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PAROLE, PAROLE, PAROLE




Convertida en una de las reinas del gafapastismo, todo el mundo estaba pendiente de cómo sería la siguiente película de Isabel Coixet tras Mi vida sin mi. Al Cesar lo que es del Cesar, y se ha de reconocer que La vida secreta de las palabras es muy buena, aunque tal vez no tanto como la anterior.
Hanna (Sarah Polley) trabaja en una fábrica de plásticos, y es el sueño de todo empresario: nunca coge vacaciones, ni se pone enferma, además como tiene problemas de oído, debido al ruido de las máquinas desconecta su audífono, así que el contacto con el resto de sus compañeros es mínimo. Todo esto ha hecho que el jefe se vea obligado a darle unas vacaciones para evitar enfrentamientos.
Pero Hanna no sabe que hacer; lo suyo no es estar tumbada en una hamaca tomando el sol con una piña colada (inocente, que uno a lo bueno se acostumbra enseguida) y a la que por casualidad oye de una vacante de enfermera en una plataforma petrolífera se ofrece enseguida para el puesto.
Y allí vamos; la plataforma se nos muestra como un lugar totalmente apartado del mundo, solitario, en el que la gente como el cocinero (Javier Cámara) dedica cada día la cocina a un país determinado para no volverse loco.
El enfermo que ha de tratar Hanna, Josef (Tim Robbins) es una especie de Paciente inglés; con varias quemaduras por el cuerpo, que le han provocado una ceguera temporal, aunque consigue soportarlo gracias a su sentido de humor. No, no nos encontramos con una versión de No me chilles que no te veo ¿cómo se os ocurre? ¡con lo serio que es Robbins!.
Hanna desde un primer momento se muestra muy reservada, pero poco a poco él se va ganando su confianza, y en una sobrecogedora escena ella acaba contándole su pasado. Tal vez por el hecho que él no pueda verla o porque sea el primero que realmente la escucha, hace que ella se muestre tal como es, demostrando que las peores cicatrices no son las del cuerpo, como es el caso de Josef, sino las del alma. Dos personas en una habitación hablando, callándose cosas y compartiendo silencios, eso es lo que es la película, por lo que casi se podría decir que es puro teatro; de hecho el resto de personajes están muy poco dibujados y carecen de interés, hasta la oca es desaprovechada, y se nota la procedencia de la publicidad de Coixet, aunque sepa aprovechar muy bien las canciones, pero todas y cada una de las escenas de Polley con Robbins son una maravilla, los dos están espléndidos y su declaración de amor forma desde ya parte de mis favoritas, junto con la de El rey pescador y Cuando Harry encontró a Sally. “Aprenderé a nadar, Hanna. Juro que aprenderé a nadar”. No puedo evitarlo, soy una romántica.

9 comentarios:

Hatt dijo...

En "Cosas que nunca te dije" hay un momento en relación con el título de la película en el que dice:

- Las cosas que nunca se dicen son muchas veces las más importantes.

Curiosamente casi todas sus películas giran en torno a eso.

Un saludo. Nos leemos.

P.D. A mi me gustó más ésta que "Mi vida sin mi".

Sesión discontinua dijo...

Estoy de acuerdo: es mejor Mi vida sin mí; en esta esperábamos que nos conmovieran tanto como la otra, pero eso no es posible siempre y cada vez (de lo contrario necesitaríamos en cada película una chute más fuerte). De todas maneras, no es una mala película y Coixet ha hecho escuela rodando dramas intensos sin excesos melodramáticos. Mi segunda favorita es Cosas que nunca te dije.

Y sí, eres una romántica. Jejeje...

Nos leemos!!!

Anónimo dijo...

ayyy que momentos de lujo no?

alicia dijo...

Muy interesante lo que dices, Hatt,es cierto, y además creo que en parte tiene razón, lo más importante a veces cuesta de decir.
Sesión, también tienes razón en lo de que es imposible que cada película supere a la anterior.
Ya sé que soy romántica, pero ya lo dijo Billy Wilder, "Nadie es perfecto".
Persio, ya veremos que nos traerá la próxima película de Coixet con Ben Kingsley y Penélope Cruz, aunque creo que Sarah Polley en las dos películas que ha hecho con Coixet estaba magnífica.

Laura Hunt dijo...

Todavía no he visto esta película, pero lo haré algún día. De todas formas, he de confesar que Isabel Coixet no acaba de convencerme. Siempre que veo una película suya me gusta menos de lo que espero, se ve que no acabo de conectar con su forma de ver o contar las cosas. En todo caso, creo que esta merecerá la pena, aunque solo sea por ver las actuaciones de Tim Robbins y Sarah Polley.

Manuel Márquez dijo...

Pues aquí otro, compa Alicia, que, al igual que Laura Hunt, tampoco ha visto La vida secreta..., aunque piensa verla un día de estos (en cuanto tenga ocasión, vaya...), porque lo cierto es que tanto los precedentes de la directora (que me han gustado, y mucho) como los intérpretes (en especial, ese monstruo que es Tim Robbins) invitan a no dejarla pasar. Y ya contaremos, claro está...

Un abrazo.

alicia dijo...

Laura y Manuel, aunque no os gustara Isabel Coixet, tan sólo por lo magníficos que están tanto Tim Robbins como Sarah Polley vale la pena ver la película. Creo que es una auténtica lástima que Robbins se prodigue tan poco, tanto de actor como de director, porque en las dos cosas ha demostrado lo mucho que vale.

Alicia Mora dijo...

Pues a mi me parecen las dos pelis de Coixet..increíbles, reveladoras, aire fresco de cine español...intropectivas, sensibles, fantásticas...en fin que no tengo palabras.
Peazo de directora.
Besos tocayaaaaaaaaaaa

alicia dijo...

¡Sabes una cosa, Alicia? Me gustaría que Coixet hiciera una película distinta, una comedia, que me parece el género mas difícil de todos. De acuerdo que hace muy bien este tipo de dramas contenidos y sin excesos, pero un cambio de estilo serviría para confirmar su talento.

 
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