Ojo, que pongo el interruptor del nostalgitrón en posición ON: hubo un tiempo, no tan lejano, en el que las parodias cinematográficas de género las escribían dramaturgos de prestigio, las dirigían competentes artesanos, las protagonizaban actores de valía contrastada (valía contrastada: concepto global que asegura la presencia de, mínimo, un par de intérpretes británicos) y se manejaba el florete de punta afilada para manejar la sátira. Lo cual, en conjunto, albergaba un noble objetivo: evitarle al espectador la sensación de ser tratado como un idiota. Hoy en día, este tipo de filmes comparten una serie de denominadores comunes: el mismo título (“Wuxia Movie”, pongamos por caso), los mismos ¿chistes? de sal gorda, la misma falta de respeto al espectador, y una aparición estelar de la ¿actriz? Carmen Electra para que aporte sus dos valías contrastadas. Nostalgitrón OFF.
Pongámosle nombre a la diatriba marcbranchesiana. “Un cadáver a los postres”, título español absolutamente distanciado del original, por cierto, aunque, sin que sirva de precedente, con buena fortuna: “Asesinato por muerte” (“Murder by death” en el original) no hubiera captado el tono de la película, y hubiera quedado algo extraño. La pluma perpetradora del guión no es otro que Neil Simon, con lo que a ojos de cualquier observador ya queda claro que no nos vamos a tropezar con cualquier cosa; la huella del celebérrimo dramaturgo americano está presente en lo acerado y chispeante de los diálogos y en la carga satírica de la propuesta, bien acompañada por el director Robert Moore, habitual colaborador teatral de Simon.
El argumento es el siguiente: Lionel Twain (Truman Capote), un millonetis de alcurnia (provincia de Tronío) (festival del humor con Marcbranches), envía invitaciones para un fin de semana de “cena y muerte” en su mansión – a la que se entra después de tocar un timbre en el que suena un grito de mujer; para curiosos, este grito es el de Fay Wray en “King Kong”- a varios de los mejores detectives del mundo; el que resuelva el crimen que allí se promete, será reconocido como el mejor detective del mundo y recompensado con un millón de dólares. Los investigadores invitados son los siguientes, y no creo que se necesite leer el enlace para saber a qué personajes literarios caricaturizan: Jessica Marbles (Elsa Lanchester), Sidney Wang (Peter Sellers), monsieur Perrier (James Coco), Sam Diamond (Peter Falk) y los señores Dick y Dora Charleston (David Niven y Maggie Smith). Por cierto, que la intención inicial de Simon era incluir un cameo de unos émulos de Sherlock Holmes y Watson al final del film, llegando tarde a la reunión, pero, aunque la escena se llegó a rodar, problemas de derechos lo impidieron. Con este ramillete de estrellas, de la literatura de misterio y de la interpretación cinematográfica, Simon se cisca, desde la primera escena, en las convenciones, clichés y artificios comunes de este tipo de ficción. Una de ellas, la reunión de sospechosos en un lugar cerrado, un poco al estilo “Diez negritos”, lo que permite a Neil Simon y a Robert Moore un estilo teatral con el que se encuentran más a gusto, a través del cual se regodean en los tics y las convenciones de sus personajes y las situaciones que les rodean. Los burdos intentos de asesinato, los “deus ex machina” a cascoporro, la serpiente de turno en la habitación, artilugios tan imposibles como oportunos, el sempiterno mayordomo (un genial y camaleónico Alec Guiness)... Pero son los propios personajes los que menos misericordia reciben: desde ese Sidney Wang incapaz de utilizar ni artículos ni pronombres al hablar, hasta ese Sam Diamond cuya dureza misógina solo puede significar una cosa, pasando por la disfuncionalidad sexual de la pareja Charleston. Todos reciben su merecido de parte del esgrimista Simon.
Aunque es cierto que la dirección de Moore es funcional y prácticamente anónima, el largometraje no requiere otra cosa. El motor de la película está en los diálogos:
- Estoy asustada, Sam. Abrázame. - Abrázate tú misma. Estoy ocupado.
- Fue arrestado en 1932 por vender biblias pornográficas. El fiscal no pudo presentar cargos porque la iglesia no quiso devolver las biblias.
- Está cerrado desde dentro. Esto sólo puede significar una cosa. Y no sé qué es.
Pero también en algunas escenas de gran calado cómico, como el encuentro (por decir algo) entre el mayordomo ciego y la sirvienta sordomuda, una especie de “No me chilles que no te veo” abreviado y mucho más divertido. Todos los actores están estupendos, como no podía ser de otra manera; sin embargo, reconozco cierta debilidad por el Sam Diamond de Peter Falk, empeñado en imitar el acento pelín gangoso de Humphrey Bogart, con guiño a “Tener o no tener” al final de la película incluido. Final, por cierto, absolutamente disparatado y brillante, en el que Neil Simon, a través de las frases de un Truman Capote absolutamente autoparódico, despedaza los tópicos de las novelas de misterio sin miramientos, incluyendo, por supuesto, el más manoseado de todos.
El de que el asesino es el mayordomo.
8 comentarios:
¡Qué decir! Una más que entrañable película con un reparto espectacular. ¡Tengo que rescatarla un día de estos, la última vez que la vi creo que todavía debía llevar pantalones cortos!
Saludos
Pues sí, una película que reviso de vez en cuando para no olvidarme de cómo es el buen sentido del humor inteligente, difícil de encontrar en el cine hoy en día (si hubiera una policía humorística y fuese entrenada con pelis como esta, probablemente Rob Schneider estaría en la cárcel).
Se despide Benson Señora, señor...
Dios. Rob Schneider. Creo que acabo de tener un aneurisma...
Qué bueno lo de "Jamessir Bensonmum", heitor. Saludos.
Qué sutileza la tuya para reconocer sin quererlo reconocer lo que al fin y al cabo nos sucede a todos. Pero tu párrafo introductorio, lo aplaudo sin reservas. Punto.
Naturalmente estoy en total acuerdo contigo en considerar esta película un genial disparate. Me he recochineao con ella varias veces y la tengo en el apartado antidepre de mi filmoteca, compartiendo honores con Willy.
Te agradezco sinceramente el consejo con "The Visitor". No me hubiera perdonado pasar por alto esa pequeña joyita. El boca a boca tuvo que funcionar, porque para mi sorpresa el cine estaba casi lleno.
Un abrazote
Antes de nada, es cierto que el boca-oreja (expresión con la cual Kevin Smith encadenaría una retahíla de chistes a cual más procaz) está funcionando con "The visitor". me alegro de, por una vez, haber servido para algo.
"Genial disparate" es una expresión que le va al pelo a esta película, sin duda. Leído tu comentario, me asaltan una duda (dubitativo que es uno): ese Willy al que te refieres... ¿no será el delfín? El de "Liberad a Willy", digo.
Hombre, es que puestos a escoger delfines, yo era más de Flipper.
Buenovaleyamecallo.
Caramba, compa Marc, si ésta no la he visto (sigue el festival del humor...). Pero con la pinta que tiene no debería dejarla pasar por demasiado tiempo más. Hala, a la cola, otra más. Ah, y muy ilustrativo el enlace que has puesto a las "valías" de Carmen Electra: esperaba encontrarme con la página de la RAE correspondiente a la palabra "valías", pero la página que sale creo que orienta mucho mejor...
Un fuerte abrazo y buen fin de semana.
Eres un cabroncete cojonero, como dicen por acá, le sacas punta a todo y eso da fe de mi aserto. Cuando digo Willy sabes de sobra que me refiero al entrañable vejete llamado Billy Wilder. Y mira tú por donde, también me gustaba Flipper.
Sigue con el buen humor y la mala leche que las dos cosas son buenas para la salud (digo mental)
Un abrazote.
M-Márquez, qué mejor muestra de unas buenas plusvalías que el enlace insertado... y no sigo por aquí, que a la Directrice le da un ataque de feminismo y me arranca los nudillos con un tenedor.
Me gusta lo de cabroncete cojonero. Efectivamente, le saco punta a todo. De pequeño me llamaban el sacapuntas (a ese infernal aparato le llamábamos, con asombroso sentido industrial, "maquineta"). El buen humor no sé, pero la mala leche la hay a borbotones. Y ud. que lo vea desde las islas, sr. Rodríguez. Buen finde.
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