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CÓMICOS



Se habló bastante del uso que hizo Javier Bardem de la palabra “cómicos” en la ceremonia de los Oscars, reivindicando una definición que ha quedado bastante arrinconada y hasta había llegado a tener un cierto sentido despectivo. Él, que proviene de una saga de actores, lo sabe muy bien. ¿Quiénes eran los cómicos? Casi se podían considerar unos parias, errantes de un lugar a otro, pertenecientes a la tierra de nadie y sin derecho a ser enterrados en sagrado ¿y todo eso a cambio de qué? A cambio de unas sonrisas, unas lágrimas o unos aplausos.

El viaje a ninguna parte trata sobre ellos, al igual que Luces de variedades o Cómicos. Una compañía va de pueblo en pueblo con sus representaciones. Son hijos de hijos de cómicos, que nacieron por el camino. Son un grupo endogámico, ya que les cuesta crear relaciones estables con alguien de un sitio concreto, aunque a veces tienen una nueva incorporación.

Arturo (Fernando Fernán Gómez) es el patriarca, su hijo Carlos (José Sacristán) hace los papeles cómicos y ha perfeccionado su especialidad de “voz gangosa”, Son una compañía de última fila, que nunca ha estado en un auténtico teatro ni en un camerino, que elimina personajes de las obras por falta de personal sustituyéndolos por una carta o juntando dos personajes en uno, pero su mayor amenaza son los “peliculeros”, que van en furgoneta proyectando películas y cada vez están consiguiendo más público, por lo que su insulto favorito es “Me cago en el padre de los hermanos Lumière”.

Fernán Gómez habla de un mundo que amó y conoció bien. Probablemente ésta haya sido su obra mas ambiciosa, ya que está basada en un libro suyo, él hizo el guión y la dirigió, reservándose el papel de pater familias. Tal vez como película en su conjunto resulte más redonda El extraño viaje, pero el profundo cariño a los personajes y por el teatro, así como el uso que hace de la memoria la hacen totalmente indispensable, por no decir imprescindible.

Con un trío de ases como Fernan Gómez, Sacristán y Juan Diego, no es de extrañar que los personajes masculinos salgan ganadores; por goleada, además, Agustín González se reserva un pequeño pero estupendo papel de aspirante a autor teatral que escribe revistas musicales en las que en el libreto abunda la indicación de “se juntan todos y cantan”, y Gabino Diego tiene una nueva oportunidad de lucir su habilidad para imitar acentos. Pero volvamos al trío estelar; todos ellos tienen una escena que por sí sola merece pasar a la antología de nuestro cine. La de Arturo es su prueba para un papel en una película, en la que pronuncia su mítico “señorito”; la forma de interpretar teatral y cinematográfica es tan distinta que acaba en un desastre y con él llorando mientras dice “Esto del cine es una mierda. No tiene nada que ver con el teatro”. Maestro de maestros. La de Carlos es su discurso frente a unos pueblerinos explicando que los cómicos no pertenecen a ninguna parte y la de el personaje de Juan Diego, Sergio Maldonado, de lenguaje rebuscado y florido es una borrachera frente a una pareja de novios, donde da rienda libre a todo su arsenal dialéctico, para acabar con el obligado Asturias, patria querida, absolutamente para quitarse el sombrero.

Si la vida es un viaje, como dijo el poeta "arrieros somos, el camino hacemos y por el camino nos encontramos"... aunque en eso ellos nos llevan ventaja.

10 comentarios:

Josep Lloret Bosch dijo...

Una película muy interesante y muy bien interpretada, sin duda, demostrando que los actores españoles cuando tienen buenos diálogos, saben lucirse.

Aunque pienso que el buenísimo guión de Fernán Gómez no puede ser autobiográfico, más que nada por falta de tiempo entre tanta película. Posiblemente, basado en las historias de su familia, eso sí.

Saludos.

Anónimo dijo...

¡Ya te digo¡...esos actores, esos cómicos son una especie en vías de extinción. Tuve el privilegio de tener una relativa y brevísima "amistad" con Juan Diego en Barcelona, en una ocasión en que participaba en una obra de teatro, junto con Emma Cohen. Salimos unas cuantas veces de copas y de trapicheos. Ya por entonces se notaba su genio y su vocación. Era un tipo genial que deseaba por encima de todo ser actor. Enma Cohen era la más rompedora, nos divertiamos un montón con ella. Naturalmente cada uno siguió su destino. Yo dejé el periodismo y España y ellos siguieron en la brecha. El ha ganado en interpretación como el viejo vino, ella se unió a Fernán Gómez y a precticar su arte (era y supongo que es una gran ilustradora).
Sí, sin duda la vida es un viaje, en el que todos somos cómicos.
Un abrazote.

Anchiano dijo...

Dicen que en la escena que comentas, trágica y cómica a la vez, terminaron todos llorando a lágrima viva, fue un momento muy emotivo.

Yo estoy totalmente de acuerdo en que la profesión de actor no es para nada algo de gente de mal vivir y es digna del mayor de los respetos, pero tampoco estoy de acuerdo en el otro extremo, que se piensen que forman parte de una extirpe superior, que es lo que transmite, por lo menos para mi, la actitud de Javier Bardem. Es que no puedo con él, lo confieso. Resumiendo, que todos tenemos que apretar cuando cagamos, leñe.

alicia dijo...

Tal vez autobiográfico de primera mano no fuera el guión, Josep, pero Fernando provenía de familia de actores y desde luego el guión da la impresión de que conoce a la perfección ese mundo y el profundo cariño que siente por él. Totalmente de acuerdo en que nuestros actores, cuando son de primera fila como éstos, cuando les dan la oportunidad, se lucen a base de bien.
Anro qué envidía de que conocieras a Juan Diego y Emma Cohen. Cierto que Juan Diego ha mejorado con el tiempo. Emma Cohen participó en un pequeño papel de El viaje a ninguna parte, aunque ya muy lejos de su imágen de musa de la progresía.
No sé a cual de las escenas te refieres en concreto, Anchiano, ya que las tres tienen su punto cómico y emotivo. La de Fernando, aunque es divertidísima, a la que él dice su frase final está conmovedor y la de Juan Diego es de las de aplaudir en pie.
No creo que lo que quisiera transmitir Javier Bardem fuera eso, sino el lógico orgullo de alguien que pertenece a una saga muy antigua y han pasado por todo y con él habrían llegado a lo mas alto. Desde luego, los personajes de la película de Fernán Gómez són y se sienten cómicos, y están comcpletamente orgullosos de serlo

Manuel Márquez dijo...

Una de las pelis más tristes, divertidas y hermosas que he visto en mi vida (y, aunque suene exagerado, una de esas que me llevaría a la isla desierta de marras, esa misma a la que sólo te podrías llevar diez pelis, o veinte, o algo así...). Maravillosa la película, y más maravillosos aún sus intérpretes, desde el primero hasta el último. Gracias, compa Alicia, por recordárnosla con tu sensibilidad y talento acostumbrados.

Un fuerte abrazo.

alicia dijo...

Gracias a tí, Manuel, y no me parece tan exagerado lo que dices, ya que estoy totalmente de acuerdo en los espléndidos que están los actores. Una pequeña-gran joya del cine español

Anónimo dijo...

Nada más que añadir a lo ya dicho. Personalmente la considero un hito importante dentro del cine español y europeo.

Saludos.

alicia dijo...

Pues sí que es un hito, imágenes y palabras, ya que fue la primera (y merecida) ganadora de los Goya

Laura Hunt dijo...

Que gran película, El Viaje a Ninguna Parte, y que maravillosa declaración de amor a los cómicos por parte de Fernando Fernán Gómez.

La escena que has colgado, la del "señorito", es uno de mis momentos favoritos de la película, resulta divertidísima, pero a la vez realmente triste, ¡que gran actor era Fernán Gómez! aunque el resto del reparto tampoco se queda corto, como bien has dicho en tu comentario.

Tengo que volver a verla un día de estos.

Saludos!

alicia dijo...

¡Qué joven aparecía Carmelo Gómez en la escena del "señorito"! Es una escena genial, divertidísima pero con un final conmovedor, como sólo alguien tan grande como Fernán Gómez podía hacerlo

 
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