El thriller parece que ha vuelto con fuerza, el mismo año coincidieron en el estreno Plan oculto, 16 bloques y El caso Slevin, muestras de cine de género, en el que lo que mas destaca es el guión y un final sorpresa.
¡Cómo me gustan las historias que empiezan con dos desconocidos que se encuentran por casualidad y el uno le cuenta al otro una historia increible, que probablemente cambie su vida! Así empieza El caso Slevin, con Bruce Willis explicándole una historia a un chico en un aeropuerto, aunque aclarando que “Charlie Chaplin una vez entró en un concurso de imitadores de Chaplin y quedó el tercero. Eso es una anécdota. Esto es una historia”. La película no puede empezar mejor, ya que esa escena es de las que te dejan enganchados en la butaca... y sin embargo...
Casi lo tenía todo para ser un bombazo, pero le falta (o le sobra) algo. Los efectismos visuales no tienen gracia, y abusan un tanto de ello, sin que aporten nada a la historia. Se nota demasiado que se quiere imitar a Tarantino o Ritchie, pero con menos talento.
Morgan Freeman y Ben Kingsley son dos jefes de la mafia que están enfrentados como dos reyes en un tablero de ajedrez. Viven encerrados en interior de dos rascacielos que están frente a frente, y no salen nunca de ellos. El primero se llama El Jefe (normal, ya que Freeman fue Dios) y el segundo es El Judio (“¿Y porqué le llaman El Judio?” “Porque es judio”, ¡ay, quien te ha visto y quien te ve, Gandhi, con lo bueno que eras !).
Bruce Willis interpreta una vez mas al pistolero solitario e inexpresivo, que al final resulta ser el más sentimental de todos y tiene ocasión para lucir unas cuantas pelucas.
Josh Hartnett se pasa la mayor parte de la película con una toalla y/o la nariz rota -cada uno puede elegir el aliciente que prefiera-, convertido en inesperado peón manejado por los reyes. Y la verdad es que no lo hace mal, pues sería muy fácil quedar eclipsado por el resto del reparto. Se ha de reconocer que el chico quiere dejar de ser un ídolo de adolescentes.
Una Lucy Liu mucho mas expresiva y simpática que lo habitual, y los siempre eficaces Stanley Tucci o Danny Aiello terminan de completar el reparto.
Lo mejor de la película es el guión, con sus giros, sorpresas, buenos diálogos (“En resumidas cuentas, apuesto que fue esa boca la que se ganó esa nariz”), ingeniosos y con referencias cinéfilas para que disfrutemos. Los papeles pintados de las habitaciones parecen de una película de Almodóvar.
Total, una película muy entretenida, que gustará a los amantes del género, y para que no os quejéis os pongo unas escenas eliminadas para que podáis decidir mejor si os gusta o no, ya que no hay nada mejor que conocer todas las posibles jugadas antes de hacer una apuesta.
¡Cómo me gustan las historias que empiezan con dos desconocidos que se encuentran por casualidad y el uno le cuenta al otro una historia increible, que probablemente cambie su vida! Así empieza El caso Slevin, con Bruce Willis explicándole una historia a un chico en un aeropuerto, aunque aclarando que “Charlie Chaplin una vez entró en un concurso de imitadores de Chaplin y quedó el tercero. Eso es una anécdota. Esto es una historia”. La película no puede empezar mejor, ya que esa escena es de las que te dejan enganchados en la butaca... y sin embargo...
Casi lo tenía todo para ser un bombazo, pero le falta (o le sobra) algo. Los efectismos visuales no tienen gracia, y abusan un tanto de ello, sin que aporten nada a la historia. Se nota demasiado que se quiere imitar a Tarantino o Ritchie, pero con menos talento.
Morgan Freeman y Ben Kingsley son dos jefes de la mafia que están enfrentados como dos reyes en un tablero de ajedrez. Viven encerrados en interior de dos rascacielos que están frente a frente, y no salen nunca de ellos. El primero se llama El Jefe (normal, ya que Freeman fue Dios) y el segundo es El Judio (“¿Y porqué le llaman El Judio?” “Porque es judio”, ¡ay, quien te ha visto y quien te ve, Gandhi, con lo bueno que eras !).
Bruce Willis interpreta una vez mas al pistolero solitario e inexpresivo, que al final resulta ser el más sentimental de todos y tiene ocasión para lucir unas cuantas pelucas.
Josh Hartnett se pasa la mayor parte de la película con una toalla y/o la nariz rota -cada uno puede elegir el aliciente que prefiera-, convertido en inesperado peón manejado por los reyes. Y la verdad es que no lo hace mal, pues sería muy fácil quedar eclipsado por el resto del reparto. Se ha de reconocer que el chico quiere dejar de ser un ídolo de adolescentes.
Una Lucy Liu mucho mas expresiva y simpática que lo habitual, y los siempre eficaces Stanley Tucci o Danny Aiello terminan de completar el reparto.
Lo mejor de la película es el guión, con sus giros, sorpresas, buenos diálogos (“En resumidas cuentas, apuesto que fue esa boca la que se ganó esa nariz”), ingeniosos y con referencias cinéfilas para que disfrutemos. Los papeles pintados de las habitaciones parecen de una película de Almodóvar.
Total, una película muy entretenida, que gustará a los amantes del género, y para que no os quejéis os pongo unas escenas eliminadas para que podáis decidir mejor si os gusta o no, ya que no hay nada mejor que conocer todas las posibles jugadas antes de hacer una apuesta.
7 comentarios:
Un gran desfile de actores carismáticos, y un thriller que guarda sus mejores bazas en esos giros sorprendentes del final. Añadido a la voluntad que señalas de imitar a Tarantino o a Ritchie, pero queda la sensación que es una film fallido.
Aún así, incluso me parece algo mejor que "Plan oculto" de Spike Lee (una decepción, quizás esperaba más) y, sobre todo, que "16 calles".
Esta la vi hace unos meses en dvd, me entretuvo mientras la vi, pero creo que al día siguiente ya la había olvidado. Tiene un gran reparto, algún que otro diálogo ingenioso, y la verdad es que el principio de la película promete... pero en mi opinión la promesa no llega a cumplirse, con esa manía que hay últimamente de meter giros y más giros en las tramas, con el único objeto de sorprender al público sin más, pero que en muchos casos no vienen a cuento.
Plan Oculto me gustó bastante más, esa si me sorprendió, y sus giros de guión no me parecieron tan metidos con calzador. El problema es que no parece una película de Spike Lee, lo cual puede llevar a decepciones, al esperarse uno otra cosa.
Saludos!
Estoy de acuerdo con vosotros, Cineahora y Laura, de que El caso Slevin resulta una película fallida.
Plan oculto como película creo que es mucho mejor, pero reconozco que me gustan los diálogos de El caso Slevin, tipo "Respondería lo mismo que el hombre con dos penes a quien el sastre le pregunta si carga a la derecha a la izquierda" "¿Y qué dijo? " "Si".
Ya no es que no la haya visto -que, efectivamente, no la he visto...-, es que ni siquiera sabía de su existencia. Y después de la reseña y los comentarios, tampoco tengo muy claro si merece la pena el plantearse seriamente el verla. Habrá que echarle al tema una pensadilla...
Desde Calorilandia, un abrazo.
Si quieres verla no te aconsejo hacerlo seriamente, Manuel.
Me temo que todos estamos en Calorlandia
Una película divertida de la que destaco esta vuelta de Bruce Willis a los primeros planos, el empapelado de la habitación que se puede ver en la foto que colgaste que es muy bonito en serio y sobre todo una trama que nos recuerda a "Yojimbo" de Kurosawa y que tanto se hizo en el cine con Leone y Hill. Saludos!
Pues no había pensado en su similtud con Yojimbo, Budokan, bien pensando; no sé si me equivoco ¿pero Bruce Willis no hizo también otro versión llamada El último hombre o algo por el estilo?
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