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EL AÑO PASADO EN MARIENBAD, DE ED WOOD


Gracias a Tim Burton, todo cinéfilo que se precie conoce las vicisitudes artísticas de una parte de la carrera del oficiosamente proclamado Peor Director de la Historia del Cine, Ed Wood. Bela Lugosi, planes desde el espacio, Vampira, pulpos de goma, jerseis de cachemir, talento en valores negativos, y mucho, muchísimo, amor al cine. Lo cierto es que desde “Plan 9 from outer space” nuestro bienamado Ed siguió una carrera discontinua y, desde cierto momento, en declive hacia su propio desencanto. Ese momento, sin duda, fue su viaje a los confines europeos para empaparse de aquellas nuevas corrientes artísticas provenientes, esencialmente, de la inquieta Francia: la Nouvelle Vague y la Rive Gauche. Gracias a un extra francés homosexual, Valèry Lamotte, que había aparecido en “Glen or Glenda”, y que se había vuelto a París, Ed consiguió alojamiento y contactos en la capital francesa. Allí nadie le conocía, y su entusiasmo sin límites por las vanguardias cinematográficas lideradas por gente como Resnais, Godard o Truffaut arrastró a algunos soñadores de Pigalle a la vera del bueno de Wood. Los suficientes como para echar hacia adelante lo que sería conocido, con perspectiva histórica, como “la película francesa de Ed Wood”.

Wood no se anduvo con medias tintas. Aprovechó cinta de un documental comercial sobre hoteles checoslovacos, y de allí sacó, no sólo buena parte del metraje de su película (básicamente, del espacio dedicado al Hotel Esplanade de Praga), sino la idea que dio sustento al disparatado, por surrealista, argumento (“argumento” por utilizar una expresión inteligible) del filme. No había tiempo (la fecha del billete de vuelta era fija, y no se permitían cambios por ser una tarifa reducida) ni, para qué nos vamos a engañar, ideas; así que Wood decidió tirar por la calle del medio e improvisar. Recordó una anécdota sucedida hacía unos años en una fiesta (una jubilada desdentada, empeñada en que le había conocido en otro guateque un año antes, le estuvo dando la vara toda la noche) y decidió que ese iba a ser el hilo argumental. Consiguió la complicidad de unos amigos de Valèry que pretendían ser actores (como media París en aquellos tiempos), y el dinero suficiente como para rodar unas escenas en el lujoso Hotel de Crillon, en el que uno de los futuros actores (en concreto, un tal Sacha Pitoëff) era conserje nocturno. El dinero era para vestuario y cámaras, claro; todo se rodó de noche y a espaldas de los directivos del hotel... hasta que algún trabajador del mismo, con ganas de tocarle los güefs a Sacha -¿alguna ex-novia corneada?-, se fue de la lengua... y allí se acabó el rodaje. Daba lo mismo: Wood iba a explotar en la sala de montaje el campo abierto que ese nuevo surrealismo le ofrecía. Entre el documental y lo rodado en el Crillon había 90 buenos minutos de cine. Perdón. ¿He dicho buenos? Por supuesto que no: era Ed Wood.

Véase el fotograma de arriba: si se fijan, las personas desprenden sombra, pero los árboles no. Eso es porque dichos árboles no existen en la imagen real; pero a Wood se le ocurrió que quedarían muy bien en ese plano, y los dibujó en el mismo celuloide. Hombre, cucos quedaron, aunque más que árboles son triángulos isósceles perfectos; pero se le olvidó añadirles, ni que sea, una sombrita-que-hace-caló. Es el error más sutil de la inclasificable película “El año pasado en Marienbad”, de la que muchos freaks se han hecho, cuarenta años después, fervientes admiradores, incluso por encima de “Plan 9”. La cinta empieza con cinco minutos de una voz en off de la que buena parte no se entiende nada (los micros no eran precisamente de calidad 5.1); voz en off que describe la mansión en la que se van a desarrollar los hechos, y en la que, con las prisas del montaje, se repetían varias veces pasajes enteros. Todo esto bajo una música chirriante, insufrible, abominable, que parece sacada de una mezcla aleatoria de un funeral y una sesión de cine mudo. Desde luego, Wood no era Tarantino eligiendo banda sonora... No es hasta los veinte minutos de película, aproximadamente, que encontramos un mínimo hilo argumental. Un tipo llamado X (ponerle nombre no quedaba vanguardista) va persiguiendo durante todo el filme a A (otra que tal) durante una reunión social, asegurándole que se conocieron hace un año en una fiesta en la ciudad de... ¡Franzensbad! Sí, lo sé. No es la del título de la película. Marienbad aparecía en alguno de los descacharrantes diálogos del filme, y Wood, a causa de las prisas y su absoluto desconocimiento de la geografía checa, confundió las ciudades. No se dio cuenta hasta el día del estreno, y luego el Registro de Propiedad Americano no le permitió hacer el cambio de título. Años después, un periodista le preguntó por qué coñios, a pesar de no saber nada de ella, quiso ambientar la película en Checoslovaquia: “pretendía rendir un homenaje al lugar de origen de mi amigo Bela Lugosi, que también era el de Drácula”. La había confundido con Transilvania.

Wood no sabía como seguir la historia, y, como ha quedado dicho, el tiempo apremiaba. Así pues, decidió que su meta artística prioritaria en este filme era “atrapar el tiempo a través de fotografías oníricas en movimiento”. Nadie entendió lo que quería decir, pero ni cristo replicó, tal era su poder de sugestión. Cada escena, cada diálogo, era repetido en diferentes secuencias, a veces en distintos lugares (y a veces no), a veces con distintas ropas (a veces no). Los actores principales (un vendedor ambulante de lupas italiano llamado Giorgio Albertazzi y una estudiante de banjo de nombre Delphine Seyrig) se dedican a recitar sus tremebundos diálogos de manera inopinadamente engolada, tan expresivos como una tabla de planchar; aún así, son puro Jim Carrey en comparación con el citado Sacha Pitoëff (se supone que es el marido de A, aunque también podría ser su apoderado, o su chulo, o su panadero, dependiendo de la escena). La voz en off se extiende durante todo el metraje, a veces coincidiendo con lo que vemos, y a veces no, en parte debido al casi total desconocimiento de Wood de la lengua francesa. Es la única explicación (eso, y el abuso de absenta) para diálogos como: “- ¿Cómo te llamas? - Sabes que no importa. - No, no importa. - Eres como una sombra esperando para acercarse.” Todo para llevarnos a un final abrupto e igualmente ininteligible, que en realidad podría ser un flashback de lo sucedido (o no) (“o no” es la expresión que mejor le pega al argumento de este sindiós), pero que, en cualquier caso, deja al espectador con la mandíbula tan abierta que podría entrar en ella un tren de cercanías. Con revisor y todo.

El film no se llegó a estrenar en salas comerciales, a pesar del empeño de Wood a su vuelta a los Yuesei; apenas en unas proyecciones privadas en un garito de Montmartre, donde fue recibida, en general, con carcajadas impunes, aunque algún loco le otorgaba unos valores artísticos absolutamente abyectos. Ed Wood se tomó este fracaso mucho peor que los demás, quizás consciente de que, ni siquiera en aquella corriente artística tan abierta, tan revolucionaria, su visión tenía cabida. Se apartó de cualquier ambición artística y decidió tratar de ganarse la vida como fuese. Su siguiente película fue “Orgy of the dead”, un blandiporno de terror tan malo como soseras. La necesidad le había ganado la partida al sueño.

11 comentarios:

Josep dijo...

Vaya curro te has cascao, Marcbranches: documentadísima entrada, sí señor.

Solo se me ocurre decir que El año pasado en Marienbad la ví en un cine-fórum de aquellos años setenta y poco y me pareció aburrida de solemnidad, lo que me hizo ganar fama de analfabeto, situación muy ventajosa para rechazar según que películas.

Saludos.

ANRO dijo...

Je, je, je, esta entrada merecía una respuesta que ahora no te puedo dar desgraciadamente.
Solo te puedo adelantar que me parece tan genial como la presentación que hacen de uno de los malditos bastardo llamándole Antonio Margueritte, me tumbé de risa.
Un abrazote.

marcbranches dijo...

Formato télex, que voy con prisa.

Josep: "documentación", sí.



Y apúntame al club. De los analfabetos, digo. Saludos.


Anro: a la espera, pues. Esa escena que comentas es, quizás, la gran secuencia de comedia del año. Descomunal. Saludos.

Azena dijo...

esto... me haces dudar... el año pasado en marienbad es de alain resnais, ¿verdad? ¿o hay dos? espero que no... :-)

marcbranches dijo...

Hola, Azena, cuánto tiempo. Si te he hecho dudar es que he conseguido mi objetivo...

ANRO dijo...

Perdona Marcbranches, que me meta donde no me llaman, pero yo iba a aclararle una cosa a nuestra amiga Azena.
Ed Wood había terminado de rodar "The Violent Year", cuando se metió en el fregado que tú has narrado tan documentadamente. Pero entró en juego un tal Antonio Daisies (conocido en la industria con ese nombre, pero tambien como Antonio Margheritte y Anthony Dawson) que acababa de rodar "Space Men", y se había hecho con una copia de lo que había filmado Ed Wood. La sensibilidad artística de Daisies le llevó a pensar que allí había materia para una película de éxito. Como Antonio no tenía aun peso en la industria se puso al habla con su amigo Alain Resnais, quien había rodado una película que había puesto en vilo a toda la intelectualidad progre.A Alain no pareció digustarle lo que le proyectaba Daisies. Metió planos por allí, utilizó a los mismos intérpretes, montó de nuevo la pelicula y la presentó en el Festival de Venecia consiguiendo el León de Oro de aquel año.
De manera que en realidad hay una sola película. Una sola película que ha conseguido aburrir a todos los cinéfilos del mundo y a la que el propio Ed Wood negó el pan y la sal. Esa es la verdadera historia de "El Año pasado en Marienbad" cuya parte oculta nos ha desvelado tan maravillosamente el amigo Marcbranches.

Azena dijo...

ya decía yo... me has engañado un poquito... y conste que os sigo en silencio... ;-)

Azena dijo...

ya decía yo... me has engañado un poquito... y conste que os sigo en silencio... ;-)

marcbranches dijo...

Bueno, sólo un poquito, Azena... sé de sobra que nos sigues en silencio, y que eres una de las lectoras más fieles y persistentes. Y encima, va el retorcido del marcbranches y te hace un nudo... En cualquier caso, a Anro no le hagas ni caso, que sé de buena tinta que compra la marihuana en el Condis, y así le va.

Möbius el Crononauta dijo...

¿Ésta la ponen antes o después de Jennifer's Body? Si tiene CGI de árboles igual en la sala C...

marcbranches dijo...

Möbius, no difames a tito Ed. Esta la dan en la Filmoteca. Como debe ser.

 
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