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BUSCANDO A WILLIAM



Veamos, ¿cuanto tiempo hace que no hablaba de Shakespeare? ¿Tanto? No puede ser, no se pueden olvidar las buenas costumbres, así que aquí va una nueva entrega de la colección por fascículos Chespir y el cine.
Al Pacino se estrenó como director con Looking for Richard; si la tomamos como una adaptación de la obra la verdad es que tiene bastante que desear y es muy superior la versión de Ian McKellen, pero si se considera un documental gana mucho en interés y es donde están sus mayores aciertos. La fascinación de los actores por la obra de Shakespeare, el complejo de inferioridad que tienen los actores americanos ante los británicos cuando se trata de teatro clásico, el total desconocimiento del ciudadano medio del autor mas adaptado de la historia, considerándole aburrido, pasado de moda y de lenguaje rebuscado con el que no se identifican; todo ello se nos muestra en la película. Vemos en una escena como se encuentran por la calle con un hombre que se acerca a saludar a Al, éste le pregunta si conoce a Shakespeare, el hombre le contesta que si, para descubrir a la que siga con su interrogatorio que no ha visto nada. ¿Cómo juntar esa especie de atracción fatal que sienten los actores por Shakespeare con el minoritario interés del público? Pues mostrando que su obra sigue siendo tan actual como en sus tiempos. Así vemos a Pacino representando ante un grupo de alumnos adolescentes el primer acto de la obra, y su desinterés e ignorancia ante lo que puede significar “Ahora el invierno de nuestro descontento se vuelve verano con este sol de York”.
Con un montaje al estilo Oliver Stone, se nos van explicando escenas o personajes, mediante expertos en el tema (”los que hablan directamente a la cámara”, como comentan en una divertida escena) Actores shakespearianos de la talla de John Gielgud, Derek Jacobi o Kenneth Branagh comentan sus opiniones, al igual que americanos como Kevin Kline o James Earl Jones y hacemos un recorrido turístico que nos lleva a la casa natal de Shakespeare o al teatro donde trabajó, en una especie de peregrinación intentando encontrar la inspiración que necesitan, aunque lo único que conseguirán será que se dispare la alarma de la casa.
Ricardo es un personaje interesantísimo, un villano memorable de mente tan retorcida como su cuerpo que no tiene el mas mínimo reparo en ir eliminando a los miembros de su familia con tal de conseguir el trono, por lo tanto no es de extrañar que una golosina para cualquier actor fuera del agrado de Pacino, además la trama viene a ser un desquiciado culebrón estilo Dallas. El resto del reparto es brillante: Alec Baldwin, Winona Ryder o Kevin Spacey, aunque me quedo con Spacey, que encarna a al pérfido conde de Buckingham, compañero de fechorias del aspirante a rey, por la escena cuando descubre que éste le ha engañado,una vez conseguidos sus propósitos, en la que le roba el protagonismo a Michael Corleone (por cierto, ese sí que era un personaje Shakesperiano).

13 comentarios:

Josep dijo...

Creo que el amigo William, como otros clásicos, es el gran desconocido porque ningún plan de estudios se cuida de dar a conocer su intensísima, vibrante y divertida creación de arquetipos.
¡Que levante la mano quien haya leído una sola pieza teatral de Shakespeare!

Por otra parte, es comprensiva la timidez de los actores norteamericanos ante la posibilidad de interpretarlo, ya que, de entrada, con su acostumbrado acento digamos que "especial", pocos son capaces de pronunciar debidamente un párrafo de inglés antiguo y además en verso. Excepto Orson en Campanadas, claro.

No he tenido la oportunidad de ver esa película de Pacino, pero si su actuación es como la que luego llevó a cabo en El Mercader de Venecia, me parece que me esforzaré poco. Allí, Jeremy Irons, británico, claro, le daba sopa con honda en cada escena.

Lógico, por otra parte, que Spacey se lo coma con patatas: Pacino, después de su trabajo con Coppola, inició una franca decadencia; le falta contención; ya la pifió tratando de emular a Gassman en Perfume de Mujer. No puede compararse con las bestias negras de la escena.

Y eso de que Ricardo sea un ¿desquiciado? culebrón al estilo de Dallas, pues va a ser que no: protesto por tal sugerencia.

¿O lo has dicho por provocar?

Saludos.

jazzman dijo...

No sé si te lo he comentado, pero nos gustaría contar contigo para el proyecto "Sesiones Dobles", pásate por el blog sesionesdobles.blogspot.com.

Gracias y un saludo!

alicia dijo...

No hace falta que los actores sepan recitar el inglés antiguo para hacer convincente una adaptación de Shakespeare, Josep; de hecho, dos de los que mejor le han llevado a la pantalla son Kurosawa y Welles.
Por otro lado estoy de acuerdo con que Gassman es mucho Gassman, hasta para Pacino.
Vale que un poco he dicho por provocar lo de que Ricardo III es un folletín al estilo Dallas, porque en realidad es eso y mucho mas.
Jazzman, muy pronto tendrás noticias nuestras

Laura Hunt dijo...

Pues Josep, yo te recomiendo que hagas un esfuerzo y veas Looking for Richard. Yo la vi hace ya bastantes años (cuando se estrenó en el cine) y me pareció interesantísima. Eso si, yo no la consideraría, ni mucho menos, una adaptación de Ricardo III. Creo que se acercaría más al documental... aunque tampoco es eso exactamente. En fin... es una película un tanto inclasificable, pero como Alicia ya explica muy bien como va la cosa, pues tampoco me voy a extender yo.

Y en cuanto a Pacino: vale, es verdad que la contención no es lo suyo, pero a parte de El Padrino, ha tenido otras interpretaciones memorables. Por ejemplo, en Donny Brasco y Atrapado por su Pasado a mi me gusta mucho.

Por cierto, muy bueno lo del folletín estilo Dallas, jejeje...

Laura Hunt dijo...

Se me olvidaba comentar que ese sketch de los Beatles haciendo una parodia de Shakespeare es impagable... las cosas que se encuentran en YouTube, hay que ver!

alicia dijo...

Gracias, Laura ¿verdad que los Beatles están monísimos, y tanto John como Paul están muy divertidos? Una cosa está clara: los británicos tienen tan asumido a Shakespeare desde pequeños, que por eso saben parodiarlo tan bien.

Josep dijo...

¿Pero hablamos de actores americanos o de directores japoneses? Me hago un lío...
Conste que ya libré a Orson de la quema y eso que me dejé a Macbeth en la recámara.
Incluso aceptaría a Marlon Brando en Julio César, a pesar que cede ante Gielgud y Mason, como es lógico. Pero nada más. La dicción de los británicos es insuperable; no hay más que ver, en la escena de Looking for Richard, lo fácil que resulta entender a esa señora que sale, evidentemente británica; entiendo sus palabras, aunque, por desgracia para mí, no las comprenda; pero no entiendo palabra de lo que pronuncia Pacino; también admito como excepción su trabajo en Glengarry Glen Ross, pero, insisto, a la que puede, o, le dejan, se pasa mucho de rosca...

En cuanto a esforzarme por ver la película, probablemente siga el consejo, pues no dudo que, como decís, sea un muy buen documental shakesperiano.

Saludos.

Manuel Márquez dijo...

Recuerdo, compa Alicia, que ví esta peli hace ya algunos años, y he de confesar, en honor a la verdad, que apenas tengo recuerdo de ella (lo cual no quiere decir que, por la falta de huella, la impresión que me causara en su momento fuera negativa, qué va, todo lo contrario...). A revisar, desde luego, y apuntada queda a tal efecto. En mi opinión y querencia, Pacino, después de encarnar a Toni Montana, ya debía haberse retirado: un pasote como ése es difícilmente superable, y en otros registros, pues no sé, me cuesta trabajo verlo, aunque no discuto que se trata de un grande.

Ah, por cierto, me alegra constatar la incorporación al "cuerpo de comentaristas" del buen compa y amigo Josep: excelente fichaje, de lo mejorcito, todo un lujo.

Un abrazo (y una alegría la de volver por aquí y comprobar que el nivel no ha bajado un milímetro: chapó, compas...).

alicia dijo...

No hablamos de actores ingleses, americanos o japoneses, Josep; a lo que me refiero es que no hace falta saber pronunciar "thou art" en lugar de "you are" (por ejemplo) a la hora de interpretar a Shakespearem aunque por supuesto que me encanta un actor que tenga buena dicción. De hecho, el ejemplo de Marlon Brando me parece perfecto, su discurso funerario es para mi sencillamente magistral.
Ya que aceptas a Al Pacino como animal de compañia, yo estoy de acuerdo con Laura en que está pero que muy bien en Donnie Drasco y Atrapado en su pasado.
Bienvenido de nuevo, Manuel; la verdad es que tenemos unos comentaristas de lujo. No sé si el nivel habrá bajado o no, porque el regreso de las vacaciones siempre es malo.

Anónimo dijo...

Soy un cinéfilo total y me gustó mucho este blog... hablan con conocimiento pero también con mucho amor por el cine...

alicia dijo...

Bienvenido, Alansar, y muchas gracias. Lo de si escribimos con conocimiento de causa o no es discutible, pero no nuestro amor por el cine.

Josep dijo...

Llámame tiquismiquis si quieres, pero, tratándose de interpretar a Shakespeare, no me valen actores del tipo de Harold Lloyd o de Marcel Marceau; tampoco vayamos a ponernos fanáticos; mejor dicho, tampoco vaya yo a ponerme fanático; pero creo sinceramente que cuando un texto es importante, el espectador tiene todo el derecho de esperar que el actor sepa pronunciarlo de forma inteligible y respetuosa. Que una cosa es reinterpretar al modo de Branagh (pero dando el callo con una impecable dicción) y otra estar todo el rato esforzándose por entender un texto que, incluso leído, es sobresaliente.
Si resulta que hacer Shakespeare no es fácil, siempre queda la posibilidad de no hacerlo, antes que meterse en camisa de once varas.
En definitiva, creo que el problema de muchos actores americanos frente a Shakespeare no radica en su limitación de desconocimiento de una buena dicción, sino más bien en que el acento norteamericano y su forma usual de pronunciar el inglés no es la más apropiada: es una cuestión de acento lingüistico, al pronunciar de forma distinta (nótese que no digo indebida) un texto que requiere, para ellos, un esfuerzo, no existiendo tal para los británicos que, como bien has dicho, lo han mamado de pequeños. No hay color.
Y creo que, aparte de poder o no poder representar Shakespeare, todo actor que se precie debe dominar la técnica de una más que correcta dicción: por lo mismo, muchos no se atreven a subir a un escenario y, de nuevo, vemos excepciones en Spacey, Hoffman (¿Alguien ha visto su versión de La Muerte de un Viajante, con John Malkovich? ¿Y en Broadway? ¡vaya suerte!), Kathleen Turner, etc.

Vale, ya me callo.

alicia dijo...

El problema de la dicción, Josep, es algoque estoy de acuerdo. Los actores de cine que no tienen formación teatral tienen una vocalización a la que falta mucho por desear, y no hace falta ir a los actores norteamericanos para verlo, que en España también tenemos muchos ejemplos de ello: Jorge Sanz, Javier Bardem...

 
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