Una apacible y soleada mañana sureña estadounidense. Una endeble brisa apenas enmascara el sofocante calor, pero para un tipo con cara de Kevin Costner tumbado en el prado diríase que es más que suficiente, a tenor de su expresión satisfecha, su aire ensoñador y unos ojos a mitad de cierre que apenas soportan al dios Ra. Hay una careta del fantasma Casper a pocos centímetros de su apaciguado rostro que esboza media sonrisa, como si participara del mismo trance que el tipo con cara de Kevin Costner. Unos billetes de sabedioscuántos dólares sobrevuelan, sin rumbo decidido, a los dos dormilones, como si quisiesen iniciar un retraído ritual de apareamiento. Huelen a victoria (¿el magno botín de un atraco, quizás?); la sensación se erige al escuchar el frenéticamente parsimonioso aleteo de un helicóptero que no parece perturbar el descanso espiritual de nuestros protagonistas. Efectivamente, huele a victoria: sólo falta el napalm. Es un mundo perfecto. Fundido a negro. Flash-back.
Con esta escena de atmósfera casi onírica da el pistoletazo de salida una de las películas quizás más olvidadas del bien denominado último gran clásico, Clint Eastwood. “Un mundo perfecto” fue el movimiento de alfil que nadie esperaba después de la amalgama de premios populares y parabienes críticos que recolectó “Sin perdón”. El guión de John Lee Hancock, que en un principio estaba destinado para Steven Spielberg (y le iba que ni pintado con pincel rafaeliano: no hay nada que ponga más cachondo a tito Steven que una buena historia alrededor de conflictos paternofiliales), acabó cayendo en las manos de nuestro Harry favorito, que aprovechó la coyuntura para darle una vuelta de tuerca a sus inquietudes humanistas, aderezándolas con unas cucharadas de humor y escepticismo que, sin embargo, no ennegrecieron, sino que abrillantaron. El filme no fue un éxito de taquilla, a pesar de la presencia de la superestrella Kevin Costner, y la crítica la consideró una obra menor aún reconociendo sus muchos méritos. El ninguneo de las televisiones, como en tantas otras ocasiones, la ha empujado detrás del resto de películas de tito Clint (¿cuántas veces hemos podido ver en las televisiones del imperio “Ejecución inminente”, “Poder absoluto” o incluso “Medianoche en el jardín del bien y el mal”?), pero para eso existe La Linterna, para abanderar causas marginadas.
“Un mundo perfecto” (qué título más suavemente sarcástico) tiene borrador de road movie, trazado de relato sobre los malos tratos y entintado de melodramón de profunda carga humana, que a fin de cuentas es el fuerte de tito Clint. Butch Haynes (Kevin Costner, en un papel pensado para Denzel Washington) se fuga de la prisión, en plenos años sesenta kennedyanos, junto a un hijoputa llamado Terry Pugh; durante dicha fuga se llevan a un crío de ocho años, Phillip (T.J. Lowther, qué tien-no) como rehén para salir de una casa que habían asaltado. Mientras, el sheriff Red Garnett (tito Clint), que fue el primero en mandar al reformatorio a Butch de pequeño, inicia su persecución con la ayuda de la bisoña criminóloga Sally Gerber (Laura Dern) y el obstáculo de un caricaturesco agente del FBI. La conexión entre Phillip y Butch es inmediata: el niño es hijo de unos testigos de Jehová que no le permiten hacer casi nada que sea divertido en aras de una férrea educación, aparte de que al padre de vez en cuando se le escapa la mano abierta; Butch ve en el niño su propia infancia (padre alcohólico a por tabaco, madre prostituta "Todo a cien"), a la que culpa de su carrera delictiva. Después de deshacerse del infame Terry, ambos emprenden un periplo automovilístico en el que fortalecen una curiosa relación que se mueve entre padre-hijo, tío cachondo-sobrino, y síndrome de Estocolmo. Pero este no es un mundo perfecto, y la psique distorsionada de Butch lleva el drama hasta un punto de no retorno...
Hablemos de cine. La narrativa es impecable, aún reconociendo que tito Clint nos sale pelín ventajista: para reforzar la empatía con Butch, no se nos muestra el “retiro” de su villanísimo compañero Terry, que comparte caricatura con el tiparraco del FBI; tampoco el personaje de Laura Dern tiene mucho que contar, aparte de darle réplicas al sheriff; daños menores, en cualquier caso. Todos sabemos que Clint Eastwood tiende a tomarse su tiempo para contarnos una historia, o una escena, y siempre con un objetivo en lontananza. Así, la narración calmosa pero fluida de “Un mundo perfecto”, que a mitad de película nos hace creer miserablemente que estamos ante poco menos que una comedia de carretera, se va densificando a medida que se nos va aclarando el destino final de Butch y su por qué reflejado en una postal. El culmen es la magnífica escena en casa de la familia negra que les acoge, un relajado y feliz baile con la esposa (a ritmo de una extraña y maravillosa canción compuesta por el propio Eastwood; nos perdáis, por cierto, el elemento tensión que aporta la aguja del tocadiscos cuando acaba) que torna asfixiantemente dramático en su forzada repetición. Butch explota a instancias de sus demonios, reconociéndose a sí mismo (“No soy un buen hombre, pero tampoco el peor”), y da inicio a una media hora final abrumadora, hermosísima, que acaba de la única manera que podía acabar: con la escena de arranque. El círculo se cierra, y nos damos cuenta de que, como ya nos temíamos, el mundo no es perfecto. El tío Clint nos ha dado otra lección magistral.
Con esta escena de atmósfera casi onírica da el pistoletazo de salida una de las películas quizás más olvidadas del bien denominado último gran clásico, Clint Eastwood. “Un mundo perfecto” fue el movimiento de alfil que nadie esperaba después de la amalgama de premios populares y parabienes críticos que recolectó “Sin perdón”. El guión de John Lee Hancock, que en un principio estaba destinado para Steven Spielberg (y le iba que ni pintado con pincel rafaeliano: no hay nada que ponga más cachondo a tito Steven que una buena historia alrededor de conflictos paternofiliales), acabó cayendo en las manos de nuestro Harry favorito, que aprovechó la coyuntura para darle una vuelta de tuerca a sus inquietudes humanistas, aderezándolas con unas cucharadas de humor y escepticismo que, sin embargo, no ennegrecieron, sino que abrillantaron. El filme no fue un éxito de taquilla, a pesar de la presencia de la superestrella Kevin Costner, y la crítica la consideró una obra menor aún reconociendo sus muchos méritos. El ninguneo de las televisiones, como en tantas otras ocasiones, la ha empujado detrás del resto de películas de tito Clint (¿cuántas veces hemos podido ver en las televisiones del imperio “Ejecución inminente”, “Poder absoluto” o incluso “Medianoche en el jardín del bien y el mal”?), pero para eso existe La Linterna, para abanderar causas marginadas.
“Un mundo perfecto” (qué título más suavemente sarcástico) tiene borrador de road movie, trazado de relato sobre los malos tratos y entintado de melodramón de profunda carga humana, que a fin de cuentas es el fuerte de tito Clint. Butch Haynes (Kevin Costner, en un papel pensado para Denzel Washington) se fuga de la prisión, en plenos años sesenta kennedyanos, junto a un hijoputa llamado Terry Pugh; durante dicha fuga se llevan a un crío de ocho años, Phillip (T.J. Lowther, qué tien-no) como rehén para salir de una casa que habían asaltado. Mientras, el sheriff Red Garnett (tito Clint), que fue el primero en mandar al reformatorio a Butch de pequeño, inicia su persecución con la ayuda de la bisoña criminóloga Sally Gerber (Laura Dern) y el obstáculo de un caricaturesco agente del FBI. La conexión entre Phillip y Butch es inmediata: el niño es hijo de unos testigos de Jehová que no le permiten hacer casi nada que sea divertido en aras de una férrea educación, aparte de que al padre de vez en cuando se le escapa la mano abierta; Butch ve en el niño su propia infancia (padre alcohólico a por tabaco, madre prostituta "Todo a cien"), a la que culpa de su carrera delictiva. Después de deshacerse del infame Terry, ambos emprenden un periplo automovilístico en el que fortalecen una curiosa relación que se mueve entre padre-hijo, tío cachondo-sobrino, y síndrome de Estocolmo. Pero este no es un mundo perfecto, y la psique distorsionada de Butch lleva el drama hasta un punto de no retorno...
Hablemos de cine. La narrativa es impecable, aún reconociendo que tito Clint nos sale pelín ventajista: para reforzar la empatía con Butch, no se nos muestra el “retiro” de su villanísimo compañero Terry, que comparte caricatura con el tiparraco del FBI; tampoco el personaje de Laura Dern tiene mucho que contar, aparte de darle réplicas al sheriff; daños menores, en cualquier caso. Todos sabemos que Clint Eastwood tiende a tomarse su tiempo para contarnos una historia, o una escena, y siempre con un objetivo en lontananza. Así, la narración calmosa pero fluida de “Un mundo perfecto”, que a mitad de película nos hace creer miserablemente que estamos ante poco menos que una comedia de carretera, se va densificando a medida que se nos va aclarando el destino final de Butch y su por qué reflejado en una postal. El culmen es la magnífica escena en casa de la familia negra que les acoge, un relajado y feliz baile con la esposa (a ritmo de una extraña y maravillosa canción compuesta por el propio Eastwood; nos perdáis, por cierto, el elemento tensión que aporta la aguja del tocadiscos cuando acaba) que torna asfixiantemente dramático en su forzada repetición. Butch explota a instancias de sus demonios, reconociéndose a sí mismo (“No soy un buen hombre, pero tampoco el peor”), y da inicio a una media hora final abrumadora, hermosísima, que acaba de la única manera que podía acabar: con la escena de arranque. El círculo se cierra, y nos damos cuenta de que, como ya nos temíamos, el mundo no es perfecto. El tío Clint nos ha dado otra lección magistral.
8 comentarios:
Tú es que me quieres provocar: ¿cómo no voy a estar de acuerdo contigo si te dedicas a reseñar -muy bien, por otra parte- películas sobresalientes, sin necesidad de ordenadores ni gaitas (me debes una, que conste, y no te la perdono) y además de Clint?
Luego me llamas a mí ventajista....
Y siendo hoy lunes 18, ya veo que Su Majestad predica mucho pero no da trigo: ni Cohen, ni Daniel, ni nada: tira de dvd....
¡Hay que jo....robarse!
¡Venga tío! ¡Sal de casa y vete al cine, tú que puedes!
¿O es que en esas multisalas de tu vencidad no "echan" nada nuevo?
Un abrazo.
Primero rescatáis del limbo "Buscando a Bobby Fisher" y ahora traéis este "Mundo perfecto", con lo que me pregunto, ¿habrán estado ahondando en mi psique para sonsacar información sobre mis pelis preferidas con coprotagonista pequeñajo?
Pues nada, se puede seguir con "Cuenta conmigo", o sin nos ponemos casposos con "El supersheriff" con Bud Spencer y ya habéis sacado gran parte de mis aventuras infantiles...
Grandísima peli.
Si son de Clint, no puedes perdertela. Yo la he visto un par de veces, como bien dices es una película que pasó sin pena ni gloria, pero si te sientas un día a verla bien, sin grandes aspiraciones, puede sorprenderte gratamente, al menos es lo que me pasó a mi la primera vez que la vi. Muy recomendable, y un gran post, ¿De donde sacarás todos esos datos?
Un saludo
¡Hala, hala....venga incienso para el Marc, el tipo estupendo y cojonudo que nos encandila desde La Linterna¡
Yo voy a ejercer un poco de abogado del diablo y aun poniendo por delante mi grandísima admiración por el Clint, a quien tuve el gustazo de conocer cuando era un donnadie en Almería City, no está todo lo perfecto que debiera en "Un Mundo Perfecto". El Kevin es un actor que no cuaja en el papel, no es creíble. El guión tiene muchas concesiones a la galería y se hecha mucho de menos la dureza y la contundencia en la dirección. El filo agudo, marca Eastwood.
Dicho todo esto y soportando el apedreamiento, tengo también que decir que "Un Mundo Perfecto" tiene la poética y la musicalidad que siempre transmite este viejo duro y seco, a quien le gusta el jazz por encima de todas las cosas.
En otro orden de cosas, querido Marc, tus críticas mañaneras me alegran el día. (Esto no es incienso, ojo)
Un abrazote.
El problema de la perfección es que se acaba...
Gran comentario. Nos leemos.
Me paso un momento por el blog, en esta semana de hiperactividad laboral que me impide saber ni qué día es (gracias por el dato, Josep), y me encuentro con varios linterneros que se dedican a hacerme ignominiosamente la pelota, con el único objetivo (en traidora connivencia con la Directrice, la ideóloga detrás de la trama) de que mi ego sobreviva lo suficiente como para aceptar que me siga pagando la nadería (nadería=nada) que me paga. Quéascopordiosbendito. Por partes, como el Tente:
-Josep. ¿Que salga al cine YO QUE PUEDO? ¿Y quién te ha dicho QUE YO PUEDO? Si apenas veo mi casa estos días... ¿Por qué crees que tiro de filmoteca? No te preocupes, que ya caerá, ya, una crítica de 126 párrafos con notas a pie de página de "Pozos de ambición". Y habrá comentario de texto y análisis gramatical, que lo sepas.
-Heitor. ¿Seguro que no recuerdas a unos hombrecillos verdes? ¿Ni unos cables conectados al cerebelo? Por si acaso, no te toques mucho la parte de atrás de la cabeza... "El supersheriff" no sé, pero "Zapatones" cae un día fijo, y lo que nos reiremos.
-Castigadora. Me hubieras decepcionado si no hubieses aparecido por aquí, una eastwoodófila de pro. ¿De dónde saco los datos? Muy fácil: de los esfuerzos de los demás... Saludos.
-Anro. Reconozco que la actuación de Kevin Costner es en ocasiones irregular, y a veces le falta un punto de intensidad, pero da el pego muy bien como antihéroe de los sesenta. En cuanto a la falta de filo de la dirección de tito Clint, yo te recomendaría que le echaras otro vistazo cuando puedas; puede que modifiques tu opinión. No te dejes llevar por la falsa apacibilidad de la primera mitad del film... Me alegra alegrar las mañanas de la gente. Saludos.
-Hatt. Para mí, el problema de la perfección es que es una ilusión. Nunca acaba, de hecho, porque nunca empieza; quizás esa sea la sal de la vida. Saludos, joven, y gracias a todos.
¿"Eastwoodófila" dices? ¿es una palabra nueva? en todo caso, creo que yo también soy una de esas, así que nada... a llevarte la razón otra vez, porque encima Un Mundo Perfecto es una película por la que tengo debilidad, y creo que se merece todas las alabanzas que le dedicas. La escena que comentas, que tiene lugar en la casa de la familia que les había acogido es el mejor momento de la película, con ese comienzo tan feliz y ese desenlace... ¡que tensión consigue crear el tito Clint!
Por cierto, no os metáis tanto con Kevin Costner, en esta película está muy bien. A mi me parece su mejor interpretación y, personalmente, si que me lo creo en su personaje.
Hasta luego, y no dejes que el trabajo te agobie!
Por supuesto que "eastwoodófila" es una palabra nueva. Será que no he inventado ya palabros en estos cerca de dos años de blog... Sabía de tu debilidad por esta película (te quejarás que no te trato bien). Como he dicho en el comment anterior, en mi opinión a tito Kevin le falta algo de intensidad en algunas ocasiones, aunque en general hace un buen trabajo. Su mejor papel, sin ninguna duda para mí, el de "JFK". Saludos, jovenzuela.
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