Hoy toca película potita-potita de verdá. Alice la Directrice, en su lúcida e inabordable sabiduría (regada por años y años de experiencia) (y años y años), suele apelar a cierto lado sensiblón que, por lo visto, dejo traslucir de tanto en cuanto. Aprovecho, pues, este post para desmentir dicha afirmación por completo en presencia de cualquier juez que esté leyendo esto: en mi condición de ser plenamente masculino, puedo proclamar y proclamo que no bajo la tapa del lavabo, que mi faringe tiene una hormonal tendencia al eructo destemplado y traicionero, que no puedo acostarme sin realizar ocho perfectas burillas con cualquier elemento de la tabla periódica que me encuentre entre los dedos de los pies, que padezco de priapismo mental crónico y que, por supuesto, estoy firmemente convencido de que ninguna camiseta es lo suficientemente vieja como para tener que tirarla. No sólo eso, si no que además soy universalmente conocido por mi cinismo, mi mordaz sarcasmo ante cualquier conato de ñoñería, la sonrisilla vorazmente desdeñosa que preside mi gesto ante cualquier atisbo de optimismo desmesurado o de canto pasado de merengue al amó-arcoiris-disisagüonderfulaif. Yo soy un TIPO DURO: me hice un hombre en los noventa, y mis profesores de la vida fueron HOMBRES DE VERDAD como John McLane, Joe Hallenbeck o Sarah Connor. Así que ni una sola tontería, y pasarme otro Ducados, que ya me enciendo yo la cerilla con el jeto...
Lo que pasa es que claro, luego viene Lawrence Kasdan, un tipo al que ya sólo por el guión de “El imperio contraataca” uno sería capaz de ofrecerle hasta su colección de cómics de Batman como ofrenda, y me trae una cosa como “Mumford”. ¿Qué es “Mumford”? Pues muchas cosas. En primer lugar, es quizás la película menos conocida de Kasdan, que venía de darse un par de buenas galletas en su prestigio cinéfilo con “Wyatt Earp” y “French Kiss”, y decidió levantar cabeza con un film aparentemente menor y sin estrellas. Por otro lado, es la demostración de que se puede hacer un cine optimista, amable y capriano en el siglo XXI sin morir en el intento. Y, last but not least, es la demostración preclara y definitiva de que Kasdan es un extraño hacedor de atmósferas propias (recuérdese esa pequeña maravilla llamada “El turista accidental”) a contracorriente, y de personajes-perro verde algo lunáticos. “Mumford” es una película no apta para “modernos”, en la que la dirección se torna casi invisible, dando paso preferencial al guión, que por supuesto es de textura férrea (no se dejen llevar por la ligereza de la historia, señores), y a las interpretaciones, que en este caso podemos determinar como extraordinarias. La narrativa es pausada, se toma su tiempo para llegar al centro neurálgico de la cuestión, y a algunos les puede descolocar la placidez de la primera parte del relato, en el que Kasdan nos muestra a un psicólogo llamado Mickey Mumford (Loren Dean, siempre competente), que trata a sus diversos pacientes en el pueblo llamado, vayapordios, Mumford, al que ha llegado hace unos cuatro meses. El tipo ha encajado perfectamente en este luminoso y acogedor pueblo, y se comporta de igual manera (esto es, de manera luminosa y acogedora...). Sus pacientes confían en él y tiene el cariño de (casi todos) los habitantes, incluido el multimillonario local, Skip Skipperton (el inmenso Jason Lee), un paleto bonachón a pesar de nadar en billetes verdes (impagable la expresión medio resignada medio bobalicona de Lee al decir “tengo tres mil millones de dólares”) con el que entabla una extraña relación de “amistad profesional” que, a mitad de la película, hará que Mickey Mumford confiese a Skip y al espectador quién es en realidad... y quién no es. Una de sus pacientes, además, Sofie Crisp (Hope Davis; como la mayoría del reparto de este film, una tan extraordinaria como poco conocida actriz), aquejada de un inexplicable cansancio físico y mental, se convertirá en el detonante sentimental del relato. “Mumford” es una película optimista, agradable, soleada, que nos transporta por un camino desprovisto de la rocosidad del habitual melodrama moderno, pero también de la simplicidad y de la estulticia del 99% de la comedia parida por yanquilandia. Kasdan se revela, una vez más, un enorme humanista, un retratista de fobias, filias y sensibilidades (convierte el reparto de periódicos en una de las actividades más románticas que uno haya tenido la ocasión de ver en un cine. Y sin un sólo morreo); el dicharachero fotógrafo de las almas de unos seres humanos que, como todos nosotros, lo único que necesitan es que, de vez en cuando, les escuchen. Larry Kasdan convierte al doctor Mumford en una especie de mesías del pueblo llamado Mumford, un contumaz salvador de almas perdidas a través del diálogo inductivo, en la desesperada búsqueda de, precisamente, su propia liberación (¿redención? ¿calvinismo? ¿Schrader? Hmmmm... Marty, espera, tengo que hacerte unas preguntas...). Un reparto secundario excepcional (Alfre Woodard, Mary McDonnell, Pruitt Taylor Vince, David Paymer, Ted Danson o la gran Jane Adams) y un final quizás demasiado reblandecido cierran esta excelente película de Lawrence Kasdan, considerada menor en su filmografía, pero que muchos otros darían su brazo porque fuese su obra maestra. Venga, todos a verla en cuanto podáis, y luego preguntaros qué hubiese hecho Woody con esta película...
Lo que pasa es que claro, luego viene Lawrence Kasdan, un tipo al que ya sólo por el guión de “El imperio contraataca” uno sería capaz de ofrecerle hasta su colección de cómics de Batman como ofrenda, y me trae una cosa como “Mumford”. ¿Qué es “Mumford”? Pues muchas cosas. En primer lugar, es quizás la película menos conocida de Kasdan, que venía de darse un par de buenas galletas en su prestigio cinéfilo con “Wyatt Earp” y “French Kiss”, y decidió levantar cabeza con un film aparentemente menor y sin estrellas. Por otro lado, es la demostración de que se puede hacer un cine optimista, amable y capriano en el siglo XXI sin morir en el intento. Y, last but not least, es la demostración preclara y definitiva de que Kasdan es un extraño hacedor de atmósferas propias (recuérdese esa pequeña maravilla llamada “El turista accidental”) a contracorriente, y de personajes-perro verde algo lunáticos. “Mumford” es una película no apta para “modernos”, en la que la dirección se torna casi invisible, dando paso preferencial al guión, que por supuesto es de textura férrea (no se dejen llevar por la ligereza de la historia, señores), y a las interpretaciones, que en este caso podemos determinar como extraordinarias. La narrativa es pausada, se toma su tiempo para llegar al centro neurálgico de la cuestión, y a algunos les puede descolocar la placidez de la primera parte del relato, en el que Kasdan nos muestra a un psicólogo llamado Mickey Mumford (Loren Dean, siempre competente), que trata a sus diversos pacientes en el pueblo llamado, vayapordios, Mumford, al que ha llegado hace unos cuatro meses. El tipo ha encajado perfectamente en este luminoso y acogedor pueblo, y se comporta de igual manera (esto es, de manera luminosa y acogedora...). Sus pacientes confían en él y tiene el cariño de (casi todos) los habitantes, incluido el multimillonario local, Skip Skipperton (el inmenso Jason Lee), un paleto bonachón a pesar de nadar en billetes verdes (impagable la expresión medio resignada medio bobalicona de Lee al decir “tengo tres mil millones de dólares”) con el que entabla una extraña relación de “amistad profesional” que, a mitad de la película, hará que Mickey Mumford confiese a Skip y al espectador quién es en realidad... y quién no es. Una de sus pacientes, además, Sofie Crisp (Hope Davis; como la mayoría del reparto de este film, una tan extraordinaria como poco conocida actriz), aquejada de un inexplicable cansancio físico y mental, se convertirá en el detonante sentimental del relato. “Mumford” es una película optimista, agradable, soleada, que nos transporta por un camino desprovisto de la rocosidad del habitual melodrama moderno, pero también de la simplicidad y de la estulticia del 99% de la comedia parida por yanquilandia. Kasdan se revela, una vez más, un enorme humanista, un retratista de fobias, filias y sensibilidades (convierte el reparto de periódicos en una de las actividades más románticas que uno haya tenido la ocasión de ver en un cine. Y sin un sólo morreo); el dicharachero fotógrafo de las almas de unos seres humanos que, como todos nosotros, lo único que necesitan es que, de vez en cuando, les escuchen. Larry Kasdan convierte al doctor Mumford en una especie de mesías del pueblo llamado Mumford, un contumaz salvador de almas perdidas a través del diálogo inductivo, en la desesperada búsqueda de, precisamente, su propia liberación (¿redención? ¿calvinismo? ¿Schrader? Hmmmm... Marty, espera, tengo que hacerte unas preguntas...). Un reparto secundario excepcional (Alfre Woodard, Mary McDonnell, Pruitt Taylor Vince, David Paymer, Ted Danson o la gran Jane Adams) y un final quizás demasiado reblandecido cierran esta excelente película de Lawrence Kasdan, considerada menor en su filmografía, pero que muchos otros darían su brazo porque fuese su obra maestra. Venga, todos a verla en cuanto podáis, y luego preguntaros qué hubiese hecho Woody con esta película...
5 comentarios:
Por una vez (que no sé si servirá de precedente, o no...), no os habeis adelantado vosotros, compa Marc: reseñé esta peli en mi blog hace algunas semanas, después de revisarla recientemente (tuve ocasión de verla, como ya indicaba, en su estreno en el Festival de San Sebastián, edición de 1999: el señor Kasdan, dos butacas más arriba de la mía, todo un lujo -aunque no sea uno muy de mitomanías...-). En todo caso, coincido plenamente con tus apreciaciones (y, para eliminar cualquier sospecha de que te esté dando coba para "purgar mis pecados", sólo tienes que ir a mi blog...), y sí que se trata de una peli muy bonita, desde luego que sí, y totalmente recomendable.
Un abrazo.
De hecho, ayer mismo, mientras buscaba información sobre la película, me encontré de bruces con tu reseña. Así que en ese momento supe que iba por el buen camino. Yo tampoco soy muy mitómano, pero estar en el Festival de San Seabstián es toda una experiencia cinéfila que yo pude disfrutar hace algunos años (en concreto, el último año que se celebró en el Victoria Eugenia, que ya crujía de viejo...). Saludos.
Me alegra comprobar que hay quien se acuerda de Mumford, una pel�cula que a mi me gust� mucho en su momento, pero que parece que casi nadie conoce. Y es que Kasdan consigue ser optimista y hacerte sentir bien, sin necesidad de caer en la �o�er�a, y eso hoy por hoy es francamente raro. Cierto que el final es, probablemente, demasiado "feliz", pero se le perdona por su estupendo gui�n y por unos personajes impagables que, adem�s, est�n muy bien interpretados por todo el reparto en general (y que buen reparto, el de esta pel�cula)
La verdad es que me gusta el cine de Kasdan (tengo especial debilidad por El Turista Accidental, que me parece una aut�ntica maravilla), y no se en que andar� �ltimamente, que no se nada de �l.
Ah! y Marc.... todo ese rollo de "tipo duro", no te lo crees ni t�.
Te sorprendería, laura, la cantidad de gente que sí se acuerda de "Mumford": supongo que es una de esas películas que se han visto mucho más en DVD que en el cine. A mí me gusta mucho Kasdan, e incluso "French kiss" es perdonable, pero con "Wyatt Earp" metió la pata de pleno, y abrazó el dudoso mérito de ser superado por George Pan Cosmatos (sí, el de "Cobra"...)y su "Tombstone", a la hora de recrear las andanzas del mítico pistolero. Por no hablar de "El cazador de sueños"...
En cuanto al rollo de tipo duro... buenovalestábien... reconozco que SÍ bajo la tapa del lavabo...
Por cierto, parece que tienes admiradores por la blogosfera. ¿Te has pasado por el "Glob de Manuel"? Saludos.
¿Admiradores dices??? ahi va, pues habrá que pasarse a ver...
Volviendo a Kasdan, pues si, algunas de sus películas no son lo que se dice una maravilla. A mi French Kiss me es simpática, y en cuanto a Wyatt Earp y El Cazador de Sueños... no he visto ninguna de las dos y, por lo que cuentas, tampoco es que me haya perdido gran cosa (olfato que tiene una).
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