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LOST IN NEW ZEALAND: EL MAKING OFF DE "SALOMÉ"


El primer mockumentary de la historia, que Mi Majestad sepa, provino de un medio tan inicialmente ajeno como la radio, y fue pergeñado por un tal George Orson Welles. “La guerra de los mundos”, versión Mercury Theater, simuló, bajo el manto de la breve novela de H.G. Wells, una invasión extraterrestre que expandió el pánico a través de la credulidad medio-burguesa americana. Como sátira televisiva oficial, aparecieron los primeros falsos documentales en los cincuenta, aunque el término “mockumentary” fue una brillante idea de Rob Reiner, a rebufo de su excelente “This is Spinal Tap”. Posteriormente se han ido generalizando, tanto en cine como en televisión, a veces con el objetivo indisimulable de confundir al espectador puntualmente, la mayoría de ocasiones tratando de encontrar una optimizada sensación de verismo. Aunque la Wiki amplía el término a filmes como “REC”, “Muérete bonita”, “El proyecto de la bruja de Blair” o “Cloverfield” (llamar a esto último película es prostituir al Séptimo Arte), yo preferiría circunscribir el término al falso documental propiamente dicho. Empezando por la maravillosa “Zelig”, no hace falta rebuscar demasiado para encontrar ejemplos como “Holocausto caníbal” (aún hoy hay gente que cree que es real) (como el perro “cunnilíngüico” de Ricky Martin) “CSA”, “Operación Luna”, o la propia “This is Spinal Tap”. “Bob Roberts”, “Toma el dinero y corre”, “Borat”, que también suelen ser incluidas en esta clasificación, considero que tienen una estructura dramática más convencional a pesar de sus formas, así que no las relaciono con el término. Mockumentary como una casa, por el contrario, es “Forgotten Silver”, llamada en España “La verdadera historia del cine”, ideada y dirigida por el simpar Peter Jackson para la televisión neozelandesa en 1995, quien, debo confesar, me hizo comulgar con ruedas de molino (y para que un ateo como yo comulgue, aunque sea con Ferrero-Rocher, hay que echarle talento) durante parte del visionado de la película. Si es que, en el fondo, soy la viva expresión de la ingenuidad.

Forgotten Silver” está rodada con estructura de documental de cabo a rabo, títulos de crédito incluidos, aunque narrativamente, y por razones obvias, sus intenciones son más dramáticas de lo que estos ejercicios investigativos suelen ser. Peter Jackson, en primerísima persona, tal que si fuese Michael Moore (y en tonelaje deben de andar por el estilo) le habrían acusado de megalomanía, nos presenta la desconocida historia de Colin McKenzie, un emprendedor neozelandés nacido a finales del siglo XIX, de quien el accidental descubrimiento de unos antiquísimos rollos de celuloide le desvelan como auténtico pionero de la cinematografía. Sancionada la importancia del hallazgo por gente como Harvey Weinstein (guardaos las carteras), Jackson, junto a un grupo de colaboradores, se dedica a investigar la vida y milagros de McKenzie, que se descubre un auténtico pionero. Hechizado por las primeras imágenes del aún embrionario cinematógrafo, Colin se embarca en el estudio de las diferentes posibilidades del maravilloso invento. Filma el experimento de otro pionero (este real, aunque no está demostrada su hazaña), un tal Richard Pearse, que se demuestra como el primer hombre en conseguir hacer volar un aparato, algunos meses antes que los hermanos Wright. Se le considera el autor del primer largometraje de la historia, “The Warrior Season”, en 1908... ¡con sonido! Sin embargo, el público huye de las proyecciones al estar rodada con actores orientales que sólo hablan su idioma -a estas alturas Mi Majestad ya tenía, no una mosca, sino una plaga, detrás de la oreja-. En 1911 realiza la primera filmación en color de la historia, aunque sea durante 22 segundos. El fallecimiento de su hermano le afecta de tal manera, que deja aparcadas sus ansias científicas y decide dedicarle una obra de ficción monumental de inspiración bíblica, “Salomé”, que se convertirá en su “Don Quijote” (tanto para Orson Welles o para Terry Gilliam) particular.

Mientras gente como Sam Neill aporta sus puntos de vista sobre tan impactante aparición, el grupo de Jackson se dirige a unas perdidas tierras neozelandesas a la búsqueda de unos inmensos decorados que se supone que McKenzie construyó para hacer realidad su elefantiásica “Salomé”. Allí encuentran los rollos de celuloide de la película, finalmente terminada después de años de rodaje constantemente interrumpido por problemas financieros, presiones de inversores (entre ellos, una facción de la mafia y el propio Stalin, que pretendía convertir a San Juan Bautista en un disidente socialista). Finalmente, Jackson recrea una fastuosa presentación de un montaje del material encontrado (Harvey “Manostijeras” Weinstein, en un saludable ejercicio de autoparodia, afirma que “confío en que McKenzie, si estuviera vivo, aprobaría el recorte de sus tres horas de filmación a una hora de película”), y se nos enseñan secuencias del largometraje. Es aquí donde más se luce, en términos cinematográficos, Peter Jackson, al recrear a la perfección la textura del cine mudo, ya no solo al imitar el rayado y la vejez del celuloide, sino a través de las interpretaciones de los actores, físicamente calcados a los ideales de la época (Sarah McLeod, la actriz que hace de Salomé, parece sacada del túnel del tiempo), e incluso se permite un homenaje a “Nosferatu” a través del tratamiento de las sombras en una escena.

“Forgotten Silver”, a pesar de su estructura documental y televisiva, no deja de ser un homenaje, una declaración filmada, de Peter Jackson al cine, a través de la falsa historia de un valiente y desafortunado pionero. Un experimento formalmente impecable que no trata tanto de engañar al espectador como de utilizar al cine como argumento motor de un melodrama de superación personal que tantas veces el Séptimo Arte se ha encargado de narrar. Un Peter Jackson, en resumen, experimentador, honesto y arriesgado que, hoy en día, servidor echa bastante de menos.

4 comentarios:

Möbius el Crononauta dijo...

Muy bueno el documental, me gustó mucho cuando lo vi, casi tanto como el de Kubrick y la llegada a la Luna, que era más modesto visualmente pero la historia era mas jugosa.

De todas formas 'Forgotten Silver' merece la pena verse.

Saludos

Anónimo dijo...

Desconocía este "mock-documentary" sobre ese supuesto Colin McKenzie, de manera que acabo de reunir una información exhaustiva del mismo, lo que naturalmente me llevará a visionarlo, si es que puedo. Me imagino cual puede ser la forma. Nombras "Spinal Tap", un formidable "pseudo-documental", del que hace un par de meses escribí un post. Al margen de lo divertídísima , es una peli a tener en cuenta. Por supuesto no ha sido estrenada en España. A mí me prestaron el DVD.
Un abrazote.

Joan dijo...

Tomo nota de "Forgotten silver" y la añado a la lista de "Pendientes", tomo LXI, pág. 45.067.

Coincido con el epíteto de maravillosa para Zelig y exijo otro, quizá no tan grandilocuente, para CSA, muy buena también.

Tengo pendiente en el disco duro "Spinal Tap". Creo que hay un encuentro con Metallica, ¿no es así? Qué grande.

PS: El otro día mientras cenaba en un japonés comenté lo mismo:

- Pues "Holocausto caníbal" no estaba mal pero a mi no me dijo nada. Además, como era todo mentira

- ¿En serio? (Caras de incredulidad entre los comensales).

Saludos

marcbranches dijo...

Mobius, probablemente la historia de "Operación Luna" tiene más chicha; pero sólo por ver la manera de filmar "cine mudo" de Jackson, "Forgotten silver" ya merece mucho la pena.

Anro, recuerdo el post que escribiste sobre "This is Spinal Tap". Te gustará "Forgotten silver", si es que encuentras la manera de verlo (que tendrá que ser vía "burra de carga", me temo...).

Joan, he mencionado "CSA" y no por casualidad, es un excelente mockumentary, muy trabajado además, y que al final te deja de piedra cuando revela lo que era verdad y lo que no... Al final a los niños habrá que descubrirles a la adolescencia diciéndoles que los reyes son los padres... y que "Holocausto caníbal" es mentira. Saludos a los tres.

 
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