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ADIOS, MR. OJOS AZULES



Es difícil hablar de una persona cuando ha conseguido ser un mito en vida, porque Paul Newman consiguió ser mucho más que un icono de la belleza masculina y un nombre de salsa. Fue alguien admirado y respetado, algo realmente difícil en un mundo tan frívolo como el hollywoodiense.

En plena efervescencia de la irrupción de estrellas del Actor’s Studio, Newman no tenía la brutalidad de Brando, ni la vulnerabilidad de James Dean o la expresión atormentada de Montgomery Clift; por supuesto que tenía todos los tics del método, pero él tenía un aire de triunfador, a pesar de todo, que lo hacían diferente a ellos. No hay mas que verle con James Dean en una prueba: Paul con su corbata de pajarita y el cigarrillo en la oreja, y Jimmy jugueteando. Su rebeldía estaba encaminada a escalar socialmente, usando su físico para ello, y no había película en la que en alguna escena tuviera que exhibir su pecho desnudo; si encima tenía una coartada cultural, como la de haber sido escrito por Tennesse Williams o William Faulkner, mejor que mejor, como fue el caso de La gata sobre el tejado de zinc caliente, Dulce pájaro de juventud o El largo y cálido verano.

Pero también participó en algunas de las mejores películas no ya de esa época, sino del cine americano, como El buscavidas, La leyenda del indomable, donde estuvo realmente brillante, haciendo de perdedores que se niegan a serlo. Hitchcock, Huston, Premminger... casi todos los mejores directores trabajaron con él, abarcando géneros tan distintos como el de la comedia, el western o el drama. Él también quiso probar fortuna detrás de las cámaras, y sus películas El efecto de los rayos gamma sobre las margaritas, o Raquel, Raquel, mostraron una gran sensibilidad para tratar dramas muy intimistas, siempre protagonizados por su mujer, Joanne Woodward. Porque otra de las cosas que distinguió a Newman de la oledada de “rebeldes sin causa” es el de haber formado un matrimonio a prueba de bomba, algo realmente atípico en Hollywood.

Si con Elizabeth Taylor tuvo el duelo de los ojos mas famosos de la historia del cine, su otra pareja por excelencia fue Robert Redford, con quien rodó Dos hombres y un destino y El golpe, dos de sus mayores éxitos. Las nuevas generaciones no le olvidaron del todo, ahí están los Coen con El gran salto, o Sam Mendes en Camino a Perdición, que creo que con justicia debería considerarse su testamento cinematográfico.

Me gustaría recordarle tan rebelde e irreductible como en La leyenda de el indomable, y creo que la mejor despedida sería como la que le dedicó Cool hand Luke a su madre en esa película al enterarse de su muerte: cantando a ese Jesús de plástico, desafiante y orgulloso, a pesar de la lágrima que se desliza por su mejilla, pero sereno.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

No se dónde anduve metido que no me había enterado de la triste noticia hasta que la lei en el Bloc de Josep.El mejor homenaje que podemos hacerle a este hombre es ver una por una todas sus maravillosas pelis y reflexionar sobre lo que es un ACTO así con mayúsculas.
Un abrazote.

Möbius el Crononauta dijo...

Los cinéfilos nos estamos quedando huérfanos de grandes nombres. Paul Newman fue de los más grandes, y al menos su memoria y sus ojos seguirán con nosotros en sus películas. Ojalá siga haciendo carreras de coches allá donde esté.

Un saludo

alicia dijo...

Anro, Móbius; sin duda el mejor homenaje que se le puede hacer en recordarle en toda su plenitud, tantó física como interpretativa. Afortunadamente nos ha dejado muchos y muy buenos recuerdos

Castigadora dijo...

Pasé por aquí porque sabía que haríais un justo retrato del que para mi es un actor muy especial. He sentido muchísimo su perdida.
Si te has criado, como yo viendo sus películas del Oeste, porque a tu padre le encantaban, o las romanticas, porque tu madre no podía dejar de verlas, sabes lo que te cuento. Además de eso su brillantez como persona, era exquisita. Huerfanos? o sí, desde luego.
Aun recuerdo la primera vez que vi la Gata sobre el tejado de zinc, y me enamoré de la escena del camisón en el baño. A eso le siguió todo el repertorio de Paul. Para mi posiblemente el más grande de su época.
Un saludo

Josep dijo...

Newman se fue convirtiendo con el paso del tiempo en un modelo a seguir, no tan sólo dentro sino también fuera de la pantalla. Un actor que creció con los años en sabiduría artística mientras se mantenía, como bien dices, irreductible en sus convicciones, alejadas de populismos de papel couché barato.
Saludos.

alicia dijo...

Gracias, Castigadora, espero que el comentario no te haya decepcionado. La escena que comentas de La gata sobre el tejado de zinc es preciosa, el primer síntoma de que va cediendo ante el poder de la gata.
Cierto que era un modelo a seguir, Josep, ya que aparte de su modélica vida privada, totalmente apartada del cotilleo, se dedicó a la beneficiencia de una manera admirable

 
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