la Bening fue “
Bugsy”... La maldición seguía en pie. Justo entonces, a
Alec Baldwin le da por pedir chorrocientos millones de dólares por participar en la siguiente andanza de Jack Ryan después de “La caza del octubre rojo”.
Who you gonna call? Harrison Ford. “
Juego de patriotas” y “
Peligro inminente” coronan a tito Harrison como rey de la acción, también, de los noventa, junto a uno de los grandes sleepers de la década, “
El fugitivo”. A partir de aquí su carrera es más irregular, aún manteniendo su tirón de taquilla, y la calidad de sus elecciones mucho más dudosa; su aspecto se torna más venerable y su sonrisa más acogedora, lo cual no mezcla bien con las heroicidades a las que es sometido. Pero aún tiene tiempo para aplicar su maléfico conjuro a
Kristin Scott Thomas (¿ande andará?) en “
Caprichos del destino”, a
Anne Heche (repetir estribillo) en “
Seis días y siete noches”, a
Julia Ormond (...) en “
Sabrina”, a
Gary Oldman (su siguiente film fue “
Perdidos en el espacio”, puro cinema-veritè) en la infame “
Air Force One”... Este inicio de año vuelve a la palestra con el inminente estreno de “
Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal”, ya con 65 tacos y haciendo de paquete de la moto de
Shia LaBeouf. Las imágenes que hasta ahora se han filtrado provocan una mezcolanza de sensaciones contrapuestas, aún para los que nunca hemos sido superfans de Indy. Eso sí: Shia, más vale que te compres un libro de conjuros, o tu carrera se irá al garete...