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LAS VACACIONES DE M. LAFITTE


Nadie que se haya acercado al cine a ver “En la ciudad de Sylvia” puede quejarse lo más mínimo. Chavalote, ya sabías a lo que ibas, y si no era así es que, o no sabes leer, o la lobotomía te la hizo un (mal) estudiante en prácticas. Pistas inopinables: a) el director, José Luis Guerín, es autor de “Innisfree”, documental que trata de un falso pueblo que en realidad es verdadero pero desde una óptica ficticia, o asín; b) también es multigalardonado autor del documental cinematográfico “En construcción”, en el que destacan largos planos de jubilados observando obras; y c) el trailer ya nos anunciaba que el montador del filme no era, precisamente, Michael Bay. La opción c), hay que decir, es un punto a favor. Dicholocualo, salir de la sala y decir que “En la ciudad de Sylvia” es “muy lenta”, “no pasa nada”, “no hay argumento”, o “menudo coñazo” te acerca inexcusablemente a una de las opciones expuestas antes de las pistas a), b) y c). Revelada esta premisa, hablemos de “En la ciudad de Sylvia”, aprovechando que llueve y han cancelado el concurso de levantamiento de cubatas de Ron Negrita que habían organizado mis colegas.

“En la ciudad de Sylvia” es una de esas películas de planteamiento radical, ajeno a cualquier convención comercial, y pasto de interés y reflexión ajustada, puntiaguda y ergonómica de cualquier cinéfilo que se precie. Dicho en otras palabras, una orgía gafapasta. La ineluctable tentación es acudir a referencias ancestrales, si puede ser no americanas, y criticar el filme desde una postura ceñuda, intensa y cuanto más abstracta, mejor. Es una golosa oportunidad de sacar a pasear el palmito, de alimentar el ego, de manifestar al mundo que tú SÍ SABES DE ESTA COSA DEL CINE, y que el “Dirigido por...” no sabe lo que se pierde por no tenerte aún en nómina. La película de Guerin ofrece las oportunidades suficientes para sacar a pasear nombres referenciales como Godard, Rohmer, Ozu, Renoir, Tati y hasta Hitchcock, aunque parezca mentira. Coño, es mi gran oportunidad: si parezco lo suficientemente sensible, hasta ligaré y todo...

Al peo.

Como si yo pudiera hablar de Godard... Bastante tengo con saber transmitir qué me ha parecido la película. Akoki: “En la ciudad de Sylvia” es, desde luego, un juego propuesto por Guerín que no acepta medias tintas; o participas o no, y si es esto último, salte del cine antes de que los daños sean permanentes. Y no porque sea un film provocador, que no lo es, más bien todo lo contrario. Las reflexiones de Guerín sobre la insondabilidad de la mujer, la búsqueda homérica de la utopía en el sexo opuesto y la complejidad y belleza inabarcable del ser humano tienen un ligero aroma renacentista que niega su modernidad, aunque no su validez. La película, resuelta en tres días (y tres noches resueltas por el director barcelonés con tres elipsis en forma de simple rótulo) de verano de Estrasburgo, nos muestra a un personaje sin nombre interpretado por el soseras de Xavier Lafitte, hospedado en un hostal de barrio, que se sienta en el café de la Escuela de Arte Dramático de la ciudad observando a los distintos animales humanos (preferentemente, mujeres) que se encuentran allí sentados, tomando notas, dibujándoles. La escena dura cerca de media hora, y no ocurre absolutamente anda desde un punto de vista narrativo. Sin embargo, Guerín se las arregla para, a través de su domino del plano-contraplano, sugerirnos las intrahistorias de cada sujeto, e incluso engañarnos suavemente con alguno de ellos (ese trío que resulta ser pareja, que parece que no se conocen pero...), así como empezar a entender qué hace allí Lafitte: está buscando a una tal Sylvia. De repente, Pilar López de Ayala (qué gran actriz, y qué belleza tan límpida) sale del interior de la cafetería, y comienza el momento Hitchcock (por fin algo de tensión narrativa), con Lafitte persiguiéndola por toda Estrasburgo, ciudad que Guerín convierte en un personaje más a base de crear señales reconocibles (el vendedor de mecheros, la pintada “Laure je t’aime” que se repite) y, sobre todo, en quizás el gran acierto del film, a base de aislar toda clase de sonidos urbanos, de manera que durante toda la película vamos escuchando lo que se podría denominar “la banda sonora de la ciudad”: una botella rodante, el timbre de una bicicleta, el vuelo de una bandada de palomas. Y, por supuesto, en primera persona, los pasos de Pilar. Nunca se entremezclan, jamás percibimos el caos y la confusión urbanitas: Estrasburgo toca su propia canción. Luego, ya en un autobús, asistimos a la única conversación de toda la película, entre los dos protagonistas, después de la cual Pilar se aleja definitivamente, cerrando la mejor parte del filme, sin haber podido apenas saborearla, como buena utopía que se precie. Aún le queda una noche más a Lafitte, que le sirve para ahogar unas penas que, en cualquier caso, nunca se muestran de manera explícita, y es quizás una de las debilidades de la película: no hay drama, no hay líneas curvas de sentimientos (seis años de búsqueda, y apenas hay asomo de una decepción más educada que otra cosa en Lafitte). Los juegos de espejos y cristaleras que parecen devolvernos la quimera, y el propio final (la ciudad sigue su curso: pasa la vida) refuerza cierta sensación de artificio, de cortometraje alargado, realizado con, eso sí, excelente caligrafía, y nos aparta emocionalmente de una, en cualquier caso, interesantísima película que nos devuelve el placer de la observación sin las urgencias del cine actual, un espejo, al fin y al cabo, de la agitada vida moderna. Me voy, que llego tarde.

22 comentarios:

Manuel Márquez dijo...

Compa Marc, qué maravilla: esto de que le hagan la tarea a uno debería estar implantado también en el "curro oficial"... Casualmente, fui a ver En la ciudad... el lunes, es decir, hace dos días, y podría suscribir, casi línea por línea, todas tus apreciaciones. En cualquier caso, te puedo asegurar que yo sí que entré en el juego, y me ha gustado muchísimo. Es más, y aunque te suene a rollo patatero (que puede sonar a ello), ¿te creerás que se me pasó la peli en un suspiro...? Cuando terminó, miré el reloj, y no me lo podía creer: la hora y media, en un pis-pas. Qué cosas...

Un abrazo.

marcbranches dijo...

Ese soy yo: siempre trabajando por los demás... cagüentó...

En cualquier caso, yo participé del juego igual que tú, y tampoco tuve el agobio del reloj en ningún momento, aunque reconozco que mi interés por la película aumentaba exponencialmente con la presencia de López de Ayala. Se podría decir que es un corto alargado, pero bien alargado. Saludos.

Anónimo dijo...

Recuerdo una estupenda película de Arthur Penn, titulada La noche se mueve. En ella, el personaje que interpreta Gene Hackman, un detective cargado de años, de kilos y de cuernos, es invitado por su esposa y el amante de ésta a ver Mi noche con Maud, de Rhomer.

"No, gracias", responde Hackman, "ver una película de Rhomer es como ver crecer la yerba".

Pues eso.

Más que nada, al acabar la visión de tamaño monumento a la nada (eso sí, el monumento es intelectualísimo, enrrolladísimo y monísimo), me quedó la duda de si en el mundo de tipos como Guerín caben preocupaciones tales como pagar la hipoteca, comprar papel higiénico, ir al dentista...No sé, es que me da la impresión de que el plano existencial donde residen sólo responde a estímulos como los del retrato de la nada profunda. o la constatación empírica de la obscuridad de lo diáfano,o la ética de la doblez impura, y tal y tal. Eso por no hablar del sexo de los ángeles, tema de candente trascendencia para cerebros como el que nos ocupa.

O sea que al salir del cine, entro en un bar, me tomo na birra, y suscepible a los estímulos que atraviesan mi maltrecha psique en ese momento, yo me pregunto: ¿sabrá Guerín que existe el Barça?, ¿la antena colectiva de su bloque pilla telecinco?, ¿es capaz de comerse una tortilla sin plantearse la quintaesencia de la transformación de lo semilíquido en semisólido?.

Coño, es que no sé.

marcbranches dijo...

Parece que es la semana de los rebeldes... No recuerdo esa frase de "La noche se mueve" (gran flim), pero es muy buena. No me parece que "En la ciudad de Sylvia" sea un monumento a la nada, aunque a veces pueda parecerlo, y a eso me refiero cuando hablo del artificio que desprende la película. Precisamente por eso no parece coherente que acuses a Guerín de trascendental, si la película, como dices, no habla de nada. Es obvio que en este film, en concreto, no se percibe lo terrenal (como tú dices, Barça, Tele 5, etc.), pero no me parece que eso se pueda utilizar como arma arrojadiza. Queda muy claro que o entras en el juego o no entras, y tú no has entrado en absoluto, lo cual me parece perfecto y entendible. Hay cinéfilos que le piden otras cosas al cine, más estímulos, sean visuales, intelectuales o emocionales, y la peli de Guerín es más bien rácana, y pide una complicidad al espectador más allá de sentarse en una butaca. Es posible que, si la hubiera visto en otro momento, yo hubiese sentido el mismo rechazo que tú, a veces tu percepción del arte depende de tus biorritmos ese día, ese momento...

Dicho todo esto, insisto en que no me parece que Guerín haga un ejercicio de profundidad: de hecho, se le podría acusar de ingenuo. No hay complejidad en lo que muestra, en los vaivenes del personaje de Lafitte, que parece que no siente nada, y su reflexión tiene más de lírica semiadolescente que otra cosa. Aún así, la peli no se me hizo pesada, la disfruté a través del placer de la observación y la buena escucha. Quizás es que me hago mayor...

Anónimo dijo...

Buf, después de leer lo leído: y ahora qué hago, ¿ sigo queriendo ir a verla o no?

marcbranches dijo...

Hola, viena, un placer verte por aquí como siempre. Déjate llevar por tus instintos...

Eso sí, si luego sales aburrida/cabreada del cine, reclamaciones a Alicia, que es la directora. Yo soy un mandao.

BUDOKAN dijo...

Hola, me gusta mucho lo que dices sobre este film que por cierto ha sido bastante castigado por la crítica. Me parece otra visión que me anima a verlo. Saludos!

Laura Hunt dijo...

jejejeje, yo si que recuerdo esa frase de Gene Hackman en La Noche se Mueve, y es curioso, porque esa película solo la he visto una vez y hace muchísimo tiempo, así que casi no recuerdo nada más.

A mi En La Ciudad de Sylvia es una película que, en principio, no me atrae demasiado (de todas formas, tampoco creo que vayan a ponerla en ningún cine de mi ciudad, así que...). De Guerín solo he visto En Construcción y, aunque no puedo decir que me aburriera, o que me pareciera un horror de película, tampoco despertó mi entusiasmo, más bien me dejó un poco indiferente. No se... es que para observar como transcurre la vida de la ciudad ya salgo a la calle y observo yo sola, y gratis.

En todo caso, estoy completamente de acuerdo en eso que dices de que el que disfrutes o no de una película, depende en gran medida de tus biorritmos ese día. Gran verdad.

Saludos!

marcbranches dijo...

Hola, budokan. La verdad es que la crítica ha sido bastante desigual con esta película, lo cual era de esperar. Es otro tipo de experiencia, pero has de ir predispuesto. Saludos.

Lauea, si no te entusiasmó "En construcción", dudo que disfrutaras con "En la ciudad de Sylvia", aunque no es un documental, y es un film mucho más pulidito. Lo de los biorritmos es absolutamente cierto. Recuerdo haber visto "La delgada línea roja" justo después de una ruptura sentimental, y me pareció un soberano bodrio. Quizás porque su ritmo premioso me dejaba demasiado tiempo para pensar... En fin, que hay días en que, depende de con qué pie te levantes, te puede gustar una película o no. De ahí que a veces valga la pena darles segundas oportunidades.

Hatt dijo...

Yo de "La noche se mueve" prefiero otro diálogo: - ¿Quién gana?
- Nadie, unos pierden más rápido que otros...


Y volviendo al tema principal: No me gustó la oda al voyeurismo de Guerín. Se me hizo excesivamente larga. Realmente (y es curioso porque es un punto de partida que compartes aunque luego lo matizas y mucho) me parece que es un corto estirado, pero estirado en exceso. Al final, de tanto forzarlo se acaba deshilachando.
La escena de la puerta del conservatorio me parece buena, incluso con enjundia teórica - reflexión metacinematográfica, sobre el lenguaje, sobre qué es el cine, sobre el punto de vista,... -, pero se me hace excesiva.
En cuanto a la "persecución", el juego de dejà vu está bien, pero esos amagos que saludo, que no y demás... no sé (igual soy yo).

"La conversación" resulta un poco ridícula, que puestos a buscar economía (como en casi todo lo demás...) la podrían haber reducido más.

Y el protagonista..., una mezcla de Baudelaire y Bunbury. Va de intelectual-maldito-interesante, ahí bebiendo en un pub a solas..., y me parece una pose demasiado forzada.

Y (casi acabo) la mezcla entre documental y ficción me chirría un poco.

Vamos, que me ha dejado bastante chafado y me parece lo dicho, un corto-chicle estirado...

Nos leemos.

P.D. Que se me pasaba, posteriormente vi en la 2 un reportaje que hablaba de la exposición previa / complementaria a la película y, sin embargo, me dio una mejor expresión que la película.

P.P.D. Con quien fui a verla, me dijo que parecía un documental promocional de Estrasburgo, ahí recorriendo las calles y todas las chicas tan monas (¿no existen "estrasburguesas" feas?).

marcbranches dijo...

Se está convirtiendo en una de las películas más comentadas y debatidas de la semana, por lo que voy viendo por ahí. Para mí "En la ciudad de Sylvia" es un corto estirado, aunque es menos defectuoso que en otros films (véase cualquiera de Javier Fésser). Como he comentado, el film tiene mucho de utopía adolescentoide, y de ahí que todos los que salen parezcan más o menos guapos/as. Creo que no hay que verla desde un punto de vista realista, quizás ese prisma hace que decepcione a mucha gente. No es costumbrismo, no es realismo, Guerín no pretende mostrarnos el día a día de una ciudad. Si fuera así, no se preocuparía en aislar los sonidos de la urbe, como si fueran solos instrumentales de una larga canción.

Vamos, que no es una película perfecta, ni mucho menos, pero me resultó interesante y provechosa. Aunque visto lo visto, me voy a quedar solo, cual Leónidas, defendiendo la película...

Raquel dijo...

Cuando el tipo perseguía a Pilar se me había olvidado como se llamaba... Y por un momento pensé que era la ciudad de Laure.

"Deja tus alabanzas, elogios, loors, lisonjas y panegíricos dedicados a nuestra grandeza e inabarcable sabiduría cinematográfica. También puedes discrepar, pero te señalarán por la calle, te convertirás en un marginado y te comerán la merienda. Tú mismo."

Esto es nuevo, no??

marcbranches dijo...

Pues sí, es nuevo, Raquel, muy observadora. Y ha sido ponerlo y todo el mundo a discrepar de mi majestad. Qué país de espíritus contradictorios, jesusmariayjosé...

Manuel Márquez dijo...

Oye, compa Marc, que, por esta vez, y sin que sirva de precedente, yo sí estoy contigo. Y es que hay que ver esta gente: a nada que en el reparto no sale Cary Grant, o Stallone, ya ves cómo se ponen...

Un abrazo.

alicia dijo...

Nada, a este paso ya veo a gente quemando fotos tuyas.

marcbranches dijo...

Gracias, Manuel, ahí le has dao. Es que no hay respeto ni hay ná por la edad, eso es lo que pasa. Alicia lo sabe muy bien, que casi nunca la ayudan a cruzar los pasos de peatones, ni le dejan un asiento libre en el autobús, ni nada...

Hatt dijo...

Yo ya he quemado una foto de batman, eso sí, de la de la serie de televisión que me pillaba más a mano... Lo que pasa que como no había cámaras cerca, no he salido en los medios.

marcbranches dijo...

¿CÓMORRRLLL? ¿De Adam West? ¿El ÚNICO Y GENUINO Batman?

Muy bien, tú lo has querido.


Me voy a la FNAC a comprar la discografía completa de Héroes del Silencio...

¿Qué podría hacer con este bote de gasolina que, casualmente, me he encontrado en la calle?

Uy, un mechero...

Hatt dijo...

Haz lo que quieras, total, para mi son pasado... (léase con tono melodramático y aparentemente neutral, aunque se aprecian matices).

Anónimo dijo...

Pues con estos antecedentes, mejor no voy a verla, que yo ya conozco muy bien Estrasburgo (vaya parque, el de L'Orangerie, como diez veces el Parc de la Ciutadella de Barcelona) y el cine francés -o tipo así, lentorro- no me va.

Dudo que se pueda comparar con La Delgada linea Roja, de Malik. ¡Qué más quisiera!

El amigo Manuel pretende que le suicidemos, pues no contento con atacar al innombrable, mete en el mismo saco a Cary Grant y a Silvester Stallone.

Ya te conviene preparar con mimo tu próximo comentario cinematográfico, estás avisado.

El Vengador Cinéfilo.

marcbranches dijo...

Hatt, tu aparente indiferencia esconde una profunda decepción que sólo puede nacer del amor. Artístico, se sobreentiende. Yo siempre odié a Héroes, he de reconocer. Prefiero quince mil veces a Bumbury en solitario, aunque el repaso que le pega Nacho Vegas en el disco a dúo es de consideración...

Josep, si no te gusta el cine francés, ni te acerques al cine, no te gustará esta película. Voy a defender a Manuel, que últimamente está pillando por todos lados: Sly es tan iconográfico, a su manera, como lo fue Cary Grant. Y, por favor, ese "Cobra"... que peazo-flim costumbrista... con esa Liv Ullmann noruega llamada Brigitte Nielsen...

Anónimo dijo...

Así me gusta: que los defensores del amigo Manuel sean tan rigurosos, capaces de comparar a Sly con Cary: otro a la hoguera, por hereje y por confundir Dinamarca con Noruega..

 
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