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EL SR. LOBO



Mire señora, pues a veces sí que sirve para algo esto de escribir articulillos en la interné sin ánimo de lucro (corrección: sin ánimo de lucro de la Directrice. Yo ando loco por el lucro. Y si viene acompañado de Monica Bellucci, mejor). Ha sido iniciar mi arduo trabajo de investigación sobre Harvey Keitel, y descubrir, para mi sorpresa, que aparece, no acreditado, en los “Malditos bastardos” de su amiguete Tarantino. ¿Cómorrrrlll? Bueno, más que aparecer, se le oye. Es el oficial americano que habla por teléfono con el coronel Hans Landa en una de las escenas finales de la película. Ni se me ocurrió que podía ser él mientras veía el largometraje, ni leí nada al respecto a posteriori. Es, con total seguridad, el trofeo más prestigioso de su palmarés cinematográfico del último lustro, en el que parece que los estudios han empezado a olvidarse de él. Ni siquiera la televisión, ese reducto cada vez más prestigioso (ojo, me refiero a las series), le ha dejado estabilizar la silla, y, como en su día nos recordó Alicia, “Life in Mars” no tuvo éxito de audiencia. Tiene ya setenta años, aunque nadie podría verle interpretando a un vejete entrañable. Sus facciones rotundas, que en alguna época le hicieron parecer mayor y que ahora le rejuvenecen, lo impiden. A mi generación, Harvey Keitel fue descubierto por Quentin Tarantino (aunque también podría decirse al revés) y en los noventa alcanzó una edad dorada, a nivel de prestigio y popularidad, edificada sobre su valiente arrojo a favor del cine independiente, y un criterio algo errático a la hora de elegir papeles alimenticios. Pero lo cierto es que el señor Keitel nació, artísticamente, con Martin Scorsese; fue su primer compinche, antes incluso que Bobby De Niro. Y ser compinche de Marty cuenta, y cómo, para el C.V.


Como la mitad de los actores de su generación, Harvey Keitel mamó interpretación en el Actor's Studio, desde donde saltó al teatro y, respondiendo a un anuncio de prensa, fue enrolado como protagonista en la primera película de cierto italoamericano cejijunto: “Who's knocking at my door”. Emergió la química entre ambos, y el tándem siguió pedaleando en “Malas calles”, “Alicia ya no vive aquí” y “Taxi Driver”, realizando protagonistas o secundarios de peso, y cultivando una imagen macarrona que décadas después se sofisticaría considerablemente. Aunque he de decir que el gran hito de Harvey en esta época no es ningún filme de Marty, sino el haber participado en una cinta con un título tan maravilloso como “El madre, la melones y el ruedas”, de la que hay que desmentir urgentemente dos cosas: a) NO, no es una película porno de carretera; y b) NO, la culpa no es, por una vez, de los traductores españoles: ese es el título original. “El madre, la melones y el ruedas”. Es TAN genial.


Me disperso. Cuando parecía que su carrera se disparaba (recuerden “Los duelistas”), llegó tito Francis con el mazo, y le dio un golpe de tal contundencia que estuvo a punto de arrojar por la borda su carrera. Había sido contratado por Coppola para interpretar al coronel Willard en “Apocalypse now”, y pocos días antes del comienzo del rodaje, fue despedido y sustituido por Martin Sheen. En lugar de abandonar, el actor neoyorquino se autoexilia laboralmente, paseándose por varias cinematografías europeas, y combinando experiencias de prestigio con Ettore Scola o Bertrand Tavernier, con hitos algo menos insignes, como haber compartido cartel con Miguel Bosé en la incalificable “El caballero del dragón”. Probablemente de estas experiencias emergen inquietudes independientes que más tarde, al alcanzar cierto poder industrial, pudo desarrollar por sí mismo. Así que, en cierto modo, se podría decir que gracias a Miguel Bosé existe Quentin Tarantino.


Y es que después de que la carrera de Harvey renaciese ligeramente, entre otras cosas, gracias a alguna que otra manita de Marty, nuestro héroe de hoy conoce a cierto ex-empleado de videoclub que que parece que tiene algo que decir sobre el cine negro. Keitel se lanza a la piscina, y coproduce y protagoniza una de las películas clave a la hora de entender la historia del cine en los últimos veinticinco años: “Reservoir dogs”. A estas alturas, a Harvey ya se le ha puesto cara de matón impenitente, o de poli de escrúpulos olvidadizos; sin embargo, su Mr. White de “Reservoir dogs” es el único que transmite un mínimo de humanidad en la película, y el actor se reivindica como un intérprete rico en registros y de buen olfato para el talento. A partir de aquí, Keitel consigue aunar, de manera insólita, prestigio crítico, popularidad, y una imagen muy asociada al cine independiente. Se podría decir que Harvey se divide en tres: el Keitel selectamente indy (“Pulp Fiction”, “El piano”, “Smoke”, “Blue in the face”, “Abierto hasta el amanecer”, “Copland”); el Keitel alternata radical (“La mirada de Ulises”, “Holy smoke”, “Tres estaciones”); y el Keitel alimenticio y algo metepatas (“Sister Act”, “La asesina”, “Juego peligroso”, “U-571”, “Little Nicky”). Seguramente, su interpretación más estremecedora es la de “Bad lieutenant”, el desgarrador film de Abel Ferrara, en el que Harvey, literalmente, se vacía. Muchos podrán discutir la película, pero su interpretación es realmente aterradora, en el mejor sentido de la palabra. Aún así, yo me quedo con el humano, bien humorado y muy neoyorquino Auggie Wren de “Smoke”, tan aparentemente alejado de su arquetipo, y que borda con un festival de matices, gestos y miradas, una interpretación muy alejada de algunos de los cánones que, teóricamente, había mamado de joven.


Aunque sigue apoyando activamente el cine indy desde su productora The Goatsingers, y a veces aparece por cinematografías muy alejadas de la americana, últimamente se le ve poco a Harvey Keitel. Donde más, haciendo de palmero de Nicolas Cage en las dos entregas de “La búsqueda”; y se viene una participación en otra secuela, la tercera de “Los padres de ella” (hacer del diablo en “Little Nicky” no podía traer nada bueno, Harv). Es lo de menos. Ya se nos ha quedado grabada la imagen de un actor de filo duro, enorme credibilidad y un aura de respeto muy difícil de conseguir. Al fin y al cabo, todos quisiéramos tener el teléfono del sr. Lobo para que nos arregle los desaguisados que vamos montando por ahí. Yo, por lo menos.

6 comentarios:

Josep dijo...

Merecido homenaje el que haces a ese actor tan sólido y profesional, capaz de robar una escena con facilidad al más pintado. Su última incursión es difícil de constatar, por apenas se oye su voz al otro lado del teléfono y será cierta porque lo dice IMDB, pero nada más.

No he visto todas sus películas, pero siempre que aparece la escena sube puntos.

Saludos.

ANRO dijo...

Adoro a este tío y cuando hace unos meses estuve al tanto de la serie "Life in Mars" me conmovió profundamente, porque he seguido toda su carrera, casi desde el inicio.
A mí me parece un actor acojonante y estoy contigo en lo de "Smoke"..¡sublime!....
¡Joder con los detalles!..¡Cómo te enteraste de que era él el que hablaba por teléfono?
Un abrazote.

marcbranches dijo...

Josep, repasando Imdb, creo que he visto la gran mayoría de sus películas de su buena época, y la inmensa minoría de las de su mala época. Un extraordinario actor, en cualquier caso. Saludos.

Anro, me enteré tal como lo cuento, al verlo en Imdb como "no acreditado (sin confirmar)". Busqué en internet y lo vi plenamente confirmado en algunas webs americanas, así que por eso lo he afirmado. La próxima vez que vea "Malditos bastardos" afinaré el oído. Saludos.

Möbius el Crononauta dijo...

Que alguien le de trabajo a este hombre por Dios...

Harvey es uno de los grandes

marcbranches dijo...

Mobius, ¿le apuntamos en el Infojobs?

Manuel Márquez dijo...

Magnífica glosa, compa Marc (a la altura del homenajeado), y bien merecida, sí, señor. Como bien puedes imaginar, yo no he visto ninguna película suya, pero, ello no obstante, bla, bla, bla... Que no, leches, que era un chiste malo, que sí que he visto alguna que otra, y me parece un actorazo como la copa de un pino...

Un fuerte abrazo y buena semana.

 
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