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MONTY PYTHON EN TRICICLO



La relación de cine y teatro siempre ha sido bastante curiosa; aunque en principio son enemigos y rivales en audiencia, han descubierto que se necesitan mutuamente y son constantes los casos de obras de teatro que son llevadas a la gran pantalla. Pero si hablamos de musicales, la cosa se complica todavía un poco más: películas que se han convertido en musicales teatrales, musicales que se han convertido en películas, obras de teatro que se han convertido en películas musicales, películas que se han convertido en musical teatral y luego en musical cinematográfico… todas las combinaciones habidas y por haber se han dado.

Además, curiosamente, en tiempos de crisis teatral se ha comprobado que los musicales suelen funcionar bien. Son caros de montar y los actores necesitan estar mucho más preparados, pero son un buen remedio contra el buen tiempo. El Paralelo de Barcelona no es Broadway ni el West End londinense; aquí se intentó recuperar el musical de una manera bastante tímida con Antaviana y Glups (dos obras por las que siento un especial cariño, ya que forman parte de mi educación sentimental). Pero, poco a poco, la cosa ha ido afianzándose y en estos momentos podemos ver más de un musical en nuestra cartelera teatral, algo totalmente impensable hace algunos años.

Bueno, vale, centrémonos, que todavía no he empezado a hablar del auténtico tema: Spamalot. Día de la Mercè. Hay suerte y no llueve. En el teatro Victoria todo el vestíbulo está decorado como si fuera un castillo. Entro. Una mujer le pregunta a la acomodadora “¿Reiremos?” “Eso depende del sentido de humor de cada persona”, le responde. Pero desde el momento en que por los altavoces se dice que se pueden usar los móviles, pero a unos soldados sanguinarios puede molestarles, sabemos que vamos por buen camino.

Un viejo profesor aparece y nos explica la historia de la tabla redonda señalando una pantalla animada. A partir de aquí todo es posible: bailarines folklóricos que confunden Inglaterra con Finlandia, ranas inoportunas, franceses, vacas voladoras, conejos asesinos, más franceses, coristas de las Vegas… El humor absurdo e irreverente de los Monty Python se conserva perfectamente, y de una de sus películas, Los caballeros de la tabla cuadrada, ellos mismos hicieron un musical que ha funcionado perfectamente en otros países, ganando varios premios (en realidad no es de extrañar, ya que en varias de sus películas había canciones, como por ejemplo la tronchante "Cada esperma es sagrado" de El sentido de la vida), y ahora nos ha llegado aquí, de manos de El Tricicle. En principio son dos formas de ver el humor muy distintas: el de los Python está basado en sus diálogos y el de El tricicle es sumamente físico. Pero la fusión ha encajado perfectamente, ya que no queda ni un recurso cómico que no se aproveche al máximo.

En este tipo de obras se pueden ver tanto a actores teatrales que hacen sus pinitos en el musical, como a cantantes que han demostrado su valía como actores. Aquí del primer apartado tenemos a Jordi Bosch, que compone un Arturo muy lejano del adorableRichard Harris de Camelot, inocentón, más bien torpe y a quien nadie parece impresionar por el hecho que sea rey. Del segundo apartado tenemos a Marta Ribera como Dama del lago, dispuesta en todo momento a mostrarnos que tiene un torrente de voz, pero especialmente acertada cuando le dan sus antojos de prima donna. Los caballeros son sumamente incompetentes, destaca sir Gallahad, que empieza con mucha fuerza, pero desgraciadamente prácticamente no aparece en la segunda parte, aunque para compensar en la segunda parte aparece el príncipe Herbert, una deliciosa locaza. De las canciones la que destaca con luz propia es la mítica Always look on bright side of life, que aunque aquí no tiene la carga subversiva que tenía en La vida de Brian, es lo que siempre fue: un maravilloso canto a la vida y a las ganas de vivir. Unas cuantas “morcillas” con referencias a la “casa nostra” para ganarse al respetable y el éxito está asegurado. Desde luego por la cantidad de risas y aplausos que se oyeron a lo largo de toda la representación, hay éxito para rato.

6 comentarios:

Möbius el Crononauta dijo...

La verdad es que hoy en día cualquier cosa puede acabar siendo musical, veremos cuando le dedican uno a Maradona, si es que no lo han hecho ya.

Pues nada yo como no la he visto me ire a buscar almácigas, y si algún día lo veo espero no tener que decir 'ni, ni, ni!'

Anónimo dijo...

Me alegra que tengais en Barcelona ese musical de los Python. En mi último viaje a NY tuve ocasión de verlo en Broadway y me reí muchísimo...Una pregunta...¿están las canciones en inglés?.
Los musicales han perdido mucho del aura con la que se representaba en el West End y en Broadway, pero a veces surgen pequeñas joyitas que no hay que perderse.
Un abrazote.

alicia dijo...

El gran aliciente que tiene Spamalot, Möbius, es que al haber compuesto las canciones uno de los componentes de los Monty Python, éstas tienen el mismo sentido de humor que el resto de la obra, y eso se agradece. Desde luego, se puede hacer musicales de todo.
Las canciones están en castellano, Anro. Cierto que ha pasado la época dorada de los musicales, pero a veces aparecen cosas buenas, sin duda

Anónimo dijo...

Hola Alicia, coincido contigo y creo que habrá Spamalot para largo. Un buen montaje y muy buena puesta en escena.
Aparte de Jordi Bosch con su rey Arturo inocentón yo destacaría a Fernando Gil con su desdoble de personajes.
Por ponerle pegas, algunas escenas me recordaron un poco más al humor de Benny Hill (qué tiempos) que al de los Monty Python, pero es totalmente perdonable por la sonrisa y el tarareo con el que sales del teatro.
Detallazo que la voz de Dios sea la del mismísimo Pepe Rubianes. Amén.

Manuel Márquez dijo...

Ya había leído, compa Alicia, alguna reseña muy positiva de esta representación. Como a mi pueblo me temo que no llegará ni por un error del GPS, pues nada, a consolarse con lo que vaya llegando al cine. Qué le vamos a hacer...

Un abrazo.

alicia dijo...

Me alegra verte por aquí, Viena. Tienes razón en lo de que se le pueden perdonar muchas cosas a la obra por la sonrisa que te deja en la cara y no te abandona. Sé que es imperdonable que no mencionara a Rubianes, pero el post ya me parecía que estaba quedando demasiado largo.
No me extrañaría lo más mínimo que hicieran la versión cinematográfica del musical, Manuel. Si la hicieran propongo que John Cleese hiciera de Dios, que se lo merece.

 
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