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Weblog dedicado al mundo del cine, tanto clásico como actual. De Billy Wilder a Uwe Boll, de Ed Wood a Stanley Kubrick, sin distinciones. Pasen, vean y, esperemos, disfruten. Si no es así, recuerden que NO han pagado entrada.
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BOLA (NEGRA, POR SUPUESTO) A LA ESQUINA


¿Qué tal se os dan los juegos de mesa, jóvenes padawanes?

Mis habilidades para ese tipo de juegos es directamente proporcional a mi sentido del equilibrio al bailar salsa: uséase, rezo para no causar daños colaterales. Sí, yo hice campanas en el colegio como todo quisque (o quizás menos, yo de niño era mucho mejor persona que ahora); y sí, había un bar cerca del colegio con futbolines y billares (los dueños de los bares no son tontos) (nosotros sí). Por los resultados, parece que necesitaba bastante más entrenamiento. ¿Futbolín? A la defensa siempre: mi mayor logro se limitaba a levantar la bola con el portero de vez en cuando (chulería que me costó más de un autogol y de una colleja). ¿Dardos?: ¿conocéis la expresión “cuerpo a tierra”? La inventaron unos amigos míos la segunda vez que lancé una de esas cosas puntiagudas (en la primera logré el inigualado hito de clavar el dardo por la parte de atrás. En el reloj que había encima de la diana. Desde entonces a este lanzamiento se le llama, con aire bíblico, “la parábola marcbranches”). ¿Máquinas del millón? La única manera de conseguir una bola extra era metiendo cinco duros más. ¿Billar? Teníais que verme poniéndole tiza frenéticamente a los tacos, como si ella tuviera la culpa de mi nulo sentido de la geometría: nunca un gesto fue tan inútil... Curiosamente, hubo un par de horas en mi vida en las que deseé jugar bien al billar, las que sucedieron a la proyección de “El color del dinero” en el cine del barrio. Sí, yo confieso, confieso, por mi culpa, por mi grandísima culpa, que una vez, de pequeño, quise ser Tom Cruise. Enseguida mi sentido común me apartó del camino de la cienciología, y, años después, con la cinefilia ya a flor de piel, investigué en la raíz de aquella película, y descubrí “El buscavidas”.

Penúltima película del guionista y director Robert Rossen, “El buscavidas” está considerada por muchos una de las obras cumbres del cine americano. Es una película que huye de las concesiones cual Paris Hilton de la ropa interior: sórdida (aunque no de manera exhibicionista), áspera, melancólica, pesimista, “El buscavidas” apenas da tregua a la luz del sol, manteniendo durante casi todo su metraje las persianas del optimismo bajadas. Narrativamente, su desarrollo es anticonvencional. Los primeros cinco minutos los dedica a dibujar al personaje principal, Eddie “Fast” Nelson (Paul Newman), dedicándose a timar a unos desgraciados en un tugurio de mala muerte cualquiera junto a su amigo y agente Charlie Burns (Myron McCormick). Pero luego, sin más preámbulos, Rossen nos lleva a una escena que en cualquier otra película, aún hoy, estaría situada al final del segundo acto: la caída del héroe. Durante más de media hora, asistimos al inacabable duelo (más de un día) billarístico entre Eddie y “Minessota Fats” (Jackie Gleason) (“Fast” contra “Fats”: ¿casualidad? dúdolo mucho), una contienda en la que Eddie pone al descubierto su flaqueza de carácter, su arrogancia, y su excesiva atención al alcohol. Hablando claro: el orondo y elegante “Fats” le da vaselina primero, para luego rematarle después. Los pedazos de Felson los recoge una cualquiera llamada Sarah Packard (Piper Laurie), con la que inicia una relación sentimental basada en la soledad mutua, el derrotismo existencial (“hemos firmado un contrato de depravación. Sólo tenemos que bajar las persianas”) y el bourbon (JTS Brown, por favor). El villano del film es el mecenas ventajista Bert Gordon (George C. Scott), capaz de matar a su abuela por una comisión, que se interpone en la fatalista relación de Eddie y Sarah de manera impenitente. No hay cuartel en esta desencantada historia de raterillos de baja intensidad y perdedores profesionales, y a su negritud colabora de manera decisiva el director de fotografía, Eugen Schüfftan, quien nos regala un trabajo sin concesiones en los que destaca la asfixiante composición del garito Ames, del que parece que uno jamás sale igual que entra. Robert Rossen apenas hace uso de la banda sonora; prefiere que la música la aporten los tacos, las bolas y la armónica danza de los jugadores alrededor de la mesa.

En cuanto a las interpretaciones de los actores principales, es justo destacar el porte y la personalidad que le da Jackie Gleason a su “Gordo de Minessota”, y la composición del gran Geroge C. Scott en un papel a su medida. Piper Laurie está correcta, sin más, y en cuanto a Paul Newman... Ojo-comentario políticamente incorrecto: muchos han escrito que esta es una de sus mejores interpretaciones, pero Mi Majestad discrepa abiertamente. En la cresta de la ola después de éxitos como “Marcado por el odio”, “El largo y cálido verano” o “La gata sobre el tejado de zinc”, su actuación en “El buscavidas” me resulta irregular y en muchas ocasiones afectada por el virus “James Dean”, que te inocula una insufrible necesidad de mostrar chulería intercalada con sensibilidad masculina unas dieciséis veces en la misma escena. Opino que se han visto mejores Newmans que este, en particular a medida que cumplía años y sabidurías. Incluido su Eddie Nelson resabiado y de vuelta de tacos y tizas azules de “El color del dinero”...

Y para acabar, pregunta de nota al estilo Smonka: ¿qué cinéfilo boxeador tiene un pequeño papel como camarero de tugurio en “El buscavidas”?

13 comentarios:

Anónimo dijo...

Por alguna razón me encantan las películas centradas en el deporte. Desde aquellos "Bicivoladores", con una Nicole Kidman recién salida Australia, pasando por "Los blancos no la saben meter" e incluso llegando a la genial serie de dibujos "Chicho Terremoto". El payaso que hay en mí siempre trata de imitar cada acción.
Pero cuando se habla de "El buscavidas" todo va mucho más allá. Estamos hablando de palabras mayores, de situaciones complejas y mentes atormentadas.
Para mí, uno de los mejores apuntes de la peli, la interpretación de George C. Scott, haciendo de cabrón sin escrúpulos, que junto con su papel en "Anatomía de un asesinato" y el de "Al final de la escalera" se convirtió en uno de mis actores (semi-desconocidos) preferidos.
Por cierto, pasapalabra a la pregunta formulada. Ni idea de boxeadores!!

Josep dijo...

Empezando por el final, con la natural desconfianza que tus preguntas me provocan, ya que todavía me debes un premio, no te voy a dar la respuesta fácil: tendrás que currártelo, amigo: el que aparece es ése boxeador que NO ES Rocky Graciano, personaje protagonista de la más mejor película de boxeo que protagonizó Paul Newman; el que tú dices, es el personaje del fallido (a mí, valientes) intento de Martinito de hacer una emulación de Marcado por el Odio.

A lo que vamos: El Buscavidas es una película redonda, como muy bien comentas, y creo que Newman sí hace un muy buen trabajo. El hecho que el actor, con el tiempo, haya incrementado su saber hacer, es por otra parte lógico, ya que la experiencia vital, aparte de arrugas, proporciona al buen actor, como al buen vino, sabores infinitos y variados. Por eso, al tener la oportunidad de interpretar de nuevo a Eddie "Fast" Nelson, Paul se llevó, sin aparente esfuerzo, el gato al agua.

Bueno, va: la respuesta es "Kid Monroe"

¿Te lo habías creído, que te lo iba a decir? :-)

Saludos sabatinos.

marcbranches dijo...

Hostia, heitor, te ha dado un acceso friki importante... "Los bicivoladores", "Chicho terremoto"... ¿Qué tal "Juana y Sergio", o el mundo del voleibol femenino visto desde dentro (mmmmm)? ¿Alquien se acuerda de "Tin cup", con ¡Don Johnson! haciendo de jugador de golf malo-maloso al que se enfrentaba tito Kevin? ¿Y "Elegidos para el triunfo", aquella sobre el bobsleigh jamaicano? Por no hablar de la película cumbre sobre el boxeo, que no es "Toro salvaje" (seguro que Josep está de acuerdo con esto), sino "Yo hice a Roque III"... De George C. Scott, que nadie olvide su general Turgidson de "Dr. Strangelove".

Josep, en primer lugar, efectivamente has acertado la pregunta (¿desconfianza? ¿yo? pero si soy un santo. Santísima Majestad, de hecho): es José Legrá. Discrepamos, pues, oficialmente en la actuación de Newman, aunque creo que en este caso soy impenitente minoría; a mí no me acaba de convencer. No sólo prefiero al Newman posterior, sino a algunos de los anteriores, ya citados en el post. También discrepo (oficial y, por qué no decirlo, violentamente) de tu opinión sobre "Toro salvaje". ¿Fallida? Alicia, las sales, por favor...

Anónimo dijo...

No subestimes mi vena friki (y no al uso) incrementada por tardes de videoclub en la más tierna infancia. No habrá calidad, pero sí una increíble cantidad... jeje.

marcbranches dijo...

En absoluto subestimo tu venafriki, heitor; es más, la aplaudo y la jaleo con ahínco (que rima con cinco). Has definido a la perfección el frikismo cinéfilo: no hay calidad, pero sí cantidad... de purria cinematográfica. Y que siga haciéndose, que nos mantiene vivos. Viva Uwe Boll.

Anónimo dijo...

jackie la motta, supongo. Lo digo por lo del boxeador cinéfilo

Laura Hunt dijo...

Necesito revisar urgentemente El Buscavidas, porque es una película que vi hace un montón de años y que no he vuelto a ver. Y la cosa es que recuerdo que me gustó muchísimo cuando la vi. Tengo que recuperarla, pero ya mismo.

No puedo discrepar contigo sobre la actuación de Paul Newman, porque ya te digo que recuerdo muy poco la película (aunque tengo la sensación de que Paul Newman me gustó mucho en esa película, así que probablemente si que discrepe), pero si que puedo discrepar (y de hecho discrepo) con Josep en eso de que Toro Salvaje es... ¡FALLIDA!..... MADRE MÍA... (¿no te han sobrado sales?)

Por cierto, que me ha encantado la introducción del post, y esa nueva entrega de "las batallitas de marcbranches". Así que la "parábola marcbranches" ¿eh? jejeje... menudo peligro tienes.

Chao!

marcbranches dijo...

Hombre, FXavier, por fín te muestras in corpore bloggerus. Perrito piloto para ud. aunque no ha sido el primero en adivinarlo, para premiar su salida del armario. Welcome.

Laura, estás invitada a la próxima ceremonia de lapidación de Josep (con blog incluido), que se celebrará próximamente en lugar y momento que te será anunciado (a ti y al resto de comensales) en secreto, para que él no se entere. Habrase visto tamaña (XXXXL) desfachatez.

Lo de las batallitas al estilo Cebolleta, va indicando que he adquirido la edad suficiente para contarlas...

Anónimo dijo...

No tengo ni puta idea de qué es un perrito piloto, ni si sirve para algo (espero que no, suelen ser los mejores regalos), pero EXIJO MI PERITO PILOTOOOO!!

Coincido casi contigo en mi poca (al menos no es nula) calidad como jugador de billar. Siempre lo encontré un juego en exceso homofílico: lo del taco viene a ser una proyeción fálica, y lo de meter las bolas en el agujero me recuerda en exceso al carrete chino.

De todas maneras, como símbolo de un mundo (al menos, en Barnatown) que se muere, me parece una diversión metafórica: cerrados el novedades y el niza, uno sólo puede darle al tao en los pubs irlandeses (menuda coña, y a qué precios las birras!!), o en algún local (que no tugurio) de devotos del taco . Mi hija, hace poco, descubrió uno cerca de donde vivimos (por Bailén, o Girona, o por ahí), en donde NO PERMITEN FUMAR. Habrase visto, ¿cómo se puede jugar al billar sin fumar?).

Bueno, a lo que iba, que El buscavidas me parece una oscura y acertada metáfora sobre el lado oscuro del sueño americano, cuya sordidez no sólo ética, sino, sobre todo, estética, seguro que ha sido referente para más de un modernillo (pienso en el Noyce de Glengarry... o en el comosellame de Requien por un sueño, ambas las dos tienen algo de su desesperanza).

De todas maneras, supongo que lo que más transmite es la desesperanza del perdedor de fondo, cuya culpabilidad por los muertos que se ha dejado en el armario, jamás le abandonará, más allá de sus triunfos. Supongo que Rossen, después de su delación ante el Comité, debía de sentirse más o menos así.

Möbius el Crononauta dijo...

"El buscavidas" me hace querer jugar al billar, "El rey del juego" me hace querer jugar al póker... Me encanta la escena preliminar que da paso a los títulos de crédito, y el Gordo de Minnesota (¡zas! en toda la jeta!) es uno de los personajes excelsos de la historia del cine.
Gran película.

Respecto a Paul Newmnan, creo que es uno de sus mejores papeles, aunque no una de sus mejores interpretaciones, pero eso ya lo quisieran muchos, tener un mal día de blue eyes Newman.

marcbranches dijo...

Por tu crónica, FXavier, deduzco dos cosas: que en tu juventud el Novedades fue un punto de encuentro no cinéfilo durante algún tiempo (como fue también en mi caso, pero no sirvió para mejorar mis aptitudes en los juegos de mesas), y que esa época ya está bastante aparcada, visto que albergas una tendencia a la batallita muy similar a la mía. No es grave, pero es irresoluble. Ánimo. En cuanto a la película, es cierto que parece que el peso de la culpa parece que va a devorar al personaje. Sin embargo, "El color del dinero" demuestra que Fast Felson es capaz de adaptarse al entorno y simular que es un superviviente profesional, aunque al final, la redención (ay, la redención, Marty) hace acto de presencia.

Hola Mobius. Cada vez que veo a ese Gordo de Minessota me subyuga más su elegancia natural, su sonrisita de superioridad y su armónica danza alrededor de la mesa.

Anónimo dijo...

Pero bueno: aquí uno se descuida un momento, y ya se están repartiendo perritos-piloto sin ton ni son.
Que conste que en mi haber ¿o es en mi debe? están DOS perrito-piloto, por DOS respuestas acertadas.
Yo pensé que este blog era más serio...
Y encima, confabulándose con las damas para lapidarme:
Por lo menos, que sea con bombones:de cada cinco, que sean dos de brandy, dos de trufa y uno de almendra (amarga, a poder ser).
Al cava invito yo. :-)
Por cierto: en la película, el más grande campeón que interviene en la misma no es el "Torito", que conste, es ...???
:-)

marcbranches dijo...

Cuánta envidia roñosa hay en el mundo, por dios... ¿Ud. pensó que este blog era serio? ¿En qué condiciones etílicas (dos bombones de brandy...) realizó esa reflexión? Yo siempre me confabularé con las damas, en la medida en que ellas me lo permitan (que ese es otro tema). En cuanto al campeón del que habla, no sé si se refiere ud. al campeón mundial de billar de la época, Willie Mosconi, que enseñó a jugar a Paul Newman y tuvo un mínimo papel en la película, guardando el dinero que apostaban Fats y Fast. En caso de acierto, ya sólo te deberé un perrito piloto.

 
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