Hacía bastante tiempo que no nos paseábamos por la obra de Stanley Kubrick, uno de los preferidos de La Linterna Mágica. Stan the Man es un director de esos al que uno se acerca con enorme respeto, lo más sigilosamente posible, con la convicción de nuestra propia insignificancia, dando pasos muy cortos y cuidadosos, con el temor de despertar a la bestia muy presente. Kubrick se empeñó en hacer de cada film una revolución, de cada propuesta la definitiva. Quiso desmontar, reinventar y finiquitar todos y cada uno de los géneros que abrazó, siempre obsesionado con decir la última palabra, con trascender más allá del cine. Sus armas para defender todo esto fueron la puntillosidad, un carácter de mil demonios y un talento desmesurado, hasta tal punto que esa abrumadora grandilocuencia, en algunos casos, resulta un lastre (menor, en cualquier caso) para algunas de sus películas, y para la mirada del espectador poco exigente. No ocurre esto, sin embargo, con sus primeras películas. “El beso del asesino”, cine-negro-con-boxeador apuntaba pero no disparaba, y fracasó en taquilla. Esto convenció a Stanley de que los caminos del Señor no le habían llevado por la senda de la escritura original, y descubrió que adaptar un buen libro pudiera ser una buena solución (once de cada diez guionistas del Hollywood actual opinan lo mismo, intercalando “libro” con “cómic”, “serie de TV” o “videojuego”). “La jungla de asfalto”, de John Huston, había retocado los parámetros clásicos del cine negro (Godard aún no se ha repuesto del cabreo), y a Kubrick eso de rehacer géneros empezó a hacerle gracia. Pero era joven, y su ego aún no se había situado a la altura de un dios griego, así que su adaptación de la novela “Clean break”, de Lionel White, albergaba las intenciones de una vuelta de tuerca narrativa a golpe de deconstrucción temporal que, muchas años después, se ha convertido en referente de cineastas supuestamente innovadores que, en realidad, se han dedicado a homenajearle. Ejemplo: la escena del centro comercial de “Jackie Brown”, de un tal Quentin nosecuántos...
“Atraco perfecto” tiene el aspecto de serie B al que obliga tanto el género negro como su referente literario, y Kubrick aún no es lo suficientemente pretencioso como para saltarse a la torera dicha premisa. Explicada en modo Tradicional “on”, este relato de un atraco frustrado (sí, el título español era para despistar: lástima que la sorpresa se vaya al carajo nada más comenzar el film) (lo que refuerza mi teoría que los que retitulan los films extranjeros ni se los miran) aguantaría envites críticos con mucha compañeras de género, pero posiblemente no pasaría de ahí. Una banda de respetables ciudadanos reunida por Johnny Clay (Sterling Hayden) que planean y llevan a cabo el atraco a la caja de un hipódromo, y cuyo plan se complica de manera trágica debido a la aparición de ciertos factores externos. Factor externo alfa: la esposa de uno de los atracadores, Sherry (Marie Windsor), un verdadero zorrón desorejado. O sea, las mujeres adoptando el papel habitual del cine negro. En este caso, un análisis algo malévolo (o no tanto, conociendo a Stan) nos llevaría a una misoginia evidente en “Atraco perfecto”: aparte de la esposa que lo estropea todo, las otras dos mujeres que aparecen en el filme son meros floreros; la mujer/novia/amante de Johnny, sumisa y obediente como ella sola, y la esposa de Mike O’Reilly (Joe Sawyer), cuya enfermedad le obliga a participar en el atraco. De hecho, la presentación de Sherry no es sino la actuación de una metralleta de frases sarcásticas y despectivas hacia su marido George (Elisha Cook), sin duda obra del gurú de la novela negra Jim Thompson, dialoguista de la película, que llega a resultar excesiva; de hecho, se puede afirmar que Kubrick no se molesta en ser demasiado sutil en el dibujo de los personajes. Formalmente, la película alberga esos juegos de luces y sombras que sólo el blanco y negro nos puede ofrecer, y ciertos apuntes de la minuciosidad marca Kubrick en travellings y encuadres.
Por supuesto, todo esto queda algo relegado al hablar de la narrativa propiamente dicha, alejada de la linealidad standard para mostrarnos el relato desde los diferentes puntos de vista, permitiendo que las motivaciones de unos y las debilidades de otros resulten dramáticamente más acusadas. Para facilitar la comprensión de la historia, Kubrick se ayuda de la voz en off, que va situando al espectador en cada momento temporal, cual señalero de un avión (más a la derecha, un poquito a la izquierda). Una opción arriesgadísima en aquella época, pero que le otorgó a Stanley el prestigio suficiente como para que Kirk Douglas se fijase en él y... bueno, eso ya es otra historia. Es inútil remarcar que “Atraco perfecto” bebe directamente de las fuentes de “La jungla de asfalto”, aunque para muchos la supera (no para mí), incluido el gran Sterling Hayden. El cine negro fue, pues, el primer género dinamitado por Kubrick, su primer paso, tímido, respetuoso aún, hacia la Historia del cine.
4 comentarios:
Muy buenas las relaciones que trazas con el film de Huston ya que siempre me pareció que se emparentaban y ahora que lo leo de tus palabras lo veo mucho más claro. Lo de Kubrick como dices fue saturar los géneros para mantenerlos vivos, incluso con su último film que es un melodrama que Sirk nunca hubiese filmado. Saludos!
No soy pionero precisamente en relacionar "Atraco perfecto" con "La jungla de asfalto". Cuando digo en el post que "Godard aún no se había repuesto del cabreo" es porque al francés no le gustó demasiado el maquillaje del género que significaba la obra de Huston; y, de hecho, la de Kubrick le gustó muchísimo menos... La crítica de la época se ocupó de compararlas. Algún día hablaremos de "Eyes wide shut"...
Es curioso lo de la comparación entre La Jungla de Asfalto y Atraco Perfecto: de hecho, recuerdo que hace años yo las confundía. Las dos me encantan, aunque La Jungla de Asfalto un poco más.
Y tienes razón: Tarantino ha debido verse Atraco Perfecto cantidad de veces, porque además de Jackie Brown, también Reservoir Dogs creo que le debe algo a la estructura narrativa de la película de Kubrick.
Saludos!
"Reservoir dogs" resulta ser exactamente lo contrario de "Atraco perfecto": lo único que no vemos es, precisamente, el atraco. Pero es cierto que la estructura narrativa te lleva a la de Kubrick. Confieso que "Atraco perfecto" no es mi preferida de Stanley precisamente; prefiero, sin ir más lejos, "Senderos de gloria", y, desde luego, "Lolita". Poco a poco iremos atacando el cine de Kubrick, una carrera lo suficientemente poco prolija como para que quepa entera en una Linterna.
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