Si no hace mucho comenté Memorias de una geisha, no he podido evitar compararla con ésta otra película, con la que la americana resulta claramente perdedora. Me refiero a Vida de Oharu, de Kenji Mizoguchi.
Mizoguchi, con Kurosawa y Ozu fueron los grandes maestros del cine japonés en su época dorada; cada uno de ellos eran muy distintos. Uno de los temas principales de Mizoguchi es precisamente uno que se suele dejar de lado, entre tanta katana: la mujer. Ella es la que sufre las consecuencias de los hechos de los hombres y la que es capaz de sacrificarse por las personas que ama, demostrando tener un tipo de valentía muy distinto al del hombre, porque ya se sabe que nosotras somos de Venus y vosotros de Marte.
Oharu (Kinuyo Tanaka) es vendida como cortesana, pero a la que se enamora de un criado y es descubierta, la destierran a ella y a sus padres y ejecutan al criado, ya que es un delito tener relaciones con alguien de clase inferior; a partir de aquí empezará un largo viaje a los infiernos de la muchacha, que es usada por su padre como moneda de cambio; los momentos de felicidad de Oharu serán muy breves, para bajar cada vez un escalón mas en su degradación hasta acabar como una patética prostituta que ofrece sus servicios por las calles intentando disimular como puede su vejez, teniendo que soportar los comentarios humillantes sobre su aspecto.
La película empieza y acaba de la misma manera, siguiendo a una envejecida Oharu por las calles mientras va en dirección a un templo. Con un ritmo rápido se nos va mostrando la vida de la protagonista desde que es una adolescente hasta que es una anciana y cómo va pasando por los diferentes niveles de la sociedad: de la corte, a la casa de un señor guerrero, comerciantes, convento o la calle. Por todos ellos pasa Oharu, siendo despachada por celos o intereses políticos, siempre perseguida por la mala suerte. En una escena Oharu se compadece de una mujer que canta en la calle, presintiendo que ella puede acabar igual, como así ocurre.
Mizoguchi nunca se pone demasiado melodramático o moralista. Cuando Oharu es llevada como concubina, tras pasar una prueba de selección que ríete de los castings de Operación Triunfo, los recelos de la primera esposa se nos muestran a base de miradas de recelo, mientras unas marionetas representan una historia bastante similar a la suya.
Es una lástima que haya desaparecido gran parte de la obra de Mizoguchi, pero lo que ha quedado demuestran su talento, ahí están Cuentos de la luna pálida o El intendente Sansho como buena muestra de ello. Merece la pena descrubrirle.
Mizoguchi, con Kurosawa y Ozu fueron los grandes maestros del cine japonés en su época dorada; cada uno de ellos eran muy distintos. Uno de los temas principales de Mizoguchi es precisamente uno que se suele dejar de lado, entre tanta katana: la mujer. Ella es la que sufre las consecuencias de los hechos de los hombres y la que es capaz de sacrificarse por las personas que ama, demostrando tener un tipo de valentía muy distinto al del hombre, porque ya se sabe que nosotras somos de Venus y vosotros de Marte.
Oharu (Kinuyo Tanaka) es vendida como cortesana, pero a la que se enamora de un criado y es descubierta, la destierran a ella y a sus padres y ejecutan al criado, ya que es un delito tener relaciones con alguien de clase inferior; a partir de aquí empezará un largo viaje a los infiernos de la muchacha, que es usada por su padre como moneda de cambio; los momentos de felicidad de Oharu serán muy breves, para bajar cada vez un escalón mas en su degradación hasta acabar como una patética prostituta que ofrece sus servicios por las calles intentando disimular como puede su vejez, teniendo que soportar los comentarios humillantes sobre su aspecto.
La película empieza y acaba de la misma manera, siguiendo a una envejecida Oharu por las calles mientras va en dirección a un templo. Con un ritmo rápido se nos va mostrando la vida de la protagonista desde que es una adolescente hasta que es una anciana y cómo va pasando por los diferentes niveles de la sociedad: de la corte, a la casa de un señor guerrero, comerciantes, convento o la calle. Por todos ellos pasa Oharu, siendo despachada por celos o intereses políticos, siempre perseguida por la mala suerte. En una escena Oharu se compadece de una mujer que canta en la calle, presintiendo que ella puede acabar igual, como así ocurre.
Mizoguchi nunca se pone demasiado melodramático o moralista. Cuando Oharu es llevada como concubina, tras pasar una prueba de selección que ríete de los castings de Operación Triunfo, los recelos de la primera esposa se nos muestran a base de miradas de recelo, mientras unas marionetas representan una historia bastante similar a la suya.
Es una lástima que haya desaparecido gran parte de la obra de Mizoguchi, pero lo que ha quedado demuestran su talento, ahí están Cuentos de la luna pálida o El intendente Sansho como buena muestra de ello. Merece la pena descrubrirle.
4 comentarios:
Vaya, con la manera que te has expresado me has dado unas ganas inmediatas de verla... Me encanta la película "Memorias de una geisha".
Bienvenido, José Andrés, y me alegra que te haya despertado el interés por ver la película, si la ves ya contarás qué te ha parecido
Pues por lo que cuentas, Alicia, seguro que si que merece la pena descubrir a Mizoguchi. Nunca he visto Vida de Oharu, pero tengo una vaga idea de haber visto Cuentos de la Luna Pálida hace muchos años.
Ay... cuantas películas pendientes de ver y que poco tiempo!
Un saludo!
A mi me gusta mas Cuentos de la luna pálida, Laura, porque tiene ese aire de cuento japonés de fantasmas, aunque reconozco que también la vi hace mucho tiempo. Y cuanta razón tienes en lo de la falta de tiempo para poder ver todas las películas que quisiéramos!
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