¿Está resurgiendo el western? Entendámonos bien, no es que esté viviendo un boom, pero la verdad es que últimamente los pocos que se hacen (Appaloosa, El tren de las 3,10) o hasta incluso series de televisión como Deadwood tienen una calidad más que aceptable. El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford sería uno de estos.
Tras este chiquistaní título, en su segunda película (y primera americana) Andrew Dominik se nos muestra como un director que vale la pena tener en cuenta. Con un estilo muy personal, deliberadamente lento y cuidadísima estética; lo que menos importa es la acción, lo que cuenta son los sentimientos de los protagonistas y las relaciones entre ambos. Hay momentos en que recuerda a Terrence Mallik por su gusto por el paisaje, si no fuera porque aquí se habla mucho más.
Muchas veces se ha explicado la historia de Jesse James, pero hasta ahora nunca se había hecho desde el punto de vista de su asesino, Robert Ford, que se nos muestra como un Judas con todas las de la ley, ya que fue un entusiasta admirador del bandido y no sólo eso, sino que fantaseaba viendo las similitudes que tenían ambos: los dos pertenecían a una banda de hermanos, los dos eran los menores, medían lo mismo… Robert Ford siempre soñó en que sería alguien famoso, pero siempre lo dejaban en segundo plano, hasta que cuando las circunstancias le empujan a ello, teniendo que elegir entre su vida o la de Jesse, decide matarle (no, no es un spoiler, no hay más que ver el título de la película), aunque sea de un disparo por la espalda, y eso le da la fama soñada… aunque descubra que tal vez no es lo que esperaba. Claro que también puede verse de otra manera, ya que la muerte de Jesse parece más un suicidio a manos de otra persona que otra cosa. Quien sabe, tal vez Jesse pensara que, puestos a morir, qué mejor manera que a manos de alguien que le admiró tanto como Robert.
Se ha de reconocer que la película no es redonda, le sobra metraje, en el sentido de que puede ser reiterativo, pero aún así la magnífica fotografía, con momentos tan bellos como el comienzo del atraco al tren o la escena de la muerte de Jesse, así como la triste y nostálgica banda sonora de Nick Cave, la hacen más que recomendable.
No puedo terminar sin hacer una mención especial a Casey Affleck, auténtico pilar de la película. Estaba en el momento más dulce de su carrera junto con Adios, pequeña, adios, y aquí nuevamente vuelve a estar espectacular, dando todos los matices necesarios al personaje, robando el protagonismo a Brad Pitt, que está correcto y confirmó una vez más su buen olfato para elegir películas últimamente (para que luego digan que los guapos son tontos).
Tras este chiquistaní título, en su segunda película (y primera americana) Andrew Dominik se nos muestra como un director que vale la pena tener en cuenta. Con un estilo muy personal, deliberadamente lento y cuidadísima estética; lo que menos importa es la acción, lo que cuenta son los sentimientos de los protagonistas y las relaciones entre ambos. Hay momentos en que recuerda a Terrence Mallik por su gusto por el paisaje, si no fuera porque aquí se habla mucho más.
Muchas veces se ha explicado la historia de Jesse James, pero hasta ahora nunca se había hecho desde el punto de vista de su asesino, Robert Ford, que se nos muestra como un Judas con todas las de la ley, ya que fue un entusiasta admirador del bandido y no sólo eso, sino que fantaseaba viendo las similitudes que tenían ambos: los dos pertenecían a una banda de hermanos, los dos eran los menores, medían lo mismo… Robert Ford siempre soñó en que sería alguien famoso, pero siempre lo dejaban en segundo plano, hasta que cuando las circunstancias le empujan a ello, teniendo que elegir entre su vida o la de Jesse, decide matarle (no, no es un spoiler, no hay más que ver el título de la película), aunque sea de un disparo por la espalda, y eso le da la fama soñada… aunque descubra que tal vez no es lo que esperaba. Claro que también puede verse de otra manera, ya que la muerte de Jesse parece más un suicidio a manos de otra persona que otra cosa. Quien sabe, tal vez Jesse pensara que, puestos a morir, qué mejor manera que a manos de alguien que le admiró tanto como Robert.
Se ha de reconocer que la película no es redonda, le sobra metraje, en el sentido de que puede ser reiterativo, pero aún así la magnífica fotografía, con momentos tan bellos como el comienzo del atraco al tren o la escena de la muerte de Jesse, así como la triste y nostálgica banda sonora de Nick Cave, la hacen más que recomendable.
No puedo terminar sin hacer una mención especial a Casey Affleck, auténtico pilar de la película. Estaba en el momento más dulce de su carrera junto con Adios, pequeña, adios, y aquí nuevamente vuelve a estar espectacular, dando todos los matices necesarios al personaje, robando el protagonismo a Brad Pitt, que está correcto y confirmó una vez más su buen olfato para elegir películas últimamente (para que luego digan que los guapos son tontos).
2 comentarios:
A mí me gustó y no me disgusta el metraje kilométrico si es usado correctamente, y aquí se hace muy bien.
Llevas razón en la influencia de Terrence Mallik. Y la banda sonora está perfecta.
Es una pena que mucha gente le hiciera maldito caso. ¿La viste este fin de semana por la tele?
Un abrazote
Yo diría que unos cuantos minutos menos le irían bien a la película, Antonio, aunque no me importa que sobren. No la vi este fin de semana, sino ya hace días.
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