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EL MAYORDOMO QUE LEÍA NOVELAS DE AMOR


British way of life. Uséase, en íbero contemporáneo, una manera de ser británica. Educación, contención, respeto a las tradiciones, apego a la reverencialidad, el isabelismo como filosofía vital, cierta altivez insular, mis sentimientos son míos. Nadie ha reflejado mejor esta caterva de tópicos en el cine de los últimos veinte años como estos dos gigantes interpretativos, Anthony Hopkins y Emma Thompson, en “Lo que queda del día”, en la mayestática opinión de este escribano la obra cumbre del género cinematográfico llamado “Ivory & Merchant”. El duelo a florete oral entre Miss Kenton y Mr. Stevens, bajo el que se esconde un amor tan arrebatado e inexpresado como imposible, tiene su culmen en esta deliciosa escena en la que el ama de llaves de Darlington Hall cree haber encontrado un resquicio picantón en el pétreo hieratismo del mayordomo jefe. La defensa a ultranza de su privacidad de Mr. Stevens, el ilusionado acoso de Miss Kenton, el mórbido roce de sus manos; una escena sutilísima, frágil, siempre a punto de romperse, que en su brevedad es lo suficientemente elocuente como para explicarnos ambos personajes. En esta secuencia, jóvenes padawanes, está toda la película.

11 comentarios:

Josep Lloret Bosch dijo...

Coincido en todo (lo siento, pero es que no hay forma..) lo que dices de esa pareja de actores británicos.

Por su trabajo levantan, sacuden y enamoran al espectador; sin ellos la película perdería muchos enteros.

Esos dos, cuando tienen ocasión de mostrarse british, son ejemplares.

Ya te dije hace tiempo que me parecías un romanticón de tomo y lomo y, pese a tus protestas, la poesía que desprende tu texto me reafirma en mi opinión, mal que te pese. Estupendo y delicado post.

Sabatinos saludos.

DiegoAlatristeyTenorio dijo...

Hola, amigo Marc.
Siento no pasarme tan a menudo como quisiera, pero estamos en puertas del congreso y tengo los cinco sentidos puestos en rematar todos los detalles.
No obstante no quiero dejar pasar la ocasión de postear en esta entrada, porque "Lo que Queda del Día" es una de mis películas fetiche sin lugar a dudas y encima has puesto la escena que es sin lugar a dudas la esencia de ésa maravillosa historia sobre oportunidades perdidas, sobre las renuncias por miedo y cobardia que el tiempo no nos permite recobrar.
Espléndida pelicula sobre los sentimientos tratada sin falsos sentimentalismos, con unos interpretes maravillosos, especialmente Sir Anthony Hopkins y Emma Thompson, sin olvidar al malogrado Chistopher Reeve, James Fox o Hugh Grant.

Bravo por ti!!!

marcbranches dijo...

Josep, gracias por el cepillo, pero si sigues estando de acuerdo conmigo con esta insistencia, acabaré denunciándote por acoso: quedas avisado. Lo de "romanticón de tomo y lomo" lo incluiré en la querella, que ampliaré a la Directrice, que también insiste en esos términos con empeño ofensivo. Me obligaréis a que el próximo post sea sobre "La enfermera, el marica y el cachondo de Don Pepino" o "El último guerrero 17". Lecheya. Saludos sabatinos, eso sí.

Hola, diegoetc. Se echan de menos tus comentarios, pero imagino el frenesí organizativo en el que estás, lo que me hace sentir de nuevo que no pueda asistir. A ver si el año que viene, coño... ¿Bravo por mí? Bueno, si te empeñas...

Anónimo dijo...

Iba acomentar tu post en la forma "anro style", pero de pronto me he dicho. Este tío me va a saltar a degüello, así que voy a ser más comedido y parco en mis comentarios. De todas formas, hoy me queda poca sangre en mis venas, porque ayer la derramé toda en el partido España-Suecia. Así que mi querido Marcbranches, te diré, que en efecto y usando tus propias palabras, ese "florete oral" entre esos dos tremendos actores, es una delicia para los sentidos.
Venga, un abrazote.

marcbranches dijo...

No puede ser que se retraiga usted por mi culpa. Exprésese, exprésese en forma "anro style", no se corte, hombre de Dios. ¿Qué reto mayor y más disfrutable hay que arriesgarse a llevarse un moco marcbranchesiano? Además, yo nunca voy a degüello, que es de mal gusto. Cuánto más de ustedes mismos pongan en los comentarios, mejor. Que yo no muerdo... a menos que se me solicite. Por lo que respecta a la escena, sólo insistir en que es una metáfora perfecta de lo que pretende ser Miss Kenton en la vida de Mr. Stevens, y de su fracaso absoluto. Mr. Stevens, qué gran personaje. Y qué idiota.

Möbius el Crononauta dijo...

En un principio me dije: "Marfil, tacitas de té, espesos diálogos, ritmo de oruga inglesa... ¡desconfía!". Pero la película me atrapó totalmente, y Hopkins estaba excepcional, algo que no ocurre tanto como la gente dice.

I like it

Anónimo dijo...

¿Por qué se supone que sólo pueden estar enamorados de su trabajo los yuppies gilipollas de narices blancas, trajes rampantes y coches en forma de proyección fálica?.

La perfección está en todas partes: en arreglar la sutil arruga en la colcha de la cama del señor; en el cucharón que transporta el puré y que derrama su contenido en el lugar preciso; en la derrota de la irredenta mota de polvo que afea el cuadro de la escalera.

Eso es pasión.

Y la pasión llevada al límite, comporta represión llevada al límite.

Joer, me está saliendo un rollo horroroso. Stevens!, una saphire, haga el favor.

Muy amable Stevens, pero la próxima vez, haga el favor de recordar que la proporción justa de limón es la de una rodaja de un milímetro, no de un milímetro y cero coma cinco.

Stevens!: compórtese y no se suicide. Al menos, no sobre la alfombra de la tía Betty.

Entregar la vida a una causa, sea la de procurar la felicidad a un patricio británico por la vía de hacer su vida impecable, la de inventar el queso manchego transgénico, o la de descubrir la fórmula de la panceta ligth, siempre comporta dejar esqueletos en el armario, hermosos fantasmas que se quedan por el camino; y llegado un cierto momento, a uno le ronda en la cabeza aquel hermoso bolero que habla de lo que pudo haber sido y no fue.

Reconfórtese Stevens, ese roce de manos vale más que la mitad de los polvos que me he tragado esta temporada en el cine. Eso es pasión, y lo demás son puñetas.

marcbranches dijo...

Stevens, dóblele la dosis a FXavier y devuélvale al psiquiátrico. Y dígale al guarda que haga su trabajo y deje de distraerse con la Nintendo. Y no se entretenga con el señor Pennyworth, que se lían a hablar, me vuelve ud. a las tantas y mi canario flauta Plácido sin cenar.

marcbranches dijo...

Ahora en serio, tienes razón en una cosa, FXavier: la absoluta dedicación de Stevens es admirable, y por eso es un pesonaje tan grande. Su escala de valores está por encima de todo, incluso de él mismo, y por eso sentimos tanta pena por este sirviente vocacional. Saludos.

Laura Hunt dijo...

Que maravilla de escena, por dios... Esta película solo la he visto una vez, hace ya bastantes años y, si te digo la verdad, no la recuerdo muy bien, pero esta escena es de las que se te quedan grabadas por siempre jamás, y es que dice tantísimo con tan poco. Es lo que dices, en esta escena está toda la película.

Magníficos Emma Thomson y Anthony Hopkins, sobre todo él: esa mirada suya mientras ella intenta quitarle el libro lo dice todo.

Ah... por cierto, casi se me olvida... Josep tiene razón, y ya te lo he dicho yo también en más de una ocasión: tú eres un romántico del copón, por mucho que quieras negarlo y hacerte el duro. Que no cuela...

Chao!

marcbranches dijo...

Otra con la cantinela. Qué cruz. Anda, Laura, déjate de "romántico del copón" y vuelve a ver la película, en V.O.S. si puede ser; estoy convencido de que la disfrutarás más que la primera vez. Saludos.

 
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