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LAS PROPIEDADES CURATIVAS DEL DJEMBÉ


Entre la avalancha de estrenos oscarizables de hace un par de semanas, y los ciclones “Clint” y “el prepucio azul del dr. Manhattan” por otra, parece mentira que quede espacio en la cartelera para otras cosas. Otras cosas: “The visitor”, por ejemplo. Aunque, de hecho, se podría incluir este pez chico en la primera categoría; a fin de cuentas, Richard Jenkins, su protagonista principal, estuvo nominado para la máxima categoría actoral. Sí, lo sé, no se enteró casi nadie, y estoy seguro de que el hombre tenía que enseñar la acreditación a los seguratas de la gala cada vez que se levantaba para ir al al lavabo, de puritito anónimo. Lo que no quita para que su nominación sea tan merecida como cualquier otra, y que, si se hubiese llevado el premio, no hubiese sido ningún atentado contra la justicia. Hoy, mr. Jenkins estará en su casa, descansando tranquilamente de un nuevo y eficaz trabajo de secundario reconocible-pero-no-me-acuerdo-de-su-nombre, y, quizás, esperando una nueva llamada de los hermanos Coen, con los cuales ha hecho ya varios largometrajes.

Me voy por las ramas, como mi propio apellido indica. Tom McCarthy es un señor americano pelín inquieto cuya carrera, básicamente, es interpretativa, según se desprende de su ficha Imdb. Afirmación que, en cierto sentido, es tan falsa como una moneda de π euros. π = Pi, para los que no hayan entendido el chiste, de los cuales un 101.23%, seguramente, serán de letras (sí, estoy hoy pelín surrealista. Acabo de tragarme “Twin Peaks” enterita en apenas dos semanas: lo raro es que no le haya puesto un fondo de cortinas rojas al blog). Digo que dicha afirmación es relativamente falsa porque, aunque es cierto que tiene algunas participaciones en películas de cierto prestigio (“Syriana”, “Buenas noches, buena suerte”, “Banderas de nuestros padres”, “El gurú del sexo”) (no, esta no) y de corte mayoritariamente político, lo que realmente le está llevando a un status de cierta enjundia –crítica, por lo menos– es su trayectoria cinematográfica. Trayectoria compuesta por nada menos que dos películas. Sí, sí, pero qué dos películas, mai friend.

En su momento comentamos en La Linterna “The station agent”, la ópera prima de McCarthy, una delicia de naturalidad narrativa y sensibilidad completamente alejada del foco cocodrilagrimero (tres minipuntos para el que pronuncie a la primera y del tirón “foco cocodrilagrimero”) que significaba promesa de cosas bonitas. “The visitor” continúa por el mismo camino, algo más amargo, algo más político, pero desde una misma base y similares virtudes. Aparentemente, los personajes principales de ambas películas tienen varios puntos en común: tipos solitarios, ensimismados, pelín ceñudos, educados pero distantes, desnudos de joie de vivre; una circunstancia extraña les pone en contacto con gentes de calado muy diverso, con las que alcanzan ese maravilloso éxtasis humano que es el enriquecerse mutuamente (no me refiero a eso. Puercos). En el caso que nos ocupa hoy, Walter Vale (Jenkins) es un profesor viudo que se encuentra en su semiabandonado piso de New York (a donde se ha trasladado durante unos días por trabajo) a una pareja de inmigrantes, el sirio Tarek (Haaz Sleiman) y la senegalesa Zainab (Danai Jekesai Gurira). Superada la convención social del rechazo de inicio, acepta que vivan temporalmente en la casa mientras encuentran otro lugar. Pero, ah amigo, Tarek toca el djembé (un tambor africano) junto a unos amigos en un local, y Walter se enamora del ritmo álgido y libre que desprende el instrumento. Tarek le enseña a tocarlo, construyéndose una hermosa relación de amistad que se trunca cuando, vayapordioshombre, unos tipos le piden los papeles en el metro. Tarek al trullo, y mamá de Tarek a escena: Mouna (Hiam Abbass) llega para estar cerca de su hijo, y encender una nueva luz en la vida de Walter...

Como diría Acebes, hay dos líneas de investigación en esta película: una principal, que es el profesor Vale y su circunstancia; y una accesoria, de cariz político-social, que es la situación de cierta inmigración en los Yuesei. Por esta última McCarthy pasa un poco de refilón, pero sin dejarse contundencia por el camino; la burocracia legislativa americana engulle a Tarek y a sus acólitos, a través de unos centros de detención que, y reconozco que desconocía este dato, son privados, lo cual facilita las deportaciones fugaces a través de limbos legales. Se agradece sobremanera que el director evite cualquier sensacionalismo de baja ralea tipo maltratos/vejaciones/violencias varias hacia el bueno de Tarek. Pero en esta película lo fundamental es la evolución de Walter, su aprendizaje, su resurrección como persona, a través de los ritmos y peculiaridades de una cultura ajena. En ese sentido, el triunfo de Richard Jenkins es total, y su capacidad de transmitir, tanto la mortecina alma del inicio, como la regurgitada energía del final, a golpe de miradas y gestos, mucho más allá de las palabras. Su trabajo es sensacional, acompañado, eso sí, por la calidez de Sleiman y, en particular, la estoica dignidad de la magnífica Hiam Abbas. El ritmo del film, por otra parte, y tal como ocurría con el anterior filme de este director, fluye con una asombrosa naturalidad, sin divagaciones ni fútiles pretensiones que sólo empañarían el conjunto.

“The visitor”, pues, cuyo título puede referirse tanto a Tarek como a Walter, confirma las expectativas que McCarthy había despertado, y nos devuelve a un cine de honestidad máxima que, a veces, entre tanto abalorio y alharaca de alfombra roja, se nos olvida que existe entre los fondos de las carteleras. Sigue tocando el djembé, Walter, y vive la vida.

6 comentarios:

ANRO dijo...

Coño¡ me has revuelto la conciencia, porque rechacé el consejo de mi compañera de ir a ver "The Visitor" y a estas alturas ....oh cielos, dios existe¡ acabo de comprobar que sigue en cartelera en el impagable cine Monopol de L.P. Así que haré caso de tu consejo, oh maestro, e iré este sábado haciendo el tremendo sacrificio de no asistir a los últimos carnavales de la isla.
Un abrazote.

marcbranches dijo...

¿Que rechazaste un consejo de tu compañera? ¿Pero se puede saber en qué estabas pensando? ¿Cuántos días llevas durmiendo en el sofá?

Te perdono por lo de "maestro", que si no...

Josep Lloret Bosch dijo...

Pues muchas gracias por el consejo, porque ni idea tenía de esta película; ese protagonista siempre me ha parecido un actor solvente en las ocasiones en que lo he visto en papeles cortos.

A ver si me cae la oportunidad de verla, porque ya empiezo a estar harto de "blockbuster"....

Por cierto: apúntame los tres minipuntos a mi cuenta, oye...

Saludos.

marcbranches dijo...

No te apuntaré los tres minipuntos hasta que me envíes una grabación de la gesta, debidamente compulsada por el Instituto Nacional de Cacofonías Trabalingüísticas.



Que aquí no se regalan los minipuntos, leche.



Y vaya ud. a ver la película, y si acaso me cuenta. Saludos.

Anónimo dijo...

Notable película. Y sobre todo me encantó la relación que se establece entre los personajes de Richard Jenkins y Hiam Abbass.

Una pequeña sorpresa.

Saludos

marcbranches dijo...

Sí, Carles, esa relación tan discreta y contenida, a la vez que honesta, es de lo mejor de la película. Dicen tanto con las miradas... Saludos.

 
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