Un buen día de finales de los 70 el escritor polaco y afincado en los Yuesei Jerzy Kosinski recibió un telegrama. Había conseguido, años atrás, un éxito considerable con su última novela, “Being there”, un relato de buena digestión sobre un jardinero idiota que, por una serie de casualidades y de comportamientos más idiotas todavía, se convertía en un analista fundamental del gobierno americano. El telegrama decía: “Estoy disponible dentro o fuera de mi jardín”, junto a un número de teléfono. El autor polaco marcó inmediatamente dicho número, como hubiéramos hecho cualquiera: esa frase, así a bote pronto, suena a polvo rápido y fácil y, con un poco de suerte, sin tener que pagar. Así de primeras, gatillazo: era Peter Sellers. Sin embargo, su propuesta era poco menos que un ayuntamiento lúbrico con Monica Bellucci, pero en artístico, y se trataba de llevar la novela a la gran pantalla, con el gran comediante británico como protagonista, claro. Sellers, harto de secuelas de “La Pantera Rosa”, descompuesta su relación cinematográfica y personal con Blake Edwards, y muy lejos de sus gloriosos tiempos con Stanley Kubrick, quería dar un impulso a su carrera, un papel definitivo por el que se le retornase a los focos del respeto artístico. El jardinero Chance era su gran ocasión, y bien que lo aprovechó, consiguiendo, incluso, una nominación al Oscar (en aquella época ya empezaba vislumbrarse la tendencia personaje disminuido físico/psíquico=estatuilla). Por desgracia, “Being there”, o el título por el que lo conocemos en España, “Bienvenido, Mr. Chance”, fue casi su canto del cisne. Un Fu-Manchú después, Peter Sellers nos dejaría huérfanos de uno de los mejores comediantes de la historia, que podría haber sido uno de los mejores actores, a secas, de la etcétera, si su carrera cinematográfica hubiese caminado a la par que su talento.
La dirección del guión escrito por el propio Kosinski fue a parar al buen artesano Hal Ashby (“Harold y Maude”, “Shampoo”, “El regreso”), que alcanzó el espinoso equilibrio entre la subordinación al lucimiento del actor estrella y la impronta de estilo propio. Ashby no se limita a poner la cámara y gritar “acción” mientras Sellers homenajea a Buster Keaton, sino que le ofrece al filme un tono reposado, sereno, al pausado ritmo de un metrónomo, con la casi exclusiva banda sonora del eco de las habitaciones que subrayan las palabras y los silencios de los protagonistas. La historia de “Bienvenido, Mr. Chance” gira alrededor de un tipo del que sólo sabemos su nombre, Chance -entre otras cosas, “casualidad” en inglés, y la película está plena de ellas-, y que tiene algún tipo de merma mental que le hace ser poco más que un vegetal (no puede ser otra cosa, pues, que jardinero) parlante, que no lee, ni escribe, ni sufre ni siente: sólo cuida del jardín de un viejo y ve la tele. Ve mucho la tele. Después de morir el viejo y marcharse su cuidadora, Chance sale a la calle y descubre el mundo que hasta entonces sólo había presenciado a través de la caja tonta, en una magnífica escena en la que, de manera sarcástica, suena una versión setentera del “Así habló Zaratustra” que debió erizar las barbas de Stan the Man. Posteriormente, el infortunio de ser atropellado por una limousina acaba por ser su gran golpe de suerte, que le llevará a un imparable ascenso en la escalera social, en la influencia sobre la política económica del país, y en el corazón de Eve (Shirley MacLaine). Un acenso provocado, no por sus ansias arribistas (ni se entera de lo que pasa alrededor, sólo se limita a reaccionar a situaciones y conversaciones según su escaso intelecto) sino por el empeño de todos los que le rodean de encontrar alambicadas metáforas políticas y vitales en lo que tan sólo son formulismos simplones y consejos de jardinería.
La película es, pues, a imagen y semejanza del libro, una sátira descarnada sobre la idiocia profunda del ser humano, dibujada con guante de seda y maneras de fábula. La influencia de la televisión en nuestro comportamiento, y la necedad de la clase política y la alta burguesía, son azotadas inmisericordemente por Ashby & Kosinski, y por la soberana, hierática, tierna interpretación de Sellers, genial en toda la gama de no-emociones que desprende su deficiente personaje. Chance hipnotiza a los engolados políticos y economistas del país, desnudándoles desde su inocencia infantil, incluyendo al presidente (Jack Warden) y uno de sus asesores y amigos, ya moribundo, un Melvyn Douglas que acabó llevándose un Oscar. Dentro del tono sobrio del largometraje, hay una escena cómica brutal, en la que Shirley MacLaine se masturba ridícula, burguesamente, mientras Chance convierte en ejercicios amorosos la tabla gimnástica de la Eva Nasarre de turno. La MacLaine está magnífica como mujer reprimida, alejada completamente de la realidad, con telarañas entre sus maduras piernas, capaz de aceptar cualquier cosa que salga de la boca de Chance como la Verdad Definitiva, convencida como está de que ha encontrado al despertador de su corazón.
“Bienvenido, Mr. Chance” es, pues, un ladrón satírico de guante blanco, y casi una voz de alarma sobre los extremos a los que nos puede llevar la alienación a la que nos estamos sometiendo progresivamente, señalando, en primera persona, a la televisión (y Kosinski aún no se imaginaba que iban a existir programas como “El diario de Patricia”). El cierre del filme es catedralicio, tanto por el incierto destino de un Chance que va directo hacia la presidencia del país, como por ese Peter Sellers caminante sobre las aguas, toda una metáfora de indudables connotaciones (falsamente) religiosas, que, por cierto, podría acompañar ciertos anuncios que aparecen últimamente por los autobuses de Barcelona...
11 comentarios:
Esta me la voy a apuntar, porque no recuerdo haberla visto y Peter Sellers, es Peter Sellers.
Genial. Simplemente genial.
¿Por qué tuvimos que perder a Peter Sellers tan pronto?
Saludos
Me gusta esta peli y Hal Ashby (es un poquito más que un artesano, en mi opinión) la dirige muy bien.
La película tiene varias lecturas, pero desdeluego ninguna religiosa y sí que es más que inquietante de lo que parece.
Fue una gran despedida artística de Seller, que había andado un tanto errado en sus últimas pelis.
Creo haberte leído (o estoy equivocado)sobre cierto post que ibas a escribir en relación con el cine americano de los 70¿es así?..Lo digo porque Ashby es un ejemplo de director de la época
Un abrazote.
Cuando salí de ver esta película tuve -una vez más- clarísima mi condición de bicho raro, porque de todo el grupo, al único que le gustó fue a mi.
Me pareció un excelente trabajo interpretativo de Peter Sellers, y, de haber sabido que fallecería tan pronto, hubiera entrado al cine nada más salir.
Sin que sirva de precedente, estoy de acuerdo más contigo que con ANRO, porque Ashby nunca me ha gustado mucho. En otras manos más aceradas, ese personaje casi catatónico de Mr.Chance hubiera tomado aún -si cabe- mayor relevancia.
Saludos.
Anchiano, apúntatela, que merece la pena. Como dice Mobius, por qué tuvimos que perderle tan pronto. Aunque yo añadiría, ¿por qué estuvo tan desaprovechado? Anro, no me suena haber hablado sobre escribir un post sobre cine de los setenta, aunque también es cierto que digo muchas cosas y luego (cosas de la edad. Alicia sabe de qué hablo) se me me van de la cabeza. De todas maneras, es una idea. Me posiciono, sin que sirva de precedente y con toda la heterosexualidad que soy capaz, junto a Josep en el tema Ashby; no es que sea un mal director, es que no me dice gran cosa. Pero en "Being there" escoge claramente una línea estética, y creo que acierta, aunque se le pueda acusar de falta de mordiente. ¿Alguien se imagina lo que podía haber sido esta película en manos de, pro ejemplo, Ron Howard? No quiero ni pensarlo. Y creo que Josep tampoco... Saludos a todos.
Aprovecho para dejarte saludos y un Feliz año!
Saludos, Budokan, y feliz año también para ti...
Grcias, Marc, por la recomendación. La terminé de ver ayer y me gustó bastante. Es un poco como el lado oscuro de Forrest Gump. Creo que ayer hice el mismo comentario pero no debí de enviarlo bien. Debe ser la edad, que se me olvidan las cosas o creo que he hecho cosas que no he hecho xD
Un saludo.
El lado oscuro de "Forrest Gump"... no lo había pensado. Digamos que el lado pesimista. Confieso que le tengo manía a la película de Tom Hanks, en parte porque le robó unos cuantos Oscars a "Pulp Fiction", en parte porque acabé hasta los cojones de "teniente Dan" y de los putos bombones. Soy un asqueroso cínico, lo sé. Saludos.
Quizás pesimista es más adecuado, tienes razón. Pues yo tengo que confesar mi debilidad por "Forrest Gump", que le vamos a hacer.
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