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PERDONE, PERO SUS COLMILLOS ESTAN EN MI CUELLO





Pobres vampiros! Condenados a vivir eternamente, durmiendo en un ataúd que aún es mas pequeño que una vivienda oficial, sin poder oler al ajo, ni reflejarse en los espejos para contemplar las arrugas, huyendo del primer rayo de sol y de los crucifijos! Que vida esa !... Mejor dicho, que no-vida!
La imagen de Drácula, el príncipe de los vampiros, ha cambiado mucho a lo largo de la historia del cine. Primero fue Nosferatu de Murnau, donde se le mostraba feo y calvo; mas tarde, Bela Lugosi le dio su imagen de hombre refinado, con capa y frac; a partir de ella,Christopher Lee, bajo el sello de la Hammer, nos mostró un conde de enorme poder de seducción, al que las mujeres le ofrecían ansiosas su cuello.Werner Herzog en Nosferatu quiso juntar el de la época muda con la historia de Drácula, encarnado por Klaus Kinski; John Badham fue el primero en querer ofrecernos su imagen romántica en Dracula , aunque sin perder el erotismo, con Frank Langella; y finalmente George Hamiltón se rió del mito con Amor al primer mordisco.... hasta que llegamos al Dracula de Coppola.
El título, Dracula de Bram Stroker, nos quiere indicar que es la versión mas fiel de la novela; es cierto, en parte, ya que la historia de amor de Dracula y Mina en el libro no existe. Aquí el conde es un personaje enormemente romántico: a la que se entere del suicidio de su amada, renegará de su Dios, por el que había estado luchando hasta entonces, convirtiéndose en un no-muerto. Tras cruzar océanos de tiempo (pedazo frase), volverá a encontrar a la mujer de sus sueños; sabe que las circunstancias han cambiado, que la única manera de poder estar juntos es convertirla en un vampiro como él, y por eso duda antes de hacerlo (“Te quiero demasiado para condenarte”), pero sorprendentemente ella aceptará, harta de la rígida moral victoriana (“Apártame de toda esta muerte”)
Pero la gran diferencia de esta adaptación es el envoltorio de la historia; Coppola, a quien ya le había gustado hacer experimentos en Corazonada o Cotton Club, por ejemplo, aquí consigue imágenes sorprendentes, fascinantes, que le dan a la película una dimensión mas de relato fantástico que de terror, con sombras juguetonas (homenaje a Nosferatu ) o nubes que se convierten en ojos, por nombrar algunas.
Gary “camaleón” Oldman interpreta a dos Draculas: el del principio, viejo y con un cierto aire japonés, para dar paso a otro mas joven, pero los dos prescinden de la típica capa negra y hasta el tono de voz es distinto de uno a otro.
Anthony Hopkins es Van Helsing, el eterno enemigo del conde, que aquí cuenta con un peculiar sentido de humor.
Winona “miss indie “ Ryder da la imagen necesaria de ingenuidad, belleza y sensualidad
El resto del reparto sigue siendo espectacular: Keanu Reeves, Tom Waits, Monica Bellucci...
La película tuvo tanto éxito que despertó de nuevo una fiebre por los vampiros (Entrevista con el vampiro) o las nuevas adaptaciones de clásicos del terror gótico (Frankenstein), que siendo buenas, no fueron tan innovadoras.
Pero no nos engañemos, como decían Desde Santurce a Bilbao blues band (un poco de memoria histórica del pop español, por favor) :
“El nuevo vampiro juega al golf
y desayuna con un ordenador;
perfeccionó un sistema de succión
que nos extrae la sangre sin dolor.
La vulgar dentellada
ha quedado anticuada;
los tiempos han cambiado,
Dracula no seas camp
hoy cualquiera lo haría mucho mejor que tu
Vuélvete al ataúd y descansa
con una estaca en el tercer espacio intercostal”

No se puede decir mas claro.

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