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(BAT)SIGN O' THE TIMES


Ya podéis correr, que llega el yayo marcbranches con otra de murciélagos.

Sí, es cierto que el “Superman” de Richard Donner fue el pionero de las adaptaciones de superhéroes a la gran pantalla (adaptaciones “serias”, quiero decir). Pero no fue el pistoletazo de salida, ni fue un revulsivo para la industria, a pesar de su éxito, y el de sus continuaciones. Más bien se veía como un hecho aislado, difícil de repetir con otro de esos pijameros del cómic. Así, un proyecto sobre llevar a Batman al séptimo arte vagó de mano en mano durante diez años, desde aquel 1979, hasta que se encontró con un tal Tim Burton. Un tarado de pelambrera abigarrada que dio con la tecla adecuada para hacer posible lo imposible: alejar a Batman de la pesada losa del estilo campy-Adam West, y convertirlo en un proyecto verosímil y respetuoso con el personaje, el cual estaba pasando por su época más fértil y adulta gracias a Alan Moore y Frank Miller. El éxito de “Bitelchús” le otorgó luz verde definitiva a Burton, quien, sin ningún tipo de experiencia en el mainstream, iba a cursar todo un máster.

A pesar de rodar en Inglaterra para alejarse de las presiones jolibudienses (la elección de Michael Keaton para el personaje principal fue portada del Wall Street Journal. Poniendo a Warner Bros a caldo, por cierto, al igual que unos cientos de millones de frikis), Burton era demasiado desconocido y demasiado joven como para que todo el mundo le dijese “Sí, señor Burton” a todo. Cada día alguien metía la pezuña en el guión, cada día el equipo tenía que esperar a que llegase la nueva versión del mismo para ponerse a trabajar. Además, no se pudo contar con la inicialmente prevista Sean Young (que tiene toda una historia de desencuentros con esta franquicia) para el papel de Vicki Vale por un accidente ecuestre, y tuvo que llegar a toda prisa Kim Basinger para sustituirla. Visto con perspectiva, no podía salir nada bueno de todo esto; aunque, claro, peor fue en el rodaje de “Casablanca”, y mira lo que salió...

Batman” no fue “Casablanca”, pero el impacto inmediato fue muy superior. La campaña de marketing fue espeluznante; su leit motiv parecía ser “enterrémosles bajo el logotipo del murciélago”. Se acuñó y generalizó la palabra “batmanía”. Allí donde te movieras, allá que te encontrabas una taza, unos cereales, una gorra, un cenicero, una camiseta de Batman. El logotipo de ahí arriba aparecía en cualquier edificio alto, y abrumaba toda sala de cine del Sistema Solar y parte del extranjero. Las colas para el estreno duraban días. En la radio no dejaba de sonar Prince, a quien habían encargado las canciones de la película (metidas con calzador), y que aprovechó para, ya que estaba, pregeñar un álbum conceptual de los suyos. Y tenía sentido, porque “Batman”, la película, se convirtió en una especie de concepto estético. Gracias al entendimiento con Burton, el diseñador de producción Anton Furst hizo una auténtica maravilla en los estudios Pinewood londinenses, creando una Gotham opresiva, claustrofóbica, elefantiásicamente gótica, plena de humo y gárgolas, encerrada en sí misma, como si la noche fuera su hábitat natural. El trabajo de Furst fue de una brillantez tal, que marcó la línea estética a seguir (batmóvil incluido), no sólo en las siguientes películas, sino en los cómics del personaje.

Posiblemente debido a tanta injerencia (sí, te estoy mirando a ti, Jon Peters), “Batman” es un quiero y no puedo burtoniano. Se queda a medio camino entre el particular universo del geniecillo de Burbank y la necesaria ambición mainstream. Tim Burton no acaba de soltarse las riendas, y sus buenas ideas no convergen en un todo compacto y satisfactorio, a pesar de la burrada que hizo la película en taquilla. Algunas escenas son memorables, y casi todas pertenecen al Joker de Jack Nicholson, quien, a pesar de no parecerse en nada al Príncipe Payaso del cómic, está hecho para esos zapatos, y da rienda suelta a su histrionismo. Está claro que es el Joker quien más agita la mente de Burton, y quien más le interesa. Quizás con más libertad creativa le hubiese perfilado de manera algo menos infantil; el Pingüino de “Batman vuelve” sería un buen referente para esa hipótesis. Pero la película se llamaba “Batman”, y el Batman de Burton tenía la peculiar percha de Michael Keaton, quien, a pesar de los temores, encajó mejor con el papel de lo que nadie pudiera pensar. Keaton compone un Wayne taciturno, pensativo, hermético, muy alejado de sus anteriores papeles, y consigue que la gente acabe olvidando que es imposible que Batman mida 1'75. Pero el guión acaba por tomarse demasiadas licencias que acaban por estropear al personaje. Además de que la frase “te voy a matar” es imposible en Batman, hay licencias creativas imperdonables, ya no por la falta de fidelidad al original, sino porque perjudican artísticamente al filme. La decisión de involucrar al Joker en el origen de Batman es un craso error (y ojo, que esto fue idea del propio Burton), derivado de la absurda necesidad de atar todos los cabos de la película. Por no hablar de ese mayordomo Alfred que decide hacer jornadas de puertas abiertas en la batcueva (“¿Por Bruce Wayne pregunta ud.? Pase, señorita, pase ud.; vaya a la biblioteca y toque las teclas fa-sol-la, que se abrirá una puerta secreta y... verá ud. que risa cuando vea a mi señor vestido de murciélago...”), y que en cualquier otro universo hubiera significado su despido fulminante; o la pregunta del millón, que se la hizo por primera vez JACK a Burton mientras rodaba la escena: ¿para qué coñios sube el Joker a esta torre? El director contestó lo que todo hijo de vecino con sentido común: ni puñetera idea, tú sube y punto.

Idolatrada durante mucho tiempo por muchos, el “Batman” de Burton sufrió un repentino envejecimiento allá por 2005, a la vez que se estrenaba “Batman begins”. Sólo las hordas de fans burtonianos defienden a capa y espada la superioridad de esta película, que, vista hoy en día, es, más que nunca, hija de su tiempo. Sin embargo, quedará para la historia su maravillosa iconografía, y ser el caldo de cultivo de la magnífica y plenamente burtoniana, esta sí, “Batman vuelve”.

6 comentarios:

Manuel Márquez dijo...

¿Ésta, compa Marc, es la de ese que echa hilos por las manos, o es de otro? Que ya sabes tú que controlo yo este negociado nada más que regular, tirando a mal... Ah, y para que veas que siempre se puede rizar el rizo, ésta ya no te voy a decir que no la he visto; es que no sé si la he visto, o no. En fin...

Un fuerte abrazo y buen fin de semana.

P.S. la reseña, de todos modos, es excelente, que te conste...

Rick dijo...

Gran película. Burton rescató al personaje para convertirlo en cine fantástico palomitero a lo grande con dos grandes adaptaciones que tienen una ideal ambientación gótica comiquera que ningún otro director habría aportado. Luego vino el infiel Nolan y quiso llevar al personaje al cine serio. Tuvo un primer intento que no me convenció, pero no sabía que eso era solo la overtura ensayística de una obra magna que esperaba después. "El caballero oscuro" (que el único parecido que tiene con la obra de Frank miller es el nombre) le ha hecho mucho daño al admirable Batman de Burton, lo ha empequeñecido (al igual que el Joker de Ledger ha ensombrecido el Joker de Nicholson, cosa que nadie hubiese pensado ni en el más inverosimil de los supuestos antes del estreno), pero todavía se puede disfrutar con mucho gusto.

marcbranches dijo...

M-Márquez, esta es la de ese tío que cuando se cabrea se pone verde... seguro que la has visto, hombre. Buen finde...

Rick, recuerdo tus reticencias sobre "Batman begins", aunque también me suena que te "hice" volver a verla, y mejoraste tu impresión. Me alegro de que te gustase TDK; está claro que Nolan ha hecho envejecer a "Batman", y que Ledger ha infantilizado al Joker de Nicholson. Time passes by. Saludos.

Rick dijo...

Si, es cierto, me hiciste darle un repaso a Batman Begins y mejoró con un segundo visionado. La primera vez me aburrió un poco y me pareción excesivamente larga. La segunda vez la disfruté más y supe ver en ella clagunas cosas interesantes que no había llegado a apreciar de entrada. No obstante, aún con eso me seguía pareciendo una película muy mejorable y las dos películas de Burton me gustaban mucho más y las consideraba mejores. Solo que después vino TDK y claro...

Heitor dijo...

Pues de acuerdo en prácticamente todo excepto en lo de a quien quiero más, si a papá Nolan o a mamá Burton (con esas melenas, es un poco madre recién levantada antes de los rulos, así que se ha quedado con el rol de madre en la comparación). No sé yo si sirve de algo la comparación de ambas películas, tan diferentes, que aunque el prota tenga las mismas orejas puntiagudas, parecen provenir de universos totalmente distintos.
¿Ha envejecido la de Burton desde que Batman "empezó" de nuevo? No sé yo. ¿Envejeció El invisible Harvey cuando se estrenó Quién engañó a Roger Rabbit? Más bien tiendo a pensar que ha ido envejeciendo solita y sin ayuda... pero muy bien envejecida. Como una Sofía Loren con capa negra.

P.D. Lo sé, parece que sólo comento cuando el post se decanta hacia el frikismo, pero es por tocar las bolas, no porque sea lo único que leo.

marcbranches dijo...

De todas maneras, Rick, a mí nunca me entusiasmó la primera de Batman, ni siquiera cuando se estrenó, a pesar de mi afición por el personaje. Saludos.

Heitor, reconozcámoslo: somos unos frikis, y actuamos como tal... En cuanto al envejecimiento de "Batman", supongo que el hecho de estar totalmente rodada en estudio, con sus decorados (estupendos) de cartón-piedra, o el traje-lata de Michael Keaton, ayudan a percibir esa sensación. Nolan le ha dado la estocada final. Sin embargo, es justo decir que el verdadero revulsivo para el atrevimiento de la industria para adaptar cómics fue este "Batman" de Burton. A partir de ella, cosas como "Spider-man" o "X-men" tuvieron sentido. Saludos.

 
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