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YO DISPARE A LIBERTY VALANCE




Mademoiselle la directrice ha vuelto, para desesperación de los marcbranchistas. Felicito a mi compañero por haber cubierto mi ausencia tan brillantemente, de tal manera que nuestros múltiples lectores ni se habrán dado cuenta de mi marcha (snif, snif) Pero en fin, como decíamos ayer...

“Me llamo John Ford y hago westerns”; ésta era la forma habitual de presentarse de este maestro del cine. Lo tenía muy claro, lo suyo era el Oeste, Monumental Valley, los indios, la caballería...
Antes de que se usara el nombre de “western crepuscular”, que tan buenos resultados ha dado como Sin perdón o Duelo en Alta Sierra, El hombre que mató a Liberty Valance ya definió perfectamente como han de ser: Con unos héroes perdedores, cansados, y una sensación de nostalgia por un tiempo pasado que no se va a repetir.
John Wayne y Lee Marvin representan el viejo Oeste; aunque cada uno está en un lado distinto, los dos son hombres acostumbrados a resolver los problemas a golpe de pistola, curtidos en varias peleas porque se han tenido que enfrentar a un entorno muy duro; pero si John Wayne sólo usa la violencia para defender lo suyo, Lee Marvin la usa con cualquier pretexto, e incluso con placer (léase las risas histéricas cuando le dan la tremenda paliza al periodista “-Liberty Valance tomándose libertades con la libertad de prensa-“) . Soberbia escena.
James Stewart representa el nuevo Oeste; sabe que el uso de la violencia finalmente no sirve para nada, sino para generar más violencia, y quiere imponer la ley en lugar de las pistolas, porque las circunstancias han cambiado.
Todo parece muy simple ¿verdad? Casi podrían pasar cada uno de los personajes por símbolos, pero Ford consigue que ni siquiera nos demos cuenta de ello, y los consideremos personas de carne y hueso, porque cuando una historia está bien contada, uno se traga lo que sea, como una Linda Lovelace cualquiera (adelantándome a mi compañero, que le veo venir)
La gran ironía de la película es que James Stewart conseguirá triunfar gracias a la fama conseguida por haber matado a Liberty Valance, y siempre le recordarán por eso, y no por otra cosa, haga lo que haga; sin embargo, la persona que realmente disparó acabará solo, enterrado en un simple ataud de madera y con el único adorno de un cactus. El viejo Oeste es enterrado en silencio, haciéndonos recordar que apreciemos las cosas buenas de los viejos tiempos, como una flor de cactus, aunque nosotros ya no sepamos apreciarla y prefiramos las rosas.
Una película de John Ford no sería lo mismo sin sus inolvidables personajes secundarios, como en este caso el periodista borrachín o el sheriff cobardica, soberbios.
Excelentes James Stewart, John Wayne (bueno, John Wayne siempre es John Wayne), y Lee Marvin.
A pesar de sus abundantes toques de humor, sin duda es la película más triste de Ford; el personaje de Wayne, Tom Doniphon, podía haber sido otro Líberty Valance, pero eligió el lado difícil, perdió la mujer que amaba, su casa, y el hecho que le habría hecho famoso es un secreto que se llevará a la tumba, ignorado por todos (“¿de quien es el funeral?”), porque el poder de la leyenda es tan grande que nada puede destruirla, y es que la muerte de Liberty significa también el fin del mundo que conoció Tom.
¿Se puede ser más crepuscular? Busquen, comparen y si encuentran algo mejor, cómprenlo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Bienvenida de nuevo!!

alicia dijo...

Gracias! pensaba que no se había notado mi ausencia

Anónimo dijo...

hola otra vez, despues de que un comentario de Laura hunt en babadu me haya hecho recordar que estais aqui (memoria de pez que tengo) me estoy revisando todos vuestros comentarios (es-tupen-dos). Y añado aqui ligero comentario.

¿Me lo parece a mi o los USA siguen siendo un pais con una papeleta electoral en una mano y un rifle en la otra? creo que en eso no han cambiado mucho, ¿no señor bush?

alicia dijo...

Gracias, Lillo, me alegra verte de nuevo por aquí, y creo que tienes razón,rifle en una mano y papeleta en otra.

 
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