He aqui el dilema. Ser el maestro de la comedia o ser Mariano Ozores, o tal vez uno de los hermanos Farrelly La opción puede ser difícil para algunos, pero hay algo claro: nadie tendrá la elegancia, malicia e inteligencia que Ernst Lubistch, el único que se le acercó fue Billy Wilder.
To be or not to be nos demuestra como se puede ironizar sobre temas serios, sin que por ello pierdan nada de mordacidad, y además tiene el mérito de haberse hecho en el momento adecuado; no está de mas recordar que estuvo prohibida en España durante varios años.
Hitler, a quien presentan como un “hombrecillo con bigote que es vegetariano, pero a veces se salta la dieta y se come países enteros”, es el personaje sobre el que giran todos los apuros de un grupo de teatro en una Polonia ocupada.
Joseph Tura (genial Jack Benny) , el “gran, gran actor polaco”, con un ego que solo es ganado por sus celos, se verá implicado en un asunto de espionaje a causa de un admirador de su mujer, Maria (la divina Carole Lombard); pero no deja de ser actor, y no podrá evitar intentar lucirse haciendo los papeles que le tocará interpretar ante la Gestapo.
Los nazis se nos muestran siempre intentando demostrar su fidelidad al Führer, y en caso de error intentando echar las culpas al inferior inmediato (el siempre socorrido Schulz)
Hay gags geniales, que se alargan de una manera increíble, cuando parecía que ya habían llegado al punto mas alto, en una constante demostración de “mas difícil todavía”, que muy pocos saben conseguir; como cuando Jack Benny encuentra al intocable Robert Stack en su cama, o cuando lo encierran en una habitación con el cadáver de Silensky, o cuando al final van a rescatar a Maria de los brazos de Ehrharth “campo de concentración” (soberbio Sig Ruman); como toda película de Lubistch que se precie, siempre pasan muchas cosas detrás de una puerta cerrada. Como dice uno de los personajes de la película, “Nunca se ha de despreciar una buena carcajada”; desde luego Lubitsch no lo hizo.
La muerte de Siletsky, que parece de una obra teatral, y el uso que se hace del monólogo de Shylock (que suena tremendamente adecuado para la situación) nos muestra que “todo el mundo es un escenario”. La confusión entre representación y realidad está presente durante toda la película, ya desde el principio mostrándonos a un falso Hitler invadiendo pacíficamente las calles de Polonia, pasando por todos los papeles que tendrá que interpretar en gran gran actor polaco.
Diálogos brillantísimos (“si no vuelvo te perdono lo de Sobinski,... pero si vuelvo es otra cosa “; “salve a mi mismo “ “-cariño, si no volvieras....” ”- (interrumpiéndola) entonces tampoco volvería Sobinski”,...) actores insuperables, director inimitable... una comedia perfecta y valiente.
Como dijo Billy Wilder en el entierro del director alemán "Nos hemos quedado sin Lubitsch. Peor aún, nos hemos quedado sin las películas de Lubitsch".
Como muestra de respeto, eliminaron una escena en la que Carole Lombard se veía dentro del avión de Robert Stack y preguntaba “que puede pasar en un avión?”; ya que acababa de morir en un accidente de aviación cuando la película estaba montándose.
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