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CINEASTA ANTES QUE FRAILE



La culpa fue del asma. Martin Scorsese, cineasta referencial de la historia del cine americano de los últimos, pongamos, chorrocientos años, empezó a utilizar inhalador (aparatito muy utilizado en las películas de terror con niño-plasta) de pequeñito. Papi y mami decidieron prohibirle la práctica de todo deporte, con lo cual le negaron toda posibilidad de ser mínimamente popular en el colegio. Así que el pequeño Marty, el chico de Little Italy, se puso a ver películas. Muchas. Y le gustaron. Y se empezó a aficionar a dibujar escenas de películas imaginarias con sus plastidecores: sus primeros story boards. Fundido en negro. A los catorce años se tropieza en la calle y se da un fuerte golpe en la cabeza, lo cual provoca un enajenamiento pasajero que le hace entrar al seminario (no sé si ocurrió así, es que si no no me lo explico…); Scorsese quiere ser Monseñor Martin, y darnos a todos sus fieles una buena hostia (con perdón). Por fortuna para la cosa esta del celuloide, se da cuenta de que el sueldo de director es mejor que el de sacerdote y decide volcarse en el cine. Gracias, Señor, y nunca mejor dicho… Pasamos a la Universidad de Nueva York, donde conoce a Brian de Palma, comienza a ganar premios estudiantiles de cine y escribe el guión de su primera película, “Who´s that knocking at my door?”. O sea que aprovechó el tiempo (no como yo…). Hasta aquí el momento “Esta es su vida”, ahora toca hablar de cine y de los componentes religiosos de su obra: redención y culpabilidad.

“Por mi culpa, por mi culpa, por mi grandísima culpa”: dícese del famoso latiguillo católico que permite a sus fans perdonarse a sí mismos cualquier atrocidad cometida, incluso aquellas no perpetradas en nombre del Señor (que también las hay). Scorsese se empapa del concepto (el conceto es el conceto, Pazos dixit) en el seminario, de tal manera que ha ido haciendo hincapié en el asunto a través de su brillantísima y exuberante filmografía. Vamos a ver cómo va tocando el tema a través de algunas de sus películas.

-"Malas calles". La primera llamada de atención de Scorsese: hola, estoy aquí, voy a ser un clásico. Un tratado de culpabilidad barrio-italiana a través del inmenso Harvey Keitel, componiendo un chorizo católico-practicante deseoso de una vida mejor.

-"Taxi Driver". Primer clásico indiscutible. Casualidad, primera colaboración con Paul Schrader, ese profesional del culpabilismo y la redención. Scorsese apabulla a todos con la historia del insomne, solitario, inadaptado taxista ex-vietnamero Travis Bickle. Reconocedlo: todos habéis imitado delante del espejo lo de “Are you talkin´to me?”. Incluso sin saber inglés... Travis decide redimir a esa sociedad desvencijada y deforme que ni le mira a los ojos de la única manera que acaba llenándole: a tiro limpio.

- "Toro salvaje". Considerada por muchos como la mejor película de los ochenta. Por tanto, no ganó el Oscar (ganó “Gente corriente”, una película ídem). Recién salido de una sobredosis, Scorsese pergeña esta obra maestra indiscutible en la que pone los cimientos de lo que ha de ser una película de boxeo, aunque desde luego es mucho más. Jake La Motta (Robert de Niro, genial, e hinchándose-deshinchándose como un globo: a partir de aquí muchos actores creyeron que si engordaban 30 kilos o se afeaban convenientemente ganarían un Oscar. Por desgracia, varios de ellos/as acertaron) sólo es persona en el ring. Y, al final del film, en el escenario. Más que una redención, es una huida hacia delante. Huida de sus múltiples pecados.

-"La última tentación de Cristo". Nueva combinación explosiva con Schrader. El Cristo de Scorsese está lleno de dudas, de vacilaciones, es todo un ser humano. No es hasta su iniciático viaje al desierto donde comienza a darse cuenta de su status mesiánico. Un Jesucristo pecador, humano, incluso político. Extraordinariamente polémica, por tanto: la Iglesia y sus hooligans pusieron el santo (nunca mejor dicho) en el cielo. No entendieron el, en realidad, profundo catolicismo de la cinta. Ellos se lo pierden.

- "Uno de los nuestros". Para muchos es la mejor película de Scorsese. Por tanto, tampoco ganó el Oscar (lo perdió a manos de...”Bailando con lobos”... necesito un ansiolítico...) Ritmo endiablado, banda sonora cargada de clásica música americana, y una antológica frase final: “Ahora he de vivir el resto de mi vida como un gilipollas”. O sea, que a Nicholas Pileggi, el guionista principal del film, le interesa menos la redención: en el fondo, es un nostágico de la mafia organizada. Cada uno sabía el papel que le tocaba. Se podría decir que forma un díptico con “Casino”, puesto que los temas que toca son los mismos, aunque situando la acción a un nivel superior en la organización criminal.

-"El cabo del miedo". Taquillazo de Marty, en una de sus películas, quizás, menos personales, más adheridas a un género concreto; el cual, sin embargo, no estaba ni mucho menos tan desarrollado (=explotado) como ahora. Sus concesiones a la posteridad han sido el lametón digital de Juliette Lewis y la parodia de Cruz y Raya del Max Cady de tito Roberto; pero se muestra como pieza fundamental de la trama el sentimiento de culpa del abogado Sam Bowden (Nick Nolte), mal defensor de Cady en el pasado, y marido infiel en la actualidad. Un cielo de hombre.

-"Al límite". Una de las menos conocidas. Pero nos viene al pelo para este aborto de ensayo pseudocinéfilo que estoy perpetrando. Nueva colaboración con el calvinista Schrader; mucha iconografía religiosa (esos cuerpos estirados en el suelo en forma de cruz, esa mujer llamada María que se considera virgen), y otra redención en el haber del inquieto guionista. En este caso, una salvación por parte del personaje de Nicolas Cage, la cual ha precedido a un fracaso anterior que ha cargado a Cage con la culpa de no haber podido hacer nada. Viva la fe.

Por supuesto, hay algunas películas más en la filmografía scorsesiana que merece la pena comentar. Pero en lo que se refiere a los temas católicos favoritos (culpa y redención), diría que estas son las más significativas. Para que luego digan que el cine de Scorsese habla de violencia y mafias gangsteriles. Hablando de gangsters...

Bueno, de “Gangs of New York” hablaremos otro día...

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