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EL PRIMER AJEDRECISTA POP


Hace apenas dos semanas murió en Reykjavík Bobby Fischer, un ajedrecista extraordinario (según la mayoría de los expertos, quizás el mejor de la historia) que, envuelto en su hálito de misterio e iracunda genialidad de científico chiflado, elevó la popularidad de su ¿juego? ¿deporte? hasta límites insospechados. Su precocidad, su incontestable y politizada victoria en el Mundial de 1972 sobre el soviético Boris Spassky (recordemos, en plena Guerra Fría), su desaparición y huída a la capital islandesa después de negarse a defender su corona ante Anatoli Karpov (aunque oficialmente fue por sus desorbitadas exigencias económicas, las malas lenguas dicen que le tenía miedo al campeón ruso) y su vida monacal y desenfocada en Reykjavík desembocaron en un aura de leyenda que se alargó durante casi veinte años. Mientras Bobby se recluía entre fiordos y géiseres, en los colegios y parques de los Yuesei se buscaba afanosamente al sucesor del único ganador norteamericano del Mundial de Ajedrez. Una película de 1992, “En busca de Bobby Fischer”, retrató a la perfección ese ambiente, y le dio una solidísima opera prima a un prometedor guionista llamado Steven Zaillian. Curiosamente, mientras rodaban el filme, se pergeñó un nuevo enfrentamiento conmemorativo entre Spassky y Fischer, en Belgrado, que supuso una nueva victoria del mito y una retroalimentación de la leyenda: acusado de violar el bloqueo del gobierno estadounidense, se le consideró un traidor y tuvo que pedir refugio político en Islandia, donde finalizó sus días. Abre Zaillian, con blancas, claro.

“En busca de Bobby Fischer” está basada en un hecho real, los primeros pasos ajedrecísticos de Josh Waitzkin, un niño prodigio del jaque mate que con 8 años comenzó a deslumbrar en los tableros de “blitz chess” (o ajedrez rápido) de los parques neoyorkinos, entre raterillos y trileros de media monta, y que acabó abandonando el ajedrez a los 18 años por el... Tai Chi Chuan, un arte marcial chino. Vamos, lo que hubiera hecho todo el mundo... La narración nos sitúa en los pequeños zapatos de Josh (Max Pomeranc), el cual descubre su pasión por el ajedrez en la calle, bajo la atenta mirada del zarrapastroso Vinnie (Laurence Fishburne); su padre (Joe Mantegna) se apercibe de que el niño va para figura, y decide presentarle al maestro retirado Bruce Pandolfini (Ben Kingsley), quien, deslumbrado por la promesa de un nuevo Bobby Fischer, accede a enseñar al crío. Pero la presión de ganar, los intereses encontrados de unos y otros –gloriosa la escena en la que, en el primer torneo, los niños aplauden serenamente la expulsión de sus hooliganescos padres-, y el carácter afable del niño (-“Tienes que odiar a tus oponentes, Josh. Ellos te odian.”-“Pero yo no les odio”) resultan un cóctel de difícil digestión y equilibrio... La opera prima de Zaillian es de una envidiable solidez en la escritura, lo cual hoy en día no puede representar ningún tipo de sorpresa: este señor ha participado en los guiones de “La lista de Schindler”, “Misión imposible”, “Hannibal”, “Gangs of New York” o “American gangster”. El libreto, que se oculta detrás de una capa de “película-de-superación-personal-a-través-del-deporte”, va descubriendo sus cartas de manera discreta y elegante; no es hasta el último tercio de la película cuando divisamos el verdadero cuerpo del mensaje, un desenvuelto y firme himno contra la competitividad. Un enunciado de considerable calado moral y a contracorriente, en mi opinión, y más tratándose de un filme proveniente de USA, que viene a ser algo así como Competilandia.

Además de las virtudes del libreto, la dirección de Steven Zaillian es elegante y sobria, pero no exenta de hallazgos. La escena que muestra el primer encuentro entre Vinnie y Josh, en el parque, bajo una luminosa lluvia, es un precioso avance, aunque a Zaillian, hay que decirlo, no le pierde la estética. Probablemente su gran éxito sea hacer del ajedrez un juego dinámico, atractivo y vivaz, a través del montaje y la composición, sabiendo en todo momento dar con la tecla para hacer emocionante una partida. La mayor debilidad del film es el diseño de la relación entre Vinnie y Josh, en cuanto muy poco desarrollada: el relato pide a gritos más interacción entre ambos. Por lo demás, el reparto es estupendo; aparte de los ya mencionados, destaca Joan Allen (la madre del crío y adulto más equilibrado de la narración, impulsora pasiva de los deseos de su vástago), así como la presencia de secundarios con futuro como William H. Macy, Laura Linney o David Paymer. Y además, en un breve papel, podemos disfrutar del imposible careto del gran Dan Hedaya...

“En busca de Bobby Fischer” es un film algo escondido en la memoria hoy por hoy, aunque el fallecimiento de su inspirador la ha devuelto al imaginario cinéfilo, ni que sea durante un breve chispazo. Valga esta reseña como recuerdo para un tipo excéntrico e impredecible, como buen genio (coeficiente intelectual de 180) que era, un producto de los setenta, un Georgie Best del ajedrez, quien hizo que durante muchos años este juego fuese seguido con interés por las masas, hasta tal punto que, durante los años de rivalidad entre Karpov y Kasparov (en qué gulag deben haber metido a este hombre...) se llegasen a retransmitir por televisión las partidas del Campeonato Mundial. Por desgracia, el realizador no era Steven Zaillian precisamente, y las recuerdo como un infalible narcótico vespertino. Eso sí, yo iba con Kasparov, claro.

12 comentarios:

Unknown dijo...

Como buen aficionado al ajedrez, estuve tentado de escribir algo sobre la muerte de Bobby Fisher, así que me alegra sobremanera que lo haya referido. La película es sensacional y dentro de la temática ajedrecística una de las más destacadas.

Reivindicable desde ya.

Gran post. Un saludo

Manuel Márquez dijo...

Magnífica reseña, como siempre, compa Marc. Ésta es una de esas pelis que tengo muchísimas ganas de ver desde hace muchísimos años (por ahí anda, en algún armario perdido, en una cinta VHS grabada del Plus...), y a la que aún no le eché ojo. Y no me preguntes muy bien el motivo (ni el del interés -no soy aficionado al ajedrez, apenas sé mover las fichas-, ni del no haberla visto), porque no sería capaz de explicártelo...

Un fuerte abrazo (y buen fin de semana).

Anónimo dijo...

Pues una de esas películas escondidas que todo el que la ve se queda absolutamente prendado.
La bronca bajo la lluvia del padre y el hijo cuando éste pierde contra alguien de menor clasificación y la última partida contra el niño maloso son dos escenas imborrables.
¿Pactamos tablas?

marcbranches dijo...

Tablas pues, heitor. Excelente la escena que comentas, en la que Joe Mantegna se sitúa a un paso de ser el tipo de padre del que hasta hacía bien poco se reía.

Manuel, a recuperar esa vieja cinta y a ver la película, si es que la cinta aguanta...

Efectivamente, dr., la película es de lo más reivindicable, y aquí en La Linterna gustamos de sacar a la luz pequeñas joyas enterradas. Aprovecho para destacar la ternura de la mirada del niño, Max Pomeranc, que un par de TV-films después hizo lo mismo que Josh Waitzkin, y dejó la interpretación. Saludos a todos.

Laura Hunt dijo...

Que razón tienes cuando dices que "En Busca de Bobby Fischer es un film algo escondido en la memoria"... totalmente cierto: al menos en mi caso. Vamos, que yo vi esta película hace años y además se que me gustó, pero, eso: que la tengo tan escondida en la memoria, que prácticamente no me acuerdo de nada. Necesito volver a verla, pero no se si existe en dvd y es una de esas películas que nunca pasan por televisión, lo que me lleva a preguntarme: ¿Por qué hay películas que ponen por la tele cada dos por tres y otras son tan difíciles de ver? misterios...

¡Un saludo!

marcbranches dijo...

Hola, Lura. Pues precisamente por hechos como el que comentas hay películas como esta que se esconden en la memoria. No recuerdo que la hayan emitido en ninguna televisión generalista, aunque lógicamente puedo equivocarme. Supongo que es una cuestión de que entren en determinados paquetes de venta de las productoras, pero hay películas que se repiten hasta la náusea una y otra vez, y otras, como esta... Desde luego, poca cinefilia hay entre los ejecutivos de las televisiones generalistas.

Möbius el Crononauta dijo...

Hace mucho que la quiero ver, y por lo que decís no saldré decepcionado. Supongo que ahora que Fischer ya no está entre nosotros no tardará en llegar un biopic, lo cierto es que su vida da para una trilogía.
Hay un video en youtube (en inglés) de un Fischer totalmente ido celebrando los ataques del 11-S.
Desde luego el genio ajedrecista ni olvidaba ni perdonaba.

Saludos

marcbranches dijo...

No exactamente un biopic, pero se está preparando una película sobre el Mundial de 1972 en el que venció a Spassky. recuerdo vagamente ese video; efectivamente, el hombre ya comenzaba a delirar, supongo...

Anónimo dijo...

Alguien, en la edad media, definió a los ajedrecistas como seres taimados, vestidos con sucios jubones y oscuras capas, de andar vacilante y mirada torva.

No sé hasta que punto esta definición medieval se ajusta, en la actualidad, a los apasionados de este arte (me cuesta definirlo como juego), en el que uno batalla más contra sí mismo que contra su contrincante, buscando matar a un padre (el rey), provisto de diversas armas, entre las cuales, la más letal es la madre (la reina).

En mi más tierna infancia, nos llegamos a creer que Fisher era el primer antisistema con cara y ojos, capaz de vencer a la maquinaria burocrática de una dictadura sólo con su talento, y capaz de rechazar un nuevo campeonato porque le importaba un huevo la administración oficial que se decía dueña de este arte, y que pretendía ostentar la capacidad de señalar con el dedo al mejor.

Ahora sabemos que, quizás, Fisher rechazó enfrentarse a Karpov, no por pasotismo, sino por un irreverente miedo a la derrota.

Ahora sabemos que Fisher, como tantos otros genios, cayó en la peor de las maldiciones: cuesta superar un fracaso, pero es casi imposible superar un éxito, y más cuando después de este éxito, ya no hay nada más. A este nivel, siempre me ha parecido que su personaje (porque acabó por construir un personaje de sí mismo), tiene bastante que vez con otro ilustre vencido por el éxito, concretamente Scott Fitzerald.

La película que hoy comentas es una pequeña joya, de visión muy recomendable. No sólo es una narración impecable, sino también un hermoso cuento moral sobre la futilidad del éxito y el mejor destino del sacrificio.

Por cierto, a mí también me caía mejor Kasparov.

Como siempre, muy buena elección.

marcbranches dijo...

Tal como lo describes, el ajedrez parece más una tragedia isabelina que otra cosa... No llegué a vivir el fenómeno Fischer in person (yo era muy pequeño), pero creo que describes a la perfección las contradicciones entre el personaje y la persona. Hay muchísimos ejemplos en el mundo de la cultura y el deporte que nos enseñan la dificultad de asimilar el éxito y el parabien masivo. Saludos.

Raquel dijo...

Yo, si supe quien era Fisher, fue por la película. Y no me avergüenza admitirlo, mira por donde. Pero la película me encantó, le cogí mucho cariño al chaval, con esa mirada tan inocente...

marcbranches dijo...

La mirada de Max Pomeranc, efectivamente, era muy tierna y limpia, encajaba perfectamente con el carácter del personaje. Sin embargo, parece que lo de actuar no le gustaba nada, y se dedicó a sus labores. Un saludo.

 
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