Yo descubrí una actriz.
Buenovaledeacuerdo, no en el sentido literal de la palabra; no me encontré a
Norma Jean en un autobús y la guié sabiamente hasta convertirla en una leyenda llamada
Marilyn, o algo así. Me refiero a que jamás he experimentado de nuevo la sensación que tuve al ver por primera vez “
Criaturas celestiales”. Ya lo expliqué una vez (momento autopublicitario: fue
aquí, cuando no nos leíamos ni nosotros mismos): al acabar de ver la película, me cercioré de grabarme bien en la cabeza el nombre de aquella absoluta desconocida, una tal
Kate Winslet, porque estaba convencido de que iba a merecer la pena realizarle un seguimiento. Efectivamente, ha sido así. Esta actriz británica de 31 años, quizás la mejor de su generación, poseedora de una extraña belleza fuera de los cánones arquetípicos imperantes (que se eleva muy por encima de absurdas y puntuales discusiones relativas a su peso, que incluso la han llevado a presentar denuncias) y de un atractivo aire de vecina de al lado, perenne nominada a todo tipo de premios (a su edad ya lleva 5 nominaciones a los Oscars y a los Globos de Oro. Su porcentaje es 0 de 10: ni
Navarro tirando con los ojos vendados...), ha sabido rehuir con talento y con un libérrimo criterio a la hora de encauzar su carrera el status de estrella-jolibú que parecía esperarla a la vuelta de la esquina de “
Titanic”. Ninguna de sus películas es mala, ninguna de sus actuaciones está marcada por la búsqueda del premio fácil (de ahí que no lo consiga nunca.
Woody, ayúdala). Kate Winslet es una debilidad personal, es un poco mía, y ya tardaba en aparecer por aquí.
“Bola de grasa”. Así llamaban de pequeña a Katie en clase mientras hacía sus primeros pinitos teatrales (e incluso algún anuncio de TV) a la vez que se ganaba unas perras (gordas, off course) en una charcutería. De hecho, estaba preparando un sándwich de pastrami cuando, con 17 años, recibió la llamada que cambiaría su vida: un gordo-gafotas neozelandés amante del gore le daba su primer papel para el cine, y además era un protagonista. Su
Juliet Hulme de “Criaturas celestiales”, ensoñadora, vitalista, arrebatada, encantadora, vehemente y pelín enajenada (y cantarina: se atreve con el “Sono andati” de “
La Bohème”), encandiló a la crítica y al mundillo, aunque el filme tuvo una distribución modesta. Después de hacer un secundario en “
Un joven en la corte del rey Arturo” (en la que
Disney le pidió que bajara de peso; durante un tiempo, esta anécdota la hizo preocuparse sobremanera por sus kilos de más), le llega su salto al primer plano: “
Sentido y sensibilidad”, de
Ang Lee. La rebelde Marianne Dashwood le proporciona, con apenas 19 años, su primera nominación al Oscar. Su siguiente filme encamina el espíritu de riesgo y experimentación que la caracterizarán durante los siguientes años, y no es otro que la durísima “
Jude”, una radical definición de amor en penuria en la que borda un papel complicado que incluye escalofriantes resoluciones al final de la cinta. Lo siguiente es el elefantiásico, abigarrado, megalomaníaco y brillante “
Hamlet” de
Kenneth Branagh (que alguien le lleve un babero a Alicia), donde Kate sale airosa de interpretar a todo un clásico como Ofelia, el trágico amor del príncipe danés. Luego llega “
Titanic” (por cierto, uno de sus personajes más planos), y todo amenaza con desbordarse: la fama, el peso de la industria, la persecución mass-media... Pero ella no pierde la cabeza, y se refugia en el cine pequeño e independiente: “
Hideous kinky” y la extraña “
Holy smoke”, en la que se complementa a la perfección con
Harvey Keitel. Parece que se da un respiro a través de personajes algo menos densos como los de “
Quills” o “
Enigma”, pero aprovecha su participación en “
Cuento de Navidad de Charles Dickens”, prestando su voz, para encabezar las listas británicas de... singles, con su aportación a la B.S.O. de la película, el tema “
What if?” (ese de ahí arriba). Mientras se separa de
Jim Threapleton y conoce al que es su actual marido, Sam Mendes, consigue su tercera nominación al Oscar por “
Iris”, en la que interpreta con enorme sensibilidad la época de juventud de la escritora
Iris Murdoch; curiosamente,
Judi Dench, que interpreta al mismo personaje en su enferma senectud, también es nominada. Vuelve a rebajar la intensidad con “
La vida de David Gale”, un efectista melodrama anti-pena de muerte de
Alan Parker, a la que sigue “
¡Olvídate de mí!”, la mejor marcianada de
Charlie Kauffman, en la que tanto ella como
Jim Carrey redondean la excelente y alucinógena faena de
Michel Gondry. Kate Winslet reconoce que es su película favorita de entre todas las que ha interpretado. “
Descubriendo Nunca Jamás”, “
Juegos secretos” (quinta nominación: ojo,
tita Meryl, que te pillan) y “
Todos los hombres del rey” preceden a la primera comedia romántica de la Winslet, “
The holiday”, en la que la británica se come con patatas, café, postre y puro incluidos, a
Cameron Diaz, aunque no deja de ser una peliculilla marca Nifunifá. Ya está rodando su primera película a las órdenes de su marido (y con
Leo DiCaprio; ya os imagináis los “titánicos” titulares), “
Revolutionary road”. Puede que a su carrera le falte ese protagonista absoluto, ese papel definitivo, en definitiva, esa vuelta más de tuerca. No lo sé. Sólo sé que, haga lo que haga, yo (fiel descubridor) iré a verla; y que siempre, siempre recordaré a Juliet Hulme, radiante de ensoñada felicidad, cantando a Puccini desde la cubierta de un barco.