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¿DÓNDE TE HAS METIDO, JOE DI MAGGIO?





Sí, ya sé que la canción representativa de “El graduado” es “Mrs. Robinson”, escrita ex profeso para la película. Pero a mí me gusta más “Scaroborough fair”; uséase, el gato es mío y me lo etcétera...

Vuelvo de mi recogimiento espiritual con el espíritu masoquista más enhiesto que nunca, dispuesto a recibir los latigazos terratenientes de Alice la Directrice y someterme con resignación (y un puntito de perverrrrrrso placer) a la explotación infame de la jefa, así como a las lecturas despiadadas del público aquí presente. Pero como mi imaginación y capacidad de improvisación siguen como de costumbre, o sea, bajo mínimos, me agarro a un reciente post colgado por Mi Majestad Marcbranches, aquella escena de “The holiday” en la que Jack Black, haciendo un repaso a varias bandas sonoras célebres, canturreaba unas notas del “Mrs. Robinson” de Simon & Garfunkel mientras Dustin Hoffman, en un cameo tan nimio como delicioso, se hacía cruces. Un tema tan característico de los sesenta como la propia película que le dio origen, “El graduado”, segundo film del norteamericano de origen alemán Mike Nichols, un director tan irregular como interesante, que se comió el mundo durante unos años con “¿Quién teme a Virginia Wolf?” y la cinta que nos ocupa, y cuya carrera ha resultado ser un guadiana artístico de considerables proporciones. “El graduado” fue un éxito sideral, recaudó millones a destajo, convirtió al primerizo Dustin Hoffman en una celebridad universal, se adelantó a los tiempos en algunos aspectos, y nos dejó jirones de leyenda cinematográfica y musical. El paso del tiempo no le ha hecho perder frescura, aunque sí capacidad de provocación, y nos permite comprobar que aunque no es una película redonda, su naturaleza de seducción sigue prácticamente intacta. Igualita, punto por punto, que la señora Robinson...

“El graduado”, de 1968, vino a cubrir un espacio que se había dejado bastante desocupado en aquella época, la del retrato de una juventud indecisa, preocupada por su futuro y aprisionada en un choque generacional más profundo de lo que lo habían sido hasta aquel momento. Nunca hasta entonces los caminos y las inquietudes de padres e hijos fueron tan dispares, en particular si de la sociedad americana tratamos. Así, Benjamin Braddock (un Dustin Hoffman muy sutil, ya muy sabio para ser tan joven), graduado (¿en qué?) con excelentes notas, se encuentra en tierra de nadie entre los deseos de sus padres, familiares y mentores (“piensa en el plástico...”) y su angustia vital, su auténtico desconocimiento de la vida. Claro que para hacer la indecisión más agradable está la señora Robinson (perrito piloto al que me diga el nombre de pila del personaje), amiga (junto a su marido) de sus padres, que le seduce y le encadena a una vida de gigoló... hasta que Ben se cruza con su hija, Elaine (Katharine Ross), y no se le ocurre otra cosa que enamorarse. La primera parte de la película, quizá hasta la entrada en escena de Elaine, es excepcional, magistral de cabo a rabo. Film de género inclasificable, etéreo, resbaladizo, parece una comedia lánguida con ribetes melodramáticos, en la que, en cualquier caso, predomina la angustia de Ben, su desconcierto ante su presente y su futuro. Los títulos de crédito (travelling lateral en el que Ben va hacia un lado, en el aeropuerto, y el resto de pasajeros hacia el otro), la escena de apertura (Ben se dispone a hacer su papel en el paripé de su fiesta de graduación, y la cámara le sigue hasta pararse brevemente en el retrato de... un payaso), los recursos visuales (esas apariciones de Mrs. Robinson reflejada en una mesa de cristal, o en un cuadro)... La cinta está embutida de metáforas resueltas con deslumbrante exquisitez, y en general la factura del film es de maravillosa discreción, como demuestra la elegancia de varios de los fundidos y transiciones entre escenas. El extravío moral y existencial de Ben, el desapego hacia sus padres y lo que significan, el péndulo moral que guía su relación con la señora Robinson dominan el relato y lo trasladan hasta el ámbar de una obra maestra. Sin embargo, una vez aparece Elaine en la vida de Ben, el film cambia el rumbo hacia trazos algo más gruesos y caminos menos enfangados. Hollywood pesa, y la película se transforma en un extraño, lánguido y sinuoso melodrama romántico, advirtiendo ciertos cambios y recursos nuevos (zooms repentinos y bruscos) que llevan a la narración al borde del histerismo y, en mi opinión, le restan méritos para convertirse en leyenda cinematográfica. Leyenda que si alcanza, sin embargo, la gran Anne Bancroft, que realiza una interpretación asombrosa a través de esa Mrs. Robinson devoradora de efebos, distante, manipuladora, que maneja con precisión de relojero centroeuropeo el arte de la seducción de jovencitos Braddock. Pocas cosas tan eróticas ha habido en el cine como las piernas de esa señora Robinson de voz susurrante, felina, avinagrada; madura seductora de guante blanco y falda corrediza; ambición lúbrica tanto de señores casados con batas boatiné como de supradolescentes de gatillo fácil. God bless you, please, Mrs. Robinson.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Glenda. ¿qué es un perrito piloto?

Muy buena la peli, "majestad", todavía me acuerdo de la partida de pecho con Ben en el fondo de la piscina.

Ah! Y el gato será tuyo, pero la más mejor canción, como no, es la que abre y cierra la peli, The Sound of Silence, faltaría más... :-)

Anda que Dustin estaba ya crecidito para el papel, ¿no? creo que apenas seis años menor que Bancroft, o algo así, aunque lo borda, desde luego.

A sus pies, majestad.

marcbranches dijo...

Por fin un lector que me trata con el respeto debido y merecido. Gracias, Josep; aunque tampoco me desagradaría que te dirigieras a mí como Ilustrísima: a fin de cuentas, soy un tipo sencillo y humilde, y no me gusta apabullar a los demás con mi grandeza.

Aparte de eso...
-¿Glenda? No vale inventar.
-Muy buena, efectivamente, la peli, con escenas extrañas, lacónicas y muy efectivas, como la que comentas.
-Para gustos-etc. Reconozco, cómo no, el valor de "The sounds of silence", pero me pareció demasiado trillada para poner en el post. He optado por "Scarborough fair" porque me gusta mucho, y toma protagonismo en algunas escenas tipo road-movie de la parte central de la película. Es una canción hipnótica.
-Exacto, seis años menor que la Bancroft. 30 contra 36. De hecho, en el libro Ben era un chico guapo y apuesto; pero dieron en el clavo con Dustin, que lo borda.

Saludos...

Anónimo dijo...

Me parece que v.i. pretenderme darme el tratamiento que le dan a Ben en cada ocasión en que le dicen: ¿qué prefieres, whisky o bourbon? Él responde: Bourbon. Y siempre, pero siempre, le ponen whisky.
¿Como osa v.i. adjetivarme de inventor?
vide:http://www.answers.com/topic/the-graduate?cat=entertainment
y también vide:http://dannymiller.typepad.com/blog/2005/05/gold_bless_you_.html
Está claro que Mrs. Robinson, en la intimidad -no la sexual, la otra- se llama Glenda.
¿donde está mi perrito piloto?
Por cierto: la canción de Mrs.Robinson (esto ya lo sabía yo, más por viejo que por diablo), ya estaba inventada: sólo le cambiaron el nombre..:-)
Y lo de las piennas, según el "vide", las del poster son las de Linda Gray, nada más y nada menos que (Ets un pendó, "Sue Ellen")una de las protas de Dallas.
Así pues, de v.i. tenga a bien entregarme el perrito piloto, máxime no habiendo más concursantes a la vista.
Con la amenaza latente de reconvertirme en republicano y apear a v.i. del tratamiento, si v.i. no cumple con lo prometido.
Saludos..:-)

marcbranches dijo...

Nada, que no hay perrito-piloto. Lo cierto es que los créditos y la ficha Imdb (la Biblia, o sea) confirman que la pobre Mrs. Robinson no tiene nombre, y es evidente que es un símbolo más que un personaje; un buceo internauta confirma que no hay Glenda que valga... En cuanto a la canción, el propio Buck Henry (guinoista del film) confirma en la entrevista que aparece en el DVD que el tema "Mrs. Robinson" se crea específicamente para la película, aunque es cierto que nace de un tema que estaba escribiendo Paul Simon (y que tenía como protagonista a otro personaje popular que ahora no recuerdo). De hecho, sólo se escribió la parte de la canción que aparece en el film: el resto del tema musical se compuso a posteriori, a pesar de los recelos iniciales de Simon, vista la popularidad de la película. Lo de las piernas de Linda "pendó" Gray es absolutamente cierto, pero me quedo con las de la Bancroft, tan amenazantes...

Acabo de crear un republicano más...

Anónimo dijo...

¿Así que haciendo concursos al estilo de Quiz Show (http://www.imdb.com/title/tt0110932/), eh?

Ya veremos qué pasa cuando vengan los míos...

Allons nous, enfants de la patrie..

Luego dirás: "¡Un perrito-piloto! ¡Mi reino por un perrito-piloto!

Pero ya será tarde....

:-)

marcbranches dijo...

Me gusta fustigar lectores... ¿No era "¡más madera! ¡mi reino por más madera!"? Tengo un lío en la cabeza...

Anónimo dijo...

Ya veo, ya...

Sería como dices si te llamaras "MarxBranches"...

Digo yo...

Laura Hunt dijo...

Buenooo.... ya veo yo, Marc, que ese "retiro espiritual" tuyo no te ha servido de mucho. Vuelves con un lío en la cabeza, pidiendo madera, haciéndote llamar "majestad" o "ilustrísima" y ofreciendo perritos-piloto que no tienes intención alguna de dar a nadie. Mal te veo...

En cuanto a El Graduado, pues decir que la vi en una ocasión, hace años por televisión. Me gustó, aunque no me pareció que hubiera envejecido bien del todo. Eso si, Dustin Hoffman y Anne Bacroft están antológicos... ¿de verdad solo se llevaban 6 años?

Saludos!

marcbranches dijo...

Observo que emerge una epidemia de falta de respeto a los superiores entre los asiduos del blog que voy a tener que cortar por lo sano alavozdeya. Que no os extrañe si un día os despertáis en un un sucio y hediondo lavabo de nave industrial, atados con cadenas a los bidets, y con un cadáver justo enmedio...

Pozí, sólo se llevaban seis años. Dustin ya rozaba los 30, y la Bancroft estaba en los 36 (gran edad, por cierto). Es lo que tiene el cine.

alicia dijo...

¿Cómo que 36 es una gran edad? Tú no puedes saberlo TODAVIA, por muy poquito que falte.

 
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