Debo de estar en modo masoquista “on”. No repuesto de la reestructuración de vísceras a la que he sido sometido por la visión de “Camino”, me enfango sin dilación ni sensatez en una de las películas más desoladoras que a las gafas uno se haya echado. Aunque alguno crea lo contrario, no sólo de Hayao Miyazaki viven los Ghibli Studios. Buen ejemplo de ello-oye, es Isao Takahata, director más irregular e infecundo, quien en su momento participó, junto a Miyazaki, de las históricas series “Heidi” y “Marco”, y de la no tan histórica “Ana de las Tejas Verdes”. Una vez se independizaron de Nippon Animation y fundaron los Estudios Ghibli, Takahata se arrojó a su primer largometraje, que resultó ser no sólo su obra maestra, sino uno de los hitos del cine de animación: “La tumba de las luciérnagas”. La prueba irrefutable de que hay películas de dibujos animados que un niño no debería ver. O quizás sí.
“La tumba de las luciérnagas”, que arranca con la frase de inicio del post, está basada en una obra homónima de Akiyuki Nosaka, en parte autobiográfica. En el verano de 1945, con la Mundoguerra 2.0 tocando a su fin, las pasadas bombarderas de la aviación norteamericana castiga especialmente al pueblo de Kobe. Dos hermanos, Seita y Setsuko, de 14 y 5 años respectivamente, no consiguen llegar al bunker para reunirse con su madre. Sobreviven, pero su madre (por cierto, es clavada a la de Marco), ingresada en el hospital de campaña erigido en una escuela, no (por cierto bis, no sé qué tienen los japoneses contra las madres). Es sólo el principio de sus desventuras: son acogidos en cas de sus poco acogedores tíos, para posteriormente irse a vivir solos en un refugio antiaéreo abandonado, si es que a eso se le puede llamar vida. La sinopsis de la película no hace justicia a la devastadora desazón que transmite el film de Takahata. Es un alegato antimilitarista en primera persona de la víctima más inocente que puedas encontrarte: los niños. Así, sin necesidad de asistir a extemporáneas y abigarradas escenas de bombardeos y violencia, cala en el corazón del espectador la mezquindad humana proveniente del efecto multiplicador de la guerra. En un significativo y profundo contraste con las miriadas de historias bélicas en las que, incluso desde el prisma del pacifismo, se ventean las noblezas del ser humano (solidaridad, bravura, abnegación, generosidad), “La tumba de las luciérnagas” ajusticia las mezquindades del ser humano, a través de los personajes con los que Seita y Setsuko se van encontrando, con especial mención para su tía, demasiado concentrados en su abstracción de la guerra como para sentir algo parecido a la compasión por los huérfanos. Uséase: somos una mierda, y cuanto peor están las cosas, más mierda somos. No, no metáis la cabeza en el microondas, que aún hay más.
Seita tiene 14 años, y he dicho anteriormente que es un niño, pero miento cual agente de bolsa en sesión de Ibex35. Su infancia ha sido arrebatada por la barbarie de la guerra, y desde la primera bomba vemos que ha asumido el papel de “protector” de la familia desde que su padre -oficial de la marina- se largase a surcar esos mares bélicos de dios (por supuesto, acaba surcándolos hacia abajo); por supuesto, no está capacitado para tomar decisiones trascendentales y no equivocarse, algo que pagarán muy caro. En cierta sintonía con historias similares, tipo “El niño con pijama de rayas” o “La vida es bella”, Seita trata de esconderle a Setsuko, en la medida de lo posible y con desarmante ternura, los horrores de la guerra, pero no a través de fantasías o alambicados engaños, sino, simplemente, a través de los pequeños placeres que, incluso en las peores circunstancias, te puede ofrecer la vida. Un paseo por la playa, una caja de caramelos de frutas (todo un símbolo, durante la película, de la situación de los hermanos), o las luciérnagas del bosque, que nos ofrecen las escenas con mayor carga de lirismo del largometraje, de estilo plenamente Ghibli. De hecho, el simbolismo de las luciérnagas (o la luciérnaga: en japonés, el título se puede referir a una o a varias) del film puede ser interpretado desde varios ángulos; aunque hay una escena muy significativa en la que dos de ellas se alejan, sin rumbo, de las demás, hasta apagarse su luz. Y así precisamente transcurren las vicisitudes de los niños, que a medida que se ven obligados a construirse su propio ecosistema y a alejarse de una sociedad demasiado ensimismada para ocuparse de ellos, van rebajando sus recursos y su salud. Y aunque Seita, indesmayable, no pare de luchar por la decreciente vitalidad de su hermana (ese plano en el que la pequeña Setsuko le enseña sus desnutridas costillas, llenas de eczemas, al funcionarial médico del pueblo, que ni se inmuta, se anclará en mi esófago durante mucho tiempo), la película se empecina en no ofrecer ni un solitario rayo de esperanza. Narrativamente, es un filme lineal, sin altos ni bajos, hasta el punto de que se puede afirmar que la estructura tradicional de tres actos no es tal, sino que es un sólo acto circular.
“La tumba de las luciérnagas” es una película tan necesaria como difícil de ver, a tal punto que muchos de los que decimos admirarla no nos vemos capaces de enfrentarnos a una dolorosa segunda visión: el agrietamiento de nuestro corazón podría ser irreversible. La barbarie de la guerra frente a la dulzura de Setsuko, bombarderos contra luciérnagas. La elección debiera de ser sencilla.
17 comentarios:
Excelente reseña, compa Marc, transmistes fenomenalmente el impacto emocional que te ha provocado la peli. Eso sí, dado su tema y su tono, creo que me esperaré un poquito a echarle ojo: conforme a lo que cuentas, siempre va a doler, pero igual en tiempos más dulces, la amargura pasa mejor...
Un abrazo.
Genial la reseña, me ha gustado mucho, desconocía que Miyazaki hubiera intervenido en Marco y Heidi. Por otro lado que grande el cine japonés de animación, tantos y tantos buenos ejemplos.
Saludos...
Joder, Marcbranches, estás que te sales ultimamente. ¿Te pasa algo, mi niño, para estar tan optimista?...En serio, si la historia de Camino, me acojonó ir a verla, no le va a la zaga estas luciérnagas que nos comentas con tu habitual desparpajo literario.
Me gusta mucho el cine de animación japonés, al igual que el comic- manga (muy subvalorado entre algunos medios)que cuenta con maestros como Osamu Tezuka. Lo que ocurre es que tanto el anime como el comic manga no logran llegar muy bien a los mercados de provincias. Habrá que hacer algo por la labor y ver es "Tumba de las luciérnagas" como sea.
Un abrazote.
Ahi la tengo para verla, a ver cuando me pongo.
Fintando a la pesadumbre, recuerdo el mítico gag de Padre de familia, que une Hiroshima y un mandril...
Nokenicus, me he pasado por tu blog, está bien, pero lo mío no es el hard rock precisamente. Tengo algunos amigos a los que les interesará, trataré de enviártelos. Saludos.
M-Márquez, es de las películas que duelen, pero, sobre todo, dejan marca. Si tu estado de ánimo es bajo, no se recomienda, a fuerza de que el lacrimal se te acabe resecando. Saludos.
Hola, Troncha. Miyazaki participó de Heidi & Marco cuando estuvo en Nippon Animation, según creo. Luego se independizaron, junto con Takahata y otros, y empezaron a hacer historia, una Historia llamada Ghibli.
Anro, tranqui, que ha sido simple coincidencia. Hace más de un mes que tenía previsto escribir sobre esta película, mientras que lo de "Camino" ha llegado sobrevenido. Para compensar, mi próximo post será sobre "Loca academia de policía 6"... Respecto a "La tumba", te advierto que se acaba de poner a la venta una edición triplediscospecialedichionquetepasas, con chorrocientos extras, por un precio razonable. Así que ya sabes. Un abrazo.
Y valga lo dicho para Mobius, que ha sido lo suficientemente oportuno como para colgar comentario mientras escribo. Desconozco el gag mencionado. ¿Algún enlace youtubeniano?
Pues nada, otra que me apunto para ver cuando mi estado de ánimo esté mejor. Llevo ya tiempo oyendo (o leyendo, mejor dicho) maravillas de esta película, así que algún día la veré. Lo del cine de animación japonés es una gran asignatura pendiente mía, solo he visto El Viaje de Chihiro, y la cuestión es que me gustó mucho, pero no he visto ninguna más.
El post me ha encantado, se nota que la película te ha emocionado, o conmocionado, o lo que sea.
A ver si el próximo post es sobre algo más alegre, que ya te vale.
¡Saludos!
Hola, Interesante blog. Nos gustaria un intercambio de enlaces con http://cinecuba.blogspot.com/
visitanos y si estas de acuerdo dejanos una nota en cualquier tema para agregarte.
Saludos
Laura, no sé si será el próximo, pero estoy trabajando en uno de la sección "Ed Wood" que estoy convencido de que te gustará... Arriba ese ánimo, joven.
Uff, yo tampoco me animo a verla por segunda vez. Me duele de sólo pensarlo.
En la película "Nadie sabe" de Hirokazu Kore-eda hay un homenaje clarísimo a "La tumba..." con los hermanos sentados y su caja de caramelos.
Ambas obras me parecen de las más imponentes herederas del espíritu del neorrealismo italiano. "Nadie sabe", una de las mejores películas de esta década.
Desconocía incluso la existencia de esa película, pero me has abierto el apetito. En cuanto a la afortunada relación con el neorrealismo italiano, siempre he dicho, que la parte italiana de la serie "Marco" es heredera directísima de ese movimiento, y, en concreto, de "Ladrón de bicicletas", y así lo dejé reflejado en su correspondiente post. Saludos.
Asomo un poco la cabeza desde mi obligada convalecencia y lo hago precísamente para hablar de ésta película que es de las que más "tocado" me ha dejado en mi vida.
Una película absolutamente necesaria, y sobre todo en un género tan minusvalorado por gran parte de la crítica y el público cinéfilo como es la animación.
Más allá de su representación cruda y veraz de los horrores de, no sólo la Segunda Guerra Mundial, sino de cualquier guerra (esos anónimos aviones pilotados por individuos que no podemos ver cuyas apariciones son propias de la peor pesadilla), "La "Tumba de las Luciérnagas" habla de la pérdida de la inocencia, del amor fraternal, del sacrificio y de la insolidaridad, además de hacer un retrato crítico con la sociedad japonesa, cuyo concepto de servicio a la nación obnubila las verdaderas necesidades del pueblo. Los dos personajes principales son tan creibles como entrañables; pero no se quedan atrás los secundarios.
La película está cargada de cuidadísimos símbolos e imágenes metafóricas/alegóricas, llenas de emoción, con un lirismo capaz de encogerle el estómago al más insensible de los humanos. Yo, viéndola, compartí el drama de esos dos hermanos en medio del caos: su desesperación por la supervivencia, aquella materialización de un terror cuasi onírico proviniente de los zumbidos de aviones anónimos que todo lo arrasan, la tristeza de la pérdida, el dolor de la humillación, el cariño como único motor de vida cuando no hay nada con que llenar el estómago... .
La música se adecúa muy bien a cada escena y a pesar de no seguir un argumento claro como en otras películas del estilo (La búsqueda de la casa de un familiar, o de un valle encantado...) el ritmo, puramente nipón, es mantenido a la perfección a lo largo de escenas plagadas de sensaciones, que se quedan grabadas por su intensidad en la memoria.
En resumen, una película mítica, de lo mejor producido por Ghibli. Verla hace daño, y ciertamente no es recomendable para espíritus hipersensibles. Esta película solo peca de algo; calidad y realismo, nunca vi algo tan real, tan exacto, tan doloroso sobre una guerra.
Como he dicho al comienzo, una película que hay que ver, sí o sí.
Un abrazo, Marc.
¿Convaleciente, JR? En primer lugar, me alegro de que hayas reaparecido, ya que tenías al personal de tu foro preocupado. En segundo, si a alguien esperaba en este post era a ti, puesto que sabía que habías visto esta película y estaba convencido de que te habría entusiasmado. Te enviaré un email. Un abrazo.
Pues sí, amigo Marc, convaleciente, y de una bien gorda. Aunque parece que lo peor ya ha pasado.
Te envio por mp en el foro una dirección de correo ya que por el habitual, en este momento, no estoy accesible.
Volviendo a la película, es evidente que la animación japonesa y en especial todo lo que lleve la firma de Ghibli, es mi debilidad y "La Tumba..." me la he visionado varias veces aunque no sea plato de buen gusto en el sentido de encogerme el corazón.
No quiero dejar de mencionar otra película animada que me encanta y aunque complétamente opuesta en puesta de escena y animación, el mensaje antibelicista está ahí y no es ni por asomo tan real y brutal como "La Tumba...", más bien todo lo contrario, aunque también el final nos llega al corazón. Dicha obra de arte es "Cuando el Viento Sopla". A quien no la haya visto, le recomiendo encarecídamente que lo haga.
Tengo el triple DVD en casa de "La tumba", aunque soy consciente que tardaré en volver a verla; Setsuko se ha llevado un trocito de mi estómago. Me apunto "Cuando el viento sopla", que creo que no eres el primero que me la recomienda. Un abrazo, joven.
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