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NO SIN MI HIJA


Como quien no quiere la cosa, me he dado cuenta de que estoy en deuda de tres sagas que, con cadencia de caracol, voy saldando poco a poco. Una es la Santísima Trilogía, otra es la Padrinística Trilogía, y la tercera es la Tetralogía Alien, quizás la más ecléctica de todas, debido a las personalidades tan divergentes que han tirado del carro en cada una de las entregas. Aunque la tercera y la cuarta partes son, cada una a su manera, tan fallidas como parcialmente reivindicables, no cabe duda de que quienes elevaron a Ripley y su bichardo a la categoría de mito cinematográfico popular fueron dos de los directores más engreídos, egocéntricos y megalomaníacos de las últimas tres décadas: Ridley Scott y James Cameron. Leer o escuchar una entrevista con cualquiera de estos dos sujetos puede conducir a la caída de cabello, malestar general, hinchazón de nudillos, aparición de enfermedades venéreas desconocidas y brotes espontáneos de gastroenteritis; si les hacemos caso, llegaremos a la inexorable conclusión de que han reformulado géneros, han reinventado el cine y, si quisieran, encontrarían la cura para el cáncer. Por desgracia, su talento es igual de incuestionable, así que cualquiera les tose. Entre ambos, trasladaron al monstruo de H.R. Giger a la categoría de mito desde perspectivas tan contrapuestas como complementarias. De “Alien” ya hablamos en su momento, y ahora toca “Aliens”. En plural. Uséase, bichardo en proporción geométrica. Mamá-caca.

Sería injusto analizar “Aliens” desde la comparación con “Alien”, puesto que su entidad propia es tan indiscutible que muchos la consideran superior a su predecesora. No sé si me atrevería a afirmar eso con tanta contundencia, pero sí que hay una verdad palmaria: Cameron es el que más aporta al mito Alien, y con mucha diferencia. Todo el ciclo de vida del monstruo es cosa suya, y el concepto de la Madre Reina también; ambos se encontrarán presentes en las dos secuelas subsiguientes, así como en la imaginería multimedia que ha acompañado al mito. Por lo demás, se podría decir que si “Alien” era un silbido, “Aliens” es un trueno. La primera era una serie B de terror en esencia; la segunda es un blockbuster de acción y aventuras, espléndidamente rodado, como sólo un Cameron en estado de gracia, aún hoy, puede hacer. Esta secuela es un “crescendo sostenuto ma tronabile”, que se permite mantener la angustiada atención del espectador durante la primera hora sin necesidad de hacer aparecer al alien, a base de una narración fluida y pausada a la vez, que nos entrega a Ellen Ripley en pleno embate (escena-trampa incluida) con las consecuencias psicológicas y burocráticas de su encontronazo alienígena. Una vez la teniente, abrasada por sus pesadillas, acepta acompañar a una avanzadilla de marines al planeta LV-426 (planeta que ya conocemos...), donde han perdido el contacto con una colonia de trabajadores, la acción y el espectáculo toman el mando con brazo férreo y apariencia de género bélico. La ambientación castrense es acertadísima y muy verosímil, a lo que ayudó, posiblemente, el reparto entre los actores de volúmenes del libro “Starship troopers” de Robert Heinlein, referencia indudable de la película. Cameron provoca que el espectador respire con las respiraciones de los personajes, sude con su sudor, y tema con sus temores. El diseño de producción es impecable (aunque parezca increíble, sólo se utilizaron seis figuras de alien en el rodaje), al igual que las localizaciones de interiores: pasillos angostos, habitáculos angustiosos, pasadizos de metal, naves de corte industrial, todo suena herrumbroso, metálico, pesado, falta el aire. Aire.

En mi opinión, el gran acierto de la saga es el respeto de los distintos autores y de Sigourney Weaver por Ellen Ripley. Es la gran heroína de acción por excelencia, y no precisamente por su atractivo físico o su capacidad para las artes marciales o las armas. Ellen Ripley es un personaje que siente, que evoluciona, que, a medida que se pergeñan secuelas, va consolidando su desgraciado vínculo con el engendro alienígena. En “Aliens”, Ripley, que ha estado hibernada durante 57 años, ha perdido a su hija, y encuentra en la niña superviviente de la colonia, Newt (Carrie Henn, que nunca volvió a actuar) a una especie de nueva posibilidad de vivir una maternidad. Por otra parte, Sigourney, una extraordinaria actriz (nominada a tito Oscar por este film), nos hace partícipes del sufrimiento de Ripley, así como de su descarnada voluntad y de su entereza a prueba de “facehuggers”, que la llevan a tomar el mando moral de la cada vez más diezmada hueste. Su enfrentamiento final con la Reina Madre, arrancada por ese mítico “get away from her, you bitch!” (no menos mítica es la traducción ibérica: “¡aléjate de ella, puerca!”. Uséase: bitch=gorrina de corral), es un clímax orgásmico que, en cualquier caso, culmina una horda de set-pieces a cual más antológica. Un cierre perfecto para una de las mejores películas del género fantástico de los ochenta y de más allá (y más acá) que reinventó el concepto del alien-bichardo de Giger, formuló buena parte de su mitología y acojonó a las plateas de medio mundo, cuyos espectadores, durante unos días, se despertaron en mitad de la noche empapados en sudor y tocándose nerviosamente el vientre. Bitch.

10 comentarios:

Hatt dijo...

Suscribo lo que has escrito, incluso esa reivindicación a un Alien sectario (de la tercera) y un Alien bizarro y peculiar (de la cuarta).

Y por supuesto, que maravilla ese tono de película bélica de la segunda y la claustrofobia más marcada de la primera.

Un saludo.

Anchiano dijo...

La tercera me gustó bastante. Como propuesta estética, en aquella prisión perdida de la mano de dios e infectada de piojos, me agradó bastante, esa es la verdad. La cuarta es bastante flojilla, pero se deja ver, aunque ya es hija de su tiempo.

En general toda la saga mantiene una cierta coherencia, gracias, como muy bien apuntas, al nexo de unión que supone el personaje de la Weaver. Andamos escasos de buena Sci-fi en el cine, me cago en todo.

Hernán dijo...

Increíble película. Es superior a la primera, hay que decirlo. Más que nada porque juega en distintos niveles y en todos ellos sale victoriosa. Abarca el tono claustrofóbico y oscuro de la primera pero suma la acción descarnada y explícita. Cameron toma el rasgo formal más recordado de la original (el fuera de campo) y lo resignifica de la forma más inteligente. Una escena extraordinaria lo evidencia. Ripley y los soldados están encerrados en una habitación mientras una señal de radar les advierte la inminente llegada de los aliens (10 metros, 8 metros, 6 metros...). Es aquí cuando uno de los soldados señala "¡imposible, eso es dentro de esta habitación!". El montaje alterna con tensión entre el aparato de radar que señala el avance continuo del enemigo y la habitación vacía, horrorosamente silenciosa. Después todos recuerdan: los bichos llegando por encima del techo, los disparos, la pelea, etcétera. Imposible una mejor combinación de los dos recursos formales más importantes del género de terror (lo visible y lo no visible, el campo y el fuera de campo).
Muy bueno el post. Saludos!
Hernán.

marcbranches dijo...

Buenos días. Anchiano y hatt se suman a la reivindicación parcial de las siguientes secuelas. Sin duda, la de Fincher es interesante, aunque parece que el guión pasó por tantas manos que a poco estuvo de firmarla como Allen Smithee. Quizás su problema era que, después del pifostio de la segunda parte, un solo alien parecía un rival menor, por mucho que el ambiente (encerrados, sin armas) dijera lo contrario. Aún así, tenía ideas interesantes, y otra frase de Ripley para la historia: "llevas tanto tiempo en mi vida, que no recuerdo otra cosa". La cuarta, efectivamente, es hija de su tiempo, pero una hija algo pendenciera. Apaplearon a Joss Whedon por el guión, pero este se defiende diciendo que, aunque el libreto no fue demasiado modificado, todo lo interpretaron mal; y esa es la sensación que transmite. Su estética y espíritu no es "alien", es otra cosa, y se resiente mucho. Aún así, no es desaprovechable, y me gusta esa Ripley malcarada, camionera y entre las dos aguas de su híbrida naturaleza.

Hernán, la escena que describes es un ejemplo perfecto de lo que es la película, que, aunque oparezca otra cosa, no es muy explícita mostrando a los aliens hasta el final. ¿Qué me dices de la escena en la que un facehugger ataca a Ripley y a Newt mientras duermen? Sideral, de principio a fin (ese plano desde el exterior, con ambas golpeando el cristal y gritando, sin que se oiga nada), hasta que los marines intervienen. Saludos.

Laura Hunt dijo...

Y yo que nunca he visto Aliens ¿te lo puedes creer? la tengo pendientísima desde hace años y tengo ganas de verla pero sea por lo que sea, el tiempo ha ido pasando y nada, que nunca la he visto.

La verdad es que esta saga la tengo yo muy descuidada. La de Ridely Scott si que la he visto varias veces (y me encanta), y la última la vi también, así de casualidad, por Canal + hace unos años (estaba muuuuuy lejos de la primera, pero tenía su gracia), pero las otras dos las tengo pendientes.

Habrá que hacer algo al respecto... ¡Dios, tantas películas por ver y tan poco tiempo!

marcbranches dijo...

¿Que no has visto aún "Aliens"? Pero mujer de Dios bendito, a qué esperas... ale, al videoclub a cogerla (la saga de Alien siempre está en los videoclubs, la gente no se cansa) y con un cubo XXL de palomitas. Y luego me cuentas. Saludos.

Möbius el Crononauta dijo...

¿Qué se puede salvar de la cuarta?
¿Por qué atribuyes a Cameron todo el proceso vital del bicho al completo?
¿Cuanto son 400 dracmos?

Alien y Aliens son imprescindibles. Alien 3 es la única que vi en cine y la recuerdo con cariño.
¿Y sólo había tres partes, no? ¡TRES!

marcbranches dijo...

Vamos con las respuestas a nuestro concursante:

a) El carácter camionero de Ripley, algunas escenas de acción, la conexión maternal de Ripley con los aliens.

b) No digo que todo, pero buena parte del proceso vital lo explica Cameron. Ver wiki, que se explica mejor que yo: http://es.wikipedia.org/wiki/Aliens,_el_regreso

c) Depende del Euríbor y del estado de als acciones de Mirinda en la bolsa de Atenas.

Según algunos hay seis partes (incluyendo las infectas "Alien vs. Predator")...

Manuel Márquez dijo...

Suscribo, compa Marc, el comentario de Laura (quitando solamente lo de Dios...). Supongo que tampoco te esperarías otra cosa (sorry, una vez más...).

Un fuerte abrazo.

marcbranches dijo...

Pues no, la verdad es que "nunca me decepcionas", M-Márquez... ya sabes lo que te voy a decir, ¿no? Pues eso. Ale, a hacer los deberes. Saludos.

 
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