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Weblog dedicado al mundo del cine, tanto clásico como actual. De Billy Wilder a Uwe Boll, de Ed Wood a Stanley Kubrick, sin distinciones. Pasen, vean y, esperemos, disfruten. Si no es así, recuerden que NO han pagado entrada.
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... PERO NO CON TU CANCIÓN






Si señor, así da gusto. Cuando vi El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford sentí que Andrew Dominik tenía madera de cineasta y por eso tenía ganas ver su siguente película. La verdad es que ha tardado lo suyo, pero la espera ha valido la pena. Mátalos suavemente de entrada parece la típica película de ajuste de cuentas entre gangsters, y ésta maravillosa escena del tiroteo (que demuestra lo bien que ha aprendido la lección de Marty en el uso de la música), así lo parecen mostrar, pero hay algo más que eso. Los discursos de Obama a lo largo de toda la cinta casi forman parte de su banda sonora, mostrando a unos EEUU en una profunda crisis, pero -como siempre-  los políticos viven en Los mundos de Yupi, totalmente ajenos a la realidad. Aunque ellos son los responsables de la crisis, no comprenden que la culpa la tiene un sistema que ya de entrada estaba echado a perder por su hipocresía, como  explica perfectamente Brad Pitt en su demoledor discurso final. 


Cuando hasta un matón tan curtido en batallas como el que intrepreta James Gandolfini, (el fucking boss de New Jersey, con el permiso de Bruce Springsteen) tiene que rebajar su salario o un par de colgaos muy fumaos hacen tambalear la seguridad de una banda, es que algo va mal, porque América no es un país, tan sólo es un negocio. ¿Qué canción se oye con los títulos de crédito del final? Money, no podía ser otra. Así que  fukin' pay me y Blonde apuntadísima en mi agenda. Sigue así, Dominik.

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LOS HOMBRES DE VERDAD NO BAILAN




Hay películas que, aunque no sean maravillas, tienen una escena que las convierte en memorables. Si preguntas a alguien si ha visto In & out, seguro que lo primero que recuerda es la escena en la que Kevin Kline se pone un cassette interactivo para descubrir si es homosexual o no. La idea en sí ya es buena, pero si encima le añadimos los hilarantes comentarios de la cinta "Recuerda a Schwarzenegger. Si ni siquiera sabe caminar" (cuanta razón tiene), la excelente actuación de Kline, que siempre tuvo un don especial para la comedia, y la música discotequera contribuyen a que la escena se convirtiera automáticamente en un clásico. .. aunque me ha entrado una duda ¿acaso Tony Manero también era homosexual?
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LA FORZA DEL DESTINO, MICHAEL




Creo que a estas alturas ya debéis saber que soy una acérrima fan padrinera, y por supuesto no podía faltar en la minisección de cine-ópera esta joya con la que Coppola nos obsequió a todos en El padrino III, la parte más desencantada y shakespeariana de la saga. En varias ocasiones (El padrino incluido) Coppola ya había jugado mezclando escenas musicales con otras dramáticas y de violencia, pero nunca consiguió un resultado mejor que en esta ocasión. Un aventenjado Michael Corleone, que quiere conseguir una apariencia de respetabilidad, ve como todos sus planes se van abajo; entre ellos, el que su hijo le salga rana y quiera ser cantante de opera. Van al estreno de La caballería rusticana (que casualmente trata sobre la vendeta), y los sucesos se suceden a un lado y otro del escenario, haciendo difícil distinguir cual es la auténtica representación. Ver cómo Talia Shire se convierte en una implacable y latina lady Macbeth es una gozada, pero no la única maravilla de esta larga escena, que acaba con uno de los gritos más desgarradores de la historia del cine: el de Michael ante la muerte de su hija. Tan sólo sentaos y disfrutad.
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BAÑO DE MULTITUDES




Si una película se mediera por las escenas que han sido capaces de impresionar al espectador, Juegos secretos estaría muy bien situada, ya que cuenta con tres auténticamente memorables. Una de ellas, (la más Light, si queréis, pero una de la que sugiere más cosas) nos muestra la escena de pánico colectivo que provoca la irrupción de un corruptor de menores (Jackie Earle Haley, el futuro Freddy Krueger) en una piscina, irónicamente, ante la presencia de Patrick Wilson, que en Hard candy también quería mucho a los niños. Como la cosa está bastante revuelta (y si no, que se lo pregunten a Ratzinger Z) en cuestión de segundos se vacía la piscina, provocando más histeria que el falso tiburón de Spielberg (”¡él me obligó!”).

Y ya que he mencionado a Benedicto, como soy muy respetuosa con las normas, me voya tomar unos días de descanso espiritual, de los que espero venir totalmente renovada.
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CÓMO TIRARSE A UN PIANO





Una de las pocas buenas noticias que han emergido de los cada vez más impresentables Globos de Oro es el premio a Jeff Bridges, actor imperial por quien en la Linterna sentimos especial debilidad, y que siempre ha parecido estar al lado de los focos más luminosos sin acabar de asomar del todo su expresivo rostro. Un ejemplo de ello fue su soberbia, majestuosa interpretación de un huraño perdedor con alma de pianista prostibular en “Los fabulosos Baker Boys”. Su trabajo es impecable, pero en la memoria colectiva quedará un vestido rojo llamado Michelle, desbordante de sensualidad, maullando “Makin' whoopie” mientras lubrica las fantasías del público y enerva el amor cortoplacista del hermano canalla de los Baker. Como dice uno de los comentarios al clip en Youtube, nunca pensé que se pudiese hacer el amor a un piano.

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OBERTURA EN PECADO MAYOR




¿Cuál es la mejor manera de empezar el año? ¿Sentándose delante de la lista de buenos propósitos de Año Nuevo que escribimos el otro día en el ordenador? Venga, repasemos todos juntos:


- Empezar a hacer una dieta sana y equilibrada. Eso significa que mi frenética contribución a la extinción del cordero lechal de estas fiestas deberá de ser compensada con, aproximadamente, tres años de desayunar, comer y cenar coles de Bruselas y yogures de broccoli. Al peo.

- Dejar el alcohol. Vale, lo dejaremos. En el estante de arriba.

- Hacer deporte. No, este sí que pienso cumplirlo. Me he pedido para Reyes el PES y el NBA 2K10 de la pleiestaichon tres. Joder lo que voy a sudar.

- Leer el “Ulises” de Joyce. Creo que prefiero repensarme lo de la dieta.

- Empezar a ver el “Sálvame de luxe” para así tener conversación en el trabajo. OK, pero con el “mute” en posición ON. Es un buen propósito, no sadomasoquismo.

- Aprender a esquiar: yo también quiero “subir a Baqueira-osea”. ¿Alguien sabe si se puede aprender online?

- Acabar de ver, de una puñetera vez, “Carnivále”. Es que no puedo con Nick Stahl, no puedo...

O también se puede empezar el año, coherentemente, con unos títulos de crédito iniciales. Y unos de los más celebrados de los últimos lustros son estos de Kyle Cooper (aunque gran parte de culpa la tiene esa sintonía que suena como uña chirriante en pizarra, cortesía de Nine Inch Nails) para “Se7en”, en los que se nos muestra el carácter compulsivo y malrrollista del filme de David Fincher y de su clamoroso villano; aunque también podría ser una grabación de marcbranches escribiendo sus felicitaciones de Año Nuevo, si se vieran los ratones descabezados que suelo adjuntar a las mismas...

Empieza, pues, la película del año 2010. Me gustaría ser más optimista.
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FRIENDS WILL BE FRIENDS





Me rindo. No hay manera de acercarse a una escena como esta, y relacionarla con las fechas señaladas que nos están martiriz... que estamos disfrutando, sin dejar caer un saborcillo a mazapán encharcado de harina. Todo el mundo sabe que el mazapán acaba convirtiéndose en un pesadísimo bolo alimenticio que puede llegar a amenazar a todos los conductos gástricos, lo cual no deja de ser una metáfora perfecta de las fiestas navideñas. Elijo, sin embargo, esta escena de “Los amigos de Peter”, extraordinariamente significativa en su contexto (los susodichos amigos acaban de tener una brutal discusión que no ha sido si no el remate a un fin de semana que no ha ido como pensaban) e íntimamente hermosa en su simple ejecución (“The way you look tonight”, tema capital que pasó por las cuerdas vocales de, entre otros, este, este o este), para sacar una fotografía de un valor absoluto, la amistad, que estos días queda injustamente postergado por el canto a la familia. Kenneth Branagh, Emma Thompson, Hugh Laurie (y su “trompeta”), Stephen Fry, Alphonsia Emmanuel e Imelda Staunton hacen un kit-kat en sus bretes y disquisicosas (en realidad, no pueden evitar comportarse como una auténtica familia...) para rememorar, al cabo de un viejo piano, aquella antigua magia.


Y, de paso, saco a Kenny en un video y le hago oficialmente la pelota a la Directrice. Vale que odie estas fechas, pero quién le hace ascos a un buen aguinaldo, aprovechando mi último post del año. Nunca he tenido principios, no me voy a poner ahora escrupuloso...
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TODO POR UNAS COMILLAS




A ponerse todos las mejores galas, que la ocasión se lo merece, así que los hombres ya pueden ponerse los trajes de pinguino y las mujeres que aplaudan, el resto pueden hacer sonar las joyas. Para esta nueva entrega de "cine y ópera" he elegido una escena de la grandiosa e insuperable Ciudadano Kane. Sería interminable hablar de las maravillas de todas y cada una de sus escenas, pero en esta ocasión nos vamos a centrar en una de ellas no demasiado conocida, pero tan magistral como el resto. El magnate Charles Foster Kane (Orson Welles) había sido descubierto en su nido de amor con su amante, a la que la prensa calificó burlonamente de "cantante". Esas comillas le hicieron muchisimo daño a Kane, y se empeñó en quitarlas a toda costa. Para ello primero eligió un buen profesor de canto (un impagable Fortunio Bonanova, barítono mallorquín que tuvo una jugosa carrera en Hollywood y que tiene una de las mejores frases "hay quien tiene talento y hay quien no") y luego le construyó una lujísima ópera, donde interpreta Salammbó. Todo es espectacular, grandioso, va la crema y nata de la sociedad al estreno, pero... falta un pequeño detalle: ella no tiene talento. Claro que no cuentan con la tenacidad de Kane, y finalmente conseguirá quitarle las comillas al nombre de su amada, aunque sea a golpe de talonario.
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EL BAYÓN DE MORETTI





Se cuenta una anécdota muy definitoria de la España de los 50, y de la reprimida testosterona de aquel varonío hispano. Dícese de proyecciones, en algún pueblo de la España profunda, en las que se ofrecía el filme “Ana”, con Silvana Mangano incendiando la pantalla al son de “El negro zumbón”, en sesión continua. Dícese de un momento determinado en cada proyección en el que el acomodador, al grito de “¡señores, el bayoooón!”, atrae a una horda indeterminada de hombres asilvestrados al interior de la sala para ver dicha escena. Dícese de su salida atropellada y apenas airosa una vez la escena ha finalizado, aliviados de pecaminosidad.


No sé si ocurría algo similar en Italia, o si Nanni Moretti lo vivió. En su mejor y más personal película, “Caro diario”, Moretti repasa sus fobias y filias a golpe de Vespa y turismo insular; una de sus filias es, indudablemente, el cine, y el director italiano no se deja de referencias, desde el descomunal palo a “Henry, retrato de un asesino”, hasta el encontronazo con su adorada Jennifer Beals, pasando por su estancia en la Stromboli de Rossellini o el fin del primer capítulo muy cerca de donde fue asesinado Pasolini. O, claro, esta nostálgica parada en la ruta para bailar (pésimamente: parece servidor bailando el Aserejé recién sumergido en JB, una noche que...) el bayón de la sensualísima Mangano.
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BANANA SPLIT



Esta es de cuando a Tim Burton le salía la magia por las orejas, y no tenía que hacer esfuerzos de estreñido para ejercer sus encantamientos; opino que, desde la jodida “El planeta de los simios” Burton no ha vuelto a ser el mismo, y su perroverdismo exhuma aromilla de fuego de artificio. En “Bitelchús” todavía era un adorable tarado que, no obstante, consiguió el suficiente favor del público como para que le permitieran hacer “Batman”. Una de sus escenas clásicas es esta cena embrujada por Michael Keaton en la sombra, en la que grandes de la comedia como Catherine O'Hara o Jeffrey Jones se ven forzados a moverse (a)rrítmicamente al son de Harry Belafonte. Mientras, Winona, con pinta de EMO fundacional, se lo mira con cara de no haber roto un plato, ni robado en una tienda de ropa.


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PIENSA MAL Y ACERTARÁS




Lo sé, direis que es un recurso muy fácil usar las escenas de Hitchcock, y es cierto, pero cuando hay tanta maestría en cada toma es imposible no admirarte una y otra vez, y deberían ser de visión obligada para todos los que quieren aprender a hacer cine. Porque no deberíamos olvidar que el cine es el arte de explicar historias mediante imágenes, y eso el tio Alfred lo sabía mejor que nadie. De modo, que una nueva muestra de su saber hacer. En 39 escalones, Richard Hannay( Robert Donat) huye acusado de un crimen que no ha cometido. En su escapada, llega a una granja en la que vive un matrimonio de campesinos. Con dos pinceladas, Hitch nos dibuja perfectamente estos personajes, tremendamente unidos a la tierra. Él es un hombre avaricioso y desconfiado, y ella se deja deslumbrar fácilmente por las cosas desconocidas. Hannay acaba de darse cuenta de que han publicado la noticia de su fuga en el periódico; sin tener tiempo de terminar de leer la noticia, se sientan todos a comer. Él sigue inquieto, con la vista fija en el periódico, ella distraída sigue su mirada y repara en la noticia, asustándose por si es un asesino, aunque él intenta calmarla con la mirada. Lo que no saben es que el marido los está observando, y se imagina que el desconocido está seduciendo a su mujer. No pueden decirse más cosas sin una sola palabra. Maestro.
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EL ARTISTA DE LA THOMPSON




Antes de ser demasiado viejos para su país, y hacer la crueldad intolerable de quemar después de leer su discurso en la entrega de los Oscars, ya que tenían la sangre fácil, los Coen fueron los hombres que nunca estuvieron allí, huyendo del Gran Lebowski, que dieron el gran salto con Muerte entre las flores, peliculón donde los haya. Y de esta maravilla, aunque hay muchas escenas memorables, la del asalto a la casa de Leo (Albert Finney) es un prodigio de montaje, un auténtico ballet de balas al ritmo del inefable Oh Danny boy!. Si señor, como dice uno de los personajes “El viejo todavía es un artista con una Thompson” Y que lo digas, amigo,y ellos con la cámara.
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JUSTICIA POÉTICA



Que levante la mano todo aquel que alguna vez le haya cruzado por la mente aplicar una tortura del estilo de ahí arriba a un portero tocacojones que nos haya amargado una noche de fiesta por un quítame-allá-esos-calcetines-blancos: todos queremos ser Coque. Esta escena pertenece a una de las mejores comedias españolas de los 90, “Todo es mentira”, ópera prima de un Álvaro Fernández-Armero que nos hizo creer que aspiraba a ser el Woody Allen celtíbero; unos años después, la inmunda “El arte de morir” nos bajó a todos de la nube. Un reparto de lujo (Penélope Cruz, Mónica López, Jordi Mollá, Fernando Colomo, Gustavo Salmerón, Ariadna Gil...), en el que ni siquiera desentonaban – ojo al ingenioso juego de palabras - los cantantes Coque Malla y Christina “tengo que hacerles olvidar como sea lo de chasyaparezcoatulado” Rosenvinge, acompañaba un lúcido retrato más o menos generacional, con diálogos acertados, cierta chusquedad visual y algunas secuencias que rebosaban verosimilitud. Pero, por lo visto, nadie cree que merezca una mísera edición sencilla de DVD. País.
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QUE PAREN LOS RELOJES


Cuatro bodas y un funeral” le dio una nueva vuelta de tuerca al aforismo “comedia británica”, de la mano del acerado lápiz de Richard Curtis y el encantador balbuceo posh de Hugh Grant. Sin embargo, un funeral es un funeral, y nunca da para demasiadas risas, a menos que sea el de Andy Kauffman. John Hannah contrapunteó los afilados diálogos y la alegría casamentera de “Cuatro bodas y un funeral” con este epidérmica, emocionante recitado del poema de W.H. AudenFuneral blues” (aunque es más conocido por su verso inicial, “Stop all the clocks”), a través del cual declama un amor sincero hacia un personaje que había sido la encarnación de la joie de vivre. A partir de entonces, hordas de exequias británicas se aderezaron con la poesía fúnebre de Auden, la cual, por cierto, ya había servido para acompañar a la estatua conmemorativa del desastre del estadio de Heysel. El dramático discurso de un Hannah espléndido redondeó una comedia que, por otra parte, confirmó lo que ya sabíamos: los actores británicos son the fucking masters. Y si no, dadle al play.

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¡VIVA V.E.R.D.I.!




Voy a iniciar una nueva mini-sección: “cine y opera”, que espero que os guste. Para inaugurarla nada mejor que la escena inicial de Senso, en la que Visconti por primera vez adoptó el estilo con el que sería conocido para siempre: aristocracia decadente, barroquismo, melodrama operístico (y nunca mejor dicho)… En esta famosa escena presenciamos una representación de Il trovatore en la opera de Venecia, y todo transcurre con normalidad hasta que uno de los cantantes empieza a cantar All’armi, y como si siguieran sus órdenes el público empieza a tirar papeles con los colores de la bandera italiana y a lanzar gritos en contra de la invasión austriaca, a la voz del famoso “Viva Verdi!” (Vittorio Emmanuelle Ré D’Italia). Ya no se sabe donde está la representación, si en el escenario o en las butacas. Deslumbrante comienzo, de lo más destacable de la película, junto con la espléndida belleza de Alida Valli (que está magnífica en su papel). Coherente con ese principio, la película acaba con un plano en el que la cámara enfoca como si estuviéramos viendo la acción desde un palco, aunque en esta ocasión no es una función. Eso es tener las ideas claras, maestro.
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BARTLETT VS. DIOS





Esta vez no vale cargarle el muerto a la Sexta o a las viejas y entrañables costumbres antiprogramadoras de Tele 5. Esta vez, el canal de televisión español que se cargó una de las mejores series de todos los tiempos fue ese supuesto reducto cultural llamado La 2, tan puntualmente británico a la hora de programar documentales sobre ornitorrincos calentorros, y tan errático para darle a “El ala Oeste de la Casa Blanca” el lugar que se merecía en una parrilla; en lugar de eso, usaron la parrilla para brasearla. Le perdí la pista durante la quinta temporada, relegada a la madrugada, peleando por el share con timoconcursos y televentas de aparatos gimnásticos a 99'99 euros. Lo cierto es que “El ala Oeste de la Casa Blanca”, creación del verborreico y ex-drogadicto Aaron Sorkin sobre las dos legislaturas de un gobierno demócrata, es una obra maestra indiscutible de la televisión americana, a la altura de “Los Soprano” o “Twin Peaks”. El presidente de dicho gobierno, interpretado magistralmente por Martin Sheen, presumía de un nivel cultural sólo comparable al de Hannibal Lecter, lo cual reafirmaba su condición de personaje ficticio. Como ejemplo, este descomunal monólogo en el que Bartlett (el susodicho presi), básicamente, se cisca en los muertos de cierto tipo crucificado, justo después del funeral de su secretaria fallecida en accidente de tráfico. Vamos, que, con perdón, se caga en Dios. Pero, eso sí, citando a Graham Greene y soltando latinajos. Por cierto, la traducción de los mismos, para los de ciencias, en la info de la derecha del video en Youtube. De nada.


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¡QUE RUINA DE FUNCIÓN!



Ahora que Marcbranches está de vacaciones, es una buena ocasión para subir un poco el nivel cultural del blog.Y nada mejor que la inestimable ayuda de mi admirado cisne de Avon para ello, el autor más homenajeado, copiado y versionado de la historia (cuantos derechos de autor se han ahorrado). En lo más crudo del frío invierno es una de las películas menos conocidas y probablemente más infravaloradas de Kenneth Branagh (por cierto, es falso que tenga las paredes empapeladas con posters suyos, tan sólo el dormitorio, faltaría más). En ella se nos muestra a un actor-director, Joe Harper,(Michael Maloney) en plena crisis existencial después de haber estado en Hollywood, y para recuperar la confianza en sí mismo decide ir a lo seguro y monta una peculiar versión de Hamlet, con la ayuda de el más desastroso grupo de actores que uno pueda echarse a la cara. Todo se pone en contra y parece que va a ser un fracaso, pero llega la noche del estreno y se produce el milagro: la obra adquiere una fuerza inesperada, dejando al público boquiabierto. Pese a todos los pronósticos, y con unos medios mínimos la compañía consigue una representación realmente espectacular desempolvando a Shakespeare a base de entusiasmo.Todo un canto de amor al teatro, que de paso le sirvió a Branagh de ensayo para su siguiente película, que fue (casualidades de la vida)… Hamlet.
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SHOW ME THE MONEY



Juan Diego interpretando a Federico Jiménez Losantos. Esa sería una analogía adecuada a la sensación de ver a Tim Robbins en su excelente opera prima "Ciudadano Bob Roberts", en mi opinión, una de las películas más injustamente olvidadas de los noventa. Es un falso documental sobre la historia de Bob Roberts, un cantante de folk forrado y a la derecha política de Blas Piñar, que aprovecha su fama y recursos para presentarse a candidato a senador por Pensilvania. Las canciones, compuestas por los hermanos Robbins, no tienen desperdicio; algunas de ellas, así como los títulos de los supuestos discos, parafrasean temas y trabajos de Bob Dylan. El videoclip de este demoledor "Wall Street Rap", que deja a las claras las motivaciones de semejante sujeto, fusila impúdicamente el celebérrimo video de "Subterranean Homesick Blues" del últimamente más papista que el Papa Dylan. Ale, a hacerle caso a tito Roberts: "MAKE MILLIONS". Y si puede ser, sin robar.


Nah, es imposible.
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EL OLOR DE LOS ANGELES



Ya que hace tanto frío ¿qué os parece si intentamos subir un poco la temperatura? En una película protagonizada por estrellas del calibre de Jude Law y la bocazas de Julia Roberts llamada Closer, no fueron ellos los que se llevaron las mejores críticas, sino Clive Owen y Natalie Portman (que no es que sean moco de pavo, precisamente). En una película en la que los personajes cambian sus sentimientos con la misma facilidad que cambian de camisa (ahora te quiero, ahora no, ahora te vuelvo a querer), que destacaba especialmente por la crudeza de su lenguaje, la escena más recordada por todos es la de un local de strip-tease, en el que Owen encuentra a una Natalie ataviada con una peluca rosa que nunca estuvo más sexy. Los dos están espléndidos, de tal manera que hasta podría verse esta escena separada del resto de la obra. Desgraciadamente tan sólo la he encontrado entera en versión original subtitulada al portugués, pero si queréis oírla en castellano, aunque faltan unos segundos, aquítenéis el enlace.
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ONCE A TIME AGO, IN CHINA




Aunque en un principio había descartado colgar un video de David Carradine en "Kill Bill 2", debido a que a media bloguería le ha dado por recordar, diría que con exceso de coyunturalidad, la escena de la muerte de Bill (¿qué leches spoiler, señora? Que la película se llama "Matar a Bill"...), luego he repasado mi libreta de notas a recordar para el blog (a la que llamo, en un alarde de originalidad, "Libreta de notas a recordar para el blog"), y me he apercibido de que tenía pendiente colgar alguna de las muchas escenas impactantes de ambos volúmenes del filme de Tarantino. Una de las que más disfruto cada vez que la veo, yo que soy amante de los speeches bien declamados, es esta pequeña narración de Bill sobre el carácter pelín agriado de Pai Mei. las pausas, el fluir pausado de las palabras de Carradine, el acompañamiento de la flauta, le otorgan al cuento un hálito misterioso y legendario que sólo está al alcance de los grandes narradores. De los grandes actores, por tanto. David, cuéntales un cuento a esos de arriba. Seguro que las flautas celestiales suenan mejor que esa.
 
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