“Odio a los nazis”. La famosa coletilla de nuestro bien amado Indy diríamos que no puede aplicarse a la última película de Tarantino, Maldidos bastardos. Quentin sabe perfectamente que los nazis ya se han convertido en un icono del cine, son los villanos por excelencia a quien absolutamente todo el mundo odia, así que ¿porque no amarles?
Afortunadamente Tarantino se distancia de su anterior trabajo, Death Proof, y hace uno de sus trabajos más reposados y hasta casi diría “maduros” (si no hubiera hecho antes Jackie Brown, claro). Se deja de saltos temporales y con un estilo casi clásico (aunque con algunas pinceladas de su estilo, como los rótulos indicando los nombres de los altos cargos) va explicando una historia de lo más entretenida. Se fragmenta la historia en capítulos, y hasta el capítulo final no coinciden todos los protagonistas.
Basada en una película italiana, Aquél maldito tren blindado, ya se sabe que Quentin a la que se apodera de una idea la cambia por completo y la hace totalmente suya, y es de agradecer que Tarantino parece estar recuperando su gusto exquisito por las bandas sonoras, que pareció haber perdido en Death Proof, y nos deleita con música de clara inspiración de spaghetti western, o canciones como Green leaves of summer; no sólo eso, en una escena usa ni más ni menos que la espléndida Putting out fire de David Bowie. Para que luego digan de Maria Antonieta…
Los malditos bastardos (o basterdos) son un grupo de judíos americanos que se dedican a eliminar nazis, cortándoles la cabellera entre otras cosas. Su orgulloso jefe es Aldo Raine (Brad Pitt), del que me quedé con las ganas de cómo se produjo las señales de la horca en el cuello, que hace uso de toda su chulería posible y pone la barbilla como si fuera Marlon Brando.
Pero el punto flojo de la película son precisamente los “bastardos”, ya que están mucho mejor dibujados los nazis, encabezados por Christoph Waltz, que compone un magnífico Hans Landa culto, educado, astuto y traicionero cuando hace falta, Daniel Brühl, (Fredrick Zoller) como soldado alemán que sin comerlo ni beberlo se convierte en héroe y futura estrella cinematográfica de un panfleto propagandístico del régimen; Diane Kruger como Bridget von Hammersmark, una estrella al estilo de Marlene Dietrich que trabaja a escondidas para los aliados, o hasta incluso Mélanie Laurent como Shosanna, una joven judia que consiguió escapar de las garras de Landa. Sin embargo, los “bastardos” se limitan a “hacer el indio” (por lo de las cabelleras), y poco más.
Dos de las mejores escenas es la de película son la del inicio y la de la taberna de La Louisine, que demuestran la capacidad de Tarantino de crear tensión a partir de detalles insignificantes, o la muerte de Shosanna, muy hermosa. La cinefilia de Quentin le lleva a hablar de la importancia del cine y su poder propagandístico, que no se puede olvidar. Cierto que se toma licencias históricas, pero nadie puede tomarse en serio la película; es un divertimento, aunque Tarantino piense, como dice Brad Pitt en la frase que cierra la película, que “Creo que esta debe ser mi obra maestra”, y no lo es, pero hace que no perdamos las esperanzas de que Quentin siga por el buen camino. .. Bueno, podía haber sido peor, y tomar como referencia Ellos robaron la picha de Hitler ¿que no?.
Afortunadamente Tarantino se distancia de su anterior trabajo, Death Proof, y hace uno de sus trabajos más reposados y hasta casi diría “maduros” (si no hubiera hecho antes Jackie Brown, claro). Se deja de saltos temporales y con un estilo casi clásico (aunque con algunas pinceladas de su estilo, como los rótulos indicando los nombres de los altos cargos) va explicando una historia de lo más entretenida. Se fragmenta la historia en capítulos, y hasta el capítulo final no coinciden todos los protagonistas.
Basada en una película italiana, Aquél maldito tren blindado, ya se sabe que Quentin a la que se apodera de una idea la cambia por completo y la hace totalmente suya, y es de agradecer que Tarantino parece estar recuperando su gusto exquisito por las bandas sonoras, que pareció haber perdido en Death Proof, y nos deleita con música de clara inspiración de spaghetti western, o canciones como Green leaves of summer; no sólo eso, en una escena usa ni más ni menos que la espléndida Putting out fire de David Bowie. Para que luego digan de Maria Antonieta…
Los malditos bastardos (o basterdos) son un grupo de judíos americanos que se dedican a eliminar nazis, cortándoles la cabellera entre otras cosas. Su orgulloso jefe es Aldo Raine (Brad Pitt), del que me quedé con las ganas de cómo se produjo las señales de la horca en el cuello, que hace uso de toda su chulería posible y pone la barbilla como si fuera Marlon Brando.
Pero el punto flojo de la película son precisamente los “bastardos”, ya que están mucho mejor dibujados los nazis, encabezados por Christoph Waltz, que compone un magnífico Hans Landa culto, educado, astuto y traicionero cuando hace falta, Daniel Brühl, (Fredrick Zoller) como soldado alemán que sin comerlo ni beberlo se convierte en héroe y futura estrella cinematográfica de un panfleto propagandístico del régimen; Diane Kruger como Bridget von Hammersmark, una estrella al estilo de Marlene Dietrich que trabaja a escondidas para los aliados, o hasta incluso Mélanie Laurent como Shosanna, una joven judia que consiguió escapar de las garras de Landa. Sin embargo, los “bastardos” se limitan a “hacer el indio” (por lo de las cabelleras), y poco más.
Dos de las mejores escenas es la de película son la del inicio y la de la taberna de La Louisine, que demuestran la capacidad de Tarantino de crear tensión a partir de detalles insignificantes, o la muerte de Shosanna, muy hermosa. La cinefilia de Quentin le lleva a hablar de la importancia del cine y su poder propagandístico, que no se puede olvidar. Cierto que se toma licencias históricas, pero nadie puede tomarse en serio la película; es un divertimento, aunque Tarantino piense, como dice Brad Pitt en la frase que cierra la película, que “Creo que esta debe ser mi obra maestra”, y no lo es, pero hace que no perdamos las esperanzas de que Quentin siga por el buen camino. .. Bueno, podía haber sido peor, y tomar como referencia Ellos robaron la picha de Hitler ¿que no?.
6 comentarios:
Fenómeno Alicia, ya me has convencido. El sábado pasado no pude ir al cine, porque tenía compromisos gastronómicos, pero recibí la buena noticia de que en mi cine de siempre, el Monopol, pasaban "Malditos bastardos" en VO y en normal, así que si dios no lo remedia, este sábado toca sin falta Tarantino y más despues de haberte leído a tí.
Un abrazote.
Pues ya me contarás qué te ha parecido, Antonio; parece que está siendo el mayor éxito comercial de Tarantino,y eso indica algo.
Vaya, con la frase final, ¡ha quedado realmente claro!
Es que estoy segura de que si Quentin viera la película querría hacer su propia versión,Möbius, quedaría muy "grindhouse"
Buenas, cinéfilos. Hacía tiempo xd
La nueva peli de Tarantino no me hizo mucho tilín. De entrada no esperaba ya mucho porque Quentin me tiene definitivamente decepcionado, pero es un buen director y siempre merece la pena al menos echarle un vistazo a sus estrenos.
El comienzo de la película me hizo pensar que podría equivocarme y que podría ser una película mejor de lo que esperaba. Al final acabó decepcionandome.
Tras esa escena inicial magnífica, aunque sea una copia por todos los costados del cine de Sergio Leone, donde nos presenta al mejor personaje de la historia (toda una sorpresa y un descubrimiento Christoph Watlz, menuda interpretación se casa transmitiendo fascinación, encanto e inquietud) la película va a menos.
Para mi hay una escena que marca el declive de la película. Es esa eterna y larguisima escena en el bar. A partir de ahí para mi se acaba todo lo bueno e interesante de "Malditos bastardos" y comienza el Tarantino decepcionante de costumbre en los últimos tiempos. El final, aunque tiene ese giro inesperado de Waltz y una escena final divertida, es para tirarlo a la basura. Al final da la sensación de que todo es una payasada y para ser eso la verdad es que no tiene demasiada gracia. Y la subtrama de Bruhl y la chica judía no me termina de decir nada. Al filme le sobran bastante minutos que se podían haber recortado.
¿Lo mejor? Sin duda los personajes de Pitt y Waltz. No creo que Pitt fuese el actor idóneo para ese personaje, pero hay que reconocer que con su buena interpretación consigue que eso no se haga patente. Pero Christoph Waltz le roba la película totalmente. Si hubiese que decir algo por lo que merece la pena ver "Malditos bastardos" no es por Pitt, ni Tarantino, ni por ese grupo de bastardos Peckinpahianos, si no por Waltz y su Hans Lauda.
Yo no la recomiendo para ir a verla al cine pagando 6 euros. En todo caso para verla en casa con amigos. Y si tras ver la primera hora te sales a fumarte un largo cigarrito tampoco pasa nada.
PD: Yo también me quedé con las ganas de saber la historia de las marcas del cuello a lo Clint Eastwood en "Cometieron dos errores"
Me alegre volver a verte por aquí, Rick. A mi, pese a su duración, no se me hizo larga la película, y creo que eso es buena señal. Cierto que tal vez no sea redonda, sino un grupo de escenas magníficas sueltas, pero eso también podría decirse de Kill Bill. Siempre he pensado que Pitt es mejor actor de lo que la gente cree, y aquí se desenvuelve muy bien con su papel, aunque el mejor sea Waltz, por supuesto. Lo de las marcas de soga de Pitt viene a ser otro detalle más de western de Quentin, muy del estilo de Eastwood, ciertamente.
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