La mayoría de las oficinas del mundo son, barrunto, lugares mortalmente aburridos. Cárceles de hormigón y metacrilato en las que compartes pena (capital y de la otra) con unos compañeros de celda que no has elegido y que, en el mejor de los casos, alguno de ellos te caerá bien; por tanto, será con ese con el que compartirás el tema de conversación favorito de los habitantes de una oficina: criticar a los demás habitantes. Aparte de eso, la existencia en la que llamamos nuestra segunda casa (en algunos casos es la primera) no es más que un amasijo de clips, pantallas TFT, monotonía, grapadoras, fotocopias, ruido (im)perceptible de aire acondicionado, Excel violado, sonidos inertes de teléfono, calendarios de días festivos, sonido de pasos sobre moqueta, bolígrafos sin capucha (y viceversa), impresoras deprimidas y ventanas con vistas al hastío (¿crisis laboral? ¿Quién, yo?)... Material de primera mano, por tanto, para una buena comedia. Hubo hace unos años unos señores que lo supieron ver a la perfección. Ingleses, claro, como no podía ser de otra manera.
Hace unos meses recomendé casi con desespero de fan irredento la serie británica “Extras”, pergeñada y amamantada por Ricky Gervais y Stephen Merchant, dos genios de la comedia británica que yo no conocía hasta que me cayó en las manos esa maravilla televisiva. A rebufo, pues, me arrojé de gafas a su éxito anterior, “The office”, la que les llevó a la fama. “The office”, para que nos entendamos, fue la primera serie británica en ganar un Globo de Oro (la segunda fue... “Extras”); a pesar de un arranque de difícil recepción en la BBC2 – no faltó mucho para que la cancelaran -, se acabó convirtiendo en un pequeño fenómeno que superó a la propia empresa. Dos temporadas de 6 episodios y dos especiales navideños de 45 minutos son todo el bagaje de un show que Gervais y Merchant, fieles a su manera de entender el medio, no quisieron alargar. Hoy en día, su versión americana, protagonizada por Steve Carell, es un éxito absoluto en yanquilandia, y hay “oficinas” repartidas por Francia, Alemania o Brasil. Pero el origen tiene acento de extrarradio londinense.
“The office” está concebida como un mockumentary televisivo. En esa ficción, la BBC se traslada a una empresa papelera para realizar un seguimiento exhaustivo del devenir diario en una oficina, con vistas a emitirlo en modo reality-documental. En este sentido, el aspecto visual está muy cuidado, y realmente parece un documental: los trabajadores no pueden evitar mirar a la cámara en ocasiones, el documental se ve salpicado con entrevistas a los mismos (como si fuera el confesionario del “Gran Hermano”), se escuchan conversaciones fuera de plano... Los cortes entre “escenas” son planos generales de la gente trabajando, con el sonido de fondo de los papeles y los teléfonos: la banda sonora de la monotonía. Nada de risas enlatadas. Parecería el entorno menos adecuado para tratar de hacer reír al espectador, pero es exactamente lo contrario. Esto ocurre, esencialmente, gracias al pivote sobre el que gira toda la serie, el personaje principal: el jefe de la oficina, David Brent (el propio Gervais, increíblemente, su primera interpretación delante de la cámara). Es, probablemente, uno de los personajes más odiables de la historia de la televisión. Desde la primera escena tenemos la foto del sujeto: uno de esos jefes que está convencido de que es carismático y estratosféricamente gracioso (de hecho, él se considera un comediante), y que de ahí parte su capacidad de liderazgo. Por supuesto, eso sólo lo cree él; sus empleados están resignados a la verdad. David Brent es empalagoso, extremadamente megalómano, racista, insensible, machista, mentiroso, metomentodo, tiene cocodrilos en los bolsillos, y sería capaz de vender a su madre para ser el centro de atención de una conversación. Es un despojo humano. El ídolo de cualquier ser con un mínimo sentido del humor.
A través de David Brent y sus infinitas posibilidades, “The office” se emperra en mostrar el absurdo de la cotidianeidad, lo surrealista y estrafalario que puede llegar a ser el comportamiento humano en su relación con un entorno tan aparentemente insípido. Las situaciones incómodas se suceden, y el espectador se revuelve en el sofá, forzado, a la vez, a no mirar el televisor (compelido por la vergüenza ajena) y a mirarlo (para deshuevarse de risa), siempre con los ojos abiertos cual búho, incrédulos ante el absoluto subdesarrollo mental que demuestran Brent y alguno de sus acólitos; en especial, su mano derecha, Gareth Keenan, un ex-militar de físico imposible y estupidez realmente siniestra. Pero lo cierto es que todo gira en torno a Brent, y eso es lo mejor y lo peor de la serie, puesto que su capacidad fagocitadora es tan desmesurada que se deglute todo lo demás. Por fortuna, precisamente los especiales navideños sirven para dotar a la serie de cierto espesor dramático al que no es ajeno el fortalecimiento del subargumento romántico de la serie, una relación platónica entre dos empleados que se resuelve en el último capítulo y que hizo llorar, literalmente, a millones de espectadores; lo cual demostraba que Gervais y Merchant tenían capacidad para el desarrollo dramático de sus personajes. Algo que aplicarían magistralmente en su siguiente proyecto.
Y eso es, precisamente, lo que me hace concluir, en contra de la opinión mayoritaria, que “Extras” es mejor que “The office”, más compacta, con más base argumental, más desarrollada, aunque probablemente provoque menos carcajadas. En cualquier caso, “The office” es una serie imperdible para los amantes del humor inglés, que vienen a ser, en esencia, los amantes del buen humor.
Y, por favor, en V.O. Que no será que no os lo pongo fácil, leche.
8 comentarios:
super great blog you have here.
Oh, yeah, Marc, it must be very good, so nice. Bueno, era para seguirle la corriente al "comentarista" anterior. Como la circunstancia del poco cine que veo ya te resulta sobradamente conocida, no entraré en lo de las series, que ahí ya sí que la cosa se pone cruda. Pero, si es por pinta, ésta pinta muy, muy bien. O sea, una pena lo de no verla...
Un fuerte abrazo y buen fin de semana.
No future, fuck you off, bloody capitalists. Más que nada, por seguir yo también la corriente... Ya imaginaba que no habrías visto esta serie. Por eso he dejado por ahí un enlace de esos pa-vagos, que sólo clicas y, ale, a ver un capítulo. Y en original subtitulada. Uséase, que no hay excusa, que los capítulos son de 25 minutos... Saludos.
The cat is under the table!, no iba a ser menos. De esta serie he visto apenas dos o tres capitulos cuando tenia cable. Expectacular, ahora quizá deba recurrir a la web para verla porque no tiene desperdicio tal como dices.
Un abrazo!
Joder, qué descripción más fenomenal!
Se diría que te conoces el ambiente como la palma de tu mano. El que más y el que menos también se ha conocido el paño.
Me has pillado y te voy a seguir el consejo. Ni "Extras", ni "The Office" las conozco, pero inmediatamente me he puesto a la labor.
Obviamente lo de VO es condición obligatoria, ¡ya lo sabía!
Ah¡ hubiera dado mi alma al diablo por haber estado en el Camp Nou la otra noche. Fuck¡
Un abrazote.
Pabela, bienvenida, digo, wellcome. Me he pasado por tu blog un momento,a alimentarme de la envidia por esa exposición starwarense. Te aseguro que la serie vale la pena, y, teniendo la oportunidad de verla tan fácilmente, y siendo los capítulos de apenas 25 minutos, me parece una oportunidad imperdible. Saludos.
Anro, lo cierto es que la oficina donde trabajo tiene un ritmo muy, muy diferente, hay mucho más estrés y ruido. Así que mi descripción es una mezcla de suposiciones, experiencias propias y oídas. Te digo lo mismo que a los demás, Seriesyonkis os lo pone a güevo. Curiosamente, teniendo a Bono a 10 minutos andando, no hubiera dado ni una uña cortada por verle estos días. Bueno, una uña quizás sí. Ya ves lo mal repartido que está el mundo. Saludos.
Mr. Gervais debería agradecerte una reseña como la presente.
Apuntada queda. Este veranito espero poder ver las dos por fin enteras y, leído, creo que empezaré por esta oficina...
Hoy no he podido ver ningún enlace, porque estoy en una conexión vía módem (es una historia penosa, triste y encabronada) pero así que disponga de velocidad vuelvo a verlos.
Saludos.
p.d.: Apoyo la moción: a diez minutos -en coche- y ni una uña. Ya ves.
Me había dejado este comment por contestar... Si es que no me dejan tener la cabeza en mi sitio. Scarlett, déjame en paz, que tengo que escribir. Entiendo, Josep, que ya solucionaste aquellos problemillas con "Extras". Alaspera quedo para que me comentes tus impresiones. Aunque, si sigues con el módem... bueno, si eso ya hablamos en octubre o así... Saludos.
Scarlett, ¿otra vez?
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