Hay modas para todos los gustos. En los años 70 hubo como una especie de renacimiento del fetichismo nazi, y contribuyeron a ello películas como Cabaret o El portero de noche. Un poco anterior a ellas, La caída de los dioses de Luchino Visconti, también se dejó llevar por la fascinación de los uniformes de la SS. En una de las escenas más famosas de la película del maestro milanés, una adinerada familia alemana, los Essenbeck, están celebrando el cumpleaños del patriarca, y los más jóvenes de la familia le ofrecen una función de esas destinadas a que a los mayores se les caiga la baba viendo a los niños. Todo funciona con normalidad: unos recitan poesía, otros tocan música clásica…hasta que la oveja negra, Martin (Helmunt Berger) rompe el encanto y la armonía de la velada, imitando a la Marlene Dietrich de El ángel azul y cantando Kinder, heute abend. Lo cierto es que cualidades no le faltan y las piernas de Berger casi se pueden comparar con las de Marlene, pero una noticia hace que tenga que interrumpir su actuación: acaban de incendiar el Reichstag. Mítica.
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4 comentarios:
No me gustó mucho esa película: se me hizo pesadita, quizá por la carga ideológica con el acostumbrado barroquismo de Visconti que, me parece, estaba un tanto embobado con su amiguito Berger, que siempre me pareció apuesto pero poco eficaz como intérprete.
Puede que una segunda visión cambie la perspectiva. No sé.
Saludos.
Para mi es una de las películas de Visconti que, sin ser de las mejores, tienen un extraño poder de fascinación, Josep.
Es verdad Alicia. Tal vez sea esa atmósfera de maldad lo que seduce. A mí me gustó mucho y efectivamente no siendo de lo mejor de Visconti si está en su línea "operística". Dirk Bogarde está perfecto y otra escena que me fascina es la ceremonia nupcial.
Visconti siempre es Visconti.
Un abrazote.
Probablemente tienes razón, Antonio, y esa atmósfera de maldad sea la que le da ese poder de fascinación. La escena de la boda también es de mis favoritas, siempre me ha puesto los pelos de punta
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