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SUSPIROS DE ESPAÑA


HEROÍSMO: EPISODIO III (Spanish Revolutions)

Adaptar: dícese de la acción de realizar una película basada en un libro, habitualmente de resonancia popular, con el único objetivo de cabrear a diferentes grupos de opinión. Etcéteras de opinión: a) los admiradores de la susodicha obra literaria, traicionados vilmente por un director sin sensibilidad; b) los guionistas cinematográficos, que ven como entre los libros, los cómics y las series de televisión se están quedando sin trabajo; c) los críticos de cine, para quienes el libro SIEMPRE es mejor que la película; y d) el propio autor del libro, quien, aparte de ser traicionado etc.-etc., está obligado a poner buena cara y mentir a los medios de comunicación manifestando que la película es “una plasmación perfecta de lo que yo visualizaba al escribir mi libro” (o algo asín). Una buena manera de sortear estas barreras es escoger los elementos más cinematográficos del libro en cuestión y, en buena sintonía con el autor, combinarlos con ideas propias para que el resultado final sea, en la medida de lo posible, del gusto de todos. Ejemplo: “Soldados de Salamina”.

Hay en esta extraordinaria película de David Trueba varias elecciones que determinan decisivamente el resultado final de la obra. Una de ellas, desde luego, fue la más polémica: cambiar el sexo del protagonista. Aunque se le acusó de nepotismo (hombre, tampoco era tan grave... era Ariadna Gil, no Leticia Sabater...), lo cierto es que con esa variación, Trueba consiguió dos cosas: profundizar en el conflicto interior del personaje, y alejarlo de una inútil pero inevitable comparación con el propio escritor. Ahora Lola Cercas (una fría Gil) es una escritora sin nada que escribir, en plena crisis de ideas y madurez, sin ningún punto de apoyo que la equilibre (Trueba se empeña en reiterar cargantemente este aspecto de manera casi grotesca haciendo que a Lola se le caigan las cosas y tropiece siete veces en diez minutos), que da clases de literatura y publica artículos en El País. Le encargan uno sobre la guerra civil, y Lola relaciona una historia de los hermanos Machado con el increíble relato del no fusilamiento del líder falangista Sánchez Mazas (reconozco que después de ver al Sánchez Mazas real mi opinión de la actuación de Ramón Fontseré ganó muchos enteros. Eso sí es clonación y no la oveja Dolly) y su huída y salvación gracias a la colaboración prestada por unos partisanos republicanos, los “amigos del bosque”. Le pica la curiosidad, y decide investigar por su cuenta: aquí llega la segunda elección del director, que decide que sean los auténticos “amigos del bosque” y sus familiares (junto a Chicho Sánchez Ferlosio, el hijo del falangista) los que aparezcan en el proceso de investigación, lo que, junto al intercalado de imágenes históricas y algún momento “Forrest Gump”, le proporciona un aire documentalista a la narración muy fresco, realista y novedoso entre los anquilosados esquemas del cine español. Más disyuntivas del hermanísimo: mete casi con calzador a un personaje, Gastón (Diego Luna), con el único propósito de darle la pista definitiva a Lola para encontrar al héroe que busca, ese soldado republicano que, habiendo encontrado a Sánchez Mazas entre la espesura de los bosques del Cullell, decidió perdonarle la vida. Eso sí, Gastón tiene tiempo de pronunciar una de las frases que definen la esencia del filme: “En cualquier guerra, siempre pierden los mismos”. En el haber de la película asimismo hay que apostar la fotografía decolorada de Javier Aguirresarobe; algunas escenas de gran calado emotivo como la del baile del soldado mientras canta y baila “Suspiros de España"; el personaje de Conchi (María Botto, un animal de la interpretación), tan vulgar como lúcida, que acaba representando el contrapunto perfecto para la snob Lola (que, mucha profesión liberal y mucha gaita, pero en el fondo quiere lo que todos: una happy-family con niños y gatitos); y, en definitiva, la voluntad de Trueba de huir de maniqueísmos y tomas de postura para centrarse en lo que son las consecuencias de la guerra, y en la definición de héroe. Lo que nos lleva a la última parte de la trilogía patillera que me he sacado de la manga-mangotero, y a uno de los personajes más arrebatadores que nos ha regalado el cine español en los últimos años.

Miralles, el ex-soldado retirado en Dijon, al que Lola cree el compasivo salvador de Sánchez Mazas e interpretado de manera absolutamente majestuosa por Joan Dalmau, enamora al espectador desde el primer momento. Con su voz ronca, su espíritu rocoso pero desangrado y su resignado sarcasmo ("tuve una embolia que me paralizó la parte izquierda del cerebro; no sé si significa algo políticamente hablando"), suelta verdades como puñetazos estomacales sin respiro. En un conmovedor monólogo, Miralles define perfectamente lo que es el heroísmo (“los héroes no sobreviven”), a través de su voluntad de recordar, con su rotunda pero quebrada voz, los olvidados nombres que le acompañaron en la lucha: “Los hermanos Segués; Miquel Cardós; Gabi Baldrich; Pipo Canal; el Gordo Odena; Santi Brugada; Jordi Gudayol. Todos muertos.” Momento-gallina de piel. Efectivamente, los héroes no sobreviven, y por eso la respuesta final de Miralles a la pregunta que Lola ansía hacerle, a pesar de creer conocer la respuesta, es negativa. Miralles se considera un olvidado más, un muerto más; y aunque Lola se prometa a sí misma que no le olvidará, y que le traerá un remedo de familia en sus últimos años de vida, todos salimos del cine con la convicción de que hemos asistido al último abrazo de Miralles.

“Lela y Juan. Gabi. Miquel. Gudayol. Pipo. El Gordo Odena.”

8 comentarios:

Fedush dijo...

Que buena elección. Suspiros de España. Soldados de Salamina es una de las mejores pelis que vi en los últimos tiempos. Excelente trabajo. Cuenta con mis votos.
Si te gusta mi blog, vótame para los Premios 20 Blog: http://fedush.blogspot.com . Un saludo

marcbranches dijo...

Desde luego que es una de las mejores películas del último cine español, y la última parte con Miralles llegó a hacer asomar ciertos niveles de acuosidad a los miopes ojos de marcbranches "El sucio"... lo cual tiene su mérito... David Trueba apunta a grande.

Anónimo dijo...

Tu reflexión es fantástica!

Soldados de salamina es una gran novela, pero no una gran película y lo comprendo en parte. Era difícil adaptar un texto tan complejo y literario en imágenes

Ahí tienes mi voto!

alicia dijo...

Muchas gracias, Fedush y Pequeñoibán, sobre todo lo que nos hace ilusión es que os haya gustado el blog.

Gloria dijo...

Vuestro artículo sobre la película me ha recordado un artúculo en el que el periodista Gregorio Morán mencionaba que los hechos relatados en la novela pasan por históricos, aunque en realidad Sanchez-Mazas nunca estuvo en el lugar ni en la situación en la que la novela de Cercas le situa... alguien me sabria añadir algo, on informar al respecto?

marcbranches dijo...

Gregorio Morán defiende que fue el propio Sánchez Mazas quien se lo inventó todo, para tapar sus delaciones. He encontrado esta página que te será de utilidad: http://www.unizar.es/cce/vjuan/jesus_pascual.htm

A ciertos periodistas e historiadores les encanta el revisionismo, pero parece que los datos y los testigos confirman la veracidad de la historia.

Gloria dijo...

marcbranches,

Gracias por el informativo link a favor de la autenticidad de los hechos en los que se basa la novela. Suelo seguir con sumo interés los artículos de Morán, así que queria cotejar su afirmación.

Más que nada porque a veces me da la sensación de que en muchas ocasiones, se edulcoran las memorias de la vida bajo la dictadura franquista, y asimismo, lo que inició la Guerra Civil, que fue un vergonzante golpe de estado contra un gobierno legalmente constituido, golpe de estado que fue generosamente apoyado por la Alemania Nazi y la Italia Fascista.

...A veces creo (y me disculparás el comentario político) que en este pais se olvida muy facilmente que, al finalizar la 2ª Guerra Mundial, era el único pais de Europa en el que los Nazis ganaron (y que consecuentemente, como vencedores, aun vocean su versión de la historia con un descarado impudor).

Volviendo a la película (y oensando en Ariadna Gil)... quería hacer un comentario sobre algo que creo que afecta a muhos actores de cine españoles: a ver, que a mi actores como la Gil -o Jorge Sanz, por mencionar otro actor- me parecen estupendos actores de cine en el aspecto de expresiones faciales y gestos corporales, pero... no crees que podrían mejorar un pelín su dicción? Es que si comparo la dicción de muchos actores de cine españoles, con la exquisitez y calidad verbal de la mayoría de actores británicos o franceses, pues, ejem, creo que quedan un poco en desventaja... con excepción de aquellos actores de cine que tienen una sólida base teatral a sus espaldas.

marcbranches dijo...

Sobre tu comentario político, sólo puedo decirte que, cuando hablaba en el anterior comment de la afición al revisionismo que tienen algunos, me refería precisamente a esos de los que hablas...

El asunto de la dicción de los actores españoles es un viejo asunto de debate. Mi inglés es de nivel Opening-bajo, y mi frncés no pasa de decir "croissant" con cierta prestancia, así que no sabría decirte cómo va la pelea en esas latitudes, pero aquí, efectivamente, es un problema. Ejemplo más claro que los actores que nombras es Eduardo Noriega, que ni ha sabido ni sabrá hablar correctamente (aunque algo ha mejorado, sólo faltaría). En la misma "Soldados de Salamina" vemos un ejemplo radicalmente contrario en Joan Dalmau. El teatro, como de costumbre, es la mejor escuela de actores...

 
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