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DE ENTRE LOS MUERTOS



Y hubo una época en la que por acá hablábamos de Tom “placenta-con-chianti” Cruise sin que Pe formara parte de la ecuación. Época mucho menos lejana de lo que pudiera parecer en un primer golpe de memoria, lo cual demuestra la volatilidad del universo hollywoodiense. “Contigo, pan y cebolla”, sí, pero acábatelo rápido que te quedas sin postre. En cualquier caso, este fue uno de los factores del producto llamado “Los otros” que hizo que se convirtiese en la película española que más ríos de tinta (y ruidos de teclado) originó. “Los otros” factores (mi ingenio me desborda a mí mismo) fueron Nicole Kidman, Alejandro Amenábar y... “El sexto sentido”. Sí, “El sexto sentido”. Nadie se puso a recaudo de la facilona comparación entre ambos films y, más concretamente, entre los dos finales. Ni siquiera Torreiro fue capaz de resistir la golosa tentación, y proclamó vencedora, de manera ventajista, al por otra parte descomunal filme de Shyamalan; fue el pasatiempo cinéfilo favorito de la época. Por fortuna, “Los otros” es mucho más que eso.

Es, por ejemplo, un cuento de terror presentado bajo los axiomas y convenciones del clasicismo genérico, que Alejandro Amenábar trata con evidente respeto. Hay una casa encantada, fantasmas, niños que ven más cosas que los mayores, golpes de efecto acompañados por estridencias musicales, puertas que no han visto un Tres-en-Uno en siglos... No falta ni una. Esta es, probablemente, la mayor carencia, si es que se le puede denominar así, de la película. El director chileno no muestra nada nuevo, no abre horizontes ni explora terrenos desconocidos; eso sí, el cóctel le sale sabrosísimo. El relato, más que terror, infunde desasosiego, angustia. Amenábar sabe que un crescendo es pura matemática, una progresión aritmética, y lo aplica a la perfección. La fotografía de Aguirresarobe es espectacular, y su dominio de las luces, del claroscuro, se hace más visible al denotar que se supone que la acción se desarrolla enteramente en luz natural; en concreto, la escena en la que Grace corretea desvaída y sin rumbo entre un bosque pleno de malsana neblina es catedralicia. El sonido, en un film de estas características, es fundamental, y Alejandrito lo sabe: véase el ruido inquietante de las llaves al abrir y cerrar las puertas. La música del propio Amenábar es ajustada, aunque a veces algo chirriante. Y, por supuesto, la parte artística: los secundarios están intachables todos, con mención cum laude para Fionula Flannagan (esa combinación de afabilidad servil y turbia firmeza), Christopher Eccleston (el marido de Grace, papel tan fugaz como clave) y los niños, la rebelde, lúcida y revientahermanos Anne (Alakina Mann) y el timorato Nicholas (James Bentley; ¿alguien más ve un enorme parecido con Amenábar?). Y, claro, una tal Nicole.

No exagero al afirmar con vehemencia que Nikki-K es el pilar en el que se sostiene la película. Y no me refiero al tema financiero y, por tanto, a su propia existencia, que también. Nicole Kidman es el alfa y el omega del film, aparece en todas las escenas y casi todos los planos, y lleva a Grace, su personaje, hasta el límite de las dimensiones de la pantalla. Desde sus características más evidentes, basadas en su fisicidad, como su blanquecina palidez (y no es casualidad), sus andares envarados y su vestimenta tan elegante como monacal (Amenábar es deudor impenitente de Hitchcock:"Rebeca" + Grace Kelly + Tippi Hedren = Grace); hasta la enorme variedad de matices de carácter que aporta al personaje. La película está situada en 1945, pero la casa, la relación de Grace con los sirvientes, su fanática religiosidad basada en el temor de Dios (si ve el Cristo Colega de “Dogma” se quema a lo bonzo con las lámparas de gas que hay por toda la casa) y su empeño en ocultar su angustia vital (por la desaparición de su marido, sí, pero por alguna cosa más...) nos lleva a la época victoriana, la cual seguramente Grace añora (hace mención a la ocupación nazi de la isla de Jersey, donde se localiza la narración), incapaz de asimilar que sus valores se han perdido ya. Nicole, que estaba en aquel momento de dulce (“Moulin Rouge”, “Las horas” y “Los otros” de una tacada-2002: esto es billar a tres bandas y no lo que dan en TV3 por Navidad cada año), está de lujo, optimiza la película, y Amenábar nunca se lo agradecerá lo suficiente.

En cuanto al final de la película, lo único que voy a decir es que me parece coherente, no más tramposo que otros, y felizmente desasosegante. Empieza otra vida para los Stewart, en la que Grace promete seguir luchando, después de comprobar, eso sí, que, de alguna manera, el infierno son “Los otros”...

N.B.: si alguno de vosotros no ha visto aún la película, descuidad. Si abrís los comentarios, en ellos explico detalladamente el final. Así la entenderéis mejor. De nada.

6 comentarios:

marcbranches dijo...

Pues la película acaba con la aparición espectacular de Tom Cruise en un helicóptero, descolgándose al grito de “¡¡¡¡Suri existe!!!” y armado con un AK47 empieza a ametrallar a los sirvientes ancianos y a la Kidman, que en realidad eran los “Otros” (una cuadrilla de terroristas químicos que planeaban arrasar la población mundial con un combinado letal de ácido bórico y bechamel). Entrega a los niños a un orfanato de la Iglesia de la Cienciología, se tira a la sirvienta muda y se casa con ella en una sencilla ceremonia con 12536 invitados en el Partenón. Detrás de una columna derruida, se percibe una cabellera rubia con voz metálica que susurra: “volveré”.

¿Pero qué os creíais?

Anónimo dijo...

Según se demostró Los Otros guarda una gran similitud con una obra teatral en la que el argumento es más o menos el mismo estrenada en Los Angeles hace unos cuantos años.Se llegó a acusar a Amenábar de plagio pero como siempre sucede nada pudo con la gran superproduccion Wagner-Cruise.
Les dejo el apunte por si sirviera para completar el post de marcbranches.
Atentamente
La Secretaria de sistemas informáticos

alicia dijo...

Cualquier información es siempre bien recibida, Secretaría; gracias. Lo que sí sabía es que Amenábar llamó preocupadísimo a Cuerda al ver El sexto sentido, pues ya estaba preparando Los otros.

marcbranches dijo...

Pues de momento no he conseguido averiguar cuál es la obra de teatro que supuestamente plagió Amenábar. Parte del argumento si se inspira con "Una vuelta de tuerca", novela de Henry James de 1898. Mansión victoriana, niños, fantasmas, institutriz, jardinero... En esta novela se basa la película "¡Suspense!", de 1961. Amenábar reconoce esta influencia, pero no sé si tendrá algo que ver con la obra de teatro.

marcbranches dijo...

Vayapordónde, Secretaria, lo he encontrado (eureka). Se dijo en su momento que el final del film coincidía con el de una obra teatral de Richard Lortz llamada, glups, "The others". Se estrenó en Londres en 1966, dirigida por Nigel Patrick e interpretada por Margaret Lockwood, Christine Rees, Anne Cameron y Keith Roberts. En 1970 se hizo una versión teatral para TV. Parece que iba de una pareja que se quedaba encerrada en una casa y... Bueno, eso.

Anónimo dijo...

Le agradezco los datos marcbranches.No creo que Alejandro Amenábar tuviera idea alguna sobre esta representación teatral,y si así fuera me parece una "casualidad" digna de una película de Kubrick.Sí me mosquea el título de la obra de teatro pero no debe ser el único caso en la historia del cine¿verdad?
Agradecida
Secretaria de sistemas informáticos

 
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