Insistir en los insondables caminos de la distribución del cine en España, de los que “El tren de las 3:10” es la penúltima prueba, resultaría un ejercicio bloguístico reiterativo, puesto que muchos ya han tratado como se merece el asunto. El último trailer colgado en esta página, el retraso en el estreno de “El caballero oscuro” o “Los cronocrímenes”, y casos sangrantes en sala de espera como “My blueberry nights” o “I'm not there” son sintomatología de que algo no funciona por aquí en la cosa esta del cine. En vez de horadarme el humor con este tema, prefiero arrancar con el curioso caso del género cinematográfico más americano que existe: el western. Recuerdo que hace algo más de una década, y a rebufo de una obra maestra llamada “Sin perdón” y, en especial, del éxito de “Bailando con lobos”, hubo un resurgimiento repentino de un género que estaba en respiración asistida. “Tombstone”, “Rápida y mortal”, “Wyatt Earp”, “Cuatro mujeres y un destino”, “Geronimo”... todo el mundo se apuntaba al carro, incluso gente tan a contracorriente como Jim Jarmusch, con la soporífera “Dead man”. La resurrección duró poco, y la industria y el público volvieron a olvidarse del género de pistolas, indios, desiertos y bolas de paja rodantes que tantas alegrías dio al cine en los años dorados. Sin embargo, el western tiene un instinto de supervivencia muy propio de sus personajes, y van apareciendo proyectos bajo su manto (incluso en televisión, con la aclamada “Deadwood”) que siguen alargando la leyenda con algo más que dignidad. El nuevo acercamiento de Kevin Costner con “Open Range” fue desechado por el público (el peso del agua, uséase, “Waterworld”, es demasiado grande) pero no por buena parte de la crítica. Lo mismo se puede decir de la magnífica “El asesinato de Jesse James”. “El tren de las 3:10”, remake de la película de Delmer Daves de 1957, no es que se haya comido la taquilla, pero ha sobrevivido con dignidad, y es una de las mejores películas americanas que se hayan podido ver este año en este país. Y el año pasado en los yuesei. Cagüentó.
“El tren de las 3:10” está basada en un relato corto de Elmore Leonard, habitual alimentador del cine hollywoodiense, que en sus inicios se dedicó a escribir novelas pulp ambientadas en el Oeste. No entraré a comparar esta versión con la de Davis porque a mí no me gusta transitar los manidos caminos del cotejo entre ambas versiones, yo soy un crítico original y ecléctico que no necesita tirar de formulismos para hilar un discurso que blablabla... vamos, que no he visto la primera. Pero esta película de James Mangold, director irregular que parecía haber perdido el pulso desde su interesante opera prima -“Copland”-, es una de las más interesantes propuestas que nos ha llegado este año desde el otro lado del charco. Un largometraje sólido, bien interpretado, bien fotografiado, que respeta los códigos del género, sin perderse en el homenaje pero evitando pretensiones de reinvención del género. “El tren de las 3:10” es la historia de un granjero, Dan Evans (Christian Bale) acuciado por las deudas, que se suma, por dinero, a un grupúsculo de pistoleros cuya misión es escoltar al famoso bandido Ben Wade (Russell Crowe) a la ciudad de Contention, donde cogerá un tren (sí, el de las 3:10) (que, por cierto, acaba llegando algo tarde, lo que me hace preguntarme si será un tren barcelonés de Rodalies) que le trasladará a la prisión de Yuma, donde será adecuada y civilizadamente ahorcado. La banda de Wade, liderada por un asesino frío y de contados escrúpulos, Charlie Prince (Ben Foster), no va a poner las cosas fáciles... ni tampoco el propio Wade.
Contado así, sus dos horas de duración se antojan excesivas. No es así en la práctica. La narrativa de Mangold es fresca y fluida, a pesar de su querencia por los diálogos y los personajes más que por la acción, que sin embargo la hay, y de la buena. Mangold se deja de maniqueísmos y se preocupa por los prismas y las atmósferas. Los prismas, al mostrarnos la fascinación que produce el mal (en este caso, Wade) a través de los ojos del hijo de Evans, que no puede evitar mostrar una simpatía no explícita por ese canalla charlatán y sugestivo, hacedor de su propio destino, todo lo contrario que su padre; incluso en la esposa de Evans provoca ese efecto, a pesar de que la brevedad del personaje. También Evans es observado través del prisma de Wade, en este caso como un hombre luchador, tenaz, noble, con los pies (bueno, el pie) firmemente anclados en la tierra; un hálito heroico que el forajido respeta en progresión geométrica a medida que el trastabillado viaje sigue su curso.
Prismas, decía, y atmósferas. Si algo caracteriza al western es el extremo olor a violencia que suelen emanar sus pasajes y paisajes; la sensación de que en cualquier momento una pistola se puede disparar para resolver el más mínimo conflicto. El western es un género de hombres conviviendo con la muerte en sus caballos, y Mangold lo sabe, y sabe transmitirlo en su película, apoyado decisivamente en la excelente y nominada banda sonora de Marco Beltrami. Y sustentado, claro está, por las interpretaciones de sus protagonistas, dos estrellas indudables del firmamento jolibudiense. Russell Crowe tiene el papel más agradecido, y se nota que lo disfruta, sin empeñar demasiado esfuerzo en ello; un seductor nato, un charlatán de feria que atrae a las voluntades débiles como moscas, un libertino despreocupado y tramposo. A Christian Bale le toca un personaje menos agraciado, pero sabe darle la intensidad y la humanidad necesaria para acabar conquistando el corazón del espectador a golpe de nobleza, humildad granjera y pasado imperfecto. Otro gran trabajo de Bale, que sin embargo empieza a necesitar urgentemente una comedia para relajar un poco los músculos, que se le van a acabar atrofiando con tanta concentración, introspección y tortura interior. Ríete un poco, Christian, leche. Por otra parte, se ha alabado mucho el trabajo de Ben Foster; sin embargo, a mí me transmitió la impresión de estar en una película diferente, interpretando a un matón chalado de la mafia. Su sobreactuado sicario de gatillo fácil chirría, no encaja. Los demás secundarios (incluido Peter Fonda) cumplen su cometido con competencia.
“El tren de las 3:10” no es una obra maestra. Tiene inconsistencias de guión, para mí la más flagrante la absurda facilidad con la que es cazado el forajido Wade. La escena final tampoco es un dechado de solidez argumental precisamente -ojo al tema cojera-, y es lo que más se ha criticado del filme (curiosamente, es el gran cambio respecto del original); sin embargo, hay que reconocer que es emocionante, que enaltece a los personajes principales y que le da un aliento épico a la película que a lo mejor le ha faltado durante el metraje. Y, en cualquier caso, un simple silbido final nos descubre que, a fin de cuentas, el gesto de Ben Wade no será tan sacrificado como pudiera parecer. Dicholocualo, me voy, que esto me ha quedado larguísimo. ¿Dónde habré dejado aparcado el caballo?
9 comentarios:
Muy buena película. Me gustó precisamente por que se ajusta a los cánones del genero, es un western clásico y sale airoso.
Excelente reseña, compa Marc, de una peli que mi mujer intentó (sin conseguirlo) ver este fin de semana; es lo que tiene vivir en ciertos sitios, a los que no todo llega (¿no todo? no llega casi nada, más bien -o más mal, para ser más precisos...-). En fin, lo de siempre....
Ah, eso sí, yo no termino de ver nada claro lo de la resurrección recurrente del western como género vigente; más allá de que puedan ir surgiendo -como así sucede- piezas sueltas de forma esporádica, creo que el género, como tal, como corpus vivo y pujante, quizá no tenga hoy demasiado sentido. Aunque también entiendo que esto daría para una discusión larguísima y tendidísima, supongo...
Un abrazo.
Maldita sea, creía que Russel Crowe había rodado dos westerns... entonces ésta es el remake de "Yuma", ¿no? Con lo que tardan en llegar algunas pelis y las traducciones de títulos me acabo armando un lío tremendo.
Bueno pues habrá que verla.
Saludos
Anchiano, efectivamente la película respeta los cánones del género pero no se queda atrancada en ellos, es un equilibrio admirable en ese sentido. A los otros dos, ya sabéis, a hacer los deberes y luego a pasar por la consulta del profe marcbranches. Saludos a todos.
Ja,ja... la verdad es que no a veo a Christian Bale haciendo comedia. No sé, igual es que aún le dura el trauma infantil de la Segunda Guerra Mundial (por lo de El imperio del sol), y nadie consigue arrancarle una sonrisa.
Pero, sí, es muy cierto que lo único que le van son los personajes atormentados, obsesivos y seriotes. Cosa que no creo que vaya a cambiar en su próxima película, 'Public Enemies' persiguiendo a John Dillinger/Johnny Depp.
Película esa que mencionas, Carles, "Public enemies", que particularmente tengo muchas ganas de ver. Pero insisto en que Bale haciendo comedia es algo que necesitará hacer tarde o temprano. Y además, ya tendría el logo de la película hecho, homenajeando a Greta Garbo: "¡Bale ríe!"
Ja,ja,ja... "Baletchka"
Hola,
La he visto esta tarde, así que la tengo fresca. Aunque mi fuerte no son las películas del oeste, ésta me ha gustado. Básicamente porque siendo un western no pretende ser otra cosa o al revés, como, bajo mi punto de vista, creo que pasa con alguna de las pelis que mencionas en tu introducción (léase Rápida y Mortal, por ejemplo).
En ésta no hay un solo minuto del metraje sin acción, no hay tregua para relajarse ni en la contienda física ni en la moral. Me ha resultado imposible posicionarme a favor de “los buenos” o de “los malos”. Dos buenos papeles los de Wade, el forajido fascinante y cruel y Evans, el granjero íntegro y honesto, y cómo me ha gustado como los defienden Crowe y Bale (qué guapos, por cierto).
Ésta no la he podido ver en v.o. pero a cambio la he visto en una sala de las de pantalla grande, de las que me recuerdan por qué me gusta ir al cine.Una gozada.
En fin, saludos y no te preocupes por el caballo, silba.
Hola viena, siempre un placer recibirte en la chabolita. Yo tampoco soy un gran enamorado del género, así que el hecho de que a los no-westernófilos nos guste el film es un punto importante a favor de Mangold. A mí no me parece mal que se trate de revisionar un género que ya ha dado mucho de sí; otra cosa es que el resultado sea satisfactorio. "Rápida y mortal" no deja de ser, en realidad, un cómic: quizás visto así le encuentres la gracia.
Qué difícil nos ponen, cada vez más, poder ver cine en pantallones como dios manda. Jodidas multisalas. Saludos.
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