Debido a la caza de brujas, Joseph Losey se fue a Inglaterra, y allí coincidió con un escritor de opiniones muy parecidas a las suyas, Harold Pinter; los dos formaron una de las mejores asociaciones de director y guionista que ha habido. Su primer trabajo juntos (y uno de los mejores) fue El sirviente.
Basada en una novela de Robin Maugham, Pinter hizo una adaptación mucho más inquietante, ambigua y claustrofóbica, que se ajustaba como un guante a sus pretenciones. Tony (James Fox), acaba de volver de Africa y está lleno de ilusiones: se ha comprado una coasa, se le ha ocurrido un ambicioso proyecto y quiere casarse con Susan (Wendy Craig). Hombre al fin y al cabo, necesita que alguien le ayude en las tareas domésticas, así que contrata a un sirviente, Hugo Barrett (Dirk Bogarde). Este resulta ser el criado perfecto… casi demasiado, porque poco a poco se va haciendo tan imprescindible para su señor que éste se va volviendo un auténtico inútil, y no sólo eso, sino que conociendo sus puntos débiles, los va fomentando para corromperle, convirtiéndole en un muñeco que maneja a su voluntad.
Una de las ventajas de la película es que no se limita a ser un panfleto político, con una peculiar lucha de clases, sino que tiene muchas más lecturas. Barrett es un personaje tan maquiavélico que hay momentos en que parece una película de terror. No sólo eso, sino que la relación los dos protagonistas es tan ambigua y retorcida que también puede interpretarse como homosexual, aunque ambos tengan relaciones heterosexuales; se ha de tener en cuenta que entonces la homosexualidad era un delito en Gran Bretaña, pero a pesar de no mostrar nada, uno no puede menos que pensar que hay “algo más”.
La película tiene un marcado carácter teatral, lo que no es de extrañar viniendo de Pinter, y sobre todo se centra en el perverso juego de ratón y gato de Tony y Barrett, para lo que hacía falta que los dos actores estuvieran a un gran nivel, y lo estuvieron. Dirk Bogarde estaba deseando dejar de lado su imagen de galán, y a partir de entonces se convirtió en uno de los más cotizados por los mejores directores. James Fox le dió perfectamente la réplica. Los personajes femeninos, tanto de Wendy Craig como de Sarah Miles, pese a su importancia no pueden competir con los masculinos, ya que –al fin y al cabo- ellas no son más que otras piezas en el tablero de ajedrez movido por ellos.
La excelente fotografía, resaltando siempre las imágenes reflejadas en los espejos y volviéndose cada vez más sombría, ayuda mucho a conseguir esa atmósfera malsana que precisa la cinta, junto con la música.¿Seguro que la lucha de clases era esto?
Basada en una novela de Robin Maugham, Pinter hizo una adaptación mucho más inquietante, ambigua y claustrofóbica, que se ajustaba como un guante a sus pretenciones. Tony (James Fox), acaba de volver de Africa y está lleno de ilusiones: se ha comprado una coasa, se le ha ocurrido un ambicioso proyecto y quiere casarse con Susan (Wendy Craig). Hombre al fin y al cabo, necesita que alguien le ayude en las tareas domésticas, así que contrata a un sirviente, Hugo Barrett (Dirk Bogarde). Este resulta ser el criado perfecto… casi demasiado, porque poco a poco se va haciendo tan imprescindible para su señor que éste se va volviendo un auténtico inútil, y no sólo eso, sino que conociendo sus puntos débiles, los va fomentando para corromperle, convirtiéndole en un muñeco que maneja a su voluntad.
Una de las ventajas de la película es que no se limita a ser un panfleto político, con una peculiar lucha de clases, sino que tiene muchas más lecturas. Barrett es un personaje tan maquiavélico que hay momentos en que parece una película de terror. No sólo eso, sino que la relación los dos protagonistas es tan ambigua y retorcida que también puede interpretarse como homosexual, aunque ambos tengan relaciones heterosexuales; se ha de tener en cuenta que entonces la homosexualidad era un delito en Gran Bretaña, pero a pesar de no mostrar nada, uno no puede menos que pensar que hay “algo más”.
La película tiene un marcado carácter teatral, lo que no es de extrañar viniendo de Pinter, y sobre todo se centra en el perverso juego de ratón y gato de Tony y Barrett, para lo que hacía falta que los dos actores estuvieran a un gran nivel, y lo estuvieron. Dirk Bogarde estaba deseando dejar de lado su imagen de galán, y a partir de entonces se convirtió en uno de los más cotizados por los mejores directores. James Fox le dió perfectamente la réplica. Los personajes femeninos, tanto de Wendy Craig como de Sarah Miles, pese a su importancia no pueden competir con los masculinos, ya que –al fin y al cabo- ellas no son más que otras piezas en el tablero de ajedrez movido por ellos.
La excelente fotografía, resaltando siempre las imágenes reflejadas en los espejos y volviéndose cada vez más sombría, ayuda mucho a conseguir esa atmósfera malsana que precisa la cinta, junto con la música.¿Seguro que la lucha de clases era esto?
3 comentarios:
Hace mucho tiempo que la ví en la tele y acabo de comprobar que no la tengo, lo cual significa que hace más tiempo del que pensaba.
La recuerdo con un ambiente opresivo muy conseguido y, desde luego, no me pareció entonces (voy a tener que revisarla) que el sustrato de la trama se dedicara a la lucha de clases. Por lo menos, no a la de clases sociales.
Está claro que tengo que repasarla, porque no la vi en v.o.s.e. y el trabajo de esos dos es magnífico, naturalmente.
Ya no se hace cine así. Ni en Europa.
Saludos.
Aquí esta Alicia de nuevo. Esta no es una afirmación gratuita, amiga mía. Lo digo porque se ha dejado notar el racanismo del verano y hoy, leyendo tu post veo el palpitar cinéfilo, el buen palpitar. Lo haces nada más y nada menos con una de las mejores pelis británicas de los sesenta y también creo que la mejor del trío en el que colaboraron Pinter y Losey (las otras dos fueron "Accident" y "The Go-Between").
El duelo interpretativo entre Fox y Bogarde es sensacional y llevas razón, se intuye, se percibe una relación homosexual, pero si ahondamos un poco percibirás que en esa otra relación tal vez esté invertida la relación amo-criado. Una estupenda peli a revisar.
Un abrazote.
La lucha de clases viene a ser el tema principal, Josep, aunque tratado de una manera sutil, alejándola del simple panfleto. La clase obrera es la que acaba dominando a la clase superior, pero el principal acierto de la película es que no se limita a eso, sino que admite muchas más lecturas. Tratándose de actores británicos, la v.o.s.e. aún es más disfrutable.
Es que soy como Chuache, Antonio, siempre vuelvo. Probablemente sea la mejor del equipo Losey-Pinter, pero El mensajero también me gusta mucho. Los dos protagonistas ciertamente están soberbios; no hay duda de quien es el amo en la relación Hugo-Tony, en todos los aspectos y hasta el hecho de haber compartido la misma mujer viene a ser una forma de estar juntos los dos.
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