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Weblog dedicado al mundo del cine, tanto clásico como actual. De Billy Wilder a Uwe Boll, de Ed Wood a Stanley Kubrick, sin distinciones. Pasen, vean y, esperemos, disfruten. Si no es así, recuerden que NO han pagado entrada.
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PURPURINA TRASH


Hoy vamos a hablar, púberes padawanes, de un subgénero cinematográfico que, con honradas excepciones (como, por ejemplo... este... sí-hombre, aquella... bueno, no se me ocurre ninguna), ha sacado la palabra “arte” del eufemismo “Séptimo ídem”. Me refiero a esas películas realizadas a mayor gloria de un cantante/grupo/cansautor/gorgoritera de éxito, con argumentos infantiloides, actuaciones vergonzantes, directores haciendo el egipcio y actores de antiguo prestigio arrastrando antiguos fulgores. Ojo, que no se incluyen filmes en los que simplemente aparecen o protagonizan: “Gigli” o “El cuerpo del delito” no entrarían en esta categoría, aunque también son malas de cojones; la películas ha de ser musical, con canciones del/la protagonista, y con tintes autobiográficos. Son largometrajes que destacan por su capacidad para actuar inmisericordemente, y con la misma eficacia, contra el cerebro y contra los oídos. Y antes de que me vengan las viejas glorias con el bate, el subgénero tiene ya sus años: las películas de Elvis o los Beatles eran unos truños del tamaño de (Viva) Las Vegas. Yo mismo me crié entre películas de Parchís, y aún no me he recuperado del trauma; aunque, ahora que pienso, peor lo tuvo la generación que creció con “Sufre, mamón”. El caso es que la última década ha dado para unas buenas risas gracias a la cada vez más creciente necesidad de los grandes arti-tas de este mundo de expresarse multimediáticamente, que han expelido tales ventosidades fílmicas que podría cubrir mi sección linternera “Ed Wood” durante años. Cierto es que la música y el cine son dos artes de sintonía indisoluble, que se abrazan como oso panda a secuoya; pero parece que hay gente que se empeña en cargarse esa relación, y, de paso, divertirnos a los cinéfilos gamberretes con su inintencionado sentido del humor. Buenas gentes como Whitney Houston, Britney Spears, Marc Anthony o las Spice Girls han arrasado neuronas y perforado tímpanos con la inexplicable anuencia de la ONU, que no ha hecho nada para poner fin a estas auténticas armas de destrucción masiva. Una de las más letales es, sin duda, “Glitter”, protagonizada por esa leyenda viviente llamada Mariah Carey.

Mariah Carey, ya de por sí, es REALMENTE divertida. Alguien capaz de decir cosas como “siempre que veo la tele y veo esos pobres niños hambrientos en todo el mundo, no puedo evitar llorar. Quiero decir, me encantaría ser así de flaquita, pero no con todas esas moscas y muerte y esas cosas” tiene ganado el cielo eterno y nuestra perenne admiración. Sus videoclips son realmente inmundos, todos exactamente iguales (pequeñas películas en las que Mariah, embutida en ropa para bebé, es la heroína de las ídem), y malgasta continuamente su indudable talento vocal con canciones infumables y un extraño empeño en entonar imitando a un delfín. Nada comparado con su incursión en el mundo del cine, que, milagrosamente, ha sobrevivido a semejante cataclismo. “Glitter” es una descomunal majadería, un ñordo purulento evacuado por el pobre Vondie Curtis-Hall, que después de esta experiencia, lógicamente, dejó el cine y se pasó a la televisión. Vamos al lío, que esto me está quedando largo:

- La película es la historia del ascenso de una chica a la que su madre, cantante de cabaret, abandona de pequeña, por culpa del alcohol, y entonczzzzzzzzzzzzzzzzz... Lo reconozco, me dormí a los 5'36” (lo sé porque puse la pausa). El inicio de la película es lo mejor de la misma, y por tanto, lo peor, por aburrida.
- Maraya (se pronuncia así) hace de corista de una cantante, junto con dos amigas suyas que pretenden ser el contrapunto humorístico del film, sin darse cuenta de que la Carey es un filón de carcajadas en sí misma. El productor de la tal cantante (Terrence Howard), un listillo, obliga a Maraya a suplantarle la voz, al más puro estilo Milli Vanilli. Lo mejor es que ella ¡acepta sin problemas! porque, total, “me lo paso muy bien”. Esta línea de diálogo, de corte costumbrista, refleja a la perfección el cociente intelectual de la Carey: tiene más ceros que las notas escolares de Sofía Mazagatos. Por supuesto, la descubre un DJ cazatalentos, en una escena memorablemente estúpida reforzada por la vestimenta extraterrestre de Maraya, rematada por una gorra de equipo ciclista español (ver foto). Ahora lo entiendo: Mariah Carey se metía EPO.
- Su ascenso es meteórico, a manos del susodicho DJ, que, por cierto, se llama... Dados (“Dice” en inglés). Y la verdad es que tiene sentido: dan ganas de colgarlo del retrovisor delantero del coche. Cuando suena por primera vez el single de la chica, mientras ambos están en un taxi (sí, amigos, crece el amor entre ellos, qué extraordinario giro argumental), paran el taxi, y de paso el tráfico, para bailar en la calle y llamar a sus amigas. Y los conductores, claro, encantados. Haz eso en mitad de la Gran Vía de Madrid en hora punta, si tienes güevos, bonita.
- En medio del rodaje de su primer videoclip, Dados (lo siento, no puedo escribir su nombre sin reirme) se queja, iracundo, de que la están utilizando como reclamo sexual (la foto de arriba es del supuesto clip), con la frase “la visten como a una pornostar”. Joder, daditos, hijo mío... ¿es que no has visto ningún video de Maraya? Es que no hay ninguno en el que NO se vista como una estrella barata del porno...
- Hay que dedicar un apartado al nivel interpretativo de la protagonista. En el 90% del film se limita a decir sus frases sin atropellarse, lo cual ya es un logro. Pero hay un par de escenas de cierto calado emocional, en las que, sin duda, Maraya da la vuelta a las convenciones de la actuación (ella es una revolucionaria), y consigue una perfecta expresión bovina, acompañada por unos supuestos lloriqueos que más bien parecen una risa floja, mandando así a Stanislavski a tomar por culo.
- Y para muestra, el último botón. Y ojo que voy a espoilear salvajemente la película, pero la ocasión lo merece (y la película, de puro mala, también). SPOILER Mariah, después de triunfar en el Madison Square Garden, se va directa en la limousina hacia el lugar donde le han dicho, en un lugar de acogida donde vivió, que se encuentra su desparecida madre. Ese lugar resulta ser UNA PEDAZO CASA DEL COPÓN BENDITO en mitad del bosque. Ella lleva todavía el larguísimo y ceñidísimo vestido del concierto, así que se acerca dando pasos de medio centímetro (apenas puede andar) a la mama, y se funden en un emotivo abrazo mientras Maraya da su do de pecho expresivo: más que llorar de felicidad, parece que estornuda. FIN SPOILER.

La película es rica en matices y pequeños detalles para gourmets, pero eso lo dejo para los lectores, que seguro que estarán deseando descarg..., qué leches, alqui... qué coño, comprarse este recóndita obra maestra del trash que nos dejó la simpar Carey. Cuantos más la veamos, más fuerza podremos hacer para conseguir que se ruede “Glitter 2”, que es lo que la industria cinematográfica, y la crisis mundial, necesita.

7 comentarios:

Sesión discontinua dijo...

¡¡¡cuánto talento derrochado!!! (me refiero al tuyo) jejejejejeje

marcbranches dijo...

Para talento, el de Maraya. Gracias a películas como esta sabemos dónde está el límite, por abajo, del talento cinematográfico. "Glitter" está en el "Bottom 100" de Imdb, y no por casualidad, entre películas de enorme calado, tales como "Maciste y la Reina de Samar", "Troll 2" o "Los fantasmas no pueden hacerlo"...

Josep Lloret Bosch dijo...

No puedo menos que descubrirme ante tí, ¡oh Marcbranches! por la especial sabiduría de pulsar el "pause" justo en el momento de dormirte: así puedes continuar más relajado hasta el final.

Cuando yo me duermo, al despertar, automáticamente borro; digo, paro; digo apago.... esto... no digo más...

Saludos.

June dijo...

Hey... Soy amiga de Javizzio, ese bastardo con el que trabajas -cuidado, spoiler- en el cap -fin del spoiler-.

De hecho ahora estoy junto a ese pedazo de m...acho, y nos estamos muriendo de la risa con tu analisis sobre esa gran mierda que es "Glitter (creo que te ha faltado el apendice "Glitter, todo lo que brilla" -y de eso, de cosas que brillan en la cara, maraya debe saber un rato, si es que atina a coger el manubrio correctamente-)

En fin, saludos!! Seguiré de cerca tus criticas cinematograficas :)

marcbranches dijo...

Pues el de saber darle a la pausa justo antes de dormirme babosamente en el sofá es un superpoder que adquirí accidentalmente, hace unos cuantos años, después de que una explosión de rayos gamma me pillara en plena siesta mientras veía "Cristal". Ya he vendido los derechos de la película. Saludos.

Alasgüenas, Penny, bienvenida al pisito. Si eres amiga de Javi, te acompaño en el sentimiento. Espero que haya cumplido su promesa de desengancharse de Britney Spears, porque, menuda brasa en la oficina... En cualquier caso, es el impulsor intelectual del post, pues me "recomendó" vivamente esta hez fílmica, entre videoclis y videoclis de Malaria Carey. Saludos.

Laura Hunt dijo...

Marc, me preocupas, porque para ponerse a ver Glitter hay que ser muy masoquista, o estar mal de la cabeza, esta "película" tiene que ser malísima para a salud mental, hombre, pero si ya un simple videoclip de la muchacha esta puede causar daños cerebrales irreparables, no quiero ni imaginarme lo que tiene que ser una película entera!!!

En fin, allá tú, pero mira, gracias por el post, que me ha hecho pasar un buen rato, como siempre me pasa con la sección "Ed Wood", de la que soy fan. Ya ves, algo bueno tenía que tener el que existan estos engendros cinematográficos. Vamos, que es que seguro que tu post es mucho mejor que el guión de la "película"

¡Chao!

marcbranches dijo...

Pues Laura, masoquista no soy, así que debo de estar mal de la cabeza. Lo que pasa es que lo dices como si te sorprendiera... no es que estas películas causen daños irreparables en mi cerebro, es que mi cerebro ya está irremediablemente dañado, y por eso las veo. En este caso, el orden de los factores sí que blablabla. Saludos.

 
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