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CRÓNICA DE UNA DECEPCIÓN: EPISODIO III




La ruta 66


Decíamos ayer.

Strike-3: o tito Lucas daba con la tecla en el “Episodio III”, o se corría un serio riesgo de que el recuerdo mítico de la Santísima Trilogía quedara violado anal y definitivamente por este pack de precuelas. ¿Hubo bateo milagroso en el último minuto? La respuesta más ajustada sería: sí con reparos.”La venganza de los Sith” es, con diferencia, la mejor película de la Trilogía 2.0; si me apuran, resulta bastante más disfrutable que “El retorno del Jedi”, si no fuera porque ambos filmes vienen precedidos de estelas muuuuuuuuuy distintas. Sin embargo, la contumacia de Lucas en ciertos errores observados en los episodios I y II acabaron por ofrecer, con el paso ya de los años, una perspectiva común de esta nueva saga intergaláctica que le ha dejado un lugar en la historia muy poco digno.

Así muere la libertad. Con un aplauso atronador”. Esta frase es, no sólo la mejor de toda la Trilogía 2.0, sino, en mi opinión, de toda la Sacrosanta Saga. La pronuncia Padmé en el Senado Galáctico, mientras el canciller Palpatine (un Ian McDiarmid estupendo, el gran triunfador de esta saga), que acaba de anunciar la transformación de la República en un Imperio, es ovacionado ruidosamente por los políticos de los distintos universos. Es el culmen de una perfecta maniobra política del canciller que viene a significar lo más parecido a un discurso que jamás haya desparramado Lucas por su galaxia. Como comentamos en el post anterior, jóvenes padawanes, todo este tejemaneje de Palpatine viene a ser una referencia cristalina a diversos momentos históricos en los que la debilidad de sistemas políticos de índole democrática han permitido el paso, con excusas de tipo religioso o nacionalista, a regímenes autoritaristas. Nombrábamos a los césares romanos, a Napoleón y a algunos de los fascismos del siglo XX, con protagonismo doble de queso para Adolf Hitler, quien, recordemos, se instauró en el poder alemán a golpe de maquinaciones similares, para luego refrendarse en el gran corazón de toda democracia: las urnas. Además de la maquinación política, “La venganza de los Sith” muestra la maquinación “religiosa” (¿o qué creíais que era la Fuerza, por mucho midicloriano que se sacaran de la manga?), a través de la cual Palpatine pervierte al supuesto “elegido” jedi que va a traer el equilibrio a la Fuerza, Anakin Skywalker. Es curioso contemplar cómo Lucas no se esfuerza en proteger la imagen de los jedi, que en este “Episodio III” se muestran, aparte de bastante cegatos, manipuladores y fríos. Puede que sea una pequeña andanada contra el integrismo religioso, aunque no pondría mis manos sobre una espada laser para jurarlo.

Ah, sí, la película. Todos sabíamos que iba a ser la más oscura de todas, y el primer teaser, con ese Emperador dando paso (“Lord Vader: ¡RISE!”) a esa celebérrima respiración metálica, puso palote a medio mundo, que trataba de olvidar, una vez más, el horrendo pasado. El comienzo del largometraje está a la altura. La entrada en combate de las naves de Obi-Wan y Anakin a la batalla sobre Coruscant es espectacular, muy bien construida, y, por primera vez en la trilogía moderna, Lucas consigue impresionar al espectador. Quien haya visto “Avatar” habrá comprobado que James Cameron tomó buena nota de esta escena. Lástima que su desarrollo posterior, el rescate de Palpatine de las garras del Conde Dooku, esté tan estirado. Es la primera prueba de que el mal principal de los anteriores episodios sigue presente: George Lucas tiene serios problemas de escritura, no consigue dar con las medidas adecuadas (se podría decir que es un mal sastre), y tiene una preocupante tendencia al estiramiento injustificado de algunas set-pieces. La relación química entre Anakin y Padmé sigue sin funcionar en absoluto, lo cual, bien mirado, es un problemazo, porque esa relación es la clave del acercamiento de Anakin al Lado oscuro. De todas maneras, el definitivo protagonismo de Palpatine y su capacidad manipuladora, y el sentido trágico que impregna todo el filme, apartan de cualquier tipo de comparación de este “Episodio III” respecto de los anteriores.

Y la tragedia tiene un punto de partida y un número, el 66. Cuando Palpatine activa la orden 66, por la cual los clones empiezan a asesinar jedis a traición, Lucas se luce realmente en la dirección, y se nutre de su amigo Coppola, y de la colaboración inestimable del gran John Williams, para darle un sentido épico notable a la eliminación sucesiva de caballeros jedi, la cual, sin apenas solución de continuidad, da paso a la entrada en acción de un Anakin desatado y darthvaderizado que, fuera de plano, no duda en cargarse a todo niño que lleve dentro un jedi en potencia, una villanía inimaginable hasta entonces en la saga intergaláctica. La pelea final a sable láser entre Obi Wan y Anakin es un buen resumen de lo que es capaz de hacer Lucas y lo que no, la batalla es estupenda (gracias, en parte, al volcánico escenario de Mustafar), enérgica, adecuadamente montada junto a la de Yoda contra Palpatine; hasta que Obi-Wan suelta aquello de que “Anakin, tengo un bonus de +2 por suplemento de altura, ni apretando L2+O me puedes matar, así que dejémoslo aquí y abramos las pizzas” y está a punto de cargarse la escena. Si no es así es por la crueldad con la que Anakin se consume, mientras Obi se limita a recoger su espada láser (dato para engarzar con el “Episodio IV”) y dejarlo que se chamusque las rodillas.

El epílogo del filme deja sensaciones contradictorias: para el fan irredento es pluriorgásmico contemplar la creación de Darth Vader, percibir su respiración hueca, y escuchar a James Earl Jones (o a Tino Romero); o asistir al nacimiento y exilio de los gemelos Skywalker. Sin embargo, todo parece narrado a la velocidad de la luz, atropelladamente, como si, de repente, se hubieran quedado sin celuloide (mala excusa, teniendo en cuenta que está toda rodada en digital) y necesitaran meterlo todo en cinco minutos. Y eso incluye el fallecimiento mal explicado de Padmé y su apresurada elección de nombres para los gemelos... Sirva de redención, sin embargo, el precioso plano final de Owen y Beru, recién adoptado el bebé Luke, observando el rojizo paisaje que dibujan los soles de Tatooine. Un broche dorado para una trilogía que no lo fue.

6 comentarios:

Heitor dijo...

Pues ya está... finiquitado el universo lucasiano en tres golpes de post.
En general estoy de acuerdo en todo, en la flojez de las dos primeras y la redención de la última, en los problemas de ritmo y escritura y demás observaciones... pero no pude evitar emocionarme en las tres. Lo sé, soy un tipo fácil (mis amigas lo saben) y con que me ofrezcan dos o tres grandes escenas a las que agarrarme, mi parte jedi se da por satisfecha.
Por lo menos, no sentí la furia que me desató ver películas como Spiderman 3 o Piratas del Caribe 3... menos mal.

Saludos.

marcbranches dijo...

Hola, heitor, cuánto tiempo. Hombre, es que sacas dos terceras partes que son para arrancarse la epiglotis con un sacacorchos. La emoción de escuchar en una sala de cine, de nuevo, la gloriosa sintonía de Williams, o de ver alzarse a Darth Vader, no me la quita nadie. Pero es que ves las pelícuals de nuevo y, joder, luquitas, joder...

Carles Rull dijo...

Pues... sin duda ésta es la mejor de 'Star Wars 2.0.' y, por momentos, magnífica. Aunque... de momento sólo la he visto una vez, pero el recuerdo es grato, muy grato (tal vez sean las ganas de que al menos una fuera buena). La batalla inicial, Ian McDiarmid estupendo (cómo ya dices tú), o asistir al "nacimiento" de Darth Vader son memorables.

En fin... ahora nos queda esperar a que Lucas se decida a sacar la trilogía original en 3D !

Josep dijo...

Despedida y cierre.

Espero y confío.

A veces pienso que para George Lucas el meterse en el berenjenal de Star Wars fue contraproducente: para su talento, digo; no para su bolsillo, claro.

Concuerdo en que lo mejor es McDiarmid como Palpatin, aunque en mi opinión no salva el fiasco.

Saludos.

ANRO dijo...

Tu "trilogía" le ha dado sopa con ondas a la del Lucas, sí señor. Un servidor está de acuerdo con usted prácticamente en todo, entre otras cosas porque volví a ver esta precuela hace bien poquito, es decir, la tengo bien fresquita.
Dios nos protega de la continuación que Lucas parece dispuesto a emprender....otros tres episodios dejarían encerrada la joya primigenia en una caja indigna. Esperemos que no se lleve a cabo tal desafuero.
Un abrazote.

marcbranches dijo...

Más que una continuación, que de momento no se plantea, lo que le hace chiribitas a los ojos de luquitas, hoy en día, es el 3D. Ya está amenazando con ponerse cualquier día a trabajar en la remasterización en 3 dimensiones de su saga. Vigilen las carteras, pues. Saludos a ambos.

 
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