¿Cuál sería el resultado si juntáramos Los Soprano y Yo, Claudio? Sencillamente, Roma. Los personajes son tan malhablados (aunque su vocabulario sea distinto), violentos y aficionados al sexo como los gangsters de Nueva Jersey y sus intrigas no tienen nada que envidiar a las de los mafiosos, pero al mismo tiempo tenemos el gusto por el detalle de las series de la BBC y la enorme categoría de los actores británicos.
Esta afortunada fusión de la HBO y la BBC nos remite inevitablemente a Yo, Claudio, ya que la serpiente de los títulos de crédito viene a ser un homenaje a la de su predecesora, pero aquí vamos a una época ligeramente anterior, Julio César (por supuesto aún no tiene ese título) ha acabado su guerra de las Galias (bueeeno... salvo una pequeña aldea) y se dirige victorioso a Roma. Dos soldados, Lucio Voreno (Kevin McKidd) y Tito Pullo (Ray Stevenson), de orígenes muy distintos, uno descendiente de nobles y otro hijo de esclavos, pertenecientes a la 13 Legión, serán los testigos privilegiados de todos los sucesos que tengan que ver con la historia de Roma y se convertirán en amigos inseparables. Estos dos personajes ficticios se mezclan con otros reales para mostrarnos un impresionante fresco de la vida en esa época, con una reconstrucción sumamente minuciosa de la ambientación que no busca el preciosismo, sino el realismo, y lo consigue plenamente de tal manera que casi podemos oler las malolientes calles romanas.
Un Julio César (Ciaran Hinds) ambicioso, manipulador y ansioso de ser considerado como un dios, un Marco Antonio (James Purefoy) vulgar, exhibicionista y adicto al sexo que habría hecho las delicias de Terenci Moix, y un estirado y repelente Octavio Augusto son los que luchan por el poder. Conspirando tanto a favor como en contra de ellos (según soplen los idus de marzo) están Atia, pariente de Julio pero dispuesta siempre a estar del lado del triunfador, y su eterna rival Servilia, madre de Bruto, deseosa de que vuelva la República.
Entre tanta traición, adulterio, incesto y un montón de cosas más, hay una historia de amor que destaca sobre las otras: la de Marco Antonio y Atia. Los dos son unas malas bestias, pero su insaciable apetito sexual les hace hechos el uno para el otro. Aunque mas tarde la abandone, deslumbrado por Cleopatra, su muerte tiene destellos de grandeza shakespearianos.
La espectacularidad de algunas escenas es sencillamente impresionante y no tiene que envidar en nada a las superproducciones cinematográficas, el nivel de los actores es realmente espléndido, destacando Hinds, Purefoy, McKidd y Stevenson, pero todo ello contribuyó a que haya sido la serie más cara de la historia de la televisión, y por eso dejaran de grabarla, a pesar de los buenos resultados de audiencia y magníficas críticas, pero aún así no importa, ya que creo que acaba en el momento adecuado: cuando Augusto es proclamado emperador, justo donde empieza Yo, Claudio… y es que todos los caminos llevan a Roma.
Esta afortunada fusión de la HBO y la BBC nos remite inevitablemente a Yo, Claudio, ya que la serpiente de los títulos de crédito viene a ser un homenaje a la de su predecesora, pero aquí vamos a una época ligeramente anterior, Julio César (por supuesto aún no tiene ese título) ha acabado su guerra de las Galias (bueeeno... salvo una pequeña aldea) y se dirige victorioso a Roma. Dos soldados, Lucio Voreno (Kevin McKidd) y Tito Pullo (Ray Stevenson), de orígenes muy distintos, uno descendiente de nobles y otro hijo de esclavos, pertenecientes a la 13 Legión, serán los testigos privilegiados de todos los sucesos que tengan que ver con la historia de Roma y se convertirán en amigos inseparables. Estos dos personajes ficticios se mezclan con otros reales para mostrarnos un impresionante fresco de la vida en esa época, con una reconstrucción sumamente minuciosa de la ambientación que no busca el preciosismo, sino el realismo, y lo consigue plenamente de tal manera que casi podemos oler las malolientes calles romanas.
Un Julio César (Ciaran Hinds) ambicioso, manipulador y ansioso de ser considerado como un dios, un Marco Antonio (James Purefoy) vulgar, exhibicionista y adicto al sexo que habría hecho las delicias de Terenci Moix, y un estirado y repelente Octavio Augusto son los que luchan por el poder. Conspirando tanto a favor como en contra de ellos (según soplen los idus de marzo) están Atia, pariente de Julio pero dispuesta siempre a estar del lado del triunfador, y su eterna rival Servilia, madre de Bruto, deseosa de que vuelva la República.
Entre tanta traición, adulterio, incesto y un montón de cosas más, hay una historia de amor que destaca sobre las otras: la de Marco Antonio y Atia. Los dos son unas malas bestias, pero su insaciable apetito sexual les hace hechos el uno para el otro. Aunque mas tarde la abandone, deslumbrado por Cleopatra, su muerte tiene destellos de grandeza shakespearianos.
La espectacularidad de algunas escenas es sencillamente impresionante y no tiene que envidar en nada a las superproducciones cinematográficas, el nivel de los actores es realmente espléndido, destacando Hinds, Purefoy, McKidd y Stevenson, pero todo ello contribuyó a que haya sido la serie más cara de la historia de la televisión, y por eso dejaran de grabarla, a pesar de los buenos resultados de audiencia y magníficas críticas, pero aún así no importa, ya que creo que acaba en el momento adecuado: cuando Augusto es proclamado emperador, justo donde empieza Yo, Claudio… y es que todos los caminos llevan a Roma.
8 comentarios:
¡¡¡Ayayayay, que esta tampoco la he visto!!!
Cuando la exhibieron en la tele se me escapó, y aunque me dije que la compraría en dvd, nunca me acuerdo.
Será cuestión de apuntármela en la lista de urgentes, porque Yo Claudio me encantó -y me sigue encandilando- y seguro que Roma también me gustará...
Gracias por recordármela de forma tan elegante.
Saludos.
Disfruté mucho viéndola, Alicia.
Sobre todo la tanda de episodios de la primera parte... Y eso que cuando vi el primer episodio me temí lo peor.
Gran serie, aunque su segunda y última temporada, creo recordar que la emitieron en CUATRO a horas algo imtempestivas, pero disfruté mucho la primera.
Yo, Claudio es magnífica, Josep. y Roma , aunque tiene un estilo ligeramente distinto, sabe estar a su nivel, así que creo que te gustará.
A mi también me costó un poquito entrar en ella, Carles, pero una vez lo haces no te suelta y su calidad es indiscutible.
Lo de la emisión de las series por televisión es de juzgado de guardia, Anchiano; lo hacen como les dá la gana, mezclando temporadas, pasándolas a horas intempestivas e interrummpiéndolas a la que faltan cinco minutos para que acaben con media hora de anuncios. Y luego se quejan de que se descarguen o se vean on-line.
Te voy a hacer una rectificación, en el buen sentido, querida Alicia. Tanto Lucio Voreno, como Tito Pullo, en su origen son totalmente históricos ya que son citados en "La Guerra de las Galias" de Don Julio César. Otra cosa son las andanzas de ambos amigos a lo largo de las dos temporadas de ese magnífico fresco que es la serie "Roma".
Si "Yo Claudio", era una gran novela de Graves, cuando fue trasladada a la pequeña pantalla fue un gran evento, que se convirtió en precedente de esas maravillas que se está sucediendo por obra y gracia de HBO.
Yo, y en su día lo dije en este blog, considero que "Roma"no es solamente una excelente serie sino que está minuciosamente documentada en su vertiente histórica. Claro que la época y los personajes tienen tanto jugo que era difícil que algo fallara.
¡Ya lo debió de sospechar el bardo allá por el siglo de la Isabela cuando también serializó la saga en "Julio César" y "Antonio y Cleopatra"...tuvo mucha vista el tipo!
Puedes hacerme todas las rectificaciones que quieras, Antonio, faltaría mas. Cierto que se citaba a Lucio Voreno y Tito Pullo en La guerra de las Galias, pero ahí acabarían prácticamente todas las coincidencias, del mismo modo que Atia viene a ser la mezcla de algunos personajes reales con alguna modificación para dar mas fuerza dramática a la historia. Es verdad que la época y los personajes daban muchísimo de sí (lo que no supiera mi Chespir...)
Entretenida serie, con un toque más auténtico de lo habitual en las cosas romanas. Le he perdido la pista, a ver si me recupero el hilo de Octavio.
¿Para un JC rubio? Porque era rubio, ¿no? Sería curioso cuanto menos.
De todas formas "Yo Claudio" era mucho cla-cla-claudio.
Saludos
Cierto que Yo, Claudio, era mucho Claudio, Möbius, Polly Walker como Atia no llegaba a la altura de la inolvidable envenenadora Livia de Sian Phillips. No acabo de entender lo de JC rubio
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