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SUS ULTIMAS PALABRAS




Era inevitable, tarde o temprano tenía que acabar hablando de esta obra maestra total, año tras año elegida como la mejor película de la historia del cine.
El fenómeno que había causado la emisión radiofónica de La guerra de los mundos hizo que Hollywood pusiera los ojos en el joven que lo había causado, considerando que era un genio, con una fe tan ciega en él (o mejor dicho, en el éxito que podía conseguir) que decidieron darle libertad total a la hora de rodar. Pero el tiempo iba pasando, y los estudios empezaban a impacientarse, ya que Orson no parecía tener ninguna idea en concreto ¿tal vez se habían equivocado y era tan solo estrella de un día? Hasta que, de pronto, cayó la bomba: el niño prodigio quería hacer ni mas ni menos que una película sobre William Randolph Hearst, uno de los hombres mas poderosos del mundo, creador de la “prensa amarilla”; un hombre capaz de disparar a otro (creyendo que era Chaplin y que éste se entendía con Marion Davies, su amante) delante de testigos, y que conseguía que esa muerte fuera totalmente silenciada por todos ellos; un hombre capaz de organizar guerras o de decidir quien podía ser el próximo presidente. ¿Se había vuelto loco Welles?
Por supuesto, Hearst, nada más que se enteró del rumor, puso en marcha a las dos cotillas de Hollywood, Hedda Hooper y Louella Parsons, para que le informaran acerca de como iba a ser la película. Cuando se enteró que toda ella centraba en torno a la palabra “Rosebud”, que era como llamaba a las partes íntimas de su amante, Marion, entró en cólera (lógico) e inició una larga lucha legal para impedir que se rodara y/o estrenara la película. Pero los dioses de la fortuna, por una vez, estuvieron del lado de Orson, y finalmente Ciudadano Kane acabó rodándose y estrenándose.... sin demasiado éxito, por supuesto, y tan sólo ganó un Oscar al mejor guión, aunque la historia del cine acababa de cambiar gracias a ella.
Pero hablemos de la película. El cartel de “Prohibido el paso” que la abre y cierra ya nos indica que vamos a entrar en un terreno desconocido y peligroso : la personalidad de Charles Foster Kane. Una especie de documental (¿nos habremos equivocado de sala ?) servirá para explicarnos un resumen de su vida , y nos muestra lo diferentes que eran las opiniones sobre el : ¿era un comunista o un fascista? “ ¿Who is this man?" , como dice la canción; a continuación comenzará una investigación periodística para averiguar el sentido de sus últimas palabras, por lo que se interrogará a las personas que le conocieron... o creyeron conocerle, ya que como podremos ver al final, nadie le conoció en realidad.
El flash back era prácticamente una novedad en esos momentos, pero Welles fue el primero en usarlo con una carga dramática, jugando con el tiempo. Las elipsis están maravillosamente resueltas, como la que muestra el matrimonio de Kane, desde el principio, jóvenes y enamorados, hasta cuando ya sólo son una pareja de extraños que se esconden detrás del periódico cada mañana, tan sólo en unos segundos. La fotografía es sensacional, obra de Greg Toland, y el uso de la cámara enfocando a los personajes desde abajo (para lo que Orson no dudó en agujerear el suelo del estudio) nos los muestran como si fueran dioses, pero con sus limitaciones. Orson se rodeó de sus compañeros del Mercury Theatre, Joseph Cotten, Everett Sloane o Agnes Moreehead, pero también de excelentes profesionales del cine, como Greg Toland o Bernard Hermann.
Es increible que una persona, con solo veinticinco años y que nunca había hecho cine tuviera un dominio tan enorme de todos sus recursos técnicos. Dicen que para aprender, Welles se encerró a ver La diligencia un montón de veces. Vaya si aprendió!. Pero aparte de lo deslumbrante que es técnicamente, la película mantiene el suspense de principio a fin, y es un muy buen estudio de la personalidad de Kane: sintiéndose rechazado por sus padres, su único deseo será ser aceptado y amado por todos, cueste lo que cueste. Al final, lo que nos quedará es la sensación de la enorme soledad , reflejado en los espejos, de un ser contradictorio, y la palabra que pronunciará al morir será el recuerdo de la niñez que le arrebataron. Las rejas se cerrarán de nuevo, para siempre, sin que hayan descifrado el misterio.

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