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OFICIALES Y CABALLEROS



Bueno, ya era hora que Renoir apareciera en La linterna, así que… ¿cómo? ¿Qué Marcbranches habló de La regla del juego? Pero si para él Renoir tan sólo es el nombre de unos cines… En fin…

A lo que íbamos, Jean Renoir nos dejó una obra muy valiosa, que vale la pena revisar,pues fue un auténtico maestro, y uno de sus títulos más prestigiosos fue La gran ilusión.

Dicen que la I Guerra Mundial fue la última guerra de caballeros, y esa es la impresión que da la película. Unos militares franceses son detenidos por los alemanes y encerrados en un campo de prisioneros. Como consideran que la obligación de un soldado es intentar escapar, sus intentos de fuga hace que inicien un peregrinaje por diversos campos de prisioneros hasta llegar a una fortaleza que dirige –precisamente- el alemán que los detuvo, Von Rauffenstain (Von Stroheim), ahora relegado debido a sus lesiones.

El sentimiento de caballerosidad que existe entre todos es lo que más llama la atención, representado especialmente por los personajes de De Boieldieu (Pierre Fresney) y Von Rauffenstain; ambos son oficiales, de familias aristocráticas de larga tradición militar, y tienen una relación de admiración y respeto mutuo, pero lo que les diferencia es que el alemán ve que el mundo que conocieron está desapareciendo, ya que ahora hay oficiales que provienen de la clase obrera, y al francés no le importa ese cambio y lo acepta como algo inevitable. Gane quien gane la guerra, nada volverá a ser igual para ellos.

Pinceladas de humor, escenas como los números de vodevil de los prisioneros, en el que se combinan armoniosamente franceses, ingleses y rusos, o la impresión que tienen al ver a uno de ellos vestido de mujer, son buenas muestras del saber hacer de un maestro como Renoir y de su humanismo. La forma de presentar en la fortaleza a Von Raufenstain, a través de sus objetos, es muy reveladora, de alguien para quien las apariencias y los modales lo son todo, y se aferra al pasado de la misma manera que intenta cultivar una flor en su balcón. Yo diría que detalles como esos, así como sus lesiones, fueron ideas de Stroheim,ya que tienen su sello, pero el director las supo apreciar en lo que valían, y Von Stroheim compuso uno de sus mejores personajes.

El otro lado de la moneda es Marèchal,(Jean Gabin, otro grande del cine francés), que es de origen humilde y ha ascendido en el ejército a base de sus propios méritos, que desea volver a su vida tranquila de antes en el campo, ya que odia la guerra, pero hace lo que puede para sobrevivir. No comprende a Boieldieu, aunque le respete, son demasiado distintos, pero tiene un instinto natural de líder del que carece su compañero. Las diferencias no vienen dadas por la nacionalidad, sino por las clases. Ya ni las guerras son lo que eran.

5 comentarios:

Manuel Márquez dijo...

Pero este Renoir, compa Alicia, ¿no se dedicaba a la pintura...? En fin, otra más que apuntar a la lista de pendientes de ver: ya las apunto en papelitos, para no saturar el disco duro ni la memoria del ordenador...

Un fuerte abrazo y buena semana.

ANRO dijo...

Es fácil caer en la confusión de nuestro amigo Manolo. De todas formas Jean REnoir era hijo de Pierre Auguste (justamente el pintor)Muchísimos de los encuadres que empleó el director en sus películas son fruto de los genes artísticos que heredó.
Alicia, no te me pongas sarcástica con tu socio. Rompo mi lanza por él acerca de sus conocimientos del cine clásico. El hecho de que el hombre de vez en cuando nos suelte delirios sarracenos no te da patente de corso para denostarle de forma tan rastrerilla...¿ok,nena?
En serio, esta peli es de obligatorio pase para todos los amantes del cine y los que no la hayan visto que se espabilen rápido, Ale!
Un abrazote.

alicia dijo...

Como muy bien ha dicho Antonio, Manuel, Jean Renoir era hijo de ese gran maestro del impresionismo, y le dedicó un homenaje precioso en Une partie à la campagne, enla que parece que los cuadros de su padre hubieran cobrado vida. Te aseguro que Renoir es un director muy a tener en cuenta y vale la pena descubrirlo.
Para una vez que me meto con Marcbranches, Antonio, no te preocupes que él todavía me lleva la delantera en este aspecto. Y totalmente de acuerdo en que es una película de visión obligada; una de las que podrían considerarse patrimonio de la humanidad, vamos.

Josep Lloret Bosch dijo...

¡Caña! ¡Caña! Es divertido ver como otros se tiran puyas... :-)

Recuerdo haber visto esta película en la tele hace la tira de tiempo, cuando la tele era un medio de cultura y me acuerdo porque llegué a la misma conclusión que tú, Alicia, respecto a que quizás el interés de Renoir (hijo, que no, no es el dueño de los cines) por destacar el imparable avance democratizador en el seno del estamento militar.

Von Stronheim era un genio, delante o detrás de la cámara, está claro.

Me has abierto el apetito de volver a verla, Alicia, con tu comentario.

Saludos.

p.d.: Manuel: tengo por ahí de sobras un paquetito de postits, que lo sepas.... :-) :-)

alicia dijo...

Hay que ver como sois,Josep, lo que os gustaría vernos a Marcbranches y a mi enfrascados en una guerra hawksiana.
Totalmente de acuerdo con lo que dices sobre la democratización del ejército; pero yo diría que la mirada de Renoir era que, aunque lo veía necesario e inevitable, no dejaba de sentir una cierta nostalgia por la desaparición de esa caballerosidad que existía entonces.
Y por supuesto que estoy también totalmente de acuerdo respecto a Stroheim, genio y figura, que tenía una presencia impresionante.

 
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