RSS
Weblog dedicado al mundo del cine, tanto clásico como actual. De Billy Wilder a Uwe Boll, de Ed Wood a Stanley Kubrick, sin distinciones. Pasen, vean y, esperemos, disfruten. Si no es así, recuerden que NO han pagado entrada.
7

PRÓXIMA ESTACIÓN: ESPERANZA



Opera prima (Episodio I: El ataque de los trenes)

Desconvocada por mi parte la huelga de teclas caídas, después de llegar a un amistoso acuerdo con la dirección del blog (pasado mañana me quitan el collarín), reinicio mi actividad escribana con un díptico patillero (ampliable a trilogía) sin sentido de esos que tanto nos gustan en La Linterna, en este caso sobre debuts cinematográficos, comúnmente llamados “operas primas”, que suelen marcar el trazo y el estilo de sus autores y que, en más casos de los que nos gustaría, acaban siendo sus mejores obras. La primera en la que nos vamos a parar es bastante reciente, de 2003, y es nada más y nada menos que “The station agent”, aquí inoportunamente rebautizada como “Vías cruzadas” (título que nos hace pensar, en un primer instante, en un film de, pongamos por caso, Ralph Macchio), el primer y hasta ahora único largometraje del irrelevante actor Tom McCarthy, que sin embargo consiguió con esta película el reconocimiento crítico en el circuito festivalero (entre muchos otros, los Premios del Jurado de Sundance y San Sebastián) y el buen recuerdo de los pocos que la han visto. Una cinta con lo mejor de la tradición del cine independiente americano y sin algunos de sus peores tics (la verborrea discursiva, la modernez de usar y tirar). Y que habla de trenes, lo cual refuerza a este medio de transporte como el más cinematográfico de la historia, como ya hemos comentado otras veces...

¿Vías cruzadas? Más bien soledades yuxtapuestas. Las de los tres personajes, Fin, Joe y Olivia, que protagonizan la historia (porque los tres son igual de trascendentes, aunque el centro neurálgico sea el primero) de un enamorado de los trenes afectado de enanismo, Finbar McBride (Peter Dinklage), que hereda de su jefe en una tienda de maquetas, fallecido nada más dar comienzo la película, una estación de tren abandonada, más o menos, allá por el culo del mundo a mano derecha. Fin, hastiado de las miradas condescendientes, amabilidades falsarias, risitas subrepticias y cachondeíto más o menos disimulado, ve la oportunidad de aislarse convenientemente del mundo rodeado de lo único que le importa del mismo: el tren y su circunstancia. No cuenta Fin con que se va a tener que dar de bruces con Joe (Bobby Cannavale), un vendedor ambulante cubano y pesado hasta la extenuación, y con Olivia (Patricia Clarkson), una mujer tan generosa como torpona, y con la carga de un drama personal que remontar. Los tres inician una extraña relación de amistad, a caballo de la monotonía reinante alrededor de la estación de Newfoundland (New Jersey). “The station agent” es un film pequeño, de presupuesto, de rodaje (veinte días) y de narración, pero que sabe desarrollar con un cariño y un cuidado admirables a los tres personajes protagonistas, sus miserias y grandezas, y la humanidad que desprenden en todos y cada uno de los planos del film. Finbar, espléndidamente interpretado por Peter Dinklage, misántropo, hosco, ermitaño, adusto, sin fe ya en las personas, al que solamente su pasión (los trenes) le permite levantarse cada día. Joe, quizás en el que menos profundiza McCarthy, alegre, pleno de una “joie de vivre” que no puede compartir con nadie, el típico pelmazo del colegio empeñado en ser tu amigo y sentarse en el pupitre de al lado, al que no perturban tus continuos desdenes; es, sin embargo, el maquinista de la relación de amistad entre los tres, el que, a fuerza de insistencia y de cafés con leche, consigue el pequeño milagro de que apoyen sus cabezas el uno en el otro y el otro en el de más allá, a pesar de su falta de afinidad y las reticencias de Fin respecto a Olivia y de estos dos respecto al plasta de Joe. Finalmente, Olivia, una mujer de mediana edad, aún atractiva, que trata de simular que ha superado el doble trauma de la muerte de su hijo y la separación de su marido a golpe de soledad y pintura; Patricia Clarkson, una actriz estupenda por la que aquí su seguro servidor siente una especial debilidad, y que últimamente ha solidificado su carrera para bien de todos, da un recital interpretativo de envergadura, desprendiendo una ternura arrebatadora en su relación casi fraternal con Fin, muy alejada de cualquier estertor sexual (parece que los hombres y las mujeres sí pueden ser amigos, Harry). Una bibliotecaria recién embarazada (otra enferma de solitud) y una niña de color y muy entrada en kilos (dos características que la convierten en carne de cañón), completan el ínfimo reparto de esta pequeña maravilla rodada con enorme tacto, discreción y liviandad, que no monotonía, en el que Tom McCarthy consigue que las frustrantes soledades de estos marginados desprendan halos de esperanza al encontrarse y complementarse, a pesar de la evidente falta de puntos de contacto. O quizás precisamente por ello, se complementan, se entienden y se buscan, movidos por la falta de cariño que ha presidido sus vidas. Un sentimiento tan humano como la vida misma, y por cuyas vías todos hemos transitado alguna vez. Todos queremos que nos quieran, por muy esquivos que nos mostremos; todos, en definitiva, somos un poco Joe. Un poco Olivia. Un poco Finbar McBride.

7 comentarios:

Manuel Márquez dijo...

Conforme la pintas, compañero, dan ganas de dejar de currar y salir corriendo a buscarla y verla (bueno, de dejar de currar siempre dan ganas, aunque la peli no sea muy sugerente...). Una reseña muy estimulante, de ésas que incitan a ver el producto referenciado, así que procuraré ponerme a la tarea (y contar consecuentemente...). Por cierto, y sólo con objeto de tener alguna "guía" con la que orientarme, ¿habría alguna peli de corte similar con la que pudieras emparentarla -no sé, Historias mínimas, de Sorín, por ejemplo...-?

Un abrazo.

marcbranches dijo...

Hola, joven padawan. Pues sí, "Historias mínimas" es una película que he tenido siempre en la cabeza mientras escribía el post, aunque resulta una propuesta menos radical. Vas bien encaminado. Ahora mismo se me ahce complicado encontrar alguna otra referencia clara... ¿Quizás "Una historia verdadera", de David Lynch? La idea del post, asumiendo que es una película minoritaria, es precisamente la que tú apuntas, despertar la curiosidad sobre ella. Lo merece.

Raquel dijo...

Esta la descubrí por casualidad en la biblioteca del barrio y se convirtió en una de mis pequeñas pelis favoritas.

Me gustan esos diálogos y situaciones tan cotidianas... especial mención para la fantasía de la bibliotecaria...

Manuel Márquez dijo...

Gracias, compañero, por las referencias. ¿Una historia verdadera, de Lynch? Palabras mayores, una de las pelis que más me ha gustado, y emocionado, de los diez últimos años; impresionante en todos los sentidos. ¿Que no tiene que ver con el resto de la filmografía de Lynch, que no es una obra personal suya, que la hizo por encargo? Me trae sin cuidado; por mí, como si la dirigió dormido, borracho o por correspondencia. Desde su sencillez, me pareció una obra redonda; y una de las pocas pelis capaces de arrancarme una lágrima, o dos, o tres, o tres mil, lo cual no es nada fácil (soy de los de lágrima complicada, los de Kleenex conmigo no durarían mucho en el Ibex-35...).

Más motivos, por supuesto, para verla, claro está...

Un abrazo.

P.S. gracias por lo de joven padawan. Cuando uno pone (o a uno le ponen) el 4 en el segundo casillero de anotación, que le llamen joven no deja de resultar un "alégrame-el-día"...

marcbranches dijo...

Probablemente sea una película menos emotiva que la de Lynch, pero la referencia puede ser válida. "Una historia verdadera" es un oasis en la carrera de Lynch; un oasis, sobre todo, para espectadores como yo, a los que tanta compleja ensoñación, tanta imagen onírica, tanta metáfora y tanto saltarse las reglas narrativas nos agota ya un poquito. Para mí todos sois jóvenes padawanes, aprendices de una fuerza superior, el cine, que no tengas duda de que rejuvenece el espíritu y el cuerpo (mira, si no, a nuestra Alicia, tan fresca a sus xzjdfzufrshckyseis años...).

Hola, Raquel. "The station agent" es una de esas películas que se descubren por casualidad, que te llegan a tocar la fibra sin avisar. De acuerdo con la mención a la bibliotecaria, sin olvidar esa niña oronda que amenaza con continuar la saga de los frikis-de-los-trenes...

Laura Hunt dijo...

Esta película me gustó muchísimo cuando la vi en el cine. Una historia narrada con sencillez, sin ningún tipo de alarde, pero que consigue que te identifiques con sus personajes y que te emociones con sus historias. No se como no ha vuelto ha dirigir otra película el tal Tom McCarthy, porque creo que podría ser un director interesante.

Y me voy a rebuscar entre mis cintas de video, porque juraría que esta la grabé hace tiempo, cuando la pasaron por Canal +

Un saludo, Marc!

marcbranches dijo...

Bueno, el tal McCarthy se ha dedicado a hacer papelitos en pelis de caldado social y político como "Todos los hombres del rey", "Syriana", "Buenas noches y buena suerte" o "Banderas de nuestros padres". Su próximo proyecto se llama "The visitor", también con actores desconocidos, en principio para este año.

 
Copyright 2009 LA LINTERNA MÁGICA. All rights reserved.
Free WordPress Themes Presented by EZwpthemes.
Bloggerized by Miss Dothy