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MAPA DEL MATRIMONIO HUMANO


Cuenta la leyenda que el artista, cuanto más infeliz mejor. En consecuencia, y esta ya sería “harina” de otro costal, cuanto más estupefaciente mejor. No seré yo quien refute, o no, dicha teoría, más que nada por dos razones: a) lo más tóxico que me he metido nunca ha sido una San Miguel en jarra con una colilla dentro; y b) no tengo criterio (la Directrice asiente frenéticamente desde su habitación empapelada de posters de Kenny). Pero parece obvio que la infelicidad y el fracaso dan mucho más juego. Y si no, comparen al Sabina de las mil y una cocas (hasta el maravilloso “19 días y 500 noches”) de antes con el rehabilitado, y más feliz, de después (básicamente, un pestiño de cuidado). ¿Es peor autor Woody Allen desde que la felicidad coreana le invade? Quizás no sea esa la razón, o por lo menos no la única. Pero “Maridos y mujeres” marca un punto y seguido en la relación calidad-ritmo de sus películas. Desde entonces, le cuesta cada vez más dar con la tecla de la genialidad, aunque insisto en que no creo que sea la felicidad la única causa. O sí. Jodida Soon-Yi.

[Este párrafo patillero y absolutamente desinformado (¿no se te ocurren más ejemplos que el Sabina, marcbranches?) cumple la exclusiva función de introducir, chapuceramente, el post sobre “Maridos y mujeres” que Mi Majestad va a cascarse acto seguido. Tengo que rellenar como pueda; una migraña del tamaño de Charles Laughton, provocada por un descarnado duelo a chupitos de orujo Don Simón, me impide pensar con claridad. Aparte de que no sé dónde estoy. ¿Quién era esa señora con bigote que me ha traído el desayuno? ¿Por qué llevo puestas medias de rejilla? ¿Eso de ahí son pinzas eléctricas?]

Woody lo niega por activa y por etcétera, pero “Maridos y mujeres” parece expresar a la perfección las múltiples divagaciones alrededor de los estados del amor – y sus representaciones en la institución matrimonial – que debían abotargar su cerebro durante aquellos momentos; recordemos que el estreno del largometraje coincidió con su ruptura con Mia Farrow. En ese sentido, en el del análisis sentimental, es la película más completa, más profunda, más poliédrica, de su filmografía. Y probablemente también la menos conclusiva: a pesar de lo que pueda parecer, todos los frentes siguen, en el fondo, abiertos. Este film de Allen nos explica las vicisitudes matrimoniales de dos parejas, Gabe y Judy (Woody & Mia) y Sally y Jack (Sidney Pollack y Judy Davis), desde que en el arranque los segundos les confiesen a los primeros que pretenden separarse. Esta decisión no sólo acarrea consecuencias en la misma pareja, sino que también despierta dudas y reflexiones en la otra. Woody filma esta película como si fuera una especie de documental, salpicando la narración con entrevistas a los personajes, que en varios casos se contradicen a sí mismos; estilísticamente, refuerza esa sensación a través de una bastante nerviosa (y cassavettiana, cortes abruptos de plano incluidos) cámara en mano, recurso bastante inédito en Allen desde “Toma el dinero y corre”. Si a esto le añadimos una fotografía más bien árida de Carlo Di Palma, el resultado nos da una elección estética perfecta para plasmar, a calzón quitado, la violencia sentimental que se desprende de buena parte de las escenas de esta película.

El tortuoso, e inverso, camino sentimental que transitan ambas parejas, es desmenuzado por tito Allen con pulso quirúrgico, sin que el ritmo interno del filme se vea afectado por la verborrea de los protagonistas, que se dedican a exteriorizar sus sentimientos sin pudor, se mientan o no a sí mismos. El geniecillo judío se vale de la experiencia vital de unos personajes en plena mediana edad para expresar una dicotomía pasión vs. matrimonio que no tiene posible ganador: como en otras ocasiones ya ha apuntado en sus películas, todos deseamos lo que tiene el otro, con lo que la insatisfacción, perenne arma arrojadiza contra tu pareja, siempre estará esperando al fondo del pasillo. En este sentido, es reveladora, y brillante, la escena en la que Gabe y Judy discuten sobre la posibilidad de tener un hijo; cada uno se posiciona enfrente de sus propios deseos, profundizando sobre el verdadero significado de concebir un vástago en un matrimonio. Cada personaje cumple su función, y da la impresión que la de ser el alter ego de Woody Allen la cumplen, en este caso, dos: el propio Allen y el ex-marido de Judy, que aparece en un par de entrevistas acusándola de manipuladora pasivo-agresiva. ¿Autobiográfica? No, claro que no, qué va. Hay, además, un par de secundarios-detonador que arrastran al cuarteto principal de una u otra manera: el solitario, romántico y casadizo Michael (Liam Neeson) y, en particular, la lolita intelectual Rain (Juliette Lewis), que refuerza la sabrosa teoría de Gabe al respecto de su autodestructiva atracción por las chicas kamikaze.

Es fácil odiar a la histérica, perfeccionista, incoherente y explosiva Sally de Judy Davis; su permanente expresión de “aquí huele a vinagre del malo” no ayuda. Ese papel le mereció una nominación al Oscar y un título oficioso, otorgado por Woody, de “mejor actriz del mundo”, un exceso como otro cualquiera. La otra nominación fue para el extraordinario guión del señor Allan Konigsberg, quien, por mucho que negara la mayor al respecto de lo autobiográfico de esta historia, vomitó todas sus inseguridades sentimentales en la que es, de alguna manera, su película más violenta; seguramente, una de las mejores de su carrera. Su siguiente filme, ya liberado del yugo de la Farrow, fue “Misterioso asesinato en Manhattan”, una de sus comedias más arrolladoras. Sintomático, ¿no?

11 comentarios:

Paula Lago dijo...

Confieso que esta peli de Allen no la he visto!, había sentido sobre ella pero nunca la vi. Interesante post asique me la apunto!

Manuel Márquez dijo...

Compa Marc, ¿te has tomado el Tranquimazín...? ¿Sí...? Pues ahí va... Esta no sólo la he visto, sino que lo he hecho varias veces y es una de mis pelis favoritas de todas, todas. En tal tesitura, y como bien podrías comprender, debería ahora, en justa y honorable venganza, escribir un comentario de varios megas, pero no, que no es plan, ni son horas. Sólo un apunte muy breve, para señalar que me parece una de las pelis menos pretenciosas y más directas de don Woody, de las más ágiles narrativamente, y con la particular capacidad mágica de aunar enjundia reflexiva (así, como de tapadillo, pero ahí está) y diálogos entretenidos (el guión, como bien apuntas, es una auténtica delicia). O sea, una comedia amarga de altísimo nivel, una auténtica joyita.

Un fuerte abrazo y buena semana.

ANRO dijo...

Me parece interesantísima tu disertación inicial sobre la relación entre el autodestructivodepresivocoqueroadicto que es la leche para el genio creativo o al contrario , el felicisimoacomodaticioforradisimo que sentado a la bartola solo es capaz de mirarse el ombligo y tocarse los cataplines.
De ese tema podríamos pasarnos horas hablando (obviamente tú con una jarrita de agua o dos, para no abusar).
Hace muy pocos dìas leía en un blog amigo (El Blog de Sergio del Molino) una reflexión muy parecida a la tuya en torno a Coppola, Scorsese y Allen, pero él se decantaba porque el genio se había perdido por la ancianidad que asolaba a éstos, antaño, maestros.
Yo no estoy del todo de acuerdo con esta teoría. Sin embargo sí que estoy más de acuerdo contigo. Una "supuesta felicidad" soporiza las neuronas creativas del individuo. Miguel Angel siempre fue un rasposo cabrón y ahí está su obra. Marcel Proust, un quejica de la hostia y ahí nos queda ese monumento literario.....en fin y qué decir del Marcbranches, ese tío tan jodida y permanentemente cabreado ¿No es cierto que escribe unos cojonudos apuntes blogueros?...
Pues ya está.
Un abrazote.

marcbranches dijo...

Pabela, apúntatela, que vale la pena. De lo mejor de tito Woody. Saludos.

M-Márquez, no me des estos sustos, así de repente, que mi corazón no está para estos trotes. No sólo eso, si no que demuestras un considerable conocimiento del filme. Sólo discrepo en una cosilla: la definición de "comedia amarga". Amarga sí, comedia... Saludos.

¿Jarrita de agua? Amos-anda-anro. Pero sí tienes razón en que ese es un tema de larga y próspera conversación. Tú has sacado más ejemplos que yo, que estaba de un vago queloflipas. Pero vamos, la música ha dado genios atrozmente infelices a tutiplén, de Janis Joplin a Kurt Cobain. Por no hablar del cabronazo de Kubrick, o el solitarista genio de Peter Sellers. Millones de ejemplos. Incluido el mayor genio de todos: yo. A pesar de tu evidente exageración al decir que estoy permanentemente cabreado.

COJONES YA.

Möbius el Crononauta dijo...

Yo lo que no recuerdo es si la acabé de ver, creo que no... o tal vez ni siquiera la comenzara a ver. Pero me alegré sumamente de lo bien que le vino deshacerse de la Farrow de una vez por todas. Que ya cansaba, joder. Además, entre la Farrow y la Keaton, pues no hay color, oigan.

Saludos

Manuel Márquez dijo...

Buenas de nuevo, compa. Quizá sí que tengas razón, Marc, en lo de lo incorrecto de atribuirle a la peli la condición de comedia, pero no sé, no sé; si no estuviera radicalmente en contra de la utilización de barbarismos de esos a los que tan dados son los "jergueros" del cine, igual hasta yo mismo la podría calificar de "dramedy", o algo así. Y, por otro lado, sus apuntes cómicos son innegables -hay incluso un personaje, como el de la querindonga recauchutada de Sidney Pollack, que es un puro apunte cómico en sí-. Pero está claro que, como comedia, no es un ejemplar en estado puro, desde luego. Como no lo es, por hacer una comparación salvando todas las diferencias temáticas y estilísticas, El apartamento. ¿O sí lo es? ¿Les quita el vitriolo a estas pelis su condición de comedias; se agrian por la leche tan mala que llevan dentro...? En fin, no sé.

Buena noche, compa, y hasta la próxima.

marcbranches dijo...

Ahí le has dao: efectivamente, mobius, entre la Keaton y la mosquita muerta de la Farrow no hay color. A pesar de los trajes de la Keaton.

Manuel, sí que es cierto que hay apuntes cómicos en el film, pero siempre desprenden más vitriolo y desencanto que otra cosa (la primera frase de la película es "dios no juega a los dados con el universo. Juega al escondite"), por eso no la catalogo de comedia. Interesante la referencia a la maravillosa "El apartamento", que seguramente encaja mejor en el concepto de comedia amarga, porque tiene más aristas de comedia que "Maridos y mujeres", empezando por el mismísimo final. Nasnoches.

suspense horror dijo...

I agree, well said. this is a great collection of information for people.

Anónimo dijo...

¿La pobre Soon Yi ha hecho a Woody Allen lo que Yoko Ono a John Lennon?. Debe ser una perversa conspiración oriental.
"Maridos y mujeres" es una de mis favoritas de Woody Allen junto con "Hannah y sus hermanas". Aunque en ocasiones me vuelven loca esos movimientos experimentales con la cámara. Además resulta poco creíble que Judy Davis este pensando en si sus amigos son erizos o zorros mientras tiene relaciones sexuales con Liam Neeson. Es Liam Neeson, por Dios¡¡¡¡

Maribel

marcbranches dijo...

Hola y bienvenida, anónima Maribel. Pues no lo había pensado: todo forma parte de una conspiración oriental para, como dice el título de uno de los libros de Woody, acabar de una vez por todas con la cultura... Reconozco, en cuanto a la película en sí, que cuando la vi en el cine la cámara me mareó un poco; la disfruté más en segundo visionado. Con lo neurótica que es Judy Davis, a mí me parece perfectamente creíble que esté pensando en erizos, zorros y oprnitorrincos, por mucho Qui-Gonn Jinn que tenga entre sus piernas. Con perdón. Saludos.

Maribel dijo...

Soy yo otra vez, Maribel. La vez anterior no me dejo el sistema identificarme. Se me olvidaba decir que Syney Pollack me gusta en esta película.
Gracias por la bienvenida.

 
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