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EL REY HA MUERTO, VIVA EL REY



Ñoras, ñores, acabamos de cerrar página de una de las series que, poco a poco, se ha ido colando para colocarse entre una de las mejores dentro de la época de oro de la televisión, lo que no es poco.  Me refiero, por supuesto, a Breaking bad.

La suerte ha hecho que coincidiera su final con el de otra serie que empezó muy alto, Dexter, lo que ha hecho mucho más cruel la diferencia entre ambas. Mientras que la serie del famoso asesino en serie de Miami tenía sus altibajos y no ha convencido al final de sus seguidores, Breaking bad comenzó de una manera muy modesta, con una primera temporada muy corta que denotaba la falta de confianza que tenían en ella, pero temporada a temporada, su interés ha ido aumentando sin parar, hasta llegar a unos capítulos finales realmente no aptos para cardíacos y dejando a todos más que satisfechos.

¿Qué tiene de especial esta serie? Sus protagonistas no son jóvenes ni guapos, ni buscan nuestra simpatía, y probablemente ese seria uno de los motivos por los que las cadenas tenían tantos reparos en aceptarla. ¿Una serie sobre un fracasado profesor de química, cercano a la jubilación, a quien diagnostican un cáncer y decide convertirse en "cocinero" de droga, a fin de asegurar el porvenir de su familia? ¿A quien podía intereresar eso? Qué equivocados estaban.

Vince Gilligan ya había trabajado en una serie que había contribuido a cambiar la televisión: Expediente X, y tomó buena nota de la forma de entenderla de Chris Carter ; de hecho buena parte del reparto de Breaking bad pasó  por Expediente X, de modo que ¿quien sabe si empezó a crearse allí, entre persecuciones del FBI y abducciones extraterrestres?

Creo que ya ha llegado el momento de hablar del reparto de BB, porque uno de los motivos fundamentales de su éxito han sido las extraordinarias interpretaciones que nos ha regalado.

Comenzamos con Bryan Cranston, que encarna a Walter White. Su evolución de gris profesor a amo del mundo de la droga ha sido magistral, dotándola de infinitos matices, hasta el punto que puede hablarse de dos personas distintas: Walter  y su "alter ego", Heisenberg. Lo que tienen en común ambos son un ego descomunal, su inteligencia, perfeccionismo y una capacidad para mentir y/o manipular sin límites. En realidad, Heisenberg es la forma en que salen a la superficie facetas de él que siempre había tenido, pero nunca se había atrevido a demostrar.




A su lado está Jesse Pinkman, ex-alumno de Walter y camello de tres al cuarto, a quien acude éste para que le introduzca en el negocio de la droga y le ayude a fabricarla. Jesse habría sido feliz si su vida hubiera seguido como hasta entonces, con sus trapicheos y sus amigos frikis, pero el cruzarse con el mejor cocinero de droga del mundo poco a poco le irá destrozando, a medida que van ascendiendo.  De pocas luces, y acostumbrado a que todo el mundo le menosprecie, tan sólo tiene una norma absolutamente inquebrantable: a los niños hay que dejarles en paz. El personaje tenía que haber muerto la primera temporada, pero la actuación de Aaron Paul y su química con Cranston le hicieron imprescindible, ya que su relación es una de las mejores cosas de la serie: los dos empiezan despreciándose, pero necesitándose mutuamente, por lo que poco a poco van creando una especie de dependencia paterno-filial. Es sumamente significativo que siempre, hasta los tres últimos capítulos, Jesse siempre llamó a Walt "Mr. White", como muestra de respeto, o que Walter llamara a su hijo "Jesse" en una ocasión.

Tampoco hay que olvidar a maravillosos personajes secundarios como  Gus Frigg (Giancarlo Esposito), un impeturbable capo de la droga que se  oculta bajo una capa de respetabilidad en el negocio de los "Pollos hermanos", Mike (Jonathan Banks), su sereno y profesionalísimo "Mr. Lobo" particular, Saul Goodman (Bob Odenkirk), el abogado que se encarga del blanqueo del dinero y defensa de Walt, o el cuñado de éste último, Hank (Dean Norris), un agente de la DEA que se va obsesionando con el creador de la meta azul.

Y no olvidemos el tratamiento del color de la serie,su humor negro, sus colds openings, el uso de la cámara en ocasiones tomando el punto de vista de objetos, o que fueran capaces de convertir un episodio que aparentemente era de relleno, tan sólo con los dos protagonistas principales encerrados, en una pequeña maravilla llamada "The fly", por no decir que nos han dejado un puñado de frases que ya han pasado al repertorio colectivo, como " I'm the one who knocks", "Say my name", "Yeah, Mr. White! Science!" o muchas más.

Todo esto y mucho más fue (o ha sido) Breaking bad, una muestra de lo mucho que pueden llegar a ser las series. ¿Habrá dejado el trono vacío?


2 comentarios:

abril en paris dijo...

Una serie magnífica, la he disfrutado como pocas, así, desde la 1ª temporada con la que me reí muchisimo por el patetismo de los personajes, a tomarmela muy en serio.Ha ido creciendo y ganando temporada a temporada. Una de esa joyas que hay que ver y valorar. El final a la altura de la serie, de infarto.

Saludos

alicia dijo...

Bienvenida, abril, y gracias por tu comentario. La serie ha ido en un crescendo increible, volviéndose negrísima. Todos los episodios de esta segunda tanda de la temporada han sido de infarto hasta Ozymandias, a partir de ahí han sido un epílogo brillante y necesario

 
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