Y Almodóvar quiso ser el Billy Wilder de Fedora, o el Fassbinder de La ansiedad de Verónica Voss, o el de cualquier melodrama de Douglas Sirk… Porque con Los abrazos rotos Pedro demuestra que cada vez se va orientando más al clasicismo y al drama o melodrama, y Los abrazos rotos es melodrama puro y duro; como los de antes; como los de siempre.
Un triángulo de lo más convencional: un hombre maduro y sumamente poderoso, una hermosa chica que se convierte en su amante para ayudar a su familia (precioso el cameo de Angela Molina, que da perfectamente el pego como madre de Penélope), y un director de cine del que se enamora, al igual que él de ella, por no olvidar la mujer que le ama en silencio. Amante despechado y atormentado… como es de esperar eso no puede acabar bien.
A partir de esta historia Almodóvar construye uno de sus guiones más complejos y ambiciosos, con constantes saltos del pasado al presente, de manera que siempre nos queda por saber algo de la historia, no pudiendo encajar todas las piezas hasta el final. Pero Pedro es Pedro, y ahí están las pinceladas cómicas del rodaje de Chicas y maletas, con su sello inconfundible, para demostrarlo, ayudado de cameos de chicas Almodóvar como Rossy de Palma o Chus Lampreave, haciendo una peculiar versión de Mujeres al borde de un ataque de nervios, o las estupendas aportaciones cómicas de Carmen Machi y Lola Dueñas, aunque no acaban ahí los auto-homenajes, ya que también ha referencias a Tacones lejanos o La flor de mi secreto. Los que le acusen de narcisismo por ello no está de más que recuerden que en Trailer para los amantes de lo prohibido ya se autoreferenciaba, así que no es algo nuevo.
Dos grandes actores de sólida formación teatral y desgraciadamente muy desaprovechados por el cine como Lluís Homar y José Luís Gómez son los que interpretan a los rivales por el amor de Lena, obsesionados con ella, especialmente el segundo, sufriendo unos celos terribles que hacen que salga por peor de él, pero que al mismo tiempo es víctima de sus sentimientos; pero a la que mima en cada una de las imágenes es a Penélope Cruz, en la que parece que va a ser una asociación bien larga.
Lo realmente bonito de Los abrazos rotos es su declaración de amor al cine como medio de poder exorcizar los demonios interiores y conservar la memoria de los buenos momentos, congelados para siempre en un trozo de celuloide. Por eso, cuando Mateo deja de ser Harry Caine para volver a ser Mateo y reconstruye la película, no puede haber mejor homenaje a Lena que ese.
Seguro que los numerosos detractores tanto del director manchego como de Penélope le encontrarán defectos a la película, y aunque sigo prefiriendo La ley del deseo o ¿Qué he hecho yo para merecer esto? y echo de menos la frescura y pasión de sus primeras películas, se ha de reconocer que Pedro ha conseguido un gran dominio de la técnica y que las historias secundarias estén perfectamente integradas con la principal, por lo que, por floja que sea una película suya, siempre está por encima de la media, cada estreno suyo causa expectación y nunca deja indiferente. Pocos pueden decir lo mismo.
Un triángulo de lo más convencional: un hombre maduro y sumamente poderoso, una hermosa chica que se convierte en su amante para ayudar a su familia (precioso el cameo de Angela Molina, que da perfectamente el pego como madre de Penélope), y un director de cine del que se enamora, al igual que él de ella, por no olvidar la mujer que le ama en silencio. Amante despechado y atormentado… como es de esperar eso no puede acabar bien.
A partir de esta historia Almodóvar construye uno de sus guiones más complejos y ambiciosos, con constantes saltos del pasado al presente, de manera que siempre nos queda por saber algo de la historia, no pudiendo encajar todas las piezas hasta el final. Pero Pedro es Pedro, y ahí están las pinceladas cómicas del rodaje de Chicas y maletas, con su sello inconfundible, para demostrarlo, ayudado de cameos de chicas Almodóvar como Rossy de Palma o Chus Lampreave, haciendo una peculiar versión de Mujeres al borde de un ataque de nervios, o las estupendas aportaciones cómicas de Carmen Machi y Lola Dueñas, aunque no acaban ahí los auto-homenajes, ya que también ha referencias a Tacones lejanos o La flor de mi secreto. Los que le acusen de narcisismo por ello no está de más que recuerden que en Trailer para los amantes de lo prohibido ya se autoreferenciaba, así que no es algo nuevo.
Dos grandes actores de sólida formación teatral y desgraciadamente muy desaprovechados por el cine como Lluís Homar y José Luís Gómez son los que interpretan a los rivales por el amor de Lena, obsesionados con ella, especialmente el segundo, sufriendo unos celos terribles que hacen que salga por peor de él, pero que al mismo tiempo es víctima de sus sentimientos; pero a la que mima en cada una de las imágenes es a Penélope Cruz, en la que parece que va a ser una asociación bien larga.
Lo realmente bonito de Los abrazos rotos es su declaración de amor al cine como medio de poder exorcizar los demonios interiores y conservar la memoria de los buenos momentos, congelados para siempre en un trozo de celuloide. Por eso, cuando Mateo deja de ser Harry Caine para volver a ser Mateo y reconstruye la película, no puede haber mejor homenaje a Lena que ese.
Seguro que los numerosos detractores tanto del director manchego como de Penélope le encontrarán defectos a la película, y aunque sigo prefiriendo La ley del deseo o ¿Qué he hecho yo para merecer esto? y echo de menos la frescura y pasión de sus primeras películas, se ha de reconocer que Pedro ha conseguido un gran dominio de la técnica y que las historias secundarias estén perfectamente integradas con la principal, por lo que, por floja que sea una película suya, siempre está por encima de la media, cada estreno suyo causa expectación y nunca deja indiferente. Pocos pueden decir lo mismo.
3 comentarios:
Cada vez que leo una reseña, compa Alicia (y ya llevo alguna que otra, todo hay que decirlo), más ganas me dan de ir a verla; a ver cuándo encuentro el hueco en cuestión... Soy seguidor convicto y confeso de Almodóvar desde sus comienzos; de hecho, es uno de esos contadísimos cineastas de los que he podido seguir su carrera cinematográfica "en tiempo real", y no puedo más que confesar mi admiración por cómo ha evolucionado la misma. ¿Tendencia al melodrama? Siempre he pensado que las comedias de los inicios de su carrera eran meros pecados de juventud y coyuntura "movidil", y que, en su fondo, ya latía ese dramón desaforado que, como bien señalas, se ha ido depurando y perfilando con cada uno de sus films recientes. En fin, veremos y contaremos.
Un fuerte abrazo.
Si te digo la verdad, Alicia, mis resquemores con Pedro suelen corroerme a la hora de ir a ver una película suya, de hecho, el domingo pasado, haciendo caso a Marc, Lola y yo preferimos ir a ver The Visitors, en vez de ir a "Abrazos Rotos".....Dicho ésto, seguramente este fin de semana iremos a verla, tal vez, ya que me fio muchísimo de tu opinión.
Un abrazote
Yo también he seguido a Almodóvar desde el comienzo, Manuel, y he visto todas sus películas con mucho interés. Es cierto que siempre tuvo gusto por el melodrama desatado, pero ahora es cuando se está dedicando a explotarlo en su totalidad.
Antonio, lo que puedo decirte es que Pedro no admite términos medios, si no te ha convencido nunca no creo que vaya a hacerlo ahora; entras en su juego o no, así de simple. Espero que el consejo de Marc os resultara bien y muchas gracias por confiar tanto en mi opinión.
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