Aunque nos gustara Una historia de violencia, no olvidamos al David Cronenberg amante de las mutaciones genéticas, atmósferas enfermizas y sexo con gusto a pecado. Hablemos de La mosca, junto con Inseparables, la mejor de éste género casi se podría decir que exclusivo suyo.
Es uno de los pocos casos en que el remake es superior al original (aunque tenía su encanto esa vocecita del final pidiendo ayuda); aquí la historia es mucho mas compleja. Tenemos al típico científico loco, Seth Brundle, obsesionado con su trabajo, movido indirectamente por un problema personal: tiene una especie de vértigo que le impide viajar hasta en coche; cuando él mismo haga de conejillo de Indias, al principio creerá que ha mejorado; su cuerpo se ha “purificado”, gracias a la cámara teletransportadora, volviéndose mucho mas fuerte, ágil, y con un incansable apetito sexual. Está tan entusiasmado que quiere que su novia, Verónica, también pase por la cámara, y así ser la primera pareja de superhombres, unos nuevos Adan y Eva, pero ella tiene miedo y rechazará la proposición, provocando la ruptura de la pareja. Poco a poco irá descubriendo el error de su experimento, debido a una inoportuna mosca. Su sentido de humor se volverá muy negro (memorable su discurso sobre si será la primera mosca política), y su botiquín se convertirá en un inesperado museo donde va guardando trozos de su cuerpo caído (a eso le llamo ser sentimental y lo demás son tonterías). Hay quien quiso ver en la película una metáfora sobre el SIDA, que entonces estaba en sus comienzos.
La pareja protagonista tiene un extraño atractivo ( Jeff Goldblum y Genna Davies fueron pareja en la vida real) y su relación acaba recordando a la de otras del cine de terror clásico, como la bella y la bestia, o Esmeralda y Quasimodo; de hecho, cuando Seth irrumpe en el consultorio médico donde está Verónica recuerda muchísimo a cuando el jorobado de Notre Dame rescata a la gitana de la hoguera.
David Cronenberg hace una breve aparición como médico que ayuda a Geena Davies a dar a luz, en una escena muy de su estilo, digamos “orgánico-terrorífico”, y nos muestra la metamorfosis del protagonista de la manera mas creíble posible, y de una manera progresiva: unos pelillos por aquí, un repentino gusto por lo dulce por allá... mostrándonos como come (revolviéndonos el estómago a nosotros, de paso) o como se desliza por las paredes, para pasar a su decadencia, en la que la aparencia humana se va perdiendo, convirtiéndose en una especie de envoltorio para un nuevo contenido, en el que dominan los bajos instintos como los celos o el deseo sexual.
El efectivo maquillaje, el ritmo que no decae ni un momento y las convicentes interpretaciones prácticamente con solo tres personajes, hacen que el tiempo no pase por esta película, que supo contentar tanto a los amantes del "gore" como a los del cine tradicional “bien hecho”.
Por último, sé que no viene mucho al caso, pero... ¿en lugar de dispararle balas, porqué no probaron con insecticida? Vaaale, ya sé que es un chiste malo (la influencia de marcbranches tiene sus efectos secundarios) .... fusión completada.
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